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lunes, 29 de agosto de 2016

Desayuno con diamantes, 76



LOS PLIEGUES DE SARAMAGO 

       No existe mejor literatura, sino aquella capaz de hablarle al lector, que lo interpela y resulta de lo más hábil para contar una historia, que se pregunta por la posición y la responsabilidad moral, o como Fernando Gómez Aguilera afirma en su texto-semblanza, “hurga en su conciencia, para incomodar, intranquilizar y depositar en el ámbito personal el desafío de la regeneración: la eventualidad, si bien escéptica, de encarrilar la alternativa de un mundo más humano”. José Saramago (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) dejó un texto inconcluso en su ordenador, tres capítulos, además de una copia impresa en una carpeta roja sobre su escritorio, un total de veintidós folios; y en una apreciación cercana, entusiasta del narrador luso, estas páginas leídas con la perspectiva que otorga el tiempo, se convierten en su testamento literario, ofrecen lo más depurado de su prosa, muestran el sentido del humor y la ironía con que el Nóbel dotaba a toda su literatura.
       En septiembre de 2009, Saramago se sentía con fuerzas para empezar un nuevo proyecto, y puso en marcha una vieja idea que rondaba su cabeza, sobre la que jamás había leído línea alguna, la industria del armamento y el tráfico de armas, y la eterna pregunta de toda una vida sin resolver, ¿por qué nunca se ha producido una huelga en una fábrica de armas? El narrador luso buscaba escribir su gran parábola sobre la deshumanización y la irracionalidad que, de alguna manera, y según su certero juicio, seguían azotando al mundo y convertían en incierto nuestro destino. En los meses previos a su enfermedad, tras la publicación y lanzamiento de Caín (2009), recordemos este libro como un sutil ensayo y su capacidad para modernizar una historia conocida de un principio a fin, o su mordaz visión de la figura del Creador y de su criatura; solo entonces, Saramago siente que debe repasar las facetas que asolan los errores humanos para otorgarle un sentido final a su vida; por eso, Belona S.A. se convierte para él en un reto primordial, y no contento con su cometido, renombra su nuevo proyecto, Productos Belona S.A, y meses después, en su inseguridad, y quebrantada su salud, se agudiza aun más su ingenio, Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas (2014); en realidad, es un epígrafe extraído de una tragicomedia de Gil Vicente, y título definitivo, que él mismo anotaría, a comienzos de febrero de 2010, pese circunstancias adversas que no le permitían sentarse mucho frente al ordenador, y darle continuidad a la novela, aunque en su cabeza persistía la idea de darle consistencia a la historia porque aun tenía algo que decir.
       Para Saramago la idea de la literatura es la de un arte comprometido y global, capaz de integrar géneros y difuminar las fronteras entre estos sin caer nunca en el caos más absoluto, pero sobre todo defiende cada uno de los resquicios de humanidad que desde el origen de los tiempos alberga el individuo; tal vez por eso, su capacidad fabuladora, y en un amplio sentido su producción total, narrativa, relato, poesía, teatro, ensayo y crónica, aúna tanto cualidades líricas como épicas, y no falta en ella la crítica y la parábola de contenidos, porque desde sus comienzos ha gozado de una fertilidad imaginativa y temática que hacen de su lectura un continuo descubrimiento, un conocimiento de la tierra y sus gentes sin cuyo ingrediente no parece concebible su novelística que, a lo largo de las décadas, ha resultado tan histórica como contemporánea.
       Dos detalles ponen a Saramago en la pista para componer su novela inacabada, la impresión que le causa la noticia de que en la guerra civil española una bomba lanzada contra las tropas del Frente Popular no estallara, y en su interior se encontró un mensaje redactado en portugués que decía: “Esta bomba no reventará”; un episodio que atribuyó a la lectura de L´Espoir, la novela de André Malraux, aunque no pudo concretar que fuera así; además, la referencia de unos trabajadores de Milán fusilados por haber saboteado obuses, y otros episodios de delitos armamentísticos que se reproducen en la literatura española y prensa de la época, un gesto que conmueve a Saramago y se repite por la geografía española en guerra: Madrid, Jaén, Alicante, Sagunto, Cáceres o Badajoz, y le aportan el carácter narrativo suficiente, así como el contraste moral y el objetivo último: su denuncia.
       Los personajes del portugués, visible característica, apenas existen o importan por sí mismos en su obra, se asemejan a títeres a los que una voluntad superior sujeta a un destino inusitado, y carecen por tanto de un devenir previo que haya dado lugar a la gestación de una realidad interna puesta a prueba por la calamidad que, mágicamente, se ha incorporado a sus vidas; y es así como aparecen esbozados en Alabardas los protagonistas, Artur Paz Semedo y su esposa Felícia, en realidad, su contrapunto dramático. No obstante, Saramago se esfuerza por definirlos ambiguos, y nos induce a ver el mundo de Artur en el que vive una esposa que representa el conflicto frente a la moral de la venta de armas; y un jefe diplomático, lejano en el organigrama de la empresa, pero accesible que simula el puente para que Paz Semedo se enfrente consigo mismo. Unos textos inéditos acompañan la edición, apuntes que el autor iba haciendo conforme tramaba la historia, y que nos permiten vislumbrar, sin que tengamos certeza de ello, en un posterior proceso creativo y en una aproximación de por dónde iba a llevar a sus personajes.
       Las 81 páginas del original, incluye un texto de Fernando Gómez Aguilera, amigo cercano, que completa la visión final del portugués, y firma una posible despedida, y Roberto Saviano, periodista italiano que ha desafiado a los grandes cárteles de la mafia con su literatura; además, la edición se ilustra con grabados de Günter Grass que acompaña los pasos de Artur Paz Semedo. El estilo resulta directo, austero y concentrado, deja a un lado la belleza formal e impone nitidez al barroquismo innato en la creatividad del gran José Saramago.

José Saramago; Alabardas. Textos de Roberto Saviano y Fernando Gómez Aguilera; ilustraciones de Günter Grass; Madrid, Alfaguara, 2014. 

domingo, 28 de agosto de 2016

Caricaturas



          Las caricaturas son retratos pictóricos, donde al tratar de imitar las características físicas del sujeto o los sujetos que se pretenden representar, se exageran adrede los rasgos de gran tamaño y se disminuyen considerablemente los pequeños, o se los deforma, sin guardar proporciones, haciéndolos graciosos y/o grotescos.

                                                                       Wendy Guerra

sábado, 27 de agosto de 2016

Muere la última beguina



     Durante el proceso de escritura de mi última novela, El secreto de las beguinas (Trifaldi, 2016), manejé una abundante documentación sobre el “fenómeno beguinas” y la importancia de su labor y modo de vida, sobre todo porque siempre se consideraron mujeres independientes dedicadas al culto y al cuidado de enfermos y desvalidos. El secreto de las beguinas no pretende ser un retrato de estas comunidades que se establecieron en los Países Bajos, y sobre todo en ciudades belgas como Lieja, Gante y Brujas, donde está ambientada la novela y cuenta el proceso de investigación de dos jóvenes españoles y la relación de las beguinas y los Tercios españoles durante el asedio de Ostende. Cuando ya estaba redactada la novela, y en ese proceso de revisión que se lleva a cabo, me sorprendió la noticia de la “última beguina” y la prensa se ocupó del personaje y del fenómeno como se reproduce en este amplio artículo de El País. 


Muere la última beguina
El País, 23/04/2013

     Murió mientras dormía sin saber que cerraba la última puerta de la existencia de las beguinas. La hermana Marcella Pattyn, fallecida el 14 de abril a los 92 años, era la última representante de la una de las experiencias de vida femeninas más libres de la historia, según los expertos. En la Edad Media, entre la rigidez de los estamentos religiosos, empezaron a aparecer comunas de estas mujeres que iban por libre, eran democráticas y trabajaban para obtener su propio alimento y hacer labores caritativas. Eran comunidades de mujeres espirituales y laicas, entregadas a Dios, pero independientes de la jerarquía eclesiástica y de los hombres.
















Surgieron en un momento de sobrepoblación femenina, cuando dos siglos de guerras habían acabado con una gran proporción de los hombres y los conventos estaban colmados como la alternativa al matrimonio o a la clausura. Corría el siglo XII y las comunidades de beguinas, mujeres de todas las clases sociales, empezaron a extenderse en Flandes, Brabante y Renania. Gracias a las labores que hacían para la comunidad, eran enfermeras para los enfermos y desvalidos y maestras para niñas sin recursos, e incluso fueron responsables de numerosas ceremonias litúrgicas, muchas familias adineradas les dejaban herencia y mujeres ricas se instalaban en beguinajes.
La mayoría de hermanas practicaban algún arte, especialmente la música –Pattyn tocaba el banjo, el órgano y el acordeón-, pero también la pintura y la literatura. Los expertos consideran a poetas como Beatriz de Nazaret, Matilde de Madgeburgo y Margarita Porete precursoras de la poesía mística del siglo XVI, además de las primeras en utilizar las lenguas vulgares para sus versos en lugar del latín.
Vivían en celdas, casas o grupos de viviendas, declaradas patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, y podían abandonarlas en cualquier momento para casarse y formar una familia, pero a nivel espiritual no se casaban con nadie más que con Dios y los más desfavorecidos. También formaban partes de estos grupos mujeres casadas que se identificaban con el deseo de llevar una vida de espiritualidad intensa en los beguinajes de sus ciudades.

                                 Beguinato de Brujas
Elena Botinas y Julia Cabaleiro definen el movimiento en Las beguinas: libertad en relación como lugar espiritual y pragmático a la vez, que rompe con la diferenciación que la Iglesia imponía entre la oración y la acción: “Un espacio que no es doméstico, ni claustral, ni heterosexual. Es una espacio que las mujeres comparten al margen del sistema de parentesco patriarcal, en el que se ha superado la fragmentación espacial y comunicativa y que se mantiene abierto a la realidad social que las rodea, en la cual y sobre la cual actúan, diluyendo la división secular y jerarquizada entre público y privado y que, por tanto, se convierte en abierto y cerrado a la vez”, explican.
Según la versión más extendida, un grupo de mujeres construyeron el primer beguinaje en 1180 en Lieja (Bélgica), cerca de la parroquia de San Cristóbal y adoptaron el nombre del padre Lambert Le Bège. Otras versiones apuntan a que “beguina” significa, simplemente, rezadora o pedidora (de beggen, en alemán antiguo, rezar o pedir) e incluso, en la versión menos compartida entre los historiadores, a que su existencia se remonta al año 692, cuando santa Begge habría fundado la comunidad.
Tuvieron dos siglos de expansión rápida pero las denuncias de herejía las frenaron cuando la Iglesia empezó a ver que atraían donaciones “que les pertenecían”. Se instalaron en todas las grandes ciudades francesas y alemanas, pero la persecución las hizo volver a recogerse en Bélgica, de donde venían. Pagaron por las libertades que habían adquirido, económica, social y religiosa incluso con la muerte. Marguerite Porete fue quemada viva en 1310. Las acusaban de aturdir a los monjes y de encandilarlos cuando acudían a confesarse a los monasterios vecinos y las trataron como a las únicas mujeres libres de la época: las brujas. “El movimiento de las beguinas seduce porque propone a las mujeres existir sin ser ni esposa, ni monja, libre de toda dominación masculina”, explica Régine Pernoud en el libro La Virgen y sus santos en la Edad Media. Y así como sedujo a las mujeres, inquietó a los hombres.

                                   Exterior beguinato de Brujas
Con sus conquistas volvieron a casa. Regresaron a los Países Bajos y Bélgica, aunque resistieron algunos beguinajes alrededor de Europa. La mayor comunidad se recluyó en un gran beguinaje en Cortrique la población del sur belga donde murió Marcella Pattyn la semana pasada. Después de que su modo de vida sin reglas y sin amos hubiera enfurecido a los garantes del orden, renunciaron a cierto radicalismo y optaron por convivir con la Iglesia para asegurarse la subsistencia, durante siglos, hasta morir hoy en silencio.


martes, 23 de agosto de 2016

In Memoriam



(Ignacio Padilla, México D.F., 1968-2016)  

        
MONSTRUOS IMAGINARIOS


       Tres autores mejicanos decidieron mediada la década de los noventa formalizar, sin pretensiones de escuela o grupo, una especie de nombre de guerra que los vinculaba en actitudes y circunstancias que, en realidad, se resumían en una profunda amistad o camaradería y, técnicamente, en un deseo de cambio o inflexión en la literatura mejicana dominante en aquellos momentos, aunque fundamentalmente intentaban expresar perspectivas y temas muy diferentes en el mercado editorial imperante. Los tres jóvenes en cuestión, Jorge Volpi (México, D.F., 1968), Ignacio Padilla (México, D.F. 1968) y Eloy Urroz (Nueva York, 1967), iniciaron una prometedora carrera de narradores, cuya perspectiva literaria se ha extendido por toda Europa y en estos últimos años a España, avalados por una interesante obra publicada en su país. A la iniciativa se sumó muy pronto Pedro Ángel Palou (Puebla, 1966) y, en 1995, el grupo se convertía en un quinteto porque Ricardo Chávez (México D.F. 1961) rivalizaba, igualmente, contra la cerrazón editorial vigente y abogaba por el magisterio de la generación del Medio Siglo mexicano para «combatir la ofensiva mediocridad de los padres literarios del realismo con una alianza inédita entre hijos y abuelos». El grupo, no obstante, no tuvo mucha suerte porque se enfrentaba a todo un imperio editorial y tan sólo el sello Nueva Imagen se decidió a publicar los primeros libros de estos jóvenes: Si volviesen sus majestades (1996), de Padilla, Bolero (1996), de Palou, Las Rémoras (1996), de Urroz, El día del hurón (1997), de Chávez y Sonar tu piel amarga (1997), de Volpi. Al mismo tiempo, según Chávez, el grupo quedaba definido, según su opinión, por una visión común y cinco individualidades distintas y contundentes: «La palabra de Padilla, el brío de Urroz, la inteligencia de Volpi, el saber de Palou y el propio lamento de Chávez». El «crack» se convirtió así en la primera manifestación narrativa seria en las letras mexicanas del siglo XXI o, al menos, lo más novedoso en cuanto a experimento lingüístico y relato polifónico que abarcaría muchas voces narrativas. Lectores, además, de Collins, Machen, Brod, Musil, Broch, también de los mejicanos José Emilio Pacheco y Sergio Pitol, el primer autor que escribe sobre Europa Central, traduce a rusos y polacos, conoce el viejo mundo y es, en realidad, una especie de abuelo literario de toda la generación.
      Ignacio Padilla (México D.F. 1968) es un joven pero prolífico autor de varias novelas, colecciones de relatos, ensayos y alguna incursión en la narrativa juvenil. En España consiguió, en el año 2000, el Premio Primavera de Novela con Amphitryon; se trata de una nueva versión de Anfitrión, el mítico rey de Tirinto, que, por el arte del narrador mexicano, se convierte en la historia de un problema de identidad como se pone de manifiesto en las pesquisas en torno a la verdadera personalidad del criminal de guerra Adolf Eichmann, secuestrado en 1960, en la ciudad de Buenos Aires y juzgado en Tel Aviv, en 1962. La novela relata una auténtica partida de ajedrez, sobre todo por los elementos que intervienen en torno al azar, lo previsible o, incluso el futuro. Se trata, en realidad, de una ficción de intriga que sobresale por encima de la creación de los personajes que van apareciendo a lo largo del relato y de la que no se esperan respuestas, aunque se pide la participación del lector y el esfuerzo de su memoria. Un relato para lectores de novelas, en su sentido estricto. Para Padilla,  habitual en su obra, el estilo y el ritmo marcan la musicalidad de un lenguaje sobre el que se fundamentan sus historias.
        La producción de relatos hasta el momento del mexicano se concreta en Subterráneos (1989), cuentos sobre la realidad cotidiana, con un entorno urbano, que incluye el mundo de las oficinas y el metro, espacios cerrados y asfixiantes, frente a esa otra sensación que produce la vida al aire libre; en 1991 publica, Trenes de humo bajo alfombra, con un lenguaje mucho más elaborado, protagonista, de una colección de relatos de corte fantástico donde la muerte, la fantasía y la lucha por el poder se convierten en los temas dominantes; Las antípodas y el siglo (2001) es su tercera entrega y con ella rinda homenaje a los exploradores ingleses de todos los tiempos, en realidad, recuento de vidas románticas que tenían una enorme pasión por lo desconocido, sentimiento hoy en día muy alejado de la realidad. Su estancia en España e Inglaterra le llevó a un mayor conocimiento de la literatura europea, cuya devoción había expresado en sus primeras lecturas, huellas de Stevenson, Joyce o Dostoievski. Con esta colección inicia su serie titulada Micropedia.
         En su última entrega, El androide y las quimeras (2008), explora el universo femenino y el mundo de la fantasía, donde mezcla tragedia y realidad para contar, en definitiva, el mundo de las relaciones humanas. Ficción y realidad se mezclan de la mano de Padilla porque, en algunos de los cuentos de esta colección, identificamos la obsesión de Edison por crear una muñeca parlante e introducirla en le mercado estadounidense, o la enfermiza afición de Carroll por fotografiar adolescentes o rememorar el autómata de Kempelen. Muñecas y autómatas se convierten en protagonistas de estos relatos para ejemplificar, de alguna manera, lo siniestro frente a esa denotada belleza e inocencia de las niñas que provocan esa desazón moral e intelectual. Y frente a todo, las quimeras como monstruos imaginarios para subrayar ese sentido de denuncia de la crueldad humana. El libro está dividido en dos partes: El androide en nueve tiempos y Quimeras de tres orillas. En ambos casos, los cuentos recrean fabulosas reinterpretaciones de historias que apelan a una incredulidad, con una sólida base en la tradición que bien puede confundirse, aunque Padilla maneja sus recursos con esa habilidad que se le otorga a la buena literatura pero, sobre todo, con esa sutileza y con esa habilidad logra integrar referencias banales para construir sus relatos y sorprender al lector sintiendo este cómo el narrador juega con la suspicacia y se recrea en nimiedades y detalles que conforman su literatura y provocan ese sentido de auténticas denuncias sociales, como ocurre en los cuentos «Las furias de Menlo Park» y «Antes del hambre de las hienas». El primero avalado por el premio NH de Relatos 2003 y «Viaje al centro de una chistera» reconocido con el XXI Premio Internacional de Relatos Policíacos Semana Negra Ateneo Obrero, 2008. 
      Singulares, especialmente, los relatos de la segunda parte, los mitos de «Galatea en Brighton», el desdoblamiento y la extraña transformación de la adolescente, Sibhoan Kearney, o la historia de «Miranda en Chalons», recreación del caso de los niños salvajes que tanto han interesado a la opinión pública y que en este cuento se remonta al XVIII francés, la niña esquimal, que cuando aprendió a hablar contaba cómo había visto a grandes animales marinos que comían peces, un ejemplo donde consciencia y destino se truncan en culpa; y «Circe en Galápagos», la hechicera que transformaba a sus enemigos, conocida por sus conocimientos de herborística y medicina.
    Lo gótico, lo sórdido, imágenes en apariencia ingenuas, casi infantiles, se diluyen en las páginas de El androide y las quimeras para conseguir una cadencia en la prosa de estilo compacto, casi artesanal en su ejecución, profusa en alusiones y en sugerencias, repleta de posibilidades para construir diversos mundos tras una idea obsesiva, recurrente que desemboca en una o mil imágenes para hilvanar sus historias. Sorprende la unidad de estos relatos en cuya primera parte se recogen nueve del total de los doce para poner de manifiesto esa visión de la niña o de la mujer amada, incluso destruida por la voluntad del hombre. Pese a todo, se trata de una convivencia pacífica, ellas se ha convertido en esa presencia inequívoca de un mundo enigmático, tan apasionante como bello, tan repleto de paradojas como las que han rodeado a la vida de estos singulares seres que, de la mano de Padilla, se muestran como víctimas y verdugos al mismo tiempo. Pedro M. DOMENE

Ignacio Padilla; El androide y las quimeras; Madrid, Páginas de Espuma, 2008; 114 págs.

Publicado originariamente en Turia, núms..., 89-90 (2009).

domingo, 21 de agosto de 2016

Caricaturas



         Llámase caricatura el retrato moral o físico que se hace de una persona, exagerando sus caracteres principales, con intención humorística. Las caricaturas literarias son propias de las obras festivas y humorísticas.


 Mingote

sábado, 20 de agosto de 2016

Adiós a Víctor Mora




               Víctor Mora Pujadas (Barcelona, 6 de junio de 1931-ibídem, 17 de agosto de 2016)

Las páginas leídas en una ávida niñez lectora, la fantasía de los tebeos españoles que educaron a toda una serie de generaciones que hoy gozan de una estupenda salud aventurera.





miércoles, 17 de agosto de 2016

Juan Eslava Galán



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LUJURIA

               Hubo un pasado en que todo era pecado de lujuria, según las predicaciones de la Santa Madre Iglesia. Y como Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) nos tiene acostumbrados a sus ingeniosos y documentados guiños literarios sobre la extravagante, inexplicable y singular sociedad española reciente, y es capaz de entregarnos unos textos repletos de humor, una aguda ironía y aires de sarcasmo, concluimos que en sus lecturas subyace fundamentalmente la más absoluta honradez y sinceridad. Con su última apuesta nos regala una serie de pecados capitales, y empieza por el primero de ellos, Lujuria (2015), un repaso de la historia de la sexualidad en España, desde el siglo XIX hasta la Transición, pasando por las aficiones de Isabel II y Alfonso XIII, y la constancia de unas épocas más liberales durante las dos Repúblicas a las situaciones “absurdas e hilarantes” provocadas por la Iglesia y la censura franquista en su cruzada antilujuria, para llegar a la más reciente y denominada época del “destape”.
               El documento refleja una España de doble moral durante años, y así la pornografía estuvo muy bien vista y se consideraba elegante como costumbre de las clases altas pero en cuanto se abarató su consumo y se extendió a las clases medias, se convirtió en algo insano y pernicioso, recuerda Eslava Galán, que ha incluido en el libro fotografías y material de época. Se trata, pues, del relato de todo aquello que pudiera parecer “lujurioso y pecaminoso de por sí”, que era mucho, en realidad, como se explica en los curiosos capítulos dedicados al baile, calificada como “la feria predilecta de Satanás”; las playas, como “ocasión próxima de pecado”, o el cine, en esas ansiadas últimas filas de butacas, auténtica “escuela de perversión”, para las autoridades de la época. Tal vez, tras este ameno repaso por los tiempos oscuros de una férrea dictadura, en todos los sentidos, quienes desconozcan los datos y las anécdotas de ese otro tiempo, no tan lejano, sabrán que entonces hubiera sido imposible hablar y escribir sobre tema tan escabroso, una época en la que, paradójicamente, la gente de las clases menos pudientes vivía con una abundante frustración los asuntos relaciones con la sexualidad y/ el erotismo. Hoy Eslava Galán, en cuarenta y cinco breves capítulos, ilustrados y documentados, pone el contrapunto de esos tabúes, costumbres y prohibiciones respecto al sexo y su mundo, y lo hace en clave de humor, con abundantes dosis de ironía y jocosidad, aunque no pasa por alto ese halo de tristeza y de pena, o aun mejor calificada de profunda frustración de tantas generaciones marcadas por las imposiciones de la Iglesia y la falsa moral del Régimen. Presupone, además, una no menos espectacular circunstancia histórica de quienes vivieron aquellos tiempos de represión y beatería, un período que solo puede equilibrarse transcurrido el suficiente espacio temporal para que podamos hacer balanza de aquellas oscuras décadas con una sonrisa en los labios.
               Una no menos curiosa, amplia y explícita bibliografía acompaña a este singular tratado sobre la “lujuria” que en su definición académica señala como “vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales”; eso sí, sin un aparente juicio, este concepto se traduce como el simple testimonio del uso de la lengua.







LUJURIA
Juan Eslava Galán
Barcelona, Planeta, 2015; 241 págs.



lunes, 15 de agosto de 2016

Desayuno con diamantes, 75



LAS AVENTURAS DE HUCKLEBERRY FINN
EN SEXTO PISO ILUSTRADO


El año pasado, la colección “Sexto Piso Ilustrado” editaba Las aventuras de Tom Sawyer, en traducción de Mariano Peyrou e ilustrado por Pablo Auladell, y anunciaba para el presente 2016, repiten traductor e ilustrador, la edición de Las aventuras de Huckleberry Finn, que acaba de aparecer. Ambos textos completan la visión de la sociedad sureña del clásico estadounidense, y nos devuelven la tierna sonrisa de nuestra infancia, alejándonos de un mundo de adultos empobrecido por esa visión de claroscuros que significan nuestras preocupaciones, o las obligaciones cotidianas, sin olvidar que aquel tiempo fue tan vasto como misterioso, aunque tan ajeno como puro para una visión contemporánea.

La obra
Cuando Mark Twain publicó Tom Sawyer en 1875 quiso que los lectores mayores trataran de recordar cómo habían sido sus años de juventud. En el libro encontramos numerosas aventuras y anécdotas vividas personalmente por el autor durante sus viajes por el mundo. La obra lo consagró de manera rotunda y duradera como escritor. Animado por la entusiástica acogida de Tom Sawyer, se puso afanosamente a escribir la que con el paso del tiempo muchos consideraron su obra cumbre: Las aventuras de Huckeberry Finn. Pero ocupado en otros proyectos, no dudó en dejar a un lado el manuscrito, convencido de que no tenía maduro todavía el tema. Hasta el año 1884 no volvió a trabajar en él, y eso después de un viaje por el Mississippi, para refrescar los recuerdos y los paisajes de su niñez y juventud, y así dejar ambientada definitivamente la obra. Por fin, y a lo largo de ese mismo, 1884, terminó de escribir Las aventuras de Huckleberry Finn, que se publicaría al año siguiente. La novela desarrolla el viaje del personaje, Huck, que ya aparecía en Tom Sawyer, acompañado por el esclavo prófugo Jim. Ambos tratan de llegar a Ohio, el primero huye de su malvado padre y el segundo busca la libertad soñada. Realizan el viaje en una pequeña balsa y en su peligrosa huida viven un sinfín de aventuras juntos hasta que llegan al inesperado y sorprendente final en el que reaparece el mismísimo Tom Sawyer.
Esta obra es un punto de inflexión en la literatura de Twain, marca el inicio de una etapa en la que el pesimismo existencial del autor se ve reflejado en todas las obras que le seguirán. Con todo, esta historia sureña de racismo, superstición y amistad redondea la filosofía y el costumbrismo innatos en el paisaje de Twain y refleja una época y un mundo que, pareciéndonos tan lejano en pleno siglo XXI, estremece porque aun consideramos que esté cercana en el tiempo.



Un clásico

Un libro como Las aventuras de Huckleberry Finn se convierte en ese tipo de lectura divertida que nos asegura cómo la literatura puede aunar humor e inteligencia, denuncia y acción por igual. Esta novela es un canto a la vida y a la libertad, pero sobre todo al ser humano; un himno a la existencia repleto de sorpresas que sólo depara momentos de alegría. Considerada una de las primeras grandes novelas estadounidenses, quizá resulte una visión más oscura y desencantada que la novela anterior de Twain, Las aventuras de Tom Sawyer, y aunque comparte personajes e intercambia protagonistas, en ella se profundiza en temas como el maltrato infantil o la esclavitud; aunque la trama está llena a rebosar de picaresca y de ese sentido del humor que tan bien dominaba Mark Twain. Así, Huckleberry, pese a los denodados intentos de la viuda Douglas por «civilizarlo», sigue siendo ese pequeño canalla entrañable y asalvajado. La aparición final de Tom Sawyer, con sus estrambóticos planes de siempre, pone la guinda al pastel. Huck siempre usará el sentido común y sabe que ciertas cosas son estúpidas pero no cuestiona nunca nada. Y es así como se convierte en una dura crítica a la sociedad del siglo XIX que suscribimos en nuestros días, porque aun sigue implícita esa concepción del bien y del mal, y como Huckleberry se debate entre esos dos conceptos.
Canto a la amistad, la libertad, los sueños y el idealismo, Las aventuras de Huckleberry Finn, se convierte así en una obra inmortal, y en una lectura inolvidable que pasa de generación en generación.

Los autores
De una inigualable fuerza las ilustraciones de Pablo Auladell que multiplican por dos el placer de releer o incluso descubrir este clásico. Pablo Auladell (Alicante, 1972) es un reconocido ilustrador que desarrolla su trabajo en el ámbito editorial. Ganó el Premio del Ministerio de Cultura a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles en 2005 y el Premio al Autor Revelación en el Saló del Cómic de Barcelona de 2006 por La Torre Blanca (Ed.de Ponent). Cuenta ya con una larga bibliografía de más de treinta obras. En Sexto Piso había publicado anteriormente, El Paraíso perdido (2014) y Las aventuras de Tom Sawyer(2015).

Mark Twain (1835-1910) es uno de los grandes narradores estadounidenses del siglo XIX, y universalmente conocido por novelas como Las aventuras de Tom Sawyer o Las aventuras de Huckleberry Finn. Twain trabajó de cajista, impresor, minero y reportero. A través del periodismo encontró su vocación como escritor. Dotado de un gran ingenio, y con una gran facilidad para el humor, fue también admirado como conferenciante y un gran orador.







Mark Twain, Las aventuras de Tom Sawyer; trad., de Mariano Peyrou, ilustr. de Pablo Auladell;  Madrid, Sexto Piso, 2015; 272 págs.



domingo, 14 de agosto de 2016

Caricaturas



     “La Caricatura tiene una función artística y una periodística de crítica y denuncia social y política como instrumento mediático.”


viernes, 12 de agosto de 2016

Charles Perrault/ Jacob y Wilhelm Grimm



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ACTUALIDAD DE LOS CUENTOS INFANTILES

Nórdica publica, Cenicienta, Perrault/ Grimm



     No cabe la menor duda de que, cuando fueron escritos la mayoría de los hoy calificados “cuentos infantiles” cumplían una función determinada, al margen de entretener o divertir en las largas noches de invierno y junto al fuego del hogar; habría que leer mucho más allá y pensar que, de alguna manera, afianzaban el patriarcado reinante, “demonizaban” el mal y “recompensaban” el bien, o simplemente seguían esos impulsos naturales, narrar cuentos y contar leyendas para que las generaciones no perdieran su capacidad de fabular. Tampoco  deberíamos culpar, según ha escrito James Finn Garner, a los hermanos Grimm de su insensibilidad hacia las mujeres, las culturas minoritarias o el entorno natural; y de igual manera, no olvidemos que Hans Christian Andersen no tendría empatía por los derechos de las sirenas y otras fantasías de sus cuentos. Quizá por eso, Garner hablaba de “Cuentos infantiles políticamente correctos” (Circe, 1995), puesto que tanto los primeros como el segundo, escribían desde perspectivas muy diferentes a la actuales, solamente habría que fijarse en la época que vivieron.

Cenicienta
     Representa, sin duda, la idea moral de que el bien triunfa sobre el mal, o la joven que espera el amor de un príncipe; en realidad, un personaje que se remonta a la antigüedad clásica y que desde el punto de vista de “cuento infantil” ha sido recogido en dos versiones bastante diferentes, aunque con un trasfondo semejante, la pobre huérfana cuyo padre contrae segundas nupcias y su madrastra y sus dos hermanastras la maltratan y relegan a convertirse en una Cenicienta, hasta que el hijo del rey ofrece un baile para encontrar a la joven más guapa del reino; evidentemente, l pequeña Cenicienta no puede ir a la corte, y en su ayuda acude el hada madrina que la convertirá en una hermosa joven, incluida carroza, cochero y lacayos, pero deberá estar de vuelta antes de la medianoche una vez que se deshaga el hechizo. Así desarrollaba Charles Perrault (París, 1628-1703) su cuento publicado en 1697, una de las versiones más conocidas y extendidas; y algo diferente, aunque con planteamiento semejante, escribieron los hermanos Jacob y Wilhelm Grima (Hanau, 1785 y 1876- Berlín, 1863 y 1859), publicado allá por el año 1812; sin duda, un cuento más complejo y con el tema de la muerte como trasfondo, puesto que Cenicienta siempre acude a la tumba de su querida madre donde un avellano le procura cuanto necesita; “¡Muévete y sacúdete, arbolito,/ de plata y de oro échame un poquito!”, y es así como Cenicienta consigue llegar vestida lujosamente al palacio donde no deja de bailar con el príncipe hasta que entrada la noche debe desaparecer; el final de esta versión se resuelve como el anterior, Cenicienta se casará con el príncipe, pero resulta bastante más cruel porque las falsas hermanas quieren aprovecharse y unas palomas le sacan los ojos por lo que tiene que vivir el resto de sus días ciegas por su maldad y falsedad, frente a Perrault para quien el “agrado” resulta ser el don más cierto.


La edición
     Esta edición ilustrada de Nórdica contiene ambos cuentos, y sus diferencias solo se explican en el contexto histórico en que fueron escritos; la versión que Garner propuso en su libro, especula con una liberación sexual y machista del cuento, pero esta es otra historia y lo que importa es que Nórdica contrapone ambas versiones, y además las ilustra Elena Odriozola (San Sebastián, 1967) que ha publicado más cien títulos con sus magníficos dibujos.







Charles Perrault/ Jacob y Wilhelm Grimm; Cenicienta; traducción de María Teresa gallego e Isabel Hernández; ilustraciones de Elena Odriozola; Madrid, Nórdica, 2015; 56 págs.




miércoles, 10 de agosto de 2016

Leopold Sacher-Masoch



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PULSIÓN ERÓTICA Y SOMETIMIENTO VOLUNTARIO  O LA HISTORIA DEL “MASOQUISMO”.

    La editorial madrileña, Trifaldi, reúne relatos de Leopold Sacher-Masoch, LA PANTUFLA DE SAFO Y OTROS CUENTOS.

 


     El erotismo ofrece numerosas vertientes y caras para satisfacer esas mentes que observan, en su libertad sexual, las infinitas formas de disfrutar del sexo, o de dar rienda suelta a una sensualidad que va mucho más de las primitivas relaciones y, además ensalza pasiones que son fruto de una inhibición absoluta. Somos, o al menos lo presuponemos, libres para disfrutar de una intimidad que llena nuestra líbido y convierte así nuestro cuerpo en materia para el deseo y, en ocasiones, y en determinados momentos, para el dolor. La literatura nunca ha sido ajena a esas determinadas facetas de la sexualidad humana, y ha convertido novelas y relatos en muestras inequívocas de inimaginables aventuras sexuales, calificadas de eróticas, y donde goce, sufrimiento, sometimiento o, incluso, animalidad forman parte de esa pulsión erótica que se establece por encima de las leyes y la racionalidad humanas.

Masoquismo

    Admirado por Émile Zola, Victor Hugo y Edmond de Goncourt, Leopold von Sacher-Masoch, conocido como «el Turgueniev austriaco», ha pasado a la posteridad literaria, no por su extensa o variada obra, algunas notables colecciones de cuentos, pero hoy muy olvidada, sino por dar nombre a una perversión erótica, el masoquismo, cuya conducta y psicología describe minuciosamente, con toda la parafernalia y fetichismo de la dominación (cueros, látigos, contratos de sumisión...), en La Venus de las pieles (1870), su novela más conocida.

    Nació el 27 de enero de 1835 en Lemberg, en la provincia de Galitzia, Imperio austrohúngaro, hijo de un jefe de policía, su familia era de ascendencia bohemia, eslovena y española. En 1887 realiza un primer viaje a París, y la revista "Revue de Deux Mondes" publica varios artículos sobre él. Desde el año 1856 al 1870 trabaja en la Universidad de Graz en la calidad de "Privat dozent" de Historia General. Fue, también, un conocido periodista y un afamado crítico.

     Cuando publica, "La Venus de las pieles" y la "Mujer divorciada", (1870), sus dos novelas más conocidas, se produjo un auténtico escándalo por sus aventuras con Fanny von Pistor y Anna von Kottovitz. El conocido psiquiatra alemán, Richard von Kraft-Ebing utiliza, por primera vez en 1886, la figura de Masoch para definir un comportamiento perverso, latiniza el nombre de Masoch y lo transforma en "Masochismus" relacionándolo con una serie de actos y comportamientos eróticos de perversidad sexual. Sacher-Masoch, sin embargo, protesta inútilmente contra la utilización de su nombre pues no se reconoce en esa descripción científica de "perverso". No obstante, son famosas sus aficiones: hacerse víctima, dejarse cazar y atar, hacerse infligir castigos, humillaciones e incluso dolores físicos por una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano.

    Su obra se divide en una serie de ciclos, el principal lleva el nombre de El Legado de Caín. Sus temas principales se concretan en el amor, el dinero, la propiedad y, por último, la muerte. Otro ciclo guarda la tradición hebraica: Cuentos judíos, 1878. En El amor de Platón, de 1870, trata la homosexualidad y el travestismo. En 1873 contrajo matrimonio con Angelika Aurora Rümelin, de la que divorciará después de una larga batalla legal. En 1887 se casa con Hulda Meister gobernanta de sus hijos Harry y Myriam. Falleció el 9 de Marzo de 1895 en Lindheim de un ataque al corazón. Sus últimas palabras fueron «aimez moi».

Cuentos

    El editor y traductor, Máximo Higuera, reúne en La pantufla de Safo y otros cuentos (Trifaldi, 2016), una miscelánea colección de nueve cuentos, inspirados, según Higuera, en leyendas nacionales porque el autor frecuentaría a lo largo de su trayectoria literaria la novela dew género y abundantes personajes históricos. La selección resulta tan curiosa como acertada porque en estos relatos encontramos el concepto de entrega y sumisión con que dotó Masoch a sus personajes, sobre todo cuando nos los muestra como víctimas de una autodestrucción ante el objeto de su pasión, como bien queda descrito en el primero de los cuentos, La pantufla de Safo, donde un conde polaco caerá rendido a los encantos de una gran actriz y cuanto ambiciona con su poderoso atractivo; una joven judía se sacrifica en un largo y tormentoso asedio a la ciudad de Bialopol, en el relato, La Judit de Bialopol, y cuenta la crónica de las hazañas de Jehan Sobieski, sobre una Polonia desgarrada por numerosas disensiones y su tenaz lucha contra los Turcos; en el relato, Fuente de juventud, se explicitita el martirio que sufre un adolescente rendido a la belleza de la cruel, bella y seductora condesa Nadasdy, sobre quien pesa ese halo de magia y sortilegio acerca de la búsqueda de la eterna juventud a lo largo del cuento; La hoja en blanco, cuenta como la joven actriz Gaussin doblega la voluntad del enamorado Saint-Renaud sobre lo escrito en una misteriosa hoja en blanco; la historia de la favorita del Kan queda testimoniada en el relato, La fuente de las lágrimas, y uno de los más extensos, ambientado en la Francia del siglo XII, insiste el narrador austríaco aun más en ese sometimiento a la esclavitud amorosa cuando lleva al trovador Peire Vidal a todo tipo de vejaciones y pruebas humillantes por una mujer a quien conoció en su juventud y con el paso de los años ha quedado viuda, Loba de Penautier, rodeada siempre de pretendientes, aunque solo amará a quien como ella sustente la vida y habilidades del animal del mismo nombre, y esas y otras crueldades son las que se cuentan en Loba y Lobo, y sobresale ese amor cortés medieval y las habilidades de los trovadores con sus damas; tres relatos más Un nuevo Leandro, Bovo y El palacio rojo, ambientados en épocas distintas, completan la visión del heterodoxo Sacher-Masoch, cuyos avatares sobre el amor atravesaron el desencanto, el malentendido y los poderes del artificio, para producir ese movimiento del deseo, y convertirse en una promesa ideal que proponía nuevas fuentes para el amor.







Leopold Sacher-Masoch, La pantufla de Safo y otros cuentos. El amor cruel a través de los tiempos; Madrid, Trifaldi, 2016.


domingo, 7 de agosto de 2016

Hoy tomo café con…



Juan Aparicio Belmonte
     “La novela es un ámbito de libertad en el que me atrevo a más que en la vida”.

 

     Juan Aparicio Belmonte, Londres, 20 de diciembre de 1971, es Profesor del Hotel Kafka.  Con su primera novela, Mala suerte, (2003) ganó el I Premio de Narrativa Caja Madrid, reconocida posteriormente con el III Premio Memorial Silverio Cañada, que se otorga en la Semana Negra de Gijón a la mejor primera novela negra escrita en español durante el año. En 2004 apareció su segunda novela, López López, que continúa la línea narrativa abierta en su anterior obra: humor ácido y paródico, ecos de novela negra, escenarios urbanos y mezcla de diferentes estratos sociales. El disparatado círculo de los pájaros borrachos, su tercera obra de ficción, recibió el XII premio Lengua de Trapo de Novela. Ha ejercido ocasionalmente de traductor. Su cuarta novela se llama Una revolución pequeña, a la que ha seguido, Mis seres queridos, premio Bubok de Creación literaria, que edita Alfaguara. En el año 2013 apareció su sexta novela en la editorial Siruela, Un amigo en la ciudad, en la que sin abandonar el humor negro Aparicio Belmonte construye una alucinación narrativa que juega con la percepción temporal del protagonista. Su última obra, Ante todo criminal, aparecía unas semanas atrás, también en Siruela.

¿El humor puede ser un recurso peligroso?
Peligroso en el sentido de que debe realizarse siempre en un contexto muy particular, reconocible y no abstracto, y se relaciona con la burla. Por tanto, puede molestar. Pero es un peligro nimio, en realidad, salvo que molestes a unos fanáticos asesinos y te señalen fatídicamente, pero esto es casi tan difícil como que te toque la lotería.

Sus textos, ¿son el resultado siempre de una total improvisación?
Más bien parten de ideas o conflictos básicos o de líneas maestras más o menos claras que luego voy desarrollando mediante la improvisación. A posteriori, corrijo muchísimo para que la novela sea coherente hasta el final. Creo que en la improvisación hay más creatividad e inteligencia que en el mero cálculo racional.

Parece que sus novelas, casi todas, parten de la provocación, ¿qué pretende usted, en realidad?
Buena pregunta. La novela es un ámbito de libertad en el que me atrevo a más que en la vida. Pretendo, supongo, lo que pretende cualquier novelista ambicioso, pero con las armas y el talento que la naturaleza me ha dado. Tal vez sean la imaginación y una cierta tendencia al humor negro y a la ironía.

¿No le da miedo meterse con el fútbol y, concretamente, con el Real Madrid?
Ninguno. Como decía Azaña, en España si quieres guardar un secreto, publícalo. Es lo que he hecho. Guardar el secreto. Y no creo que me meta con el Madrid, sino que lo retrato desde un punto de vista inhabitual. Soy madridista, de hecho. Tengo una idea pésima de la actual junta directiva, eso sí. Pésima.  



¿La realidad se parece a la ficción, o debemos pensar en esta premisa al revés?
Se interrelacionan. Las ficciones explican la realidad y, al explicarla, generan más realidad. La realidad no tiene relato, se lo ponemos nosotros. Incluso el relato histórico tiene algo de ficción: se subrayan unos hechos y se solapan otros para darle sentido a una etapa cronológica. Bien es cierto que algunos relatos se acercan más a la verdad que otros.

Su última novela, Ante todo criminal (Siruela, 2015), ¿quiere ser un reflejo de corrupción, fútbol, imposturas, y apariencias falsas en una sociedad como la de hoy?
No sé si quiere serlo, pero tiene algo de eso. Las novelas acaban conteniendo un mensaje, que no siempre es el que a priori uno pretendía, y en Ante todo criminal hay un retrato social que va en esa línea que Vd menciona. Soy hipersensible a las imposturas, y esos comportamientos siempre se me cuelan en las novelas, porque me producen gran perplejidad como ciudadano y mucha artillería como novelista. Me interesa la distancia que media entre nuestros principios y nuestro comportamiento, en esa tensión hay mucha chicha literaria.

Los personajes de su novela, ¿resultan tan castizos como usted pretende?
No pretendo que sean castizos. Me horroriza el casticismo. Pretendo que no sean malas copias de personajes norteamericanos sacados de teleseries. Mi novela está afincada en España y los personajes son, igual que yo y que la mayoría de mis conocidos, españoles. Miento: también hay un colombiano.

¿No teme a la reacción feminista por la relación de su personaje con las mujeres?
No. Primero, porque no hay motivo, son personajes, no soy yo quien actúa. Segundo, porque, como he dicho antes, mi novela es un secreto a cuyo contenido solo accederán un número sensato de lectores. Y tercero, porque no creo que mi novela sea misógina ni antifeminista.

A medida que avanzamos en su lectura, usted nos propone un auténtico puzzle, ¿es también otra parodia más a todo ese ambiente detectivesco de tanto arraigo literario?
En realidad creo que tiene más que ver con mi vocación de lector. Soy lector de Graham Greene, algunas de cuyas novelas son puzles narrativos, de Vargas Llosa, al que admiro mucho por su ambición en las estructuras, o de Kurt Vonnegut, que ídem. 



¿Cómo casa, si es que lo hace, el mundo literario con el criminal?
Hay corrupción, sin duda, hay camarillas, pero no por su relación con el mundo criminal sino por su relación con España. El amiguismo funciona como en cualquier otro ámbito laboral de nuestro país. El mundo literario, manejado editorialmente desde Cataluña, se parece también un poco al pujolismo.

El aspecto negro está en esta novela al servicio del desarrollo del argumento y por tanto ¿marca la actitud y el desarrollo de los personajes?
Sí. Los personajes, la mayoría de ellos, se mueven en un entorno más o menos turbio, más o menos criminal, que determina sus acciones y sus reacciones.

¿Deberíamos calificar su novela de divertida?
Por qué no. Pero yo dejo libertad de calificativos. Se la puede calificar como se quiera.

Personalmente, se me ocurre que saca a flote los entresijos de una sociedad y una humanidad mediocres, ¿hasta ese punto ha llegado su propósito?
He tenido una intención satírica muy fuerte, sí, sin duda.

¿Debemos pensar que usted describe una realidad inventada con un absoluto tinte de la mejor ironía para justificar su relato, o mejor que cada cuál piense lo que quiera?
Nadie tiene obligación de pensar nada sobre mi novela, pero evidentemente prefiero un pensamiento positivo que uno negativo. Y este que usted describe me resulta halagador, amén de ajustado a la verdad, je, je.

¿Es verdad que una novela debe sacarnos de nuestras casillas?
Una novela debería ser capaz de enajenarnos el tiempo que estamos sumergidos en su lectura. Esa debería ser la ambición de toda novela.


©  Fotos: Miguel Garrote