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viernes, 30 de abril de 2021

330.000

     Hemos llegado a esta mágica cifra, nos han visitado hasta el momento, 330.000 amigos. Gracias.


miércoles, 28 de abril de 2021

Cuaderno en blanco

 Abril

 


       Un abril soleado, casi primaveral, y una Semana Santa que queda atrás con un tiempo templado y agradable, visos de lluvia en un horizonte con una primavera instalada y los nuevos proyectos que van llegando, una extensa reseña sobre Trigo limpio, que publicará InfoLibre, en sus Diablos azules, que entregado pronto verá la luz. La narradora, poeta y traductora Menchu Gutiérrez me devuelve, contestada, una entrevista muy inteligente, consciente de cuanto afirma acerca de su extraordinaria novela, La mitad de la casa.

       Vuelven las lluvias de abril, y con ellas propuestas como lo nuevo e Kallifatides, Olgoso, Muñoz, Cerrada, o la clásica escritura y valiente prosa de Colette.

       Sigo en la lectura, apasionada, de Fin de semana, de Pilar Tena que me resulta agradable, y distendida. Paralelamente, los cuentos de Ampuero tan inquietantes como sorprendentes, violencia y terror sobre la condición femenina tan frecuente en Latinoamérica.

       Y se suceden nuevos envíos y propuestas, la última de Turia, una novela de Eduardo Halfon, Canción, que me propone Raúl Maícas para un nuevo número de la espléndida revista. Y otros proyectos sobre relatos de Colette, los Malditos amores, los relatos de mi admirado, José Luis Muñoz, y la novela de Rosario Ferré, Maldito amor. 

       Propongo una entrevista a Pilar Tena, casi dispuesta a lo largo de estos días finales de abril, hablaremos de su hermosa propuesta, Fin de semana.

martes, 27 de abril de 2021

Antonio Fontana

                       Qué hacemos nosotras aquí

                     

             

        

       Las residencias de mayores provocan, en una primera instancia, un baño de realidad, y conforman la visión inequívoca de un auténtico microcosmos humano, y un no menos significativo micromundo en sí mismo que convierte cada una de esas desconocidas y anónimas existencias en esa otra historia a contar, la de toda una vida, así que si nos instalamos durante un breve espacio de tiempo, curioseamos unos instantes, seremos capaces de obtener esa instantánea, en blanco y negro, de una realidad que nos sorprendería: la imagen de un grupo de personajes que, entre quejas y achaques, entusiasmo y pesimismo, viven en un mundo cercano a la extravagancia, y lo bastante alucinante porque nos daremos cuenta de que aquello se constituye en un espacio divergente, a vueltas con las mismas ideas: la presencia de la añorada niñez, y de ese pasado lejano que ahora se antoja muy importante, como ocurre en Hasta aquí hemos llegado (2021).

       Antonio Fontana (Málaga, 1964) propone en una falsa residencia, Peña Hincada, la curiosa y divertida historia de unas internas más que charlatanas: La Socorro, La Sonrisas, La Millones, o La Académica, y La Enterradora o La Ciempiés, junto a otras que apenas figuran para protagonizar su soliloquio, y configuran una coral de voces, y entre esos aparentes desvaríos sus testimonios arrojan las claves de una vida entera, en un momento concreto, contando unas vidas que se acercan a una cotidiana realidad, o debamos entender como esa ficción posible en sus más dilatados disparates. Todas parten de un común denominador, vivieron un pasado de dolor y de guerra, o la miseria de la posguerra, con edades que oscilan entre los ochenta y cien años, conviven con abundantes achaques, sobrellevan enfermedades, a veces sienten una eufórica alegría y ríen, otras sucumben a una inusitada tristeza y lloran, y casi al final por convicción, o una simple de suma de casualidades se han convertido en unas activas feministas, aunque con toda probabilidad ni siquiera ellas lo sepan o se hayan parado a pensarlo.

       El grupo de ancianas convive, casi a diario, con la muerte, un tema tan incómodo como irreverente, de una lamentable y constante actualidad que, en cierta manera, aleja al lector de esa mirada que, en estas historias, se traduce como ese evidente concepto previo para calificar, Hasta aquí hemos llegado, de comedia porque subyace un tono gris en todas y cada una de ellas, ahí está La Millones, que cumple su destino como resignada mujer florero, o La Socorro, el personaje que da cohesión al libro, tiene una carrera, hizo Magisterio, pero su destino era casarse, y además con un señor mayor insoportable con el que tiene que vivir, encerrada en un matrimonio sin la menor pizca de amor por ambas partes; todas ellas comparten otro rasgo, un elevado tono de causticidad porque lo único que les queda es el valor de la palabra, o cuanto son capaces de recordar, y su mejor arma es la lucidez, y ese sentido jocoso porque nada les importa que se pueda pensar de ellas.

 


 

                                  Hasta aquí hemos llegado

                                       Antonio Fontana

                         Premio de Novela Café Gijón, 2020

                                   Madrid, Siruela, 2021

miércoles, 21 de abril de 2021

Hoy invito a…

 


 

María Ángeles Pérez

 

Amaneceres

 

Primavera

        Llegó la primavera. El sol, visto desde la superficie terrestre, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el norte. Cuando esto sucede la duración del día y la noche prácticamente coinciden. Pues sí, el día y la noche se ponen de acuerdo para acercarnos al buen tiempo y ponernos en bandeja esas jornadas soleadas para poder disfrutar exprimiendo cada hora, cada minuto, cada segundo. Aprovechemos esa amistad fiel, entre el sol y la luna, para gozar de esta prodigiosa estación y, de paso, recemos a nuestros dioses para que, con su divino poder, transmitan ese ambiente conciliador y primaveral a este tsunami político de crispación que nos rodea. Y yo me sigo preguntando: ¿Tanto esfuerzo tenemos que hacer para aprender a priorizar el interés humano y general al político y personal? No perdamos la esperanza.

        Vivamos intensamente esta primavera, apuremos la longevidad del día, sigamos el ejemplo de la Madre Naturaleza que, aun sabiendo que una fulminante helada puede acabar con ella, arriesga y muestra lo mejor de sí, sus prodigiosos y selváticos campos sembrados de flor.

 

 

martes, 20 de abril de 2021

Manuel Azaña

 

                        Una novela de artista                 

   


                        

       Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880-Montauban, 1940) publicó, El jardín de los frailes, por entregas, entre 1921 y 1922, en La Pluma, revista en la que era redactor y, como libro, en 1927; la editorial Espasa-Calpe lo reimprimió en el fatídico 1936, y prescindió de la ilustración de la edición anterior en la portada; tras un largo silencio, en 1966, se editó en México, aunque antes había aparecido una publicación que se titulaba, Los cuadernos de poesía de El Escorial, editado en Madrid en 1950, y hasta 1977, la editorial vasca Albia, no volvería a publicarlo en España, después ha aparecido en 2003, y la presente, Nocturna (2021), aunque no resulta el libro más obvio ni el más recordado de Azaña.

       El jardín de los frailes es una novela de marcado contenido autobiográfico; a lo largo de sus páginas, un Azaña maduro, recuerda su infancia y juventud como estudiante en un colegio religioso de agustinos en El Escorial, tras la muerte de sus padres, y por decisión de su abuela paterna, aunque apunta otras curiosidades, su ascendencia familiar y su etapa en Alcalá de Henares, que incluye datos urbanísticos, o el ambiente social mortecino que el niño apreciaba en sus tempranas vivencias. Ese proceso de restablecer una determinada época, la vivida o sufrida en un ambiente estudiantil, duro y ecléctico, llevará al joven a ese despertar del niño en su aprendizaje, relatando tanto su curiosidad sexual, como sus incisivas y constantes críticas a la educación religiosa. Azaña deja una curiosa visión de variados conceptos de aspecto público, cree en la necesidad de limitar los poderes de la Iglesia en la sociedad para poder avanzar y progresar, y se convierte en un relato testimonial de cómo podía ser la vida para un joven de una ciudad de provincias venida a menos, convertida casi en vida rural, y sobrevivir de sus recuerdos sin levantar cabeza. El joven irá descubriendo un mundo nuevo y restrictivo en El Escorial en comparación con la vida moderna y de progreso que se vivía en las grandes ciudades. La confrontación de ese contraste nos descubre un Azaña no exento de un sentido del humor sutil, sarcástico, irónico, que detecta los males de la sociedad española, los pone de relieve e invita a los lectores a que acaben con esa sensación de zanjar lo pernicioso, y crear algo nuevo, basado en la necesidad de una renovación y reforma total del sistema educativo español.

       La mirada de Azaña evidencia un tratamiento literario de evidente complejidad, una novela alejada del molde realista, en los aledaños de la novela lírica que ensayaron Pérez de Ayala y Miró, y donde cotejar intelectualmente puntos temporales focalizados, sobre todo, en la etapa del estudiante de internado, o el momento posterior a los estudios universitarios. Un narrador suscita varias personalidades muy definidas, un auténtico giro, desde el punto de vista estructural que distingue, inicialmente, la figura latente de un Azaña que irradia capacidad intelectual y una amplia visión del mundo; se sirve de un narrador omnisciente dueño absoluto de los recuerdos evocados; a continuación, ese muchacho entrevisto a través de la rememoración, representa el perfil del joven que modelará el autor de la narración; y finalmente, el ideado adolescente que concreta al anterior fuera del colegio. Lo más curioso, distintas instancias narrativas entrelazadas dan riqueza a la textura de lo narrado, y posibilitan el tratamiento de un tiempo flexible con continuadas retrospecciones y posibilidades de futuro.

 


                                     El jardín de los frailes

                                         Manuel Azaña

                                   Madrid, Nocturna, 2021

sábado, 17 de abril de 2021

Hoy tomo café con…

 Pedro Ugarte

 

       La literatura es para mí un ejercicio necesario, inevitable, sustancial, casi enfermizo. ¿Cómo será una vida sin libros?


       Pedro Ugarte (Bilbao, 1963) se licenció en Derecho y trabaja en la Universidad del País Vasco. Ha publicado los libros de cuentos, Los traficantes de palabras (1990), Manual para extranjeros (1993), La isla de Komodo (1996) y Mañana será otro día (2005). En Páginas de Espuma, El mundo de los Cabezas Vacías (2011) y Nuestra historia (2016), Sus novelas, Los cuerpos de las nadadoras (1996), Una ciudad del norte (1999), Pactos secretos (1999), Casi inocentes (2004), El país del dinero (2011) y Perros en el camino (2015), algunas se han traducido al italiano y al francés. Antes del Paraíso (Páginas de Espuma, 2020) es su último libro de cuentos. Una colección donde sobresale el complejo tema de la paternidad desde distintos ángulos o desde una variopinta mirada y la contradictoria forma en cómo los hombres y las mujeres de hoy son capaces de sumergirse en el verdadero sentido de la vida, pero en su mayor parte, todos los protagonistas de las ocho historias narradas pretenden ser felices, luchan frente a obstáculos y problemas insalvables que les impiden esa dichosa actitud vital y, en ocasiones, solo les queda el mínimo atisbo de la esperanza, matrimonios fracasados, escritores frustrados, esa falsa felicidad, o esa permanente y sórdida creencia que provoca tantas debilidades como fracasos. 

 

 

¿Su vida particular está plagada de referencias literarias?

       ¿Literarias? Realmente no, si conferimos al adjetivo literario su connotación habitual. Mi vida particular está plagada de violentas llamadas del despertador, intensas jornadas laborales, reuniones, visitas al supermercado, a los bares, a las oficinas de correos… Creo que las notas biográficas con las que los escritores decoramos las solapas de los libros tienen muy poco que ver con nuestra verdadera experiencia personal. En las solapas parecemos escritores, cuando la abrumadora de las veces somos otra cosa: profesores, periodistas, administrativos, bancarios, autónomos, pensionistas… incluso borrachos o vagabundos, pero escritores no.

 

La literatura, ¿se convierte para usted en un ejercicio estético necesario?

       La literatura es para mí un ejercicio necesario, inevitable, sustancial, casi enfermizo. ¿Cómo será una vida sin libros? Sé que esa vida existe, pero ignoro de qué modo se sostiene y, sobre todo, qué interés puede tener. Escribir y leer son dos de las cosas más importantes de mi vida.

 

¿Su narrativa breve versa sobre los diferentes conceptos de la vida?

       Diría que sí, o que lo intento. Pero no se me ocurre qué forma de narrativa puede existir que no hable sobre la vida misma. Las narraciones que ideamos las personas demandan el movimiento imaginario de otras personas sobre el complicado tapete de la realidad, y esa tarea exige llenarlas de hábitos, virtudes, defectos, motivaciones… Es imposible contar historias sin anclarse a la vida y a todo lo que en ella ocurre.

 

La familia, sus inquietudes y problemas, el día a día, ¿son parte de su propia biografía para escribir, o es un mero recurso?

       La familia es uno de los territorios más fascinantes para la emoción humana. En general, mi literatura habla de cosas muy cercanas a nuestra experiencia personal: la familia, la amistad, las relaciones sentimentales, el trabajo… Quizás en “Antes del Paraíso” el tema de la familia se superpone a esos otros que he mencionado, pero ellos también están presentes en mis historias.

 

Antes del Paraíso (2020) ¿es una mirada amarga a toda una generación de hombres y mujeres que han ejercido de padres?

       Me están llegando muchas opiniones que inciden en la amargura, o en la tristeza, de mi libro. Sin duda ese es uno de sus elementos fundamentales, pero me gustaría mencionar otros que, al menos en mi intención, pretendo que afloren en mis historias: el humor y la ternura.

 

El punto de vista de los cuentos Antes del Paraíso ¿conforman esa idea de una familia convencional?

       La familia, como institución, es al mismo tiempo convencional y extraordinaria. En su vertiente más íntima, toda familia es trágicamente excepcional, y no por ello deja de reproducir conductas y modelos bastante previsibles. Vamos, que la familia, en ese sentido, es tan contradictoria como cualquier ser humano: todos nos parecemos como gotas de agua pero todos somos, al mismo tiempo, absolutamente excepcionales.

 


La mentira ¿sustenta nuestra visión del ser humano, como ocurre en el cuento “El premio”?

       No es el único pilar, pero sí uno de los más importantes. Hay sentimientos más positivos, pero ya que su pregunta nos lleva por esos derroteros, yo mencionaría también otro no menos importante: el miedo. El miedo no solo es uno de los sostenes de nuestra vida, sino también una de sus mayores motivaciones (si no la mayor). Se habla mucho del poder, la ambición, la riqueza, el sexo… Para mí, no hay sin embargo motivación más importante que el miedo. Creo incluso que la ciencia así lo reconoce, aunque denomina al miedo con una expresión un poco más eufemística: instinto de supervivencia.

 

El curioso mundo de los campeonatos infantiles de “Pequeñas cosas tristes”, ¿sirve para dejar constancia de una realidad tan irritante?

       El deporte escolar es, en ese relato, un decorado sobre el que componer un fresco social. Creo que la verdadera importancia que se da al deporte escolar se aprecia en la enorme autoridad que se reconoce a sus “pedagogos”. Hoy un maestro, un profesor o un catedrático debe tener muchísimo cuidado en su trato con los alumnos, ya que se expone a cualquier cosa: desde asaltos a mano armada hasta denuncias administrativas o penales. Un entrenador, en cambio, puede gritar, insultar, humillar, casi escupir a sus jugadores en medio de la complacencia general. Por supuesto, esto tiene coherencia interna: el deporte es en nuestra sociedad algo mucho más importante que la cultura.

 

¿Siente que con el retrato de esos padres y madres, hijos e hijas, su literatura tiende a ser un objetivo ético testimonial?

       La literatura puede cumplir infinidad de funciones, desde la alabanza a un tirano hasta la psicoterapia personal. Pues bien, una de las más importantes, en mi opinión, es el testimonio. La literatura opera como testigo, es testigo de un país, de un momento histórico, de una clase social, de una generación…

 

¿Los hombres y las mujeres de hoy tienen una forma diferente de sumergirse en el sentido de lo cotidiano, de lo inmediato?

       Sin duda el tiempo cambia a los seres humanos, cambia sus hábitos, sus costumbres, sus valores, pero estoy seguro de que las pulsiones de fondo que gobiernan o desgobiernan nuestras vidas con siempre las mismas. Por eso podemos leer hoy un fragmento de Séneca, de San Agustín o de Cervantes y sentir con ellos complicidad, a través del interés, la ternura, el odio o la piedad.

 

El empleo de una teoría psicoanalítica freudiana que muestra la pulsión de un sujeto para llevar a cabo una acción para satisfacer una tensión interna, ¿mueve a algunos de sus personajes?

       Hummm… No tengo del psicoanálisis mejor opinión que Vladimir Nabokov. Me acojo a ese argumento de autoridad porque sin duda su opinión estará mucho mejor fundada que la mía.

 

Otro tema repetido en sus cuentos es la hipocresía, ¿siente que, pese a todo, abunda esta miseria humana?

       Aunque no sea por otro mérito que el mero transcurso del tiempo (son ya 57 mis años) tengo cierta experiencia de la vida, y una de las cosas más sorprendentes, en mi opinión, es esa poderosa habilidad que tenemos los seres humanos para obrar con la mayor cobardía y ostentar, al mismo tiempo, una excelente opinión de nosotros mismos.

 

A diferencia de su personaje, ¿ha dejado usted de escribir siempre lo mismo?

       Me temo lo peor…

 

¿Está seguro de que no existe la felicidad, según se desprende de sus cuentos?

       Bueno, hay un cierto consenso en el que coincidimos muchísimas personas: que quizás la felicidad no existe, pero lo que sí existen son los momentos felices. Sí creo en esa felicidad efímera, transitoria, de instantes más o menos frágiles y huidizos. Creo que el mayor deber moral de un ser humano es, sin hacer daño a nadie, perseguir esos momentos y añadirlos primero a su experiencia y después a su memoria. En ese sentido sí creo en la felicidad: una colección de momentos personales que han merecido la pena.

 

 

martes, 13 de abril de 2021

Herminia Luque

 …me gusta      

                       Traición, celos y política

      

Copy. Paco Martín Cobos

                                    

       El París de finales del siglo XIX será testigo del exilio de la reina Isabel II, quien, en 1882, todavía se pregunta qué hizo mal y quiénes llevaron a cabo la traición para verse encerrada en ese mediocre palacio de Castilla, aunque vive desde lejos los acontecimientos que sacuden España, mantiene la esperanza puesta en su hijo, Alfonso XII, e intenta mientras poner orden a una serie de documentos que un desconocido le ha traído, y que obran en su poder. El joven Julio Uceda, recomendado por el progresista Mateo Sagasta, es la persona de confianza que acude para ayudar a la reina a ordenar, revolver e interpretar la verdad entre los viejos papeles, la mayor parte artículos de periódicos y revistas que forman parte de la Historia de España; pero encontrará, también, algunos documentos comprometedores y cartas por las que están muy interesados en Madrid, y que, de alguna manera, pueden poner en peligro el reinado de Alfonso XII propiciando otra vez la inestabilidad del país. La labor de Julio como secretario particular de la reina, en sustitución del anterior, se complica debido al doble juego que lleva a cabo y a su adicción a la cocaína. Este hombre irá conociendo, casi de hurtadillas, a todas las personas que tienen contacto con la antigua reina y, también, a Otilia, la joven que lleva poco tiempo al servicio de Isabel y cuyo trabajo consiste, exclusivamente, en leerle a la antigua soberana. Surgen, entonces, en el lector preguntas cómo  ¿porqué llegó esta lectora al palacio?, ¿qué secretos oculta el hombre que ejerce de secretario de la reina y qué es lo qué busca?

       Un relato paralelo nos descubre la historia de la obra social que impulsó el marqués de Leganés, un emotivo episodio que nos hablará de las niñas huérfanas e hijas ilegítimas de nobles que compartían espacio en uno de los colegios más elitistas de la capital; retrato de unos personajes, casi reales, conocidas como “Las guapas”, porque corría el rumor por Madrid de que solo admitían a niñas de gran belleza. Las travesuras del internado amenizan la trama y contribuyen a dibujar esa otra sociedad española de finales del siglo XIX. Entre sus alumnas dos protagonistas de esta historia: Teresa y Elena, dos jóvenes mujeres con diferentes destinos, mientras la primera conocerá los sinsabores de la vida, incluida la cárcel; la segunda pasará a la historia cono "La favorita", la cantante de ópera, Elena Sanz, que soñaba cómo, algún día, llegaría a cantar en el Teatro Real de Madrid, y su extraordinario talento y belleza le hicieron superar todos sus sueños; con su voz conquistó los escenarios de toda Europa, desde el palco imperial del zar Alejandro II hasta el corazón de Emilio Castelar, que la definió como "una divinidad egipcia”. Atrapada en una trama de seducción, celos, traición y alta política, la contralto dio dos hijos ilegítimos al monarca, Alfonso XII, que provocaron el escándalo de la sociedad de la época y el deseo de justicia de una de las reinas con más poder de toda Europa, la regente María Cristina de Habsburgo, aunque pocos se escandalizaron en el Madrid de la época, como tampoco lo hizo la reina Isabel II, que se nos muestra como una mujer escasamente preparada para el cargo que ocupó, y muy dada a los asuntos de cama, siendo criticada y humillada por ello. El hecho de ser mujer fue su condena en la vida y culpable de su exilio.

       Un paseo por Madrid descubriendo alguno de sus rincones, las distintas intrigas, incluido un intento por instaurar el trono para la Casa de Orleans en detrimento de los borbones, y algún asesinato le dan a la novela el suspense necesario para entender un momento trascendental de nuestra historia más reciente.

       La narrativa de Herminia Luque (Granada, 1964) ensalza la diferente labor de las mujeres de la época, y ofrece un retrato de la reina más cercano y humilde; una visión con la que intenta contrarrestar la imagen siempre cuestionada de una reina que no lo tuvo fácil para gobernar, surge desde el punto de vista narrativo una mirada insólita e ingeniosa, y a lo largo del texto aparecerán unas voces y personajes femeninos especialmente logrados, al tiempo que la granadina ofrece una estructura narrativa original y con una absoluta libertad que incluye una intriga palaciega; no desdeña una aproximación a la figura histórica de Isabel II, a la par que una magnífica recreación, precisa e irónica, de ese convulso final del siglo XIX, que incluye una mirada crítica a los tan contrapuestos contextos de la sociedad de la época.

 

 


                                      La reina del exilio

                                      Herminia Luque

                           Premio Narrativas Históricas, 2020

                                 Barcelona, Edhasa, 2020

 

 

domingo, 11 de abril de 2021

Centenarios

 Efemérides

 09 de abril de 1821, nace Charles Baudelaire, poeta francés.


       13 de abril de 1921, nace Jan van Oort, escritor e ilustrador holandés.


          24 de abril de 1921, nace Gabriel Okara, poeta y novelista nigeriano.


     28 de abril de 1921, nace Simin Daneshvar, escritora iraní.

miércoles, 7 de abril de 2021

Jana Beňová

 …me gusta      

                                                                              No pensar en nada

  

                                                        

       Jana Beňová (Bratislava, 1974) es toda una desconocida en el panorama narrativo español, y en la información que aporta la breve biografía en la solapa de la novela se lee que es poeta, narradora y periodista y que, en 2012, obtuvo el Premio de Literatura de la Unión Europea por Manual de despedidas, obra publicada originariamente en su país en 2008, y que ahora edita Sexto Piso en España. La novela retrata o, quizá mejor, representa a toda una generación exasperada, desarraigada, pero sobre todo de esperanzas y de futuros truncados, la imagen de unos jóvenes de la Europa Central que no se reconocen en el pasado, cuya infancia transcurrió en algunos de los regímenes claustrofóbicos y autoritarios, y que en el presente, treinta años después de la caída del muro de Berlín, aún no encuentran su lugar en la sociedad que les ha tocado vivir.

       La protagonista, Elza, es una joven eslovaca, periodista y aprendiz de escritora, que vive en Petrzalka, el barrio más popular de Bratislava, situado en la orilla derecha del río Danubio, y a diario se cruza con gente desperada como ella, tiene un novio Ian, y solo piensan en huir, representan a una juventud inquieta, se convierten en los protagonistas de la ácida, a ratos sarcástica y neurótica, incluso poética y desgarrada novela, que la misma Elza está escribiendo, y tanto desean Elza e Ian escapar como sea del gueto de bloques siniestros de hormigón donde viven, que prefieren gastarse todo lo que escasamente obtienen de aquí y de allá en cafeterías y restaurantes del centro de la ciudad, lugares que frecuentan turistas, extranjeros y gente de mayor posición económica. Escriben, leen y pasan las horas, forzados a un autoexilio en su propia ciudad, acuden al Café Hiena dos veces al día con otra pareja de amigos, Rebeka y Lukas, los cuatro forman parte del Cuarteto, y allí pasan la mayor parte de su tiempo: beben, escriben y discuten, pero sobre todo ensayan un método para sobrevivir, y para que esto ocurra uno de ellos mantiene al resto a fuerza de becas que va consiguiendo, pequeñas ayudas o lo que sea necesario, como Rebeka que hace juez de línea en partidos de tenis, una actividad que no requiere pensar exclusivamente, aunque Rebeka es la más desangelada, o tal vez desafortunada, su pareja es Elfman, alguien condicionado por el alcohol, bebe y siempre vomita. Y mientras transcurren las horas entre discusiones sobre el cine de David Lynch o acerca del poeta dadaísta Carl Solomon, cuando los ecos del socialismo aún reverberan, sobre todo para los mayores del barrio.

       Elza anota todo a modo de un diario y tiñe lo que va escribiendo con un humor negro, triste y desalentado, mezcla amigos reales y personajes imaginarios con la realidad del día a día y, en sus numerosos párrafos, puede percibirse una narración solapada, en apariencia inconexa y fragmentaria que se nutre de ciertos aires de la literatura del absurdo, resulta bastante surrealista en ocasiones, y si nos atreviéramos a establecer características comunes con las vanguardias tan alejadas en el tiempo, las calificaríamos de acertadas, y en esa misma evidencia contextual compartimos algunas de las particulares reflexiones apuntadas, desde la exclusiva narratividad de su autora, y cómo transcurre la vida de cuatro jóvenes escritores inquietos en la nueva realidad convulsa del fin del socialismo en Eslovaquia, o incluso en la percepción de las inquietudes de la protagonista en su propia relación de pareja con Ian al transitar por la ciudad de Bratislava y de la imagen que se ofrece de su barrio peculiar, un lugar donde el tiempo parece no tener importancia alguna.

       Elza es, desde el principio, la voz casi única que pone imagen a los otros tres integrantes del cuarteto, solo a veces se le da voz a Rebeka, y será ella quien nos permita entrever algo más porque eso es lo que abunda en la novela, silencios y omisiones, hasta llegar a vislumbrar cómo cada uno de los personajes se despide, en el proceso de vida, de todo aquello que se cuenta en presente y un día deja de serlo, quizá porque la propia existencia puede ser cuanto nos une a la vida de los demás, y con ellos exploraremos la cotidianeidad de la ciudad y algunos, o muchos, de los sentimientos de pérdida que el lector irá escrutando con esas confesiones diarias sobre el acontecer común y los sentimientos que aquellas generan, tales como el olvido y la rememoración, los sueños y esa pérdida de la memoria, tanto la propia como la colectiva; y es así como sucumbimos a ese tránsito por los laberintos de los sentimientos de estos jóvenes, de la melancolía y de sus derivas tanto maniáticas como psiquiátricas y, como fondo de todo, los sustratos de una infancia sobre la que el inconsciente humano actúa libre en muchas más ocasiones de las que este estima, la vida vista desde los retrovisores de esas innumerables pérdidas a que alude el título.

       Jana Beňová constata que su Manual de despedidas (2020) es un libro tan sorpresivo como lírico, cuya estructura, y este es su mayor logro, no sigue una narración lineal y convencional, en la que la vida se nos puede poner cuesta arriba, como subyace en esa intención de los textos que escriben los cuatro protagonistas, el Cuarteto, sino el retrato de un auténtico conjunto de vidas a la deriva, arrastradas por el devenir cotidiano, cuyas vivencias se mueven entre el sueño y una inquietante duermevela, sin que ninguno acabe de despertar en esa sucesión de días y de noches. Beňová construye una novela enrarecida que muestra unos mundos personales que son excepcionales en favor de tanta falta de excepcionalidad; pero lo cierto, es que nada les pasa que pudiera pasarnos a nosotros, ni siquiera la locura nos es ajena, y así como ellos prolongan en vida el mito de Allen Ginsberg, quién sabe si no, por el mismo arte de la literatura, también los dilataremos nosotros a ellos. El otro, y los otros, y es así como la novela avanza entre nosotros como luces que atraviesan la noche, mostrando escenas, fragmentos acertados y microsentencias que iluminan unas vidas y que se van engarzando en una memoria, un pasado, un presente dudoso, un futuro que no se acaba de ver, y mucho menos de interpretar. Se trata, en definitiva, de fijar la vista en un punto, no pensar en nada, concentrarse en esa exclusiva línea, perseverar en no pensar en nada, o insistir en la imposibilidad de no pensar en absoluto.

 


 

 

Manual de despedidas

Jana Beňová

Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús

Madrid, Sexto Piso, 2020

 

 

martes, 6 de abril de 2021

Juan Manuel Gil

 

                              VACÍOS

 

               Nada más lejos de la explicación académica que acompaña a este libro al inicio del mismo para justificar, en alguna medida, su título, Inopia (2009), es decir, indigencia, pobreza, escasez. Se trata de una primera novela del almeriense, Juan Manuel Gil (Almería, 1979); y, por consiguiente, pura experimentación tras anteriores incursiones en la lírica. Es por consiguiente, un arriesgado texto de perspectivas narrativas muy variadas y cuyo análisis debe ser también múltiple. En alguna ocasión anterior me he referido a esa parte de la narrativa contemporánea que ensaya un tipo de relato fragmentario, una híbrida imbricación que propone una experimentación técnica en el terreno arquitectónico de la lírica, de la narración o aquellos otros géneros literarios cuya frontera aún estamos lejos de delimitar. Construidos con una variedad formal, técnica, estilística o temática, y narrativamente hablando a caballo entre el relato y la novela, con temas que sobresalen en el conjunto de muchos de los textos: las relaciones humanas y la sumisión que supone un conflicto de identidad o, incluso rozando, ese tipo de locura que lleva a los personajes a la soledad, la incomunicación o el miedo, un terror físico que siempre condiciona al ser humano.

               En esta novela hay una historia o, mejor dicho, varias que, Juan Manuel Gil, combina y alterna de forma inteligente, para que el lector sepa en cada momento dónde se encuentra. El texto queda dividido en tres partes, dos breves «Extinción» y «Euforia» que, de alguna manera, funcionan como prólogo y epílogo del núcleo más extenso, «Inopia», que el novelista fragmenta en cien capítulos, numerados como si de una cuenta atrás se tratara, desde el 100 al 0, que sirven de núcleo principal a los sucesivos fragmentos de la historia que Gil nos quiere contar: el viaje de una pareja, Héctor, joven escritor y Lola, joven publicista, a Rimini, el trabajo de Sofía Carano, inspectora de la brigada criminal, el suicidio del ciclista Pantani, la historia del inmigrante Yassine Karach que busca su lugar en el mundo, incluido el amor, un bibliotecario obsesionado por clasificar a la humanidad como si se tratara de un libro o la recreación, en fragmentos de diario, de los últimos días de Pasolini. Sobresale el homenaje del poeta, del narrador Gil, a su tierra, a la costa mediterránea y al desierto, pero no es un relato localista, sino la constatación de una múltiple visión del concepto narrativo postmoderno que tanto han ensayado las jóvenes generaciones de narradores.

               Divagaciones, voces, historias rotas, secretos a voces, en suma, escritos con un ritmo inteligente en el que se diversifica el propio secreto de esta singular escritura, como señala el prologuista, Enrique Vila-Matas, y califica este primer libro, cuya estructura y estilo se confabulan para mostrar el vacío de sus personajes, la desaparición de los mismos, arte en el que Vila-Matas es un auténtico maestro.

 


INOPIA

Juan Manuel Gil

Almería, El Gaviero Ediciones, 2008

domingo, 4 de abril de 2021

Premio

 Gonzalo Calcedo Juanes, Premio Castilla y León de las Letras 2020 

 


        El jurado ha destacado su dilatada y fecunda carrera literaria que ha sido reconocida con los principales premios en el ámbito del relato y ser uno de los uno de los máximos exponentes del cuento en el mundo hispánico

        El escritor palentino Gonzalo Calcedo Juanes, ha obtenido el Premio Castilla y León de las Letras, en su edición correspondiente a 2020. El jurado ha acordado por unanimidad concederle este galardón «por su dilatada y fecunda carrera literaria que ha sido reconocida con los principales premios en el ámbito del relato».

        Asimismo, el jurado ha destacado «su capacidad para hacer de los sucesos cotidianos o de una simple anécdota una experiencia universal, con un lenguaje sobrio, elegante, donde destaca la naturalidad en el uso del diálogo, le convierten en uno de los máximos exponentes del cuento en el mundo hispánico».

 

Obra

                 Comenzó su carrera literaria con la publicación, en 1996, del cuento "Esperando al enemigo". Ha sido alabado por autores de prestigio como Quim Monzó, Sergi Pàmies o Jordi Puntí.

        Algunos de sus cuentos han sido incluidos en antologías literarias sobre cuentistas españoles contemporáneos, como "Los cuentos que cuentan" (1998), "Pequeñas resistencias" (2002) o "Cuento español actual 1992-2012" (2014).

        Su inspiración viene, además de la tradición cuentística norteamericana (Henry James, John Cheever, J.D. Salinger, Tobías Wolf, Richard Ford), de la propia realidad que le rodea, gracias a su gran capacidad de observación. Los personajes se enfrentan a las decepciones de la vida e intentan encontrar un sentido a su existencia. Tienen un trasfondo de tristeza. Sus personajes suelen tener problemas con la identidad.

        Las historias, sencillas, son narradas sin grandes tragedias, con un estilo minimalista en el aspecto emocional. Él mismo dice que no le gusta envolver ni adornar la narración.

 

Esperando al enemigo (1996)

Otras geografías (1998)

Liturgia de los ahogados (1998)

Los cuentos que cuentan (1998)

La madurez de las nubes (1999)

Cuentos de hijos y padres (2001)

Lo que cuentan los cuentos (2001)

Cuentos contemporáneos (2001)

Apuntes del natural (2002)

La pesca con mosca (2003)

La carga de la brigada ligera (2004)

El peso en gramos de los colibríes (2005)

Mirando pájaros (y otras emociones) (2005)

Temporada de huracanes (2007)

Chejov y compañía (2007)

Saqueos del corazón (2007)

Cenizas (2008)

Picnic y otros cuentos recíprocos (2010)

El prisionero de la avenida Lexington (2010)

Siameses (2011)

El Don (2014)

Las Inglesas (2015)

Playa Omaha (2015)

Senectud (2018)