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sábado, 28 de febrero de 2015

Luisgé Martín



J
Jueces
         “El árbitro considera la equidad, el juez la ley”.
                                                                      Aristóteles
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Donde el silencio

 


   Luisgé Martín (Madrid, 1962) se pregunta si aun existen paisajes donde parezca que el mundo está recién creado. Y para ello, se embarca en un largo viaje donde geografía y espiritualidad se dan la mano, y de paso descubrir algunos de esos lugares inaccesibles y solitarios en algún rincón de España, sobre todo a donde huir del extraño mundo del siglo XXI. El narrador no ha hecho sino buscar espacios en los que el silencio se pueda tocar, oler y pisar; poblaciones fantasmales porque, o están a punto de desaparecer, o tan solo queda de ellas su recuerdo, como es el caso de numerosos pueblos abandonados o sepultados bajo las aguas de un pantano, Mansilla de la Sierra, Riaño, o Vegamián.
   Donde el silencio (2013) se convierte en un libro de estampas narradas sobre sitios que nunca son visitados o localizados por turistas al uso, porque en su mayoría son desconocidos, y donde la vida en otros tiempos era distinta, y los juegos de los niños aun inocentes, los árboles crecían cada año a la par que pasaba el tiempo por sus habitantes, y los olores se mezclaban tanto con lo limpio del lugar o las boñigas de los animales; el perfume recordado de algunas de nuestras infancias. Son esos minúsculos lugares casi irreconocibles en un mapa, tan hermosos como utópicos, pueblos y aldeas que se parecen a los que nosotros mismos nos hemos criado, caso de San Justo de La Vega, el poblachón que hay justo antes de llegar a Astorga, un lugar donde habitan personajes como David, un ejecutivo que huyó de Barcelona, para verse rodeado de soledad e inmerso en el silencio, a la espera solo de que alguien quiera o pretenda echar una charla.
  El autor ha ido pergeñando sus páginas mirando por las ventanas de muchas de las casas que ha visitado por la geografía rural de una España salida casi de la paleta de los tonos negros y grises de Solana, o través de los ojos de quienes eran sus moradores, personajes que un día decidieron vivir a espaldas de una modernidad. Esos que, como él mismo, decidieron buscar algo que no tenían, y según constata Luisgé Martín, con un propósito diferente cada uno. No es, por consiguiente, un libro de viajes al uso, visitando y recreando una concreta geografía, sino buscando personas que, de alguna manera, piensan y sienten diferente. Luisgé Martín cuenta, reflexiona, valora y hace de su viaje auténtica poesía, y nos mueve entre Ávila y Segovia, Guadalajara y Lugo, para pasar de Asturias a Zamora, y terminar en Navarra. Quizá esto sea lo más curioso, y aquello que al jurado del Premio Llanes, ha llamado la atención: convertir lo difícil en algo fácil. Someter al lector a un irresistible deseo en busca de un lugar único, aunque dando vueltas por una amplia geografía de tan extraña ubicación, y con una única meta: encontrar el silencio. 













DONDE EL SILENCIO
Luisgé Martín
Premio Llanes de Viajes
Madrid, Imagine, 2013

viernes, 27 de febrero de 2015

TRAVESÍAS



EL CAMINO Y DELIBES


   Un año después, Miguel Delibes (1920-2010), sigue siendo el aclamado autor de la más prolífica y honrada obra literaria del panorama narrativo español de la segunda mitad del siglo XX. Delibes es Castilla: sus pueblos, sus gentes, y su lenguaje. La naturaleza y la caza fueron motivo esencial en muchas de sus obras. Ecologista convencido, la aniquilación de los espacios naturales, el éxodo rural, el desarrollo sostenible y el maltrato histórico de las labores rurales, o su visión cinegética sobre la caza de la perdiz, la pesca de las truchas, salpican muchas de sus páginas. Su mundo infantil lo protagonizan el cuco, la grajilla y el cárabo.
  El camino se edita por primera vez en diciembre de 1950: recuerdo de unos años que tan rápidamente pasan y constituyen el valor supremo de nuestra existencia.  Aunque Delibes ya había publicado, La sombra del ciprés es alargada ((1948) y Aún es de día (1949), no se sintió satisfecho, y solo con esta tercera entrega pensará que ha acertado y ha encontrado, por fin, su propia voz de narrador. La novela fue escrita en veintiún días, a capítulo por día. «Salió así —afirma el vallisoletano—, cogí el tono en que aquella historia tenía que ser contada, narraba yo, pero al mismo tiempo establecí cierto distanciamiento que me permitía un sinnúmero de libertades narrativas, y un sinfín de matices de humor, ironía, ternura...». En el año 2000, Destino, la editorial de su vida, publicó El camino. Edición facsímil, con introducción de Ramón García Domínguez, el original está escrito en cuartillas de papel de periódico (16 x 22), y a pluma estilográfica, como el resto de sus manuscritos. Hoy es una rareza, digna de tener en cuenta.


Sábado, 12 de marzo, 2011; pág.8                          

                       


jueves, 26 de febrero de 2015

Hoy invito a…



María Ángeles Pérez


    Bajo el título genérico de AMANECERES y durante los últimos cinco años, María Ángeles Pérez ha desarrollado una intensa labor de columnista en la página 2 del suplemento literario, Cuadernos del Sur, del Diario-Córdoba. En apenas 900 caracteres cincela con una aguda visión aspectos variados de nuestra sociedad, de nuestra cultura, de nuestra política y los ámbitos más variopintos; eso sí, con una mirada, en ocasiones, ácida y crítica, pero en otras, pese a la brevedad, resultan de lo más entrañable.  


AMANECERES

JUSTICIA

    El sol se asoma entre las crestas de las montañas. Son los amaneceres de nuestros asiduos paseos. Hasta ahora no les había prestado atención, algo ha cambiado. Siento la necesidad de despertar de un profundo sueño. ¿Por qué esta vuelta de tuerca? ¿Por qué despiertan ahora unos sentimientos dormidos, o ignorados? Busco una respuesta. Generalicemos. ¿Cuántas personas dejan de ver un amanecer? ¿Cuántas dejaron de hacerlo injustamente en nuestra Guerra Civil? Y ahora, pretenden que olvidemos, que echemos más tierra sobre esas tumbas comunitarias. Castigan a un juez, que pretende hacer JUSTICIA, consolar corazones repletos de recuerdos. El sol sigue saliendo cada día, la vida continúa. Los afortunados que percibimos esas sensaciones, unimos nuestro corazón a los enterrados en el olvido de la Historia. Hoy he vuelto a contemplar un nuevo amanecer y, por supuesto, era distinto al de ayer. 
                                                                Sábado, 24 de julio, 2010.




ZENOBIA
                                                                              
        Desde siempre se ha dicho: “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Refranes y dichos populares esconden un porcentaje muy alto de auténticas verdades. Volviendo a leer Historias de mujeres de Rosa Montero, me detengo en Zenobia, esposa de J. Ramón Jiménez, y lo que llama mi atención es cómo siendo una mujer tan culta, activa, desenvuelta y moderna en su tiempo se deje anular hasta límites insostenibles por el poeta. La hipocondría de éste y su estado continuo de “enfermo imaginario” llevan a crearle tal dependencia de Zenobia que ésta retrasa su propia intervención quirúrgica para no dejarle solo.

        Hoy podemos presumir de J. Ramón por su legado literario y por ser premio Nobel en 1956. También deberíamos presumir de Zenobia por estar a su lado incondicionalmente, dejando de lado su propia creación. Aquí se cumple al cien por cien  el dicho popular que da comienzo a esta columna.
                                                             Sábado, 22 de enero, 2011.
 


REENCUENTRO


      Sin lugar a dudas, las madres queremos de una manera incondicional a los hijos.
     Leo, recientemente, un artículo sobre la mítica cantante Joan Baez donde confiesa el reencuentro con su hijo Gabriel. Ella reconoce todos los vaivenes que le llevaron a continuar con sus giras y su lucha política, sintiéndose culpable de no atender lo necesario a ese niño de apenas un año. Pasadas las etapas de adolescencia y madurez llega, por fin, el esperado reencuentro. Charlan como personas adultas y según sus palabras “hacen las paces”. Ahora Joan Baez tiene 70 años, Gabriel 42 y además le ha dado una nieta que, esporádicamente, sube a los escenarios. Según palabras de Gabe, como ella lo llama, su madre estaba “hecha para vivir sola” y durante un tiempo fue así.  Entonces no la entendía, ahora la comprende y la adora.
    Bienvenida a la complicidad entre padres e hijos, aunque, a veces, ésta, llegue demasiado tarde.
 
                                                           Sábado, 19 de mayo, 2012.


PLACERES

  Cuenta una leyenda oriental que el sultán de Constantinopla se desmayó de placer degustando un plato de berenjenas rellenas de tomate y piñones. El sabor de este último manjar fue lo que le llevó a su repentino desvanecimiento. Nos suena a cuento, incluso puede provocarnos una sonrisa, pero de pequeños placeres está la vida llena
  Nos puede producir placer leer un buen libro, junto a una chimenea, en una tarde invernal, pasear por la playa durante un día soleado; infinidad de pequeñas cosas crean esa sensación placentera. Incluso, ¿por qué no? una buena comida no podemos excluirla de ello, por lo tanto no debería asombrarnos que, el sabor de los piñones, poseedores de excelentes propiedades para la alimentación, produjera tal bienestar al mencionado sultán.
 Sobre sabores no hay colores. De sinsabores está la vida llena. Aprovechemos los primeros aunque sea a través de unos simples piñones.

                                                                Sábado, 4 de mayo, 2013

PEQUEÑECES

    Estamos construyendo un mundo repleto de problemas y de obstáculos. Por diversos motivos interesa que sigan existiendo países en continuo belicismo y pobreza, que la palabra “ecologismo” exista en el diccionario como definición ornamental, que el altruismo vaya en detrimento favoreciendo el sentimiento individual y el egocentrismo.
 Hay momentos que lo único que nos queda es engancharnos a la evasión. Evadirnos ante una buena lectura, contemplando un amanecer, fusionarnos con una puesta de sol rojiza, o con un anochecer iluminado por fugaces estrellas y una luna inmensamente llena, aun corriendo el riesgo de ser atacados por el hombre lobo. Vivamos estas pequeñas cosas, como diría Serrat, sintámonos privilegiados pudiendo disfrutar de ellas y, encima, sin ningún tipo de gravamen económico.
        ¡Qué difícil o qué fácil podemos percibir esta vida dependiendo del horizonte desde donde la observemos
                                                               Sábado, 24 de mayo, 2014

EL FINAL

    Y llegó final de año, con la única esperanza de que el Nuevo rompa ciertas historias de las que no fue capaz el anterior. Giremos de una vez la tuerca y acabemos con las injusticias, las mentiras y las desilusiones. Demos un carpetazo a nuestras mentes cerradas, acomodaticias e insidiosas, tendamos nuestros brazos abiertos a la cultura, la crítica, el diálogo, la justicia y la comprensión.
    Presiento que este puede ser el año con el que podamos dar fin a casi todo aquello que forma parte del lado oscuro de nuestra conciencia. Ojalá no me equivoque, supondría el comienzo para poder divisar nuevos horizontes, distintas tonalidades de luz, infinitas ilusiones. Cerremos 2014. Bienvenido 2015, tu terminación numérica resulta agradable a la hora de escribirla y escucharla, apórtanos ese bonito “son” durante tus trescientos sesenta y cinco días. Quizá ello suponga el principio de algún oscuro final.
                                                               Sábado, 31 de enero, 2015

miércoles, 25 de febrero de 2015

Eva María Medina


I
Ingenio
“El ingenio consiste en apreciar el parecido de cosas que difieren entre sí, y la diferencia de cosas entre sí iguales”.
                                                                Madame de Staël
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Relojes muertos


   Eva María Medina (Madrid, 1971) entrega su primera novela, Relojes muertos (2015) y, desde las primeras páginas, se percibe un firme pulso narrativo que nos sumerge en un extraño mundo, sus personajes viven entre una realidad inmediata y el abismo de la locura, una suerte de auténtico torbellino vital con una existencia marcada por la esquizofrenia, y el deseo único de otorgar sentido a una mísera vida.

  La narradora madrileña ha arriesgado mucho en su primer proyecto extenso, y abordar el tema de la locura resulta una apuesta interesante que recuerda a ilustres antecedentes, que no son necesarios cuantificar, aunque en una primera impresión, deberíamos matizar, Medina sale airosa, y en ese puzzle de imágenes y metáforas que componen Relojes muertos sobresale el hilo narrativo, y un profundo halo de humanismo deja un buen sabor de boca a la hora de avanzar por sus páginas. La vida del protagonista Gonzalo se concreta en una serie de vivencias y actuaciones que se mezclan en su existencia, y pasan de una absoluta cordura a una autentica locura en sus actuaciones y sucesivas opiniones; pese a todo, el personaje, aflora como alguien inteligente capaz de sobrevivir tan solo en la vida de los demás, sin llegar a intensificar el significado de la suya propia, y así será capaz de imaginarla sin que por ello ponga remedio alguno. Es así como, tal vez, cierto sector de la sociedad vea a algunos individuos, y solo cuando alguien se interese por nosotros, justificamos nuestra presencia, caso de Ángela, quien sustenta la vida de Gonzalo, le otorga credibilidad y da los primeros pasos para convivir juntos y otorgarle un sentido a su vida. Aunque a medida que transcurre el tiempo, el personaje irá encerrándose aun más en su mundo, se convierte en alguien intransigente y violento y parece vivir en ese mundo de los sueños, donde todo parece real aunque desaparece cuando uno despierta. 
   El resto de la historia muestra a unos personajes que viven las misma histeria, y sin duda la alusión a “relojes muertos” se deba precisamente a que se comportan como tales, viven en una atormentada irrealidad marcada por un relojes que ya no marcan las horas, o les llevan solo a imaginar y nunca consiguen alejarse de una tragedia obsesiva que condiciona sus vidas y nunca les permite alejarse del sinsentido de una locura colectiva. Como en la novela, en nuestra lectura nos vamos deteriorando, al igual que su protagonista, Gonzalo que irá viendo como se aleja de Ángela, de sus compañeros del trabajo y de su pequeño mundo, en un progresivo deterioro que terminará por destruirlo totalmente. Y solo así comprendemos y diferenciamos las dos posibles partes de Relojes muertos, una novela ambiciosa y compleja, una primera cuando se describe el proceso de la enfermedad y de su estancia hospitalaria con su vuelta a un mundo que le resulta ajeno, y la segunda, esa realidad cotidiana donde el mundo del ensueño y las percepciones subjetivas se abrirán paso para ensayar una narración diferente que, no obstante, oprime aun más la voluntad del narrador y, al mismo tiempo, la del lector, aunque de esa curiosa simbiosis resulta lo mejor de la novela.

 










RELOJES MUERTOS
Eva María Medina
Madrid, Playa de Ákaba, 2015




martes, 24 de febrero de 2015

TRAVESÍAS



CHEJFEC


  Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956) se adscribe a ese grupo de escritores que no tienen una concepción pacífica de la literatura, la observan como un lugar vacío que ocupar, lo literario se muestra como un territorio de entredichos permanentes. Admirador de una artista venezolana, un día llamó a su puerta y así nació, Baroni: un viaje (2007). En realidad, Rafaela Baroni es una escultora que vive al pie de la cordillera, en la población de Betijoque, en el estado de Trujillo. Talla, generalmente, figuras de madera con motivos religiosos, nadie queda indiferente ante su mirada, sabia y transparente, ella imagina permanentemente el mundo desde sus manos: vírgenes, santos, ángeles, flores y pájaros multicolores, fina declamadora, cantautora y poetisa, es dueña de una religiosidad muy personal. Todos los Viernes Santo del año celebra su propio funeral para exorcizar, de alguna manera, la muerte.
  La editorial Candaya presenta, en España, a Sergio Chejfec con Mis dos mundos (2008), una fábula sobre cómo recuperar el tiempo vivido de otra forma, en este caso, un paseo por un parque en una ciudad del sur de Brasil, una suerte de arqueología irrelevante. Y Baroni: un viaje (2010), ¿una novela? ¿un ensayo? ¿una crónica? ¿cuaderno de notas? ¿un testimonio vivo? Chejfec juega, muestra esa sensación de vacío que caracteriza a su obra, la suya es una forma de no vincularse con lo real, se sirve de la indeterminación para interpretar el mundo, y solo así reinventa un personaje, Baroni, tan esquivo como real. Su obra, sin duda, entreteje la trama con la reflexión. 

* Durante estos años, Chejfec se ha cnvertido en un autor de culto en nuestro país, y la mism editorial editaba La experiencia dramática (2013) y Modo linterna (2014).
 

lunes, 23 de febrero de 2015

Desayuno con diamantes, 24



MARGINADOS Y OLVIDADOS
(Los cuentos de Julio Ramón Ribeyro)




   El peruano Julio Ramón Ribeyro, nacido en Lima, en 1929, pertenece a la generación narrativa de los cincuenta, un grupo de escritores que se iniciaron literariamente publicando cuentos; en realidad, colecciones de relatos que desde muy variados registros muestran situaciones humanas solitarias o violentas, con tal grado de degradación que el dramatismo y la crudeza de los barrios limeños pone de manifiesto la truculenta realidad de una época en la que el «costumbrismo descriptivo» se convertía en la expresión inequívoca del momento. Ribeyro publicó entonces Los gallinazos sin plumas (1955), Cuentos de circunstancias (1958) o Las botellas y los hombres (1964) y continuó publicando cuentos a lo largo de toda su trayectoria literaria: Tres historias sublevantes (1964), Los cautivos (1972), El próximo mes me nivelo (1972), Silvio en El Rosedal (1977) y una última colección, Sólo para fumadores (1987), aunque tanto a lo largo de su existencia, como posteriormente a su muerte, se realizaron compilaciones que recogieron, en buena parte, la totalidad de su narrativa breve, La palabra del mudo: cuentos (1952/1972) (1970-1973), La palabra del mudo: cuentos (1952/1993) (1994) y Cuentos completos (1952-1994) (1994). Su primera novela, Crónica de San Gabriel (1960) es un relato de aprendizaje, cuya acción se sitúa en una finca campesina a donde acude Lucho, el protagonista, y allí descubre un nuevo mundo. Su siguiente relato extenso, Los geniecillos dominicales (1965), es otra narración tradicional escrita en tercera persona, cuenta la historia de un joven limeño, Ludo, inconforme con un trabajo burocrático rutinario y, una tercera, Cambio de guardia (1976), la figura de un dictador, Alejandro Chaparro, que bien puede reflejar la sombra del general Odría y las intrigas del poder político. La prosa de Ribeyro es, estilísticamente, seca, sobria, directa, parte de la ironía, pero también de la nostalgia y del escepticismo de un narrador que siempre tuvo los ojos muy bien abiertos a la realidad que le toco vivir. Su estilo, muy personal, revela la miseria del hombre, como queda apuntado, siempre sometido y, al mismo tiempo, capaz de resistir y mostrar esa rebeldía propia que ofrece el ser humano. De autor en fuga —lo calificaba la mejicana Vivian Abenchuchan— de auténtico «pasajero en tránsito»; en realidad, Ribeyro se procuraba identidades y escrituras distintas. Por sus Cuentos Completos—añade la estudiosa— transitan varios narradores, filiaciones literarias, temperaturas y temas. Cuentos rurales, fantásticos, épicos, alegóricos, urbanos, satíricos, de enigma, de infancia, de literatos, componen su producción; lo mismo acude a la crónica que a la autobiografía sesgada, a la crítica, la parábola y la fábula. No sólo eso: Ribeyro construye sus frases «palabra por palabra» buscando, con singular obstinación, trazar un camino hacia un estilo neutro, es decir, hacia la supresión de cualquier estilo.



La editorial barcelonesa Seix-Barral recupera para los lectores, La palabra del mudo (2010), que había sido publicado, originariamente, entre 1973 y 1994, aunque en la presente edición, además, de las colecciones apuntadas, se incluyen unos Cuentos olvidados, seis en total, aparecidos por primera vez en, Ribeyro, la palabra inmortal (1995), en edición de Jorge Coaguila, los Relatos santacrucinos (1992), diez en total, tres Cuentos desconocidos, que nunca antes habían aparecido en libro, y un Cuento inédito, «Surf», fechado en Barranco en julio de 1994, escrito posiblemente unos meses antes de su fallecimiento, en diciembre del mismo año. Ribeyro justifica el título del volumen argumentando que «en la mayoría de mis cuentos se expresan aquellos que en la vida están privados de la palabra, los marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin sintonía y sin voz», y en la «Introducción» escribe sobre su deuda con el relato desde su niñez misma, tras las lecturas de Anatole France, Abraham Valdelomar, Luigi Pirandello, E.A. Poe y, por supuesto, mucho más tarde los relatos de Kafka, Joyce, James, Hemingway y Borges que, le descubrieron al escritor limeño, nuevas probabilidades para ensayar la lógica del absurdo, la habilidad técnica, el arte de lo no dicho, la eficacia del diálogo, y la fantasía puesta al servicio de la paradoja. Un cuento como «Las cosas andan mal, Carmelo Rosa», incluido en la presente edición en Los cautivos (1972), escrito durante una de sus estancias en París en 1971, siendo corresponsal de France Pressfigura como ejemplo de una voz interior que se nos descubre íntimamente, esa especie de devenir atribulado de la conciencia narrativa como circunstancia reveladora de la destrucción del protagonista, crítica de una opresora existencia. Técnicamente, el narrador fue dando cabida al realismo urbano, confundido en numerosas ocasiones con el neorrealismo de anteriores décadas, aunque en este caso el peruano nunca renunciara a la inclusión, en sus cuentos y novelas, de elementos fantásticos que siempre funcionan en sus textos como reordenadores de la realidad, atento como fue siempre, a las experiencias humanas frustrantes y a la denuncia de situaciones negativas e injustas de la sociedad, con referencia inequívoca a la peruana, aunque universalizados, sin duda alguna. «Cuentos, como espejo de mi vida, —escribe Ribeyro—, pero también reflejo del mundo que me tocó vivir, en especial el de mi infancia y juventud, que intenté captar y representar en lo que a mi juicio, y acuerdo con mi propia sensibilidad, lo merecía: ilusiones frustradas, vida familiar, o Miraflores, el mar y los arenales». Al final de su «Introducción», añade un decálogo personal para desarrollar su concepción del cuento, especialmente significativo y resumido en, un estilo directo, preferentemente breve, solo debe mostrar, admite todo tipo de técnicas, puede ser real o inventado, se parte de un conflicto, cada palabra es imprescindible, debe conducir a un solo desenlace y si el lector no acepta ese desenlace, entonces todo el cuento habrá fallado.


   No menos significativa es el resto de su prosa que incluye los títulos Prosas apátridas (1975), Prosas apátridas aumentadas (1978), Prosas apátridas completas (1986), Dichos de Luder (1989) y, sobre todo, La tentación de fracaso I. Diario personal (1992), una forma de escritura que desde siempre había defendido Ribeyro y —según él mismo—era fruto de «una necesidad de emulación, pues, uno tiende a imitar lo que le impresiona; —añade, además—que uno relata actos, o, más profundamente, pensamientos e ideas, y, en lo más profundo, emociones y sentimientos. Cada diario mezcla planos, y es por eso que en mi diario ustedes encontrarán pasajes descriptivos y factuales, o momentos de reflexión sobre algo que me ocurrió o que leí, y también, en algunos pasajes más profundos, la expresión de sentimientos hondos».


















Julio Ramón Ribeyro; La palabra del mudo; Barcelona, Seix-Barral, 2010; 1035 págs.



domingo, 22 de febrero de 2015

Hoy tomo café con…



José Luis Muñoz


     Un lustro después, José Luis Muñoz sigue estando en la escena narrativa con una variada y asombrosa obra. La entrevista se articuló en torno al premio Ciudad de Carmona de Novela Negra, 2010.



     José Luis Muñoz (Salamanca, 1951) novelista, apasionado cinéfilo, articulista y viajero, premiado en numerosas ocasiones, se inició en literatura con algunos títulos de novela negra, El cadáver bajo el jardín (1987), Barcelona negra (1987), La lanzadora de cuchillos (1989), Premio Sonrisa Vertical por Pubis de vello rojo (1990), Café Gijón por Lifting (2001). Es noticia porque, recientemente, ha obtenido el Ciudad de Carmona de Novela Negra por La frontera Sur (2010).

 -Casi una treintena de libros publicados dejan constancia de toda unas señas de identidad del escritor, José Luis Muñoz, ¿por qué esa variedad de géneros y cómo ha vivido estos años de creación literaria?

En realidad no he hecho más, durante todos estos años, que escribir lo que me gusta, y escribir en los géneros que me apetecía hacerlo, acercándome a ellos con libertad, desde la heterodoxia. Imagino que, por mi concepción pesimista del mundo y del hombre, el género que más he frecuentado ha sido el negrocriminal que es un instrumento muy útil para preguntarse acerca de determinados comportamientos del ser humano. Veintidos años publicando y un buen número de títulos durante ese periodo dan pie para hacer un balance que, en general, considero positivo. Decir que cada uno de mis libros, así lo creo yo, es muy diferente del otro, que en cada libro adapto tono y estilo a lo que cuento y que siempre, en todos ellos, sean del género que sean, me marco como regla de oro no aburrir, bajo ningún concepto, al lector e intentar, aunque sea solo por los días, semanas que lo tenga enganchado a mi libro, cambiarle un poco, hacerle reflexionar sobre algunas asuntos que a mí me inquietan.

-Durante el reciente 2010, usted ha publicado, tres libros, ¿es este el ritmo normal de su producción, o simple casualidad?

Ha sido algo casual. El libro de relatos, “La mujer ígnea y otros relatos oscuros”, ya estaba previsto que se publicara porque quería compilar en un volumen toda una serie de cuentos que se habían ido publicado de forma muy dispersa en revistas y antologías y que, en su mayoría, habían sido premiados. Lo que creía era un cajón de sastre resultó no serlo luego, porque los relatos estaban muy relacionados unos con otros, genéricamente, hasta argumentalmente. “La Frontera Sur” fue algo imprevisto, tuvo la suerte de ganar el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona y fue publicado por Almuzara. “Marea de sangre”, el último libro publicado en 2010, en una buena colección de novela negra, Cosecha Roja de Erein, era una espina que quería sacarme de encima, una novela muy especial en la que recogía una serie de vivencias personales de la ciudad costera en la que se desarrolla la narración: Playa de Aro.

-Su novela, La frontera sur (2010) ¿es un relato de corte policíaco o una exploración del alma humana?

Pues la pregunta es buena. Creo que son las dos cosas. O quizá más, porque también se puede hacer de la novela una lectura del eterno enfrentamiento norte y sur, que no es una cuestión meramente geográfica, aunque sí, lo sea, que es algo que llevamos todos dentro de nosotros mismos, consecuencia del dualismo del ser humano en el que creo y está presente en toda mi obra. Y el protagonista de la novela, Mike Demon, un viejo amigo rescatado de una novela anterior, “Lluvia de níquel”, puede resultar un tipo universal, no es simplemente un norteamericano de a pie, bastante reaccionario, republicano, con tics racistas; es también un individuo que bascula entre su norte cerebral y frío y su sur impulsivo, irracional y dominado por la sensualidad. Lo que puede inquietar de Mike Demon es que en su piel nos podemos poner casi todos. Y luego está toda la trama de novela negra, el escenario adecuado, el paisaje determinante, para que esa historia sea creible, la recreación de esa zona peligrosa que es la frontera física que separa esos dos enormes países que son antitéticos a pesar de estar tan próximos en espacio como son Estados Unidos y México, con sus narcos, policías corruptos, prostitutas forzadas a serlo, polleros y desarraigados de todo el continente que no tienen nada que perder y se disponen a dar el salto al primer mundo desde el tercero al que se les ha condenado.

-En esta novela recupera un personaje emblemático de una novela anterior, Mike Demon, pero ahora desarrolla los sentimientos y las oscuridades de este americano de clase media, ¿le faltó algo que contar del mismo?

Lo de Mike Demon es un caso curioso. Cuando escribí y publiqué “Lluvia de níquel” me estuve diciendo durante unos años que ese personaje podía dar mucho más de sí, que no lo había exprimido suficientemente porque era literariamente muy rico. No es un tipo agradable, ni es una buena persona como habitualmente se entiende, sino alguien bastante retorcido que viene de una situación familiar muy rígida, con un padre religioso y autoritario con sentimiento de culpa. A través de Mike Demon se puede escribir buena parte de la historia de Estados Unidos. Ese país, al que amo y detesto a partes iguales, en cuyo haber podemos poner obras de la literatura y el cine capitales. y en cuyo debe una política, en general, nefasta, como le corresponde, por otra parte, a toda gran potencia que desee serlo, tiene algo que me fascina desde un punto de vista literario y que intento plasmarlo: el desarraigo. La visión pictórica la daría Hopper, uno de mis pintores favoritos. Ese patriotismo que no entendemos en la vieja Europa, ese flamear de banderas en cada casa de ese país, no es otra cosa que un grito de desespero por sentirse de alguna parte que experimentan millones de personas que realmente no se sienten de ningún lugar, que llegaron de todos los confines de Europa y se establecieron en una tierra hostil pero que les daba la oportunidad de prosperar. No hay historia suficiente en Estados Unidos, que es una inmensa coctelera en donde se agitan distintas culturas, no hay fundamentos todavía en ese vasto país que es muy joven, y eso se nota cuando viajas por él, paseas por sus ciudades o te alojas en sus desangelados moteles, y esa sensación es muy literaria, la capto y me fascina, e intento trasladarla a la literatura en las novelas, que ya son varias, que he ambientado en Estados Unidos.



-¿Quizá, otra perspectiva que usted plantea en esta novela siga siendo las enormes desigualdades de nacer en uno u otro sitio?

Sí, eso lo marca la frontera, esa línea divisoria artificial que alguien traza en un mapa y separa un pueblo de otro. California es un único paisaje, pero es verdad que existe un abismo económico, culrural y sociológico entre la Alta California, estadounidense, y la Baja California, mexicana. Puede que sea esa una de las fronteras más conflictivas y peligrosas del mundo, porque a través de ella los mexicanos exportan droga e importan armas de fuego de su vecino del norte, un comercio letal al que hay que unir el tráfico de seres humanos. Ese ambiente de ciudad fronteriza, anárquica,  es lo que intento plasmar en la parte de la novela que transcurre en Tijuana. Mike Demon pasa esa frontera buscando el paraíso, y el paraíso, aparentemente es Carmela, una mexicana muy atractiva, pero la contrapartida es entrar en contacto con un segmento de la sociedad que no conocería de no haberse enamorado locamente de esa muchacha. La novela también va de eso, de como la pasión ciega y un hombre de clase media, bien establecido, con una situación familiar estructurada, ve como todo su esquema vital se le viene abajo por una pasión que nace en el sur geográfico, en el sur de su cuerpo y en el sur de su alma. 

-Marea de sangre (2010), ambientada en los 80, reproduce un esquema policíaco con ingredientes curiosos, el más, un antihéroe protagonista, ¿hablamos quizá de un posible homenaje al género?

Lo que más me gusta del género negro son sus personajes perdedores. Nunca escribiré una novela sobre un triunfador, ese tipo, literariamente, carece del más mínimo interés para mí. Desde un principio me planteé que la novela girase en torno a un pobre hombre, porque Ismael Ortiz es eso, un tipo anodino que, en un momento de la novela, cuando decide investigar por su cuenta y contra todas las advertencias que recibe de los poderes fácticos de la población, se cree alguien, vive, resucita, porque esa investigación del presunto suicidio, que no le toca hacer a él, que es un simple sargento de la policía municipal y debe delegar en el teniente de la guardia civil, es una descarga de adrenalina que revuelve su vida mediocre y dramática, de la que quiere huir.

-Esta novela se concreta en la crónica triste de una época, con personajes y actitudes desencantados, donde la corrupción, como hoy en día, parece algo normal, ¿se venía venir el tema?

Medio en broma suelo decir que “Marea de sangre” es una novela histórica, porque está ambientada treinta añas atrás, pero que la historia se repite de una forma tozuda. La corrupción urbanística no es nueva en nuestro país, las costas, en donde la especulación ha campado a sus anchas a bases de comisiones y recalificaciones, son un escenario perfecto para la novela negra. Por su situación fronteriza con el ancho mar, los clanes mafiosos de toda índole se instalan en ella para llevar a cabo sus ilícitos negocios y con sus ganancias sobornan a los políticos municipales. De eso va “Marea de sangre”, y de ese David que es Ismael Ortiz en una suicida pelea desigual, que sabe no va a ganar, contra Goliat. Es una novela muy triste y muy dura, muy amarga y realista.

-En La mujer ígnea y otros relatos (2010) supone, tal vez, un cambio de registro en su narrativa, ¿qué se propone usted en la distancia corta?

Bueno, es el cuarto libro de relatos que publico. Ya se sabe que el relato siempre ha sido menospreciado y ninguneado frente a la novela, algo que me perece absolutamente injusto, porque un buen relato es muy difícil de escribir, mientras lo escribes no puedes bajar en ningún instante la guardia, debes mantener la tensión y la calidad desde principio a fin, no admite digresiones que sí se pueden colar en la novela. El relato es un círculo perfecto, una novela jibarizada. Algunos de mis escritores favoritos, como Cortázar o Borges, han sido consumados maestros del género corto. Hace poco leí un libro de relatos de John Cheever, un escritor norteamericano, que me pareció maravilloso. Creo que habría que potenciar el género corto, que los diarios y las revistas deberían publicar relatos en sus páginas como lo hacen los diarios norteamericanos.

-Tres temas esenciales vertebran estos relatos: lo policíaco, lo fantástico y lo erótico.¿Desarrolla usted temas que se repiten en sus novelas porque quizá la estructura de lo breve ofrece otras posibilidades?

Los relatos de “La mujer ígnea y otros relatos oscuros” giran, casi todos, alrededor de tres de mis géneros favoritos: negro, fantástico y erótico, efectivamente. Y son los tres géneros, añadiendo el histórico, sobre los que pivota toda mi carrera literaria. Ninguno de los relatos publicados ha servido luego para desarrollar una novela a partir de ellos. Creo que todos tienen las dimensiones adecuadas, que alargarlos les perjudicaría. Hay algunos de ellos que son casi novelas cortas, por el número considerable de páginas, como “Mis quince minutos con Norma”, sobre la película pornográfica que rodara Marilyn Monroe, “Una extraña herencia”, que es un homenaje a la literatura, o “El atraco al banco”, que es muy canónico. Otro de mis preferidos, como el que da título al volumen, es fantástico, con influencias de Cortázar, y el último, “El terror”, hace referencia a la guerra contra el terrorismo y es uno de los más duros.

-¿Por qué la monotonía, o la desidia, caracterizan a muchos de sus personajes?

Nos movemos en una sociedad en la que todo está muy pautado. Nos creemos libres y no lo somos en absoluto. Somos esclavos de nuestros horarios de trabajo, de nuestras obligaciones familiares, de nuestros horarios ante el televisor, y no digamos de nuestras hipotecas. Incluso tenemos pautado nuestro ocio que se circunscribe al fin de semana, a las vacaciones se Semana Santa y a las de verano. Mis personajes nacen de ese entorno. No son seres extraordinarios sino muy comunes, con los que nos podemos identificar en algunos aspectos. Su colusión con actos extraordinarios, en el caso de Ismael Ortiz, con esa suicida que es el inicio de su enloquecida y obsesiva investigación policial, y en el caso de Mike Demon el paraíso que le supone conocer a una mujer de la que, a su modo, y contra su voluntad, se enamora, les hace apearse de esa monotonía; a Ismael Ortiz de esa casa desangelada en la que convive con una mujer alcoholizada que ya no le dice absolutamente nada, y a Mike Demon de la felicidad entrecomillada que le supone vivir en esa urbanización aséptica de Los Ángeles con su esposa frívola y su hijo, una realidad que no le llena, pero el paraíso suele convertirse en infierno, claro.

-Al hilo de esas dos actitudes, ¿qué significa para usted escribir todos días y en estos momentos?

Bueno, suele decirse que la literatura es un modo de evadirse de la realidad, de crear mundos ajenos en los que los escritores nos sumergimos y por los que no andaríamos en la vida real. La literatura es una herramienta de exploración, de otros mundos y del propio. Cuando uno se pone a escribir, pergeñando una historia, no se plantea, al menos en mi caso, cuál va a ser el desarrollo de la misma, en eso soy muy intuitivo y dejo que la novela me lleve y eso creo que lo agradece el lector. Uno escribe, en principio, por el placer de hacerlo, es algo onanista, y luego tiene el deseo de mostrarlo a los demás, se convierte en exhibicionista. Yo fui onanista hasta los 33 años que fue cuando publiqué mi primera novela, “El cadáver bajo el jardín”, y, a partir de ahí, exhibicionista. Uno escribe un poco sin pensar, dejándose llevar por la lógica interna de la historia que cobra vida y es la que te lleva. Luego, después, cuando analizas lo que escribes descubres cosas sorprendentes, que en las páginas y en los personajes te retratas de forma inconsciente, que, sin planteártelo a priori, introduces muchos elementos de reflexión. La literatura debe servir para hacer preguntas y son los lectores los que deben buscar las respuestas. Yo no considero que haga una literatura simplemente de evasión, aunque el lector pueda evadirse con ella y yo me evada mientras escribo, sencillamente porque no soy frívolo y hay montones de cosas que me obsesionan y me atormentan y las traslado involuntariamente a las páginas de mis novelas.

-Usted tiene un blog muy activo, ¿qué importancia le otorga a Internet y las redes sociales?

Es la revolución más radical de estos últimos años desde Mayo 68: Internet. Y ha servido de herramienta, curiosamente, para que los pueblos del norte de África se levanten contra sus tiranos. El blog “La soledad del corredor de fondo” salió por casualidad, lo creé porque cayó uno de algún colega en mis manos y me pregunté por qué no hacía yo lo mismo. Llevo  tres o cuatro años con él y espero que llegue en un mes a las 200.000 visitas, que no está nada mal para un blog unipersonal, aunque de vez en cuando invito a otros autores a publicar en él. El blog es un instrumento muy importante para dar a conocer tu obra, comunicar los eventos en los que participas y también funciona bien a nivel profesional, en la relación con editores, revistas, escritores, librerías, etc, todo lo relacionado con la literatura. Supone un esfuerzo pero considero que vale la pena y estoy satisfecho con el resultado. Hablo en él, además, de los libros que leo, recomiendo su lectura, o de las películas que veo, o de los viajes que realizo. A veces publico fotos personales y escribo sobre ellas y es un ejercicio que me divierte mucho, que considero muy estimulante. Las redes sociales permiten una inmediatez en la comunicación, una interrelación casi instántanea con otras personas y se hacen buenos amigos a través de aficiones comunes como he podido comprobar, porque lo virtual se vuelve real en cuanto llegas a una ciudad y algunos de los amigos que has hecho virtualmente se acerca a una presentación para saludarte. Cuelgo un comentario sobre un libro en Facebook, una película, o escribo un comentario sobre un acontecimiento político o social, y al instante hay respuestas que pueden venir del otro extremo del mundo, y polémica, lo que siempre es interesante. Hay quien está creando novelas por Internet, lo que me parece un experimento que puede revolucionar el sistema de llegar al lector, pero yo en eso soy un poco más tradicional y pienso que el mejor vehículo para la literatura sigue siendo el libro de papel, el que se puede tener en la mano, acariciar, pasar las páginas, llevarte a la cama, al autobús o al café, colocarlo en la estantería de la librería. En ese aspecto soy muy bibliófilo, como mi padre, y esa es la razón por la que escribo, porque desde niño los libros formaron parte de mi vida, fueron parte fundamental en ella. 



En su incansable trabajo, algo más de buena ficción:
        Marea de sangre (Erein, 2010)
        Tu corazón, Idoia (Corona Borealis, 2011)
        Llueve sobre La Habana (La Página Ediciones, 2011)
        Muerte por muerte (Bicho Ediciones, 2011)
        Patpong Road (La Página Ediciones, 2012)
        Bellabestia (Sigueleyendo.com, 2012)
        La invasión de los fotofóbicos (Atanor Ediciones, 2013)
        La doble vida (Suburbano Miami, 2013)
        El secreto del náufrago (Ediciones del Serbal, 2013)
        Ciudad en llamas (Neverland, 2013)
        Marero (Diputación de Álava, 2013)
        Te arrastrarás sobre tu vientre (El Humo del escritor, 2014)