EL ARTE DE LA PAZ
Durante buena parte de nuestra vida
seguimos aquellos sucesos mundiales que llaman nuestra atención. En la era de
la comunicación los acontecimientos nos acompañan y ciertas actuaciones nos
transforman en seres insensibles: hambre, injusticia o guerra ¿Cuánto tiene de
inevitable una guerra? Irrefutable pregunta que han debido hacerse algunos de
los pensadores más influyentes de todos los tiempos. Hablamos de un desastre
que acompaña al hombre desde los albores de su existencia. La Historia está
salpicada de acontecimientos violentos que han dejado la huella de innumerables
fechas que conmemorar. El arte de la guerra es una actitud asociada al ser
humano que no dejará de contabilizarse mientras ignoremos que conceptos como
éste conducen a nuestra destrucción.
Escribir sobre la guerra se convierte en
algo tan absurdo y peregrino como negar esa realidad. Somos capaces de asociar
imágenes con acontecimientos de evidente resonancia histórica. El siglo XX ha
estado salpicado por numerosas asociaciones que han acompañado a nuestras
últimas generaciones. Los acontecimientos de los primeros años del siglo XXI
desembocarán en una inevitable guerra entre los innombrables E.E.U.U. e Irak.
Al bombardeo informativo de las últimas semanas, un buen día seguirá la noticia
de que los norteamericanos, sin aparente permiso, bombardean al pueblo iraquí.
El argumento es simple: un personaje como Sadam Hussein ha osado enfrentarse al país que lidera el
mundo. Los europeos que contamos paralelamente nuestras guerras con semejantes
períodos de paz no estamos dispuestos a que un líder, orgulloso y rencoroso,
nos arrastre a un conflicto que empañará el resto de nuestra existencia Si
ponemos en tela de juicio la validez de los argumentos de una nación que ha
presentado sus batallas lejos de sus fronteras, erigiéndose en juez de una
corte autoritaria y sentencia, según la popularidad de sus líderes o su
economía, salvaremos a nuestros jóvenes del horror de la peor de las miserias.
Diariamente, centenares y miles de manifestantes, piden la paz para que el buen
juicio guíe a nuestros líderes. Claman que reine, por una vez, la armonía en
nuestro planeta y que la historia se escriba con las letras de la concordia.
Pedro
M. Domene
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