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sábado, 31 de diciembre de 2016

Ignacio Aldecoa



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IGNACIO ALDECOA, RECUPERADO


     Un libro de cuentos como El corazón y otros frutos amargos aparece publicado en la España de postguerra de 1959; es decir, transcurridos veinte años del final de la barbarie civil y cuando en este país las modas literarias empezaban a imitar a los modelos extranjeros, cuando el neorrealismo italiano imponía su estética mostrando los arrabales, el subdesarrollo y el desencanto de una población que sobrevivía a una hecatombe mundial. Su autor, Ignacio Aldecoa, había publicado dos colecciones anteriores, Espera de tercera clase (1955) y Vísperas del silencio (1955) y era ya un autor consagrado al relato en la época.
    El libro se reedita ahora, por primera vez, cuarenta y cinco años más tarde, en una nueva editorial, Menoscuarto, con una acertada y aclaratoria «Introducción» de Fernando Valls. El crítico realiza un repaso por la historia del libro desde su publicación en la editorial Arión y todos los pormenores que rodearon a los cuentos publicados antes de la presente edición. Al mismo tiempo analiza la totalidad de las once piezas, muchas de ellas ya publicadas, como era habitual en la época, en diarios como (ABC y Arriba) o revistas (Guía, Alcalá, Ateneo, El Español y Cuadernos Hispanoamericanos). Aldecoa,  siguiendo un tanto la estética dominante de la época, retrata magistralmente las pésimas condiciones sociales de la España  preindustrial durante la dictadura de Franco y en sus cuentos muestra los grupos sociales más desfavorecidos del momento, peones camineros, pescadores, jóvenes ociosos, braceros y jornaleros eventuales capaces de trabajar en lo más inusual para subsistir, para dejar constancia, a través de su literatura, de lo que el propio autor vasco denominaba como la «épica de los oficios».
    El volumen incluye algunos de los relatos más emblemáticos del autor vasco, como por ejemplo, «La urraca cruza la carretera», muestra inequívoca del rechazo del autor a las desigualdades sociales y los sueños que despierta el paso de un automóvil ante la mirada de una brigada de peones camineros; «Young Sánchez», que ha sido recogido en innumerables antologías y selecciones de cuentos contemporáneos. En este el relato, uno de los más extensos y dividido en siete partes diferenciadas, se cuentan los preparativos llevados a cabo para el primer combate profesional de Paco, sin que al final de su desarrollo sepamos cuál es su desenlace; o «El corazón y otros frutos amargos», relato donde se muestra que a lo largo de nuestra vida debemos tomar, simbólicamente, algunos de los muchos frutos amargos que nos vamos encontrando. La calidad de la prosa de Aldecoa—ha señalado Valls—proporciona a sus cuentos una entidad literaria poco habitual en la literatura contemporánea. 




EL CORAZÓN Y OTROS
FRUTOS AMARGOS
Ignacio Aldecoa
Introducción de Fernando Valls
Palencia, Menoscuarto, 2004

viernes, 30 de diciembre de 2016

Werner Fuld



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MIENTRAS LLEGA  EL FINAL
              

       El mercado editorial no deja de sorprendernos con curiosidades como la que aparecía al filo de una fecha tan señalada en nuestro país como el día de los santos o de los difuntos, nos referimos, concretamente, al pequeño monográfico que sobre la ocurrencia de esas palabras finales se le atribuyen a numerosos personajes de nuestro pasado, tanto del mundo histórico como literario, del político o del ensayístico, de lo laico o de lo religioso, de la realeza o de la burguesía, de lo pictórico o de la música, y que Werner Fuld (Heidelberg, 1947) concreta en su Diccionario de últimas palabras (2004), una idea que el escritor y crítico literario había recogido de Chateaubriand cuando éste afirmaba, «a uno le gustaría tener una antología de las últimas palabras de hombres célebres». Propuesta, además, confirmada por ese otro genio que fuera el filósofo Montaigne quien suponía que «la gente, siempre ante la muerte, dice la verdad en favor de una salvación del alma».
       El Diccionario de últimas palabras es, en esencia, una colección de célebres personajes y la actitud que adoptaron ante tan agónico tránsito a la otra vida. A lo largo de estas páginas se vislumbra alguna que otra agudeza de ingenio de muchos de los personajes que desfilan por el libro de Fuld. Pero, como puede vislumbrarse, no siempre se acierta con esa voluntad de epitafio deseado con que se acuerda pasar a la posterioridad. La genialidad de los mismos, por otra parte de muchos de ellos, queda puesta de manifiesto en los numerosos ejemplos que, ordenados alfabéticamente, para comodidad del lector ha ido reuniendo el escritor alemán de las codas literarias que, en numerosos casos, rezuman imaginación, humorismo y un sarcasmo punzante. Quizá por todo esto, habrá que pensar, como alguien ya lo ha hecho, en un epitafio como el continente perfecto que da rienda suelta al humor negro porque esa imprevisibilidad del final impide siempre al escritor o al hombre importante concluir sus días con una despedida a la altura del genio que siempre se la ha atribuido y, en ocasiones, recurre a un pequeño acto de venganza para redondear así la resignación que le supone ante esta actitud final.
       La muerte señala el propio Werner Fuld tiene sus propias leyes; si no podemos calcular la vida, menos aún resultan previsibles esos minutos últimos, a veces grandiosos, otras tristes, en ocasiones absurdos y finalmente cómicos. «Nuestra muerte ilumina nuestra vida», escribió Octavio Paz, un pensamiento tan hermoso como elegante del poeta mejicano, pero sin olvidarnos del lado jocoso del asunto, no menos ocurrente y verdadero resulta lo que puede leerse en el cementerio de Charenton, en la tumba de El Marqués de Sade, «Si no viví más es porque no me dio tiempo».






DICCIONARIO DE ÚLTIMAS
PALABRAS
Werner Fuld
Barcelona, Seix-Barral, 2004

jueves, 29 de diciembre de 2016

Curiosidades









Si los celos son señales de amor,
es como la calentura en el hombre enfermo,
que el tenerla es señal de tener vida,
pero vida enferma y mal dispuesta”.
                              Miguel de Cervantes

miércoles, 28 de diciembre de 2016

José María Eça de Queirós



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LOS IMAGINARIOS DE EÇA DE QUEIRÓS

        
       La Regeneração portuguesa nació con el golpe de Estado de 1851 y contra el sistema cabralista que había dejado todo el poder económico en manos de monopolios estatales y de una oligarquía financiera. Un peculiar sistema de gobierno, alternativamente conservadores y progresistas, nunca facilitó un clima cultural acertado y, quizá por esto, la novela o el relato portugués carecía, hasta bien entrado el siglo XIX, de una tradición medianamente fuerte o lo que hoy pudiéramos llamar una novela moderna que, solamente, se había vislumbrado en el estilo más puro del Romanticismo y a imitación de autores como Goldsmith y Sterne. El ejemplo de Camilo Castelo Branco (1825-1890)  fue considerado como el mejor de ese buen quehacer en el Posromaticismo, y lo mismo ocurre con autores como Júlio Dinis, Júlio César Machado o Rodrigo Paganino. La conciencia necesaria para la instauración de un grupo surge con la denominada «Generación del 70», que tanta gloria daría al país con nombres como Antero de Quental y Teófilo Braga, pero será, sobre todo, José María Eça de Queirós (1845-1900), quien mejor resuma los ideales éticos y estéticos de toda la generación que él, por otra parte, abanderó. Educado en el ambiente de una familia de la burguesía alta portuguesa, ingresó en la Universidad de Coimbra donde conocería a Quental y Braga, ingresó en la carrera diplomática y fue representante de su país en Cuba e Inglaterra, donde escribió buena parte de su obra, entre otras, El primo Basilio o Los Maya; posteriormente fue trasladado a París, donde los contactos con nuevas formas narrativas dieron cabida a temas fantásticos en su obra pero sin abandonar su intención y su perspectiva crítica. Fruto de esa nueva capacidad suya para convertir sus textos en «imaginarios» cosechó una gran capacidad para el relato que escribió a la lo largo de su vida, género que, no obstante quedó eclipsado por obras tan importantes como El crimen del Padre Amaro (1875), El Mandarín (1880) o La correspondencia de Fadrique Mendes (1990).
    Se reúnen, por primera vez, los Cuentos completos de  Eça de Queirós, un género que el autor portugués había ensayado desde su juventud, cuando en 1874 había aparecido «Excentricidades de una chica rubia»; poco antes había publicado «La muerte de Jesús» cuyo escenario y marco para su ambientación se lo habían proporcionado un viaje por Palestina y Egipto cuando fuera a cubrir para el Diário de Noticias la inauguración del Canal de Suez. Carlos Reis, autor del prólogo a esta edición, señala lo significativo de la vida literaria del que más tarde sería el más grande autor de la literatura portuguesa de todos los tiempos, porque precisamente se iniciaba, literariamente hablando, en el cuento y en sus abundantes colaboraciones en prensa. «De admirables por su equilibrio y por la precisión narrativa» califica Reis estos relatos que remiten a muchas de sus novelas posteriores. «José Matías», por señalar un ejemplo, recuerda a ese otro personaje, Fradique Mendes, cuya vivencia amorosa eleva el tono hasta un planteamiento idealizado y platónico del amor; o en «La catástrofe» se mira al tema obsesivo de la invasión de Portugal. Cuando se leen y estudian estos relatos, se percibe, entre otras muchas cosas, una absoluta depuración técnica en la narrativa breve del escritor portugués; y aún más, según Reis, la estética de sus cuentos constituye una demostración de aquello se mostraba en el conjunto de su obra como una irrefrenable vocación narrativa. Sus cuentos se encuentran salpicados en una gran diversidad de textos, no sólo de ficción sino en crónicas de prensa, cartas y numerosos documentos encontrados que demuestran ese singular talante artístico que le ha dado fama universal.    








CUENTOS COMPLETOS
José María Eça de Queirós
Madrid, Siruela, 2004

martes, 27 de diciembre de 2016

Eduardo Hojman



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OTRA HISTORIA ARGENTINA

              
       Un país como Argentina —asegura el autor de la presente selección y de la introducción de la misma, Eduardo Hojman— produce más y mejores cuentistas que novelistas. Borges no escribió novelas—insiste; los relatos de Cortázar son más memorables que sus novelas y lo mismo habría que decir de Horacio Quiroga, Roberto Arlt, Aberlardo Castillo o Fogwill . Hace algunos años, Juan Forn, reunía en un volumen titulado Buenos Aires (1992), una antología de la nueva ficción argentina, con el único propósito de paliar el desconocimiento y la ignorancia que pudiera existir en España respecto a la literatura breve actual en un país hermano como Argentina; los autores seleccionados entonces, bastante descocidos por cierto, han confirmado, años después, el valor de una literatura que surgió, como apuntaba Forn, de ámbitos urbanos, que habían recibido una educación existencialista francesa, se inscribían en la onda beatniks o en el nacimiento del pop, la revolución sexual y el estructuralismo; surgían así los nombres de Aberlardo Castillo, Ricardo Piglia, Fogwill, César Aira, Alan Pauls o Rodrigo Fresán, además del propio Juan Forn.
       En Cuentos argentinos (una antología) (2004) que, Siruela pone a disposición del lector español, se apuesta, nuevamente, por una diversidad de nombres con una trayectoria desigual y de un desconocimiento narrativo de este país; es decir, tan solo son conocidos y han publicado en España autores como, Ana Basualdo, Eduardo Berti, Lázaro Covadlo y Rodrigo Fresán. Fontanarrosa, sin embargo, es un conocidísimo autor en su país, dibujante y humorista gráfico que colabora diariamente en medios como Clarín. La selección, «arbitraria, basada en gustos personales y en cercanías temporales y geográficas» responde a una visión del cuento argentino actual, aunque muchos de estos autores ya no residen en Argentina y sus vivencias y localizaciones geográficas se refieren a los países de adopción, bien sea España, Alemania, Francia o algún que otro país sudamericano. No existe pues, estructura o un planteamiento genérico que pudiera aglutinar de alguna forma buena parte o la totalidad,  temáticamente hablando, sobre estos relatos, aunque en el trasfondo de muchos de ellos late una Argentina viva o recuperada, como en el caso de «Volver», cuento de Eduardo Berti, aunque, en realidad, se experimente una extraña situación de volver al pasado o el caso, también, de «No te conozco» de Lázaro Covadlo que inicia, en igual medida, un viaje al pasado, pero desde una ciudad como Barcelona, donde reside. El propósito de esta selección —escribe Hojman— es que quien lea estos cuentos sepa, o crea saber, un poco más de Argentina que antes. Al menos diez de estos relatos están salpicados de una extrema violencia, a veces, directa y palpable, otras veces camuflada bajo una crónica policial, aunque, también, frente a esa actitud de violencia, surge como sentimiento intercambiable, el amor, junto al desencanto o la imposibilidad de ser. Relatos violentos que uno no debe perderse, «Quería taparla con algo» de Jorge Accame, «Matar a un perro», de Samanta Schweblin y acerca del amor escriben, Liliana Heker y su cuento «Contestador» y María Fernanda Cano y «La partida definitiva».
       Fontanarrosa y Aguirre además de ser los escritores más cosmopolitas, comparten la característica común de saber captar el lenguaje coloquial y recrearlo en sus relatos, empleando términos de difícil comprensión para los hispanohablantes de otros países; quizá por esto, el compilador acompaña en este libro un glosario esclarecedor. Hojman habla, al final de su introducción, de puerta de entrada a una literatura que como el propio país se tilda de caótica, densa, rica, cuestionable, brillante. Aceptemos este último término para definir la propuesta de estos Cuentos argentinos. 





CUENTOS ARGENTINOS
(Una antología)
Selección y prólogo de
Eduardo Hojman
Madrid, Siruela, 2004

lunes, 26 de diciembre de 2016

Feliz Navidad



Queridos amigos,
seguidores y lectores de este blog,
lo mejor para una Navidad repleta de felicidad y buenos deseos, y una excelente entrada en 2017.
nada mejor que este árbol…



domingo, 25 de diciembre de 2016

Felices Fiestas



Nochebuena
Tarsila do Amaral, A familia, 1925

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eduardo Galeano

Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.

 


sábado, 24 de diciembre de 2016

75.000

     Hace ya unos días sobrepasé la cifra de 75.000, con una media diaria de 750 a 800 visitas. Amigas y amigos de todo el mundo leen o curiosean en estas páginas que pretenden ser una brújula en el inmenso horizonte de la literatura. Gracias por estar, aunque anónimamente, siempre ahí.


...Y unos días después, esta curiosa cifra redonda.


...y hasta los 80.000 visitas. ¡¡Gracias!!

 

viernes, 23 de diciembre de 2016

Paul M. Viejo



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LA LEYENDA DE SHERLOCK HOLMES


       ¿Cuánto hay de verdad en Sherlock Holmes? se pregunta el autor de la biografía de uno de los personajes más célebres de la ficción literaria. Si realmente aceptáramos que Holmes fue un producto literario deberíamos revisar el hecho de su autoría, esto es, ¿quién fue Arthur Conan Doyle? y por qué una prestigiosa revista inglesa como Strand Magazine publicó unos sesenta relatos protagonizados por un detective consultor a quien, a su vez, acompaña otro personaje que afirma haber asistido a todas las aventuras del detective y se convierte en cronista de todo lo que ve. Un cronista que, además según Paul M. Viejo, autor de Sherlock Holmes. Biografía (2003), tegiversa, omite fechas, cambia nombres, oculta sucesos, miente, y se convierte así en el autor de los textos mientras no se demuestre lo contrario. 
       ¿Quién no ha leído algunas de las aventuras del más celebre detective de todos los tiempos, Sherlock Holmes? Estudio en escarlata (1887), El signo de los cuatro (1890), El sabueso de los Baskerville (1901), El valle del terror (1914). Retratado como alto, flaco, de cráneo marcadamente dolicocéfalo, de rostro afilado y vivaz, enmarcado por el cubreorejas de su gorra de viaje, de carácter dominador, de una indolencia absoluta, fumando en su eterna pipa y célebre por su frase preferida, «Elemental, querido Watson, ya conoce usted mi método». La biografía que publica Páginas de Espuma firmada por Paul M. Viejo nos devuelve al detective que Arthur Conan Doyle convirtió en leyenda literaria. En las páginas de este libro se recorren parte de los detalles de la vida del detective: su infancia, su estancia universitaria, sus primeros casos, la amistad con el doctor Watson y las pesquisas que, a través, de muchos de los casos esbozados aquí en sus novelas han conformado un personaje de categoría tan universal como mítico. Una cronología desde su hipotético nacimiento en 1844 y el último de los casos constatados en 1927, aporta los datos suficientes para seguir sus pasos, además una bibliografía final sustenta la hipótesis de la vida real de un Sherlock Holmes que después de más de sesenta aventuras un buen día, tras la publicación de El soldado de la piel descolorida y La melena de león se retiró a descansar y nunca más se volvió a saber más con exactitud del detective.


SHERLOCK HOLMES. BIOGRAFÍA
Paul M. Viejo
Madrid, Páginas de Espuma, 2003

jueves, 22 de diciembre de 2016

Henry James



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Henry James

La perplejidad de Henry James
Centenario de su muerte, 1916-2016
Traspiés publica una nueva traducción de Lo auténtico, uno de sus herméticos relatos.

 
¿Qué encontramos en Lo auténtico?
        Este breve relato cuenta una historia sobre la verdad y la ficción, sobre lo que es falso,  o sobre la falsedad de lo verdadero y la autenticidad de lo falso. Apareció por primera vez en varios periódicos americanos, posteriormente se publicó, en 1892, en la revista británica, Black and White, y un año después en la colección The Real Thing and Other Stories.
        Una sofisticada pareja de buena posición ofrece, a un pintor, sus servicios como modelos exclusivos para temas de sociedad, argumentando su buena apariencia para las ilustraciones que, el pintor, deberá entregar para la revista Punch. El artista se verá obligado a despedir a sus propios modelos, humildes personas, que desde algún tiempo trabajaban con él. La pareja sostiene que sus anteriores modelos debían disfrazarse para algunas de las escenas requeridas, ellos no tendrían que fingir en ningún momento. En realidad, Henry James se pregunta si estos modelos serían tan útiles como los profesionales que habían procurado ganarse la vida durante años de aprendizaje, una cuestión que al escritor le pareció tan “exquisita” como para ensayar todo un relato titulado, Lo auténtico.
        Una evidente crueldad se establece muy pronto entre los personajes de la historia, tampoco está exenta de una finísima ironía, según Maite Fernández, autora de la traducción que publica Ediciones Traspiés, y se convierte en un relato salpicado de un profundo sentido del humor.
        Lo auténtico, según su traductora, es un buen ejemplo del estilo de Henry James, ofrece lo mejor de su técnica narrativa que con cierto regodeo irónico muestra la observaciones del narrador para que una vez expuestas, el lector saque sus propias conclusiones; duda, enigma y misterio se suman a este relato que conserva la complejidad de sus frases, incisos que muestran que nada que podamos observar es totalmente cierto y que todo depende de que tal vez pudiera o no pudiera ser como lo vemos.
        Una excelente ocasión de volver a James en el centenario de su desaparición, y de proclamar una vez más esa dicotomía que se mueve entre la realidad y la ficción, o mejor aun, la ilusión. Disfrutemos, en igual media, de las ilustraciones de Almudena Hidalgo.

Biografía
        Henry James, Nueva York, 1843 - Londres, 1916. Narrador, crítico y dramaturgo estadounidense de obra psicológica y estructuralmente compleja, considerado uno de los grandes maestros de la ficción moderna. Estudió en Nueva York, Londres, París y Ginebra, y en 1875 se estableció en Inglaterra. A los veinte años comenzó a publicar cuentos y artículos en revistas de su país.
        En sus primeras obras manifestó la influencia de la cultura europea, como en las escritas entre 1875 y 1881: Roderick Hudson (1876), El americano (1877), Daisy Miller (1879) y Retrato de una dama (1881). Esta última, sin duda una de sus obras maestras, ofrece un análisis de los norteamericanos expatriados en Europa. En sus primeros tiempos mostró gran pericia en la escritura de relatos breves, aunque algunos críticos le adjudicaron un carácter de intelectualismo que lo alejaba de la prosa de argumento o de acción.
        Su narrativa en general se caracteriza por el ritmo lento y la descripción sutil de los personajes, más que por los propios acontecimientos; las tramas, aunque no suelen ser complicadas en extremo, cobran densidad por los repliegues de la estructura y el estilo indirecto, como en Los papeles de Aspern (1888) y Otra vuelta de tuerca (1898), para muchos la culminación de su obra literaria. Los motivos y las conductas de sus personajes las irá creando  con excelentes diálogos y observaciones minuciosas, técnica que siguió empleando en sus últimas creaciones: Las alas de la paloma (1902), Los embajadores (1903) y La copa dorada (1904).
        La forma en que narra los procesos mentales de sus personajes lo convierte en uno de los precursores indiscutibles del llamado "monólogo interior", en lo que se anticipó a maestros como James Joyce o William Faulkner; otro de sus avanzados descubrimientos estilísticos fue el empleo de narradores múltiples. Autor prolífico, escribió una veintena de novelas, más de un centenar de relatos, varias obras teatrales e innumerables críticas, además de lúcidos ensayos como El arte de la novela, La imaginación literaria y los Cuadernos de apuntes, que ejercieron un indudable magisterio en muchos autores posteriores.










Henry James, Lo auténtico; ilustrado por Almudena Hidalgo; trad., de Maite Fernández; Granada, Ediciones Traspiés, 2016.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Robertson Davies



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FANTASMAS PARA LA NAVIDAD

El espíritu festivo, de Robertson Davies, reúne cuentos de fantasmas para festejar la Navidad.

 
       Espíritu festivo es una colección de dieciocho cuentos de fantasmas que Robertson Davies escribió mientras estuvo como profesor en Massey College, de la Universidad de Toronto. Según sus palabras, y en un “capítulo autobiográfico” previo, en Navidad se celebraba una fiesta en la que diferentes artistas colaboraban para entretener a los invitados. A Davies se le ocurrió escribir un relato de fantasmas, siguiendo la tradición clásica, y así lo seguiría haciendo durante los siguientes dieciocho años, historias que luego se convertirían en un libro. El fantasma de Dickens, de Ibsen o incluso de la reina Victoria se pasean por estas páginas llenas de humor y de curiosidades literarias.

Los cuentos
       Historias para ser leídas en voz alta año tras año y ante un auditorio de personas conocidas que a menudo aparecen como personajes secundarios en algunos de estos relatos. Las hay de todo tipo: el espíritu de un estudiante de postgrado condenado a defender sin cesar su tesis, el fantasma de un decano olvidado de la Universidad, las almas de los escritores canadienses que anhelan renacer como escritores americanos, pero sobre todo abundan los espectros de sangre azul, y así a lo largo de estos relatos irán apareciendo miembros de la realeza, Jorge IV, Jorge V, Jorge VI, la reina Victoria, o el primer ministro canadiense William Lyon Mackenzie King. En estos cuentos habrá que entender la palabra "fantasma" en un sentido bastante más amplio porque algunos demonios sienten nostalgia navideña, y pequeños sátiros disfrutan de su vida eterna, o incluso santos católicos que piden asilo en la universidad.
La sombra del Frankenstein de Mary Shelley, planea sobre estos cuentos, según testimonia el propio Davies, y también se refiere con respeto y devoción a algunos de los padres del género, a los que pretende rendir homenaje con sus propias historias: Montague Rodes James, Henry James con su mejor obra, Otra vuelta de tuerca, ejemplo a imitar; Joseph Sheridan Le Fanu o Montague Summers. Pero Davies es consciente de que los relatos de fantasmas clásicos tienen un tono altisonante y afirma: "Nada más lejos de mi intención que faltar al respecto aquí a los espectros serios". El primero de los cuentos, “Revelación de una chimenea asfixiante”, muestra ya ese carácter distinto en el planteamiento narrativo del canadiense; jocoso resulta “La reina se divierte”, y no menos hilarante el protagonizado por el Papa Pablo VI, “Refugio para santos denostados”, o la visita al claustro universitario de un espectro de segunda mientras en "La fotocopiadora de la habitación perdida", se espera la llegada del fantasma del dramaturgo Henrik Ibsen, entre otros, sin que por otro lado no debamos interesarnos por el resto.


El autor

       Robertson Davies nació en Thamesville, Canadá en 1913. Falleció en 1995, fue un escritor, crítico, periodista y profesor canadiense. Davies es uno de los autores más conocidos de Canadá. Nacido en la región de Ontario, se educó en distintas instituciones de su país y Europa. Tras licenciarse en Literatura en Oxford, trabajó como actor en la Old Vic Repertory Company, donde conoció a la que sería su esposa. En 1940 regresa a Canadá para dedicarse con éxito al periodismo y a escribir comedias; su columna humorística, firmada con el seudónimo de Samuel Marchbanks, tuvo un éxito inmediato y algunas de sus obras de teatro fueron muy aclamadas. A comienzos de los años cincuenta publica la primera de sus once novelas, organizadas en trilogías, que lo harían mundialmente famoso: la Trilogía Salterton: A merced de la tempestad (1951), Levadura de malicia (1954) y Una mezcla de flaquezas (1958); la Trilogía Deptford: El quinto en discordia (1970), Mantícora (1972) y El mundo de los prodigios (1975); la Trilogía de Cornish: Ángeles rebeldes (1981), Lo que arraiga en el hueso (1985) y La lira de Orfeo (1988); y la inacabada Trilogía de Toronto: Asesinato y ánimas en pena (1991) y Un hombre astuto (1994).
       En los años sesenta abandonará progresivamente el periodismo y comenzará a enseñar literatura en la Universidad de Toronto, actividad que compaginará con la escritura hasta su jubilación, y entonces escribirá Espíritu festivo (1982). Además de novelas, Davies es autor de una treintena de libros entre cuentos, obras de teatro, crítica literaria y recopilaciones de artículos.
       Robertson Davies considerado un narrador tan irónico como imaginativo, tuvo una visión de la vida más tragicómica que sentimental. En el periodismo descubrió cómo viven las personas, qué hacen por la noche y qué sucede tras las puertas de sus casas; del teatro a elaborar espléndidos diálogos para decir lo máximo con el mínimo de palabras posible, y de su educación presbiteriana, con su terrible concepto del destino, heredó la cuestión moral a la que se enfrentan sus peculiares personajes: la tenue línea que separa el libre albedrío de la predestinación, la inocencia, o la condena de la salvación. Y de su educación británica el humor presente en sus novelas que lo convirtieron en un solicitadísimo conferenciante.










Robertson Davies; Espíritu festivo. Cuadernos del fantasmas; trad., de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera; Barcelona, Libros del Asteroide, 2013; 306 págs.

martes, 20 de diciembre de 2016

Manuel Hidalgo



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TODO ESTÁ EN ORDEN


       Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) es un periodista que ha dedicado sus esfuerzos a escribir jugosas columnas literarias y a ejercer la crítica cinematográfica durante las últimas décadas; pero ha sido, además, guionista de cine y novelista con títulos como El pecador impecable (1986), Azucena, que juega al tenis (1988), Olé (1991), La infanta baila (1997) y Días de agosto (2000). Ahora justifica su mayor atrevimiento, en el mundo de la buena literatura, con un puñado de cuentos y, como si de una autoexculpación se tratara, los titula Cuentos pendientes (2003). El cuento —ha escrito Manuel Hidalgo— es algo así como una cuestión de carácter o, tal vez, ese dominio que un autor debe tener para utilizar con una precisión casi sincrética la economía de los elementos y los recursos medidos de una narración breve.
       Si algo caracteriza a estos Cuentos pendientes es precisamente ese fuerte carácter, tanto en su planteamiento como en su ejecución, y ambos como recursos capaces de señalar en toda su extensión la capacidad de Hidalgo para hablar de la vida cotidiana con todas sus  miserias y sus obsesiones. A algunos de los temas planteados a lo largo de sus relatos, el mundo del sexo y el amor o la vida y la muerte, incluso ese destino imprevisto que nos atormenta, se añaden esas otras inseguridades que provocan una aguda observación sobre la realidad vivida por muchos de sus personajes y, en ocasiones, plasmado en las situaciones más absurdas, fantásticas e inverosímiles que nadie pueda imaginar. Hay un profundo sentimiento de tristeza no exenta de abundantes dosis de acritud en muchas de estas historias, aunque el autor sabe resolverlas desde un prisma humorístico que salpica lo efímero de muchas de las existencias narradas. Solo así se consigue que lo transitorio y lo perecedero se prolonguen, en el futuro, en la memoria del lector. Para sobrevivir a algunas contundentes historias de un realismo tradicional, léase, por ejemplo, «La chica del ascensor». Por otra parte, la concisión y la expresividad buscadas por el autor se consiguen con una economía lingüística como no podía ser de otra manera, necesariamente elíptica; el mejor ejemplo, es el relato en forma de diálogo, «Cama blanca». Supersticiones, guiños del destino, incluso esperanzas en el azar de la vida, hacen que algunos de sus personajes concreten sus deseos, como ocurre en «La ironía del destino». Trece historias, siete de las cuales publicadas anteriormente y revisadas para el libro; el resto inéditos. Coincido con una mayoría de lectores, el cuento que cierra el volumen «El portero», resume la belleza o la ternura que Hidalgo, pese a todo, logra infundir a sus relatos. Esa otra batalla que se logra con alguna u otra pasión.






CUENTOS PENDIENTES
Manuel Hidalgo
Madrid, Páginas de Espuma, 2003

lunes, 19 de diciembre de 2016

Desayuno con diamantes, 92



UNA FIESTA FAMILIAR: LA LITERATURA DE SANDRA CISNEROS

               
       La literatura chicana en E.E.U.U. salta al panorama editorial mundial de la mano de la narradora, Sandra Cisneros (Chicago, 1954), autora de algunas novelas de éxito que ahora publica su voluminosa Caramelo (Seix-Barral, 2003), el relato de toda una saga familiar.

       Un país como México sigue siendo una obligada referencia para muchos de los simpatizantes que de alguna manera nos sentimos fascinados tanto por su cultura ancestral como por sus costumbres, su geografía o su literatura. Visto desde el exterior la extensión y la variedad de este país puede parecer lo más caótico de los mundos, aunque, literariamente hablando, sus escritores, desde dentro y desde fuera, se esfuerzan por mostrar esa variedad de registros que culminan en el mestizaje de lo impresionante de su mejor cultura. Tanto es así que la lenta colonización chicana lleva años esforzándose por mostrar en su ficción la tradición literaria de origen hispano en los Estados Unidos para unir sus voces a las de sus antepasados y saltar al panorama narrativo mundial para lograr su espacio tanto en la literatura anglosajona como la hispana. Los nombres de Villarreal, Rivera, Acosta, Arias, Morales o Miguel Méndez, forman parte de esa interesante nómina con la que ya habría que contar en el panorama literario contemporáneo y a ellos se han unido las nuevas voces de Denise Chávez, Ana Castillo o Sandra Cisneros, que se han convertido, con sus obras, en estas últimas décadas en el fenómeno editorial que con su rebeldía sirve de punto de unión entre los escritores más interesantes de la literatura escrita en la Norteamérica actual.
              
Fenómeno Cisneros
       El fenómeno Sandra Cisneros (Chicago, 1954) es quizá de los más sonados en estas últimas décadas desde que publicara La casa en Mango Street (1984) o el libro de relatos, Érase un hombre, érase una mujer (1991), aunque antes había entregado varios poemarios que datan de los años 80. Cuando se le pregunta acerca de su última novela, Caramelo ( 2002), que ahora presenta la editorial Seix-Barral en una magnífica versión de Liliana Valenzuela, ella afirma que ha invertido los últimos dieciocho años en contar la historia de la familia Reyes a través de varias generaciones. En realidad, se trata de revivir la infancia en esa suerte de encantamientos que nos acompañan hasta que somos adultos y finalmente los vemos transformados en literatura. Así con su novela ha tratado, esencialmente, de recuperar ese espacio de un pasado perdido, pero además ordenarlo como algo común que afecta a ese numeroso grupo de chicanos en Estados Unidos y sobre todo porque recoge buena parte de sus ancestrales costumbres que sobreviven pese a la fuerza de la lengua y las costumbres inglesas en la que se manejan diariamente. No obstante, cuando uno lee Caramelo, lo mexicano o la mexicanidad aflora en sus páginas o cuando se regresa al país de la mano de la familia Reyes, cuando éstos emprenden su viaje desde Chicago hasta el D.F. para visitar a la abuela Soledad, uno de esos personajes matriarcales que extiende toda su vida imponiendo su carisma familiar. En realidad, y en palabras de la narradora, es la historia de una «abuela enojona», cuya vida empieza cuando su padre viudo la regaló a una prima suya para mejorar la vida de la pequeña. A partir de un recurso narrativo basado en el recuerdo de su única hija, Lala, será quien se convertirá en una moderna Sherezade que extenderá su relato a lo largo de las más de quinientas páginas del libro.


Estructura  
       La novela está estructurada en tres partes y se refiere a los continuos viajes que dará la familia Reyes enumerando, pormenorizadamente, sus orígenes en México. Sobre todo emerge la figura del padre Inocencio que ha tenido que abandonar su hogar para sobrevivir en un país cuya lengua y costumbres le son tan ajenas. La novela empieza con un elegíaco viaje a Acapulco y termina treinta años después en una fiesta de aniversario. El matrimonio de Zoila e Inocencio han sobrevivido al paso del tiempo y será su hija Celaya quien ordene y ponga el punto final a toda una saga. A modo de telenovela por sus páginas desfilan, fruto del recuerdo, todo el romanticismo de ese país, el sentimentalismo de sus gentes, así como la miseria, el dolor, la pobreza, ese sobrevivir día a día y su vehemente deseo de contacto con la cultura del Norte a donde se acude con el único patrimonio de unos brazos fuertes. Quizá por todo lo visto hasta el momento la novela engancha desde las primeras páginas y en ella se muestran y perciben los sabores, las sensaciones, los ritmos que mantienen la vivacidad del relato. También es cierto que la prosa de Cisneros es festiva, muy viva, arranca de la tradición y de los dichos populares en todo un alarde de virtuosismo coloquial, anotado en muchas ocasiones con explicaciones a pie de página que la autora se molesta en incluir para así ofrecer otro relato paralelo, el de la verdadera historia de su país, desde la Revolución, pasando por los difíciles años de las dictaduras, la emigración y su posterior inclusión en el mundo anglosajón. El universo narrativo de Sandra Cisneros está recubierto de todo ese rebozo con que se inicia el relato de esta saga familiar y cubre la historia de toda una vida, esa que nunca se ha de acabar porque nunca se dieron los últimos puntazos de ese fino bordado con que la autora nos sorprende en cada una de sus páginas. Pero sobre todo, como afirma la traductora, se trata de una novela que muestra, en versión fideligna, el acervo cultural de los muchos latinos que enriquecen la literatura chicana con sus textos y, por ende, la estadounidense y la mundial. Aunque como ha afirmado la crítica, Caramelo, es un libro sobre la memoria—la mala memoria del corazón—y los lazos familiares en torno al amor, el odio, la lealtad, el rechazo o la aceptación. Y, finalmente, es una novela sobre el poder conciliador de las historias que se cuentan en nuestro complejo mundo.