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jueves, 19 de junio de 2025

Hoy tomo café con…

Pedro Ugarte

 


 

       Pedro Ugarte (Bilbao, 1963). Licenciado en Derecho y trabaja en la Universidad del País Vasco. Ha publicado los libros de cuentos, Los traficantes de palabras (1990), Manual para extranjeros (1993), La isla de Komodo (1996) y Mañana será otro día (2005). En Páginas de Espuma, El mundo de los Cabezas Vacías (2011), Nuestra historia (2016) y Antes del Paraíso (2020)  Sus novelas, Los cuerpos de las nadadoras (1996), Una ciudad del norte (1999), Pactos secretos (1999), Casi inocentes (2004), El país del dinero (2011) y Perros en el camino (2015), algunas traducidas al italiano y al francés. Acaba de publicar el volumen de cuentis Un lugar mejor (2024). 

 

 

¿Con cada nueva colección de cuentos se siente usted mejor testigo de cuanto ve a su alrededor?

       No sé si “mejor testigo”; en todo caso, “testigo”. La literatura no impulsa revoluciones, ni urde golpes de estado, ni transforma la realidad, pero lo que sí hace es reflejarla a través de las palabras. La herramienta de la literatura es siempre la ficción, pero la intención última de todas esas ficciones es describir la realidad, alguna realidad.

 

La vida cotidiana, ¿sigue teniendo suficientes ingredientes como para convertirlo todo en literatura?

       Sin duda. En el fondo, las vidas más comunes son las verdaderamente heroicas. Respeto siempre, y admiro en ocasiones, la literatura fantástica, pero la realidad más cercana (esa vida cotidiana, a la que usted alude) es un yacimiento literario extraordinario, cuyos recursos nunca se agotarán. A mí me interesa investigar esa realidad.

 

¿Para escribir un buen cuento es necesario concebir un universo ya explorado en libros anteriores?

       ¡No! Al menos yo no lo veo así. De hecho, la escritura de un buen cuento puede ser una isla creativa en medio del desierto. Nadie sabrá nunca de dónde sale, ni por qué, un texto literario de calidad: puede ser el resultado de un largo camino o puede ser un destello fugaz en medio de la nada. En todo caso, lo que nos corresponde, como lectores, es disfrutar de él.

 

Qué le interesa más contar en un cuento, ¿la felicidad o la desgracia?

       Todo forma una amalgama, ¿no? Me interesan los sers humanos, sus contradicciones, sus alegrías, sus fracasos. Diría que, en términos generales, la felicidad es más evanescente, más difícil de atrapar. Y si eso les pasa a las personas, aún más a los escritores. Por eso creo que tendemos más a reflejar la desdicha que la felicidad.

 

Este nuevo libro, Un lugar mejor (2024) ¿ofrece una visión más optimista del ser humano?

       Me han dicho que “Un lugar mejor” es un libro más sombrío que otros que he escrito. Me sorprende, porque no creo que, en ese aspecto, haya gran diferencia entre mis libros. De todos modos, hay que reconocer que los lectores conocen una obra literaria mucho mejor que su creador, así que debo hacerles caso. Lo que sí es cierto es que en “Un lugar mejor” hay menos humor que en otros libros míos, pero creo que mis relatos han ganado en capacidad de observación.

 

¿Qué le interesa contar de la gente con la que se cruza en la calle o en el ascensor?

       Precisamente eso: que me cruzo con esas personas, que están ahí, a mi lado, que sus desgracias y sus esperanzas se parecen mucho a las mías. Sé que la mayoría de las veces no las puedo ayudar, pero sí puedo dar testimonio de que estuvieron aquí, y que lucharon como yo, como todos nosotros, por llegar a algún lugar mejor.

 

¿Para dar cohesión a un libro de relatos, es necesario escribirlos en un período concreto de tiempo?

       Suelo decir que la elaboración de un libro de cuentos se parece más a la de un poemario que a la de una novela. Me explico: en la novela, la planificación precede a la ejecución; en el libro de cuentos, sin embargo, la ejecución precede a la planificación. Uno va escribiendo cuentos y cuando llega el momento de armar el libro hay que reflexionar sobre cómo ordenarlos, cómo distribuirlos… también qué cuentos guardar para otra ocasión. En ese sentido, “Un lugar mejor” es fruto de un trabajo compositivo bastante largo y complicado, pero espero que el resultado haya sido bueno.

 


¿Qué determina para usted que un cuento sea idóneo para la estructura que pretende en un nuevo volumen?

       Cuando hay que armar el libro, aparecen motivos temáticos o estilísticos que van a determinarlo todo. Posiblemente esa sea una de las cosas que más le cuesta aprender al escritor de relatos: aceptar que un libro no es un mero almacén, sino que debe estar bien ordenado. Y eso, como decía, puede tener consecuencias muy distintas, una de ellas, renunciar a publicar ciertos cuentos, al menos en ese proyecto concreto.

 

¿El editor tiene voz, una vez leído el original?

       Cada editor, como cada escritor, tiene su particular marca de fábrica, su modo especial de trabajar. En el caso de Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, su implicación en el proceso de elaboración de un libro es absolutamente apasionada, y ya desde la recepción del manuscrito interviene en su composición. He de decir que sus aportaciones, la mayoría de las veces, son aceptadas y, del mismo modo, la mayoría de las veces mejoran el volumen.

 

¿La familia sigue siendo para usted ese gran enigma que pretende explicar en sus cuentos?

       La familia es un extraordinario laboratorio literario, un laboratorio, además, inagotable. En cuanto a ese objetivo de explicar la familia… creo que a través de la literatura tampoco se puede explicar nada, pero sí dar testimonio, dejar constancia de lo que ocurre.

 

¿Los cinco cuentos dedicados a la familia en Un lugar mejor ofrecen esa versatilidad que usted presupone en ella?

       Suelo decir que en la familia sucede lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor. Dentro de la familia aparecen las formas de generosidad y de entrega a los demás más desprendidas, más admirables. Pero también es cierto que cuando en la familia asoman los malos sentimientos ello resulta mucho más doloroso que en cualquier otro lugar. Eso hace a la familia un ámbito tan atrayente para la literatura, al menos para la clase de literatura que a mí más me interesa: la que pone su atención en las personas y en el modo en que estas se relacionan, para bien y para mal.

 

¿La amistad cree usted que se ha ido degradando con el paso del tiempo?

       Nunca me lo había planteado de ese modo, pero puede que usted tenga razón. Hay amistades indestructibles, contra las que nada pueden los elementos. Pero hay otras frágiles… o que parecían fuertes y demuestran de repente su fragilidad. El paso del tiempo, en efecto, es un arma terrible: puede dañar de forma irreparable las relaciones de amor o de amistad.

 

El personaje Jorge, en ocasiones, como en este libro, se duplica, ¿esa doble perspectiva le da a usted mayor libertad?

       Jorge es un personaje que aparece en tres de las seis novelas que he publicado y en muchos de mis relatos. Por supuesto, también protagoniza casi todas las historias de “Un lugar mejor”. Le han ocurrido tantas cosas, ha tenido tantas novias, amantes y esposas, ha pasado por tantos trabajos que, la verdad, sería imposible meter todo eso en la biografía de un solo ser humano. Para mí es importante: más que una persona caracterizada, Jorge es una mirada, la mirada de alguien que narra sus historias en primera persona y configura una visión personal de la vida y de la sociedad.

 

¿Y qué me dice del amor, tan presente, en sus historias?

       Que es tormentoso, complicado… también una experiencia maravillosa. En “Un lugar mejor” hay unas cuantas historias que investigan ese sentimiento…