Pablo Di Marco
“Quienes amamos los libros solemos
confundir la literatura con la "realidad". Es más: muchas veces
consideramos a las historias que surgen de los libros más tangibles y valiosas
que la tantas veces rutinaria y chata vida cotidiana”.
Pablo Di Marco (Buenos Aires, 1972) es corresponsal de la Agencia Cultural de Noticias,
Libros & Letras y colabora en Facetas, suplemento cultural de Diario del
Huila. En 2010 su novela, Las hoars derramadas, obtenía el XXI Certamen
Literario Ategua (Córdoba) y en 2012, Tríptico del desamparo, ganaba la
XIII Bienal de Novela, “José Eustasio
Rivera”, que ahora se publica en España.
¿El libro sigue teniendo un sólido
prestigio en Argentina?
Tengo
sensaciones encontradas. Por momentos creo que en Argentina, como en buena
parte del mundo, los libros son una anacronía, una rareza en extinción. Y en
otros momentos me sorprende la cantidad de gente que veo leyendo en el
tranporte público, las muchas y bonitas librerías que hay por toda la ciudad,
las multitudes que asisten a la
Feria del Libro de Buenos Aires, aunque tal vez esto último
tenga más que ver con el show que rodea a la literatura que a los libros en sí.
Se lo pregunto, porque las jóvenes
generaciones aun se acercan al hecho literario, ¿es así?
Quienes
logran desprenderse de las coloridas pantallitas que permanentemente los
rodean, descubren en la lectura a un amigo que los acompañará toda la vida.
Solo tengo dudas con respecto a si esas novelas tan exitosas entre los
adolescentes les servirán para evolucionar a una literatura más rica y
compleja. Recuerdo a Vargas Llosa diciendo que una pareja que lee a Garcilaso
seguramente se ama mejor que una pareja que desperdicia sus días ante
telenovelas huecas.
¿Dígame en que momento se encuentra
la joven narrativa argentina?
En un
momento de resistencia, de autogestión, de búsqueda de caminos alternativos que
permitan quebrar el monopolio de ese medio puñado de editoriales que todo lo
digitan y deciden. Siempre es sano y valioso que el individio se rebele ante un
afuera que será siempre hostil
Usted salta a la escena narrativa
avalado por un premio, ¿qué valor le da usted a este hecho?
No solo
no lo subestimo, sino que le doy una gran importancia, a pesar de que tengo
bien en claro que en ningún orden de la vida, pero muchísimo menos en la
literatura, el que gana es el mejor. A diferencia del actor o el músico que
recibe aplauso al terminar su pieza, el escritor suele estar siempre solo, y no
lidia más que con silencio e inseguridades. Por lo tanto recibir un premio
literario es siempre un incentivo, una palmada al hombro, un aliento al oído
El Premio Internacional de Novela
“José Eustasio Rivera” goza de un gran prestigio en Colombia, ¿háblenos de su
experiencia?
La Bienal Internacional de Novela "José Eustasio
Rivera" es uno de los mayores premios de novela de Colombia. Lleva 30 años
de historia, la han ganado escritores de la talla de Marco Tulo Aguilera y han
sido jurados una interesante porción de escritores, profesores, y periodistas colombianos.
La última edición se ha celebrado apenas día atrás y a tenido como ganadora a
una preciosa novela titulada " Las vidas posibles".
Su novela, Trípico del desamparo (2014), se publica en España, ¿ha sido una
larga travesía?
La
edición española de Tríptico del
desamparo es una apuesta de la editorial Palabras de agua, una editorial
que tiene el punto a favor de estar en manos de cuatro escritores, que son
quienes mejor conocen las obsesiones e inseguridades del escritor. Han editado
una cuidada y bella edición de la versión colombiana.
Sus personajes tienen un fuerte
carácter, ¿se trata de una opción voluntaria para dar consistencia al relato?
Son
personajes cuyo fuerte carácter no le impide dudar, equivocarse, quebrarse,
retroceder y renacer, así como sucede con buena parte de nosotros día a día.
La novela empieza como una
auténtica historia de amor, se va complicando y ampliando horizontes.
Tríptico del desamparo está conformada por cuatro
capítulos con tonos, perspectivas, escenarios y narradores diferentes. La
primera parte consta de unas ochenta páginas que podrían haber funcionado como
una nouvelle independiente. Sin embargo, me atraía el desafío de desarrollar la
historia, acompañar a los personajes a través de las décadas, y adaptarme al estilo
y lenguaje que cada circunstancia requería.
La sombra de Irene planea sobre
las vidas del anciano Álvaro y más adelante de Rafael, ¿ambos son la visión de
un amor diferente?
Irene es
una mujer cargada de secretos (que no podemos revelar en esta entrevista) que a
sus más de 60 años es capaz de enamorar tanto a un muchacho de 25 años como a
un anciano de 80. Y por supuesto que, como usted bien dice, el muchacho y el
anciano son visiones de un amor diferente. Mientras el primero despierta en
Irene una pasión (y también una compasión) que creía olvidadas, el segundo no
le genera más que la melancolía y añoranza de las oportunidades perdidas.
¿Y en igual proporción planea la
sombra de Poe y algún otro clásicos, y esa caleidoscópica visión de los
acontecimientos?
Me alegra
su observación. El final de la novela se desarrolla en un majestuoso y
decadente palacio veneciano. Y desde un principio supe que debía volver a ese
palacio un personaje más de la novela. Y mientras imaginaba sus pasadizos,
muros ruinosos y candelabros de oro pensé en el maestro Poe, en sus tan
maravillosas como tenebrosas descripciones de cavernas al borde del derrumbe.
Escribir es una forma de dialogar con los maestros.
¿De haberse consumado el amor
entre Irene y Rafael hubiera sido otra historia? ¿estuve usted tentado en
desarrollarla en algún momento?
De
haberse consumado la historia de amor entre Irene y Rafael supongo que nos
hubiésemos quedado sin historia. En el arte no hay mayor disparador que la
imposibilidad, el fracaso y el desamor. Y claro que estuve tentado en
desarrollar esa posibilidad: a la hora de escribir una novela todas las puertas
deben ser examinadas, pero decidí no seguir ese camino. El éxito tal vez sea
más placentero que la derrota, pero de seguro es infinitamente más aburrido y
vulgar.
La novela se diluye desde un
Buenos Aires de los 70 hasta una Venecia decadente treinta años más tarde, ¿son
dos geografías para mostrar la decadencia de sus personajes y de su mundo?
Me
interesó el contraste entre la moderna pujanza de Buenos Aires y la elegante
decadencia de Venecia. Tenía en claro que debía darle espesura a las dos
ciudades de la novela, ambas debían ser protagonistas de la novela. No me
interesaba un escenario de cartón pintado sobre el que caminen los personajes.
Debía describir en detalle cada recoveco, puente, calle, río, gloria y miseria.
Me interesa de sobremanera que los personajes de mis novelas interactúen y
hablen con sus ciudades
Escribir una historia dentro de
otra historia no es algo novedoso, ¿qué aporta usted a este tipo de relato?
Supongo
que son el amor y la obsesión por los libros los que me conducen a la
metalitetatura. Aunque preferiría no explayarme sobre este tema para no
estropearle la lectura a quien todavía no leyó la novela. Qué puedo aportarle
yo a este tipo de relato? Mi visión y sensibilidad, apenas eso. A fin de
cuentas es posible que ya todas historias hayan sido escritas, lo que nos queda
es reescribirlas con una sensibilidad nueva, y a partir de esa reescritura
volverla una historia nueva y mejor.
Ante una desolada Venecia, el
personaje se pregunta si aun es posible volver de la oscuridad del mundo, ¿solo
es posible en literatura?
Quienes
amamos los libros solemos confundir la literatura con la "realidad".
Es más: muchas veces consideramos a las historias que surgen de los libros más
tangibles y valiosas que la tantas veces rutinaria y chata vida cotidiana. Por
lo tanto sí, es posible que ciertas cosas solo sean posibles en la literatura,
pero con eso basta y sobra
¿Y después de Tríptico del desamparo que vendrá?
Este
último tiempo me dediqué a corregir mi novela Espiral. Lo que imaginé una labor
menor que no me llevaría más que algunas pocas semanas de trabajo se volvió una
reescritura total de la novela que, tras dos años de esfuerzos, creció de 130 a 450 páginas. Espiral
vendría a ser mi lado b, mi cara oculta. Es la novela que jamás imaginé que me
interesaría escribir: una historia cargada de sexo, violencia y lenguaje
vulgar. O sea: la antítesis de Tríptico de desamparo. Me gusta pensar que cada
nueva novela se construye sobre las ruinas de las anteriores, pero en este caso
no fue así: Para escribir Espiral debí olvidar todo lo escrito hasta aquí.
Barajar y dar de nuevo. Saltar al vacío.
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