“Los buenos libros se escriben para que gusten a sus autores; luego a Dios o al Diablo, o quizá a ambos; y en tercer lugar, para nadie”. Juan Carlos Onetti
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jueves, 31 de octubre de 2024
miércoles, 30 de octubre de 2024
martes, 29 de octubre de 2024
Cuaderno en blanco
Octubre, 2024
El mes de Octubre nos ofrece cambios, los días se acortan, el tiempo anda revuelto, ahora hace calor y mañana refresa, las novedades se suceden y vuelve una calculada normalidad que lleva a los niños a sus tareas escolares, a los padres a esperar ese puente de descanso y al devenir de los días donde todo parece normalizarse porque el trimestre desembocará en las navidades..
Octubre nos traerá, también, el cambio de hora que en ocasiones altera nuestro ritmo de vida durante unos días, luego vuelve la normalidad y las tardes se acortan, nos ebcamibamos a un invierno de días desapacibles y noches de sesión de cine.
El otoño se va instalando poco a poco con sus colores que oscilan entre el verde oscuro, el rojizo y amarillento de la caída de las hojas que cubren el suelo de tonalidades diversas; otras veces el viento se las lleva. El otoño trae nuevos aires de nostalgia que se cubren con la visión de los atardeceres.
Una página sobre Ignacio Aldecoa me devuelve al autor vasco a mi memoria, tanto leído y admirado, cuentos de Nuria Labari y la posibilidad de un nuevo libro, una sorpresa para antes de año, claro.
lunes, 28 de octubre de 2024
domingo, 27 de octubre de 2024
sábado, 26 de octubre de 2024
viernes, 25 de octubre de 2024
jueves, 24 de octubre de 2024
miércoles, 23 de octubre de 2024
Hoy invito a...
AMANECERES
María Ángeles Pérez
LUCIÉRNAGAS
Como un juego más de verano aguardábamos, con cierto desasosiego, la noche para rastrear la luz que, meticulosamente, desprendía la hilera de luciérnagas posadas sobre el verdor de la hierba que servía de alfombra a la caudalosa acequia, cuya agua aprovechaban las lavanderas para dejar resplandeciente su ropa. Observábamos esos destellos luminosos, que ubicábamos en sus ojos, pero que el tiempo y la ciencia nos ha enseñado que, esa luz destellante, está situada en el abdomen de la luciérnaga y aparece cuando absorben oxígeno y, una vez mezclado con otras sustancias, reaccionan produciendo luz sin apenas generar calor.
Hoy, pasado el tiempo, esas luciérnagas que guiaban nuestro nocturno y adolescente camino, durante las tórridas noches de verano, han desaparecido, quizá por eso deambulamos sin rumbo fijo, desorientados, ausentes, carentes de altruismo, solidaridad y sentimientos, resbalando cerrilmente ante continuos fracasos y derrotas creadas por nosotros mismos. Hoy, esas encantadoras y luminosas luciérnagas, creo que merecidamente, se han cansado de nosotros. Nos han abandonado.