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sábado, 30 de junio de 2018

Sabías que...




     “El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde”.
                                            León Tolstói (1828-1910)

viernes, 29 de junio de 2018

Acabo de leer... y descubro


                                  
                                                 Amado pulpo
                       Francisco López Barrios
                       Granada, Dauro, 2017


                     
       La literatura de Francisco López Barrios (Granada, 1945) rebosa imaginación, ingenio, sabiduría y un punto de vista irónico que lo sitúa en ese inclasificable puesto de una narrativa española solo aplicable a quienes, de alguna manera, sobrepasan las fronteras de lo estrictamente aceptable con una amable prosa. López Barrios salió bastante airoso en su vuelta narrativa, tras unos años de silencio, con su anterior entrega, Yo soy todos los besos que nunca pude darte (2015), un libro, que incluye dos novelas cortas, la primera titulada “Cubanito”, y la segunda que da título al volumen, y en ambos casos se muestra, desde una mirada tan perspicaz como morbosa, la lúcida visión de temas universales como el incesto o la muerte.
          Vuelve a la narrativa con Amado pulpo(2017), un texto ingenioso e irónico, que se prodiga en imaginación y sabiduría para contar la historia, extraña y atípica de su protagonista: un pulpo que para otorgarle cierto sentido a su narración tiene la capacidad de oír, ha sido capaz de aprender a leer e, incluso, en ocasiones escribe; es decir, un pulpo humanizado que a lo largo del relato protagonizará unas increíbles vivencias que le llevarán a compartir dos mundos tan distintos y contradictorios como el animal y el humano, y una vez que este cefalópodo descubra la realidad de la superficie, sobre todo las maravillas de la costa almeriense y malagueña, embarcará al lector en toda una sucesiva correlación de vicisitudes. Y es así como se justifica todo el relato posterior, porque precisamente es un pulpo que piensa, se muestra reflexivo y calculador, observa las virtudes y las miserias humanas que López Barrios pone a su alcance y le hace (nos hace) comprender mejor el mundo, y de paso extraer las conclusiones pertinentes y entender sus propias contradicciones y diferencias con el resto que le van enseñando su trato con distintos humanos. Un López Barrios enamorado de la costa almeriense, granadina y malagueña cuantifica sus escenas en el mar, en el agua, como ese elemento imprescindible para el protagonista y los humanos con quienes se relaciona, ese lugar mágico y desconocido que tantas obras universales ha legado a la literatura. Curiosa la relación cuando llega al Levante almeriense, la costa de Villaricos con sus pescadores, Juan El Cananas, Paco el de La Maruja o Paco Portillo; y su deambular con María por la costa malagueña y los pueblos de la sierra, convirtiéndose durante algún tiempo en espectáculo circense y en admiración de propios y ajenos. 


        El lector debe comprender, desde las primeras páginas, que el narrador granadino se sirve del mundo animal como ese pretexto válido  para explorar cuanto pueda ser enjuiciado en el ser humano, sus virtudes y sus defectos, sus ambiciones y sus sueños, en definitiva, por esa capacidad exclusiva del individuo de discernir y de pensar, sensaciones y conceptos tan alejados de una realidad animal que sepamos, claro, pero que sopesamos en una permanente búsqueda por la esencialidad de la vida, y por añadidura del amor, desde la perspectiva humana y animal, como ocurre en bastantes pasajes de Amado pulpo cuando nuestro protagonista descubre la atracción que siente por Antía, una hermosa hembra-pulpo, y su deseo común por formar una familia; o quizá, cuando de la mano del escritor, el intrépido cefalópodo, descubre la sexualidad y el erotismo tan sutil como sublime en su experiencia amorosa con María.
       López Barrios intenta contarnos una auténtica fábula, no exclusivamente y en un sentido clásico, ni por su extensión o por alguna de sus características esenciales, sino que partiendo de una particularidad misma, nos invita a comprender el mundo animal que, indiscutiblemente, complementa a nuestros sentidos más humanos y, de paso, nos proporciona otra visión de ese otro universo vivo al que durante buena parte de nuestra vida intentamos comprender, y transcurridos los muchos siglos de estudio, aún no deja de sorprendernos en nuestros días.  Es la forma del granadino para que nos enamoremos, cual pulpos, de la vida, vista desde una perspectiva tan excitante como compleja, tan hermosa como repleta de ese dolor que no siempre satisface todas nuestras ambiciones. De prosa calculada, construye un discurso narrativo creíble con las acertadas expresiones que permiten al lector no dejar de sostener el libro entre sus manos, porque en sus páginas se nos ofrece la garantía de la buena literatura, algo que por otra parte ya nos tiene acostumbrados López Barrios desde hace algún tiempo. Y lo mejor, un divertimento del que con toda seguridad no quedamos descontentos.

jueves, 28 de junio de 2018

ESCRITORES ANDALUCES POR LA PAZ


EL ARTE DE LA PAZ                          

    













     

       
        Durante buena parte de nuestra vida seguimos aquellos sucesos mundiales que llaman nuestra atención. En la era de la comunicación los acontecimientos nos acompañan y ciertas actuaciones nos transforman en seres insensibles: hambre, injusticia o guerra ¿Cuánto tiene de inevitable una guerra? Irrefutable pregunta que han debido hacerse algunos de los pensadores más influyentes de todos los tiempos. Hablamos de un desastre que acompaña al hombre desde los albores de su existencia. La Historia está salpicada de acontecimientos violentos que han dejado la huella de innumerables fechas que conmemorar. El arte de la guerra es una actitud asociada al ser humano que no dejará de contabilizarse mientras ignoremos que conceptos como éste conducen a nuestra destrucción.
        Escribir sobre la guerra se convierte en algo tan absurdo y peregrino como negar esa realidad. Somos capaces de asociar imágenes con acontecimientos de evidente resonancia histórica. El siglo XX ha estado salpicado por numerosas asociaciones que han acompañado a nuestras últimas generaciones. Los acontecimientos de los primeros años del siglo XXI desembocarán en una inevitable guerra entre los innombrables E.E.U.U. e Irak. Al bombardeo informativo de las últimas semanas, un buen día seguirá la noticia de que los norteamericanos, sin aparente permiso, bombardean al pueblo iraquí. El argumento es simple: un personaje como Sadam Hussein ha  osado enfrentarse al país que lidera el mundo. Los europeos que contamos paralelamente nuestras guerras con semejantes períodos de paz no estamos dispuestos a que un líder, orgulloso y rencoroso, nos arrastre a un conflicto que empañará el resto de nuestra existencia Si ponemos en tela de juicio la validez de los argumentos de una nación que ha presentado sus batallas lejos de sus fronteras, erigiéndose en juez de una corte autoritaria y sentencia, según la popularidad de sus líderes o su economía, salvaremos a nuestros jóvenes del horror de la peor de las miserias. Diariamente, centenares y miles de manifestantes, piden la paz para que el buen juicio guíe a nuestros líderes. Claman que reine, por una vez, la armonía en nuestro planeta y que la historia se escriba con las letras de la concordia.
       
Pedro M. Domene


miércoles, 27 de junio de 2018

martes, 26 de junio de 2018

30 años de Cuadernos del Matemático


Cuadernos del Matemático es una revista de vanguardia a la antigua usanza, es decir, lucha por llevar a buen término proyectos y sueños. Pretende abordar críticamente la realidad de la creación en todos sus ámbitos, aunque sobre todo en el literario, en el poético, dando cabida en sus páginas a las tendencias creativas más diversas.



Conviven aquí esencias maduras con elixires jóvenes, sin más pretensión que la de mostrar, la de ser espejo del presente. De otra parte, es un lujo literario en el que el rigor se asocia con la experimentación dentro de una presentación impecable.


Cuadernos del Matemático es editada por el Instituto Matemático Puig Adam de Getafe (Madrid) desde finales del año 1988. Durante estos años, al decir de muchos, Cuadernos del Matemático se ha convertido en referencia obligada e inexcusable para quienes tengan interés en los campos que aborda.



Con los números, 56-58, se cumplen 30 años de su publicación, todo un logro para una revista independiente, de gran altura y con una nómina de colaboradores interesantísima.

sábado, 23 de junio de 2018

Sabías que...



      “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”.
                              William Shakespeare (1564-1616).  

jueves, 21 de junio de 2018

José Luis Muñoz


…me gusta



CRÓNICA DE UN VIAJE

                     
       El narrador José Luis Muñoz (Salamanca, 1951) convierte en novela la crónica de un viaje a la ciudad de Nueva York, y de la mano de Martin Eden y de Marc Emmerich, un guía particular, recorren algunos de los rincones, avenidas y barrios que Eden no había visitado en dos ocasiones anteriores. El escritor califica N.Y. como “todas las ciudades del mundo en una”, porque existe una Nueva York italiana, china, polaca o judía, y la convierte en una ciudad tan literaria como cinematográfica.
       El libro, La manzana helada (2017), lleva la lector de la mano de Eden y Emmerich a pasear y a deslumbrarse ante el escaparate de Tiffany’s, y quién no recuerda a Truman Capote, y la versión cinematográfica, Desayuno con diamantes (1961), de Blake Edwards,  y mientras deambulan por Brooklyn les viene a la memoria las novelas Ultima salida a Brooklyn o Réquiem por un sueño, de Hubert Selby. Y según constata el viajero, Nueva York se convierte, a cada paso, en el territorio de uno de los iconos literarios: Paul Auster, y una inabarcable nómina de grandes escritores neoyorquinos, desde Walt Whitman a Tom Wolfe, de Salinger a Pynchon, incluido Melville. Una ciudad extraordinariamente literaria porque está viva, tiene historia, se convierte en un punto y aparte. José Luis Muñoz sostiene que hay ciudades literarias, que son susceptibles de convertirse en personajes de un libro, y otras no, y Nueva York es esa ciudad literaria; cuando uno pasea por sus calles, bajando a sus catacumbas culturales, recorriendo sus museos, puede verse envuelto en un sinfín de historias. Y, sobre todo, en el texto se subraya el muestrario humano tan rico y variado que encuentra por las calles. El narrador convertido en improvisado fotógrafo, roba primeros planos de gente que después convertirá en personajes en futuros trabajos literarios, y en Nueva York se encuentran, a diario, buenos e improvisados modelos callejeros.
       La manzana helada es el primer libro sobre Nueva York, aclara el novelista José Luis Muñoz, aunque podría ser el inicio de toda una serie, por ejemplo, La vida oculta de los neoyorquinos, retratos de gente de la calle sobre los que inventar una vida y otras circunstancias para construir un calidoscopio neoyorquino. En una ciudad como Nueva York nadie pasea, se hace footing, por prescripción de un entrenador personal, y de forma muy disciplinada. Todo el mundo vive pendiente de su reloj, se palpa esa obsesión misma por el trabajo, la productividad que relega pequeños placeres: una buena comida, o una charla con amigos alrededor de una botella de vino, los neoyorkinos comen cualquier cosa, para saciar el apetito, mientras caminan o conducen, y al final uno acaba contagiándose de esos malos hábitos. El gran dios de la sociedad norteamericana es el negocio, todo se mide con parámetros económicos, y se siente esa incomunicación de las grandes urbes, y en Nueva York es aún más palpable, algo que el autor refleja en más de un pasaje de este libro que no dejará de interesar al lector más curioso.








LA MANZANA HELADA
José Luis Muñoz
Madrid, Bohodón Ediciones, 2017



Proyectos que se confirman...

Un puñado de buenos poetas...

miércoles, 20 de junio de 2018

Hoy invito a…


Pablo Hernán di Marco

Un café en Buenos Aires con Pedro M. Domene


     —Tus más de treinta años de experiencia como periodista cultural tal vez te ayuden a responderme la siguiente pregunta: ¿En qué varió el vínculo de los escritores con los periodistas? Te lo pregunto porque a veces pareciera ser más sencillo contactarse con el Papa Francisco que con cualquier autor de mediano éxito. Es como si hubiesen pasado siglos desde aquellos días en que Borges se dejaba entrevistar en su propia casa por cualquier adolescente aspirante a periodista.
       Lamentablemente vivimos en la era de la individualización y lo que antes hacíamos en una convivencia y en una comunidad, con gestos generosos y amables, hoy mucha gente tiende a vivir más aisladamente. Las posibilidades audiovisuales de la comunicación son muy variadas, deberían acercarnos, pero lamentablemente las personas se convierten en “islitas” a las que es imposible llegar; no obstante, yo tengo una opinión positiva al respecto, herramientas como facebook o mail, a través de Internet, me hacen llegar a gente interesante; en estos últimos meses entrevisté a algunas jóvenes promesas del mundo literario tanto español como argentino, por citar algunos ejemplos, casos de Irene Gracia, Raquel Taranilla, Marina Perezagua que viven en lugres tan alejados como Madrid, Qatar, Nueva York, o   Ariana Harwicz y Selva Almada que viven en París y Buenos Aires, respectivamente. También es verdad que las prisas provocan un periodismo más light, con gente menos informa; yo voy un poco por libre, y preparo temas y entrevistas en profundidad, con lo que la perspectiva de aquello sobre lo que escribo es mayor, y el acercamiento al entrevistado resulta más interesante.

     —¿Y qué me podés decir en relación a cómo evolucionó —o involucionó— la escritura y las temáticas en estos treinta años?
       A lo largo de treinta años los cambios en literatura son necesarios, las generaciones se enfrentan a retos distintos, y sus intereses varían, si en mi generación luchábamos por implantar la democracia en mi país, España, la literatura se hacía eco de esa problemática sobre la libertad, que además presuponía un amplio campo para la experimentación, y así surgen voces que claman aspectos nuevos en los distintos géneros, poesía, teatro y narrativa. Hoy los nombres de Mendoza, Vila-Matas, Marías o Muñoz Molina recuerdan que su literatura se convirtió en ese cambio necesario, y bastante después una generación más joven, con técnicas basadas en los medio audiovisuales, lo que se califica como “tendencia mediática”, irrumpen con una escritura distinta y más concreta o automática, caracterizada por la urgencia, la brevedad, la simplicidad, la frivolidad, la espectacularidad, la inmediatez y la superficialidad, aunque repitan temas como la soledad, la alienación, el paso del tiempo, casos de Fernández Mallo o Isaac Rosa, entre otros. 

     —¿Qué te llama la atención de la actual literatura latinoamericana?
       Curiosamente, también yo me he beneficiado de las nuevas tecnologías, ahora tengo un acceso mucho más rápido a ensanchar mi visión de la literatura en el mundo. Recientemente he podido contactar con jóvenes latinoamericanos que hace unos años no hubiera sido posible,  por ejemplo la cubana Wendy Guerra, y su visión de la infancia en una maravillosa ciudad, La Habana; la colombiana Margarita García Robayo y su extraña relación paternal, o las argentinas Selva Almada y su visión del paisaje,  Ariana Harwicz que narra la desolación humana y una insistente pulsión sexual en sus textos, y también Andrea Stefanoni y su mirada crítica de la emigración española en Argentina. Como verá una amplia visión del género humano y sus características más intrínsecas, que si no son nuevas, proceden de otras voces tan dispares como las que he señalado. Hay una curiosa diversidad de temas que jóvenes escritores están planteando, incluso aun alejándose de sus patrones propios y acercándose a una narrativa más cosmopolita y universal, lo que da pie a que puedan leerse en cualquier rincón del mundo.
    
—¿Qué le brinda el “Pedro Martínez Domene periodista” al “Pedro M. Domene escritor de novelas”?
       Son dos facetas que se complementan, al menos en mi caso: el periodista me otorga la inmediatez y una variedad de asuntos, pese a que estemos hablando de un periodismo cultural como el que yo practico, y me permiten acceder y conocer aspectos muy diferentes de la cultura contemporánea, de mi país y aquello que me interesa del extranjero; y la novela me ofrece la profundidad, la libertad de crear personajes y espacios donde ahondar en mis propias inquietudes, como la amistad, las relaciones humanas, los viajes y otras costumbres y culturas.

     —Pasaron más de diez años desde la publicación de tu novela Después de Praga nada fue igual. A la hora de idear y escribir una historia, ¿qué ganaste y qué perdiste desde aquellos días a hoy? 
       He ganado fundamentalmente experiencia, casi puedo afirmar que Después de Praga nada fue igual, fue un auténtico ensayo, la posibilidad de que yo escribiera una historia, con unos personajes, con una ambientación y que al final, todo aquello se pudiera leer. Tuve suerte y ganó un premio, y se publicó. Hoy las cosas son diferentes, y mis novelas siguientes se escriben desde la certeza de lo que estoy haciendo, con una mayor responsabilidad y aunque me siguen obsesionando casi los mismos temas, intento variar el registro para proyectar mis inquietudes hacia un lector interesado. Y si acaso he perdido algo, pues la inocencia y parte de mi juventud; pero no creo, en absoluto, que sea así.

     —En 2016 vas a publicar tu nueva novela El secreto de las beguinas. ¿Qué me podés adelantar?
       Sí, y me hace mucha ilusión. Es un proyecto en el que he invertido mucho tiempo, más de lo habitual en mí. Escribía y dejaba de hacerlo, no encontraba el pulso, porque es una novela escrita en dos planos históricos, el XVII español en una tierra que me fascina, Flandes, y concretamente ambientada en Brujas, y la actualidad, la de dos jóvenes investigadores que buscan el sentido de un suceso en el beguinato de la ciudad, el secreto de las beguinas. La publicará una editorial modesta, que me gusta mucho, Trifaldi, en Madrid, y su editor Máximo Higuera, creo que arriesga conmigo porque le gustó la historia.

      —Vamos con la última, Pedro: te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
       No quiero parecer presuntuoso, ya he tenido ocasión de tomar café con algunos escritores que me interesaban y por quienes sentía una especial amistad y estaba muy unido, y puedo hablarte de dos personajes muy opuestos, Medardo Fraile, de la generación española del 50, entrañable y magnífico cuentista ya fallecido, y Enrique Vila-Matas, hoy un referente en la narrativa contemporánea, y diría casi universal, y algún otro amigo escritor que no nombro para no cansar. Así que si me lo permite, tomaremos café usted y yo, y seguiremos hablando de literatura que según me parece, nos apasiona tanto a usted, Pablo como a mí.  
¡MUCHAS GRACIAS!

martes, 19 de junio de 2018

Definición de la novela



     “Una novela se me antoja la perfecta combinación de una sucesiva invención de acciones, los caracteres con que doto a mis personajes, y el espacio donde los dejo desarrollarse, viven y mueren; en realidad, una estructura final que bien puede parecerse a la vida misma”. 
                                                                       Pedro M. Domene

sábado, 16 de junio de 2018

Sabías que...




  “En lo pequeño está lo grande. El niño contiene al hombre; el cerebro es estrecho y alberga el pensamiento, el ojo es un punto y abarca leguas”.
                                     Alejandro Dumas (1803-1870)

viernes, 15 de junio de 2018

Ríos ancestrales. Poesía Afroamericana Contemporánea


Ánfora Nova

       No resulta fácil, y por supuesto supone un arduo y complejo trabajo, mantener una revista literaria de una periodicidad considerable, sobre todo como suele decirse en los tiempos que corren. La revista cordobesa Ánfora Nova sigue en pie tras veintinueve años de amplio recorrido desde que un lejano 1989 diera la luz a su primer número, sin duda con la modestia que caracteriza a estas publicaciones, y desde un rincón como es Rute (Córdoba), de la mano de su editor-director, José María Molina Caballero.
       Hasta la fecha ha publicado 112 números de repercusión nacional e internacional y en la que han colaborado alrededor de quinientos escritores y artistas plásticos de más de cincuenta países, entre ellos destacados Premios Nóbel, José Saramago, Rigoberto Menchú, Wole Soyinka y Mijail Gorbachov entre una nómina más amplia; los Premios Cervantes, Rafael Alberti, Miguel Delibes, Antonio Buero Vallejo y una no menos curiosa y variopinta relación de escritores en pleno proceso de escritura, Soledad Puértolas, Javier Marías, Ángeles Caso, Arturo Pérez Reverte, Sergio Ramírez, Cristina Peri Rossi o los poetas Pablo García Baena, Ernesto Cardenal, José Hierro y Gonzalo Rojas.
       La revista ha publicado, a lo largo de estos años, numerosos e interesantes monográficos de variada y particular factura, “Ecología y Literatura”, “Juan Ramón Jiménez. Poesía y Prosa inéditas”, “Mujer y Poesía”, “Narradores hispanoamericanos de hoy”, “Cine y Literatura” o “Festival Arrabal” entre otros muchos.
       Considerada como una de las más prestigiosas publicaciones periódicas que se editan, en su género, a nivel hispanoamericano e internacional.



       El número doble, 109-110, es un monográfico que se titula, “Ríos ancestrales. Poesía Afroamericana Contemporánea”, y ofrece una amplia muestra de esa poesía comprometida con la marginación y la represión ejercida sobre las personas negras o níger en los numerosos estados de EE.UU., y presupone, según sus autores, un acto reivindicativo y, en buena medida, esa poesía de combate que ha acompañado a la mejor lírica norteamericana en las últimas décadas.  
       Con pórtico de Federico Mayor Zaragoza, la selección y notas son de Juan Ignacio Guijarro y la traducción de los poemas a cargo de José de María Romero Barea. Los poetas antologados son: Langston Hughes, Claude Mckay, Amiri Baraka, André Lorde, Nikki Giovanni, Lucille Clifton y Tracy K. Smith.

jueves, 14 de junio de 2018

Hoy tomo café con…


Antonio Tejedor García: “La escritura te obliga a penetrar en la realidad, a bucear en ella y rastrearla desde diferentes puntos de vista”.

        Antonio Tejedor García (Fuentespreadas, Zamora, 1951) ha desarrollado su vida laboral como maestro y profesor de instituto. Ha publicado las novelas, Hijos de Descartes (2008) y Lagartos de la Quebrada (2010) y el libro de relatos, No me cuentes mi vida (2014). Colaborador de las revistas, Ágora, Albero, A Contrapalabra, Narrativas. Incluido en las antologías, Palabras contadas (2015) y Relatos de Zamora (2017). Ha cultivado la literatura juvenil, El mercancías y Sentados en el borde de una nube. Acaba de publicar su última novela, Todos los espejos, rotos (2017), radiografía inexcusable de la España actual, aunque la novela de Antonio Tejedor contiene los ingredientes propios de una novela policíaca, porque incluye un secuestro, muertes, pesquisas, policías buenos y corruptos, y de alguna manera rompe con el esquema habitual de este tipo de historias, puesto que el investigador no es un policía, sino un joven periodista con un trabajo precario, y además, ocasionalmente, es traductor para la policía, por su origen árabe. Pero un guiño del destino le lleva a ser testigo de un secuestro, entonces el periodista se verá obligado a trabajar codo con codo con la policía y, por tanto, el narrador focaliza toda su atención en la información y pesquisas del joven reportero.



Sus comienzos en teatro, relato para llegar a la novela, ¿son fruto de un largo proceso de escritura?
        Si al hablar de proceso nos referimos a una intencionalidad, a un trabajo previo con un fin determinado, no. Al escribir las obras de teatro para los niños del colegio o  los primeros cuentos la posibilidad de escribir una novela no llegaba ni al estado de quimera. Menos aún, publicarla. Fueron pasos aislados, inconexos, a medio camino entre la necesidad, la ilusión y un toque de pedagogía. Lo que no quiere decir que, a la larga, no se hayan convertido en un proceso de aprendizaje

¿El cuento y la novela sirven como un camino distinto para encarar una realidad social más cercana?
        La escritura te obliga a penetrar en la realidad, a bucear en ella y rastrearla desde diferentes puntos de vista. Aunque cada uno tenemos una ideología y una forma de pensar, al escribir un cuento o una novela tienes que abrir la mente a otras perspectivas. Eso resulta muy enriquecedor a nivel personal, te hace más tolerante con las ideas de los demás. En este sentido, la escritura es algo terapéutico.

Ahora publica una tercera novela, Todos los espejos, rotos (2017) ¿cree usted que la realidad cotidiana debe contarse desde la perspectiva de una novela de género negro?
        El género negro es el que mejor se presta a la crítica social. Es más, creo que es la auténtica literatura social de nuestra época en el sentido que le daba Rafael Chirbes. ¿En qué otro género podemos encontrar de un modo tan claro y patente el clima de miedo, violencia, corrupción o personajes de una catadura moral bajo mínimos que nos ofrece la sociedad de hoy? Por otra parte, la novela tiene mayor permisividad que la prensa y comienza a no ser extraño que para buscar la verdad haya que recurrir a la ficción, a la novela.

Vista así la situación, ¿no podemos, entonces, mirarnos en ningún espejo?
        Las instituciones con las que nos dotamos en un sistema democrático han dejado mucho que desear en el tema de la corrupción. Esos espejos donde debería mirarse la ciudadanía han quebrado. Pero no todos en la misma proporción. Igual sucede con las personas que trabajan en ellas y que han sido honradas y consecuentes con su obligación. El principal problema radica en la dependencia de las instituciones respecto del poder político y económico.

Su protagonista no es un detective, sino un joven periodista, ¿quizá porque su visión de lo cotidiano pasa por el tamiz del periodismo?
        La prensa ha sido, históricamente, el medio de información del que más nos fiábamos. Ha sido. Hoy, con las honrosas excepciones que no  pueden faltar, está en manos de los grupos bancarios y empresariales; precisamente donde anida la gran  corrupción. Y almas cándidas no son, creo. Ni les gusta tirar piedras a su propio tejado. Otra cosa es el periodista como persona, que vive al lado de nuestra casa y con el que tomamos una cerveza. Un tipo normal y corriente, con sus amigos, familia, amores, miedos, ilusiones… Un detective profesional no daba el perfil que pretendía para esta novela, se hubiera limitado a cumplir con su trabajo sin posibilidades de una reacción como la que tiene nuestro periodista.

¿Cree que Todos los espejos, rotos pasaría por señalar un cierto modelo costumbrista de narrativa contemporánea?
        El costumbrismo, según el RAE, es el retrato de las costumbres típicas de un país o región, sin que haya que ceñirse exclusivamente al folclore. ¿Algo más típico que la corrupción a todos los niveles? Y reitero lo de todos los niveles, incluido el de la ciudadanía, que la moral no entiende de cantidades (para eso está la ley). El hecho moral es el mismo robando cincuenta que cincuenta mil, y eso parece estar en nuestro ADN desde tiempos inmemoriales. No hay más que recordar al Lazarillo, Rinconete, El Buscón…



¿Ha querido condensar muchos de los temas que vemos y oímos en las noticias a diario?
        Todos los espejos, rotos es una novela. De haber querido seguir las noticias de cada día hubiera necesitado escribir una saga con más capítulos que Cuéntame. La corrupción no pasa de ser un telón de fondo sobre el que proyectar la vida diaria del ciudadano y mezclarla con ese tema recurrente a unos niveles medios, de segunda división, podíamos decir. La CORRUPCIÓN, así, con mayúsculas está en las altas esferas del poder, que no es el tema de mi novela.

El secuestro y asesinato, ¿se convierten en el motivo para contar el resto de la historia, en torno a la familia, el paro, el amor, la soledad…?
        Claro. La trama de ficción no deja de ser una simple disculpa para hablar de la vida; en este caso, de la nuestra, de la de hoy en día.

 Sin el matiz de la corrupción, ¿quizá no hubiese existido una historia?
        Por supuesto, pero le hubiera faltado lo fundamental: la conexión con la vida, con la sociedad. No entiendo la novela como un juego floral, un divertimento insustancial que, como mucho, arranque una sonrisa. Yo quiero que pinche, que remueva conciencias, que haga reflexionar. Luego, allá cada uno. Lo que no puede es ser anodina, que pase sin dejar huella. Eso sería un fracaso.

¿Debemos leer entre líneas si consideramos el ascendente árabe del protagonista?
        No, el ascendente árabe del periodista no tiene otro motivo que el de tocar el tema de la integración social de los emigrantes, la posibilidad de la misma. No podemos rechazarlos por el solo motivo de haber nacido en el extranjero o ser descendiente de personas de otro país. Todos los seres humanos han sido emigrantes a lo largo de los siglos, incluidos los antepasados de los xenófobos.


¿Eso justificaría la doble vida del joven periodista?
        Aquí hay más de una lectura. Por un lado, es la vida de cualquier joven, trabajo precario, recurre a tareas que cobra en negro… La vida misma. Otro componente es el de la prostitución, que yo entiendo como una doble corrupción: la económica y la venta de la persona, de la dignidad humana. Mi función a la hora de la creación literaria no es juzgar comportamientos; pero no tengo por qué esconderlos, están ahí, existen.

El lenguaje correcto, preciso, actual, ¿debería ser analizado algunos años después como una muestra de expresión literaria y cotidiana?
        Cada escritor tiene su estilo y el mío es este; o, al menos, lo procuro. Temas hay tres o cuatro sobre los que versan todas las novelas. El amor, la muerte, el poder. ¿Qué las diferencia? El estilo, la forma como están escritas. Una novela vale lo que vale el lenguaje que utilizas para escribirla. Por eso pongo tanto empeño en ser preciso. Y, por supuesto, actual, entendible para todos los lectores. Si este lenguaje ha de ser o no motivo de estudio debe quedar al criterio de otras personas.

Su vena cuentística ¿queda patente en los relatos intercalados, o se trata de una recurso narrativo más?
        El cuento es otra forma de expresión a la que recurro con frecuencia. Es muy motivador, te obliga a ser conciso, exacto, certero. En Hijos de Descartes, mi primera novela, también incluí algunos, pero depende de la trama, de si aporta o no a la novela. En Todos los espejos, rotos aproveché el cuento para darle, en cuanto a la forma, un final inédito a la vez que sorprendente.




miércoles, 13 de junio de 2018

Lugares abandonados


SEÑAS DE IDENTIDAD*

                                                               El tiempo todo lo descubre.
                                                           Tertuliano (Cartago, 155-230)      

                                       Recordar es la única manera de                                                                     detener el tiempo.
                                                   Jaroslav Seifert (Praga, 1901-1986)


         La historia de la literatura española está plagada de tiempos y de recuerdos. El devenir subraya la relatividad de los mismos, los convierte en un pragmatismo irresoluto porque, entre otras intenciones, se pretende hacer un homenaje a la memoria. Se privilegia un mundo pasado que el relato transforma en presente y por extensión en perdurable. El recuerdo siempre permite recuperar los momentos efímeros en la medida en que uno los ha asumido;  y, en otro sentido, también, se quieren justificar para así comprender en la distancia ese tiempo pasado y, por extensión, interpretar el por qué del presente.
        Un  horizonte  solitario, yermo, deshabitado, vivencias derruidas o ruinas en mitad del paisaje, restos de vida, virtualidad escrita de sentimientos desaparecidos o sensaciones olvidadas y plasmadas en imágenes que se confunden con la escritura misma; pero hay un más allá de la disposición de la palabra, entendida como esa flexión en sus diversos empleos sintagmáticos; así, y  únicamente de esa manera,  habrá que entender este puñado de relatos titulados, Lugares abandonados (2007), ordenados por Miguel Ángel Blanco casi como si de un diario de observaciones se tratara y en el que desde hace años ha ido acumulando las cosas de la vida, como puede leerse en alguno de estos cuentos, incluso como afirman algunos de sus personajes. Recuerdos que no necesariamente tienen un orden cronológico, ni lo necesitan.


        Cierta dosis de sincretismo caracteriza a estos textos a caballo entre el microrrelato y el microtexto, entendido el primero no como algo breve sino como esa eventualidad que lleva al autor a precisar en un proyecto narrativo más amplio que, en el caso del periodista Blanco, hubiera derivado en un artículo, alguna crónica o un ensayo más extenso; el segundo alude a la creatividad porque el narrador utiliza y acude a procedimientos que se convierten en auténtica literatura. Habrá que distinguir, sin embargo, querido lector, una intencionalidad distinta en los textos que siguen, por el exclusivo arte de su autor, y porque logran convertirse en minificción, con ese requisito exigido de narratividad y por muchos de los detalles correctamente enunciados que agregan a la construcción uno o varios personajes, individuales y colectivos como una entidad. 


        Una vez leídos en su conjunto, Lugares abandonados, se convierten en microtextos con evidentes características de ficción que cuentan una historia con una situación básica, a veces tácita, con un incidente capaz de introducir cambios, modificaciones en la conducta de los personajes, y con un final o desenlace, en ocasiones,  sorpresivo y otras abierto porque, en definitiva, Miguel Ángel Blanco vuelve, una y otra vez, a la situación inicial, característica esta que hace de sus relatos tremendamente actuales. Cuando leemos estos textos, cuando insistimos en vislumbrar en ellos ese territorio y esa libertad de escritura, solo entonces entendemos que algo ocurre con ese carácter realista de propensión  experimental de los mismos, porque están escritos con  un lenguaje mimético capaz de crear configuraciones verbales, imágenes que difieren de un discurso cotidiano y se transcriben llevando a cabo una auténtica reelaboración artística que nos lleva a dimensiones diferentes.
        Señas de identidad, restos de vida, sensaciones olvidadas, sentimientos que se convierten en melancolía y una sucesión de instantáneas que, como afirma el narrador Miguel Ángel Blanco, cuando llueve sobre ellas lo hace en silencio, sorprendiéndonos con ese ruido fuerte, quizá el más fuerte  de todos los ruidos. Huellas, sombras, triunfos, visiones y nostalgias, fronteras, fugas, canciones y calles, lugares, en definitiva, donde doblegar para siempre el silencio.

                                                                    Pedro M. Domene
                                                                Enero-Febrero, 2007

* Del libro, Lugares abandonados, de Miguel Ángel Blanco