Amado pulpo
Francisco López Barrios
Granada, Dauro, 2017
La literatura de Francisco López Barrios
(Granada, 1945) rebosa imaginación, ingenio, sabiduría y un punto de vista
irónico que lo sitúa en ese inclasificable puesto de una narrativa española
solo aplicable a quienes, de alguna manera, sobrepasan las fronteras de lo estrictamente
aceptable con una amable prosa. López Barrios salió bastante airoso en su
vuelta narrativa, tras unos años de silencio, con su anterior entrega, Yo soy todos los besos que nunca pude darte (2015), un libro,
que incluye dos novelas cortas, la primera titulada “Cubanito”, y la segunda
que da título al volumen, y en ambos casos se muestra, desde una mirada tan
perspicaz como morbosa, la lúcida visión de temas universales como el incesto o
la muerte.
Vuelve a la narrativa con Amado pulpo(2017), un texto ingenioso e irónico, que se
prodiga en imaginación y sabiduría para contar
la historia, extraña y atípica de su protagonista: un pulpo que para otorgarle cierto sentido a su narración tiene
la capacidad de oír, ha sido capaz de aprender a leer e, incluso, en ocasiones
escribe; es decir, un pulpo humanizado que a lo largo del relato protagonizará unas
increíbles vivencias que le llevarán a compartir dos mundos tan distintos y
contradictorios como el animal y el humano, y una vez que este cefalópodo
descubra la realidad de la superficie, sobre todo las maravillas de la costa
almeriense y malagueña, embarcará al lector en toda una sucesiva correlación de
vicisitudes. Y es así como se justifica todo el relato posterior, porque
precisamente es un pulpo que piensa, se muestra reflexivo y calculador, observa
las virtudes y las miserias humanas que López Barrios pone a su alcance y le
hace (nos hace) comprender mejor el mundo, y de paso extraer las conclusiones
pertinentes y entender sus propias contradicciones y diferencias con el resto
que le van enseñando su trato con distintos humanos. Un López Barrios enamorado
de la costa almeriense, granadina y malagueña cuantifica sus escenas en el mar,
en el agua, como ese elemento imprescindible para el protagonista y los humanos
con quienes se relaciona, ese lugar mágico y desconocido que tantas obras
universales ha legado a la literatura. Curiosa la relación cuando llega al
Levante almeriense, la costa de Villaricos con sus pescadores, Juan El Cananas,
Paco el de La Maruja o Paco Portillo; y su deambular con María por la costa
malagueña y los pueblos de la sierra, convirtiéndose durante algún tiempo en
espectáculo circense y en admiración de propios y ajenos.
El lector
debe comprender, desde las primeras páginas, que el narrador granadino se sirve
del mundo animal como ese pretexto válido
para explorar cuanto pueda ser enjuiciado en el ser humano, sus virtudes
y sus defectos, sus ambiciones y sus sueños, en definitiva, por esa capacidad exclusiva
del individuo de discernir y de pensar, sensaciones y conceptos tan alejados de
una realidad animal que sepamos, claro, pero que sopesamos en una permanente
búsqueda por la esencialidad de la vida, y por añadidura del amor, desde la
perspectiva humana y animal, como ocurre en bastantes pasajes de Amado pulpo cuando nuestro
protagonista descubre la atracción que siente por Antía, una hermosa hembra-pulpo,
y su deseo común por formar una familia; o quizá, cuando de la mano del
escritor, el intrépido cefalópodo, descubre la sexualidad y el erotismo tan
sutil como sublime en su experiencia amorosa con María.
López Barrios intenta
contarnos una auténtica fábula, no exclusivamente y en un sentido clásico, ni
por su extensión o por alguna de sus características esenciales, sino que
partiendo de una particularidad misma, nos invita a comprender el mundo animal
que, indiscutiblemente, complementa a nuestros sentidos más humanos y, de paso,
nos proporciona otra visión de ese otro universo vivo al que durante buena
parte de nuestra vida intentamos comprender, y transcurridos los muchos siglos
de estudio, aún no deja de sorprendernos en nuestros días. Es la forma del granadino para que nos
enamoremos, cual pulpos, de la vida, vista desde una perspectiva tan excitante
como compleja, tan hermosa como repleta de ese dolor que no siempre satisface
todas nuestras ambiciones. De prosa calculada, construye un discurso narrativo
creíble con las acertadas expresiones que permiten al lector no dejar de
sostener el libro entre sus manos, porque en sus páginas se nos ofrece la
garantía de la buena literatura, algo que por otra parte ya nos tiene
acostumbrados López Barrios desde hace algún tiempo. Y lo mejor, un divertimento
del que con toda seguridad no quedamos descontentos.
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