José Luis Muñoz
Un lustro después, José Luis Muñoz sigue estando
en la escena narrativa con una variada y asombrosa obra. La entrevista se
articuló en torno al premio Ciudad de Carmona de Novela Negra, 2010.
José Luis Muñoz
(Salamanca, 1951) novelista, apasionado cinéfilo, articulista y viajero,
premiado en numerosas ocasiones, se inició en literatura con algunos títulos de
novela negra, El cadáver bajo el jardín
(1987), Barcelona negra (1987), La lanzadora de cuchillos (1989), Premio
Sonrisa Vertical por Pubis de vello rojo
(1990), Café Gijón por Lifting
(2001). Es noticia porque, recientemente, ha obtenido el Ciudad de Carmona de
Novela Negra por La frontera Sur
(2010).
-Casi una treintena de libros publicados dejan
constancia de toda unas señas de identidad del escritor, José Luis Muñoz, ¿por
qué esa variedad de géneros y cómo ha vivido estos años de creación literaria?
En realidad no he
hecho más, durante todos estos años, que escribir lo que me gusta, y escribir
en los géneros que me apetecía hacerlo, acercándome a ellos con libertad, desde
la heterodoxia. Imagino que, por mi concepción pesimista del mundo y del
hombre, el género que más he frecuentado ha sido el negrocriminal que es un
instrumento muy útil para preguntarse acerca de determinados comportamientos
del ser humano. Veintidos años publicando y un buen número de títulos durante
ese periodo dan pie para hacer un balance que, en general, considero positivo.
Decir que cada uno de mis libros, así lo creo yo, es muy diferente del otro,
que en cada libro adapto tono y estilo a lo que cuento y que siempre, en todos
ellos, sean del género que sean, me marco como regla de oro no aburrir, bajo
ningún concepto, al lector e intentar, aunque sea solo por los días,
semanas que lo tenga enganchado a mi libro, cambiarle un poco, hacerle
reflexionar sobre algunas asuntos que a mí me inquietan.
-Durante el reciente 2010, usted
ha publicado, tres libros, ¿es este el ritmo normal de su producción, o simple
casualidad?
Ha sido algo casual.
El libro de relatos, “La mujer ígnea y otros relatos oscuros”, ya estaba
previsto que se publicara porque quería compilar en un volumen toda una serie
de cuentos que se habían ido publicado de forma muy dispersa en revistas y
antologías y que, en su mayoría, habían sido premiados. Lo que creía era un
cajón de sastre resultó no serlo luego, porque los relatos estaban muy
relacionados unos con otros, genéricamente, hasta argumentalmente. “La Frontera Sur” fue
algo imprevisto, tuvo la suerte de ganar el Premio Internacional de Novela
Negra Ciudad de Carmona y fue publicado por Almuzara. “Marea de sangre”, el
último libro publicado en 2010, en una buena colección de novela negra, Cosecha
Roja de Erein, era una espina que quería sacarme de encima, una novela muy
especial en la que recogía una serie de vivencias personales de la ciudad
costera en la que se desarrolla la narración: Playa de Aro.
-Su novela, La frontera sur (2010)
¿es un relato de corte policíaco o una exploración del alma humana?
Pues la pregunta es buena. Creo
que son las dos cosas. O quizá más, porque también se puede hacer de la novela
una lectura del eterno enfrentamiento norte y sur, que no es una cuestión
meramente geográfica, aunque sí, lo sea, que es algo que llevamos todos dentro
de nosotros mismos, consecuencia del dualismo del ser humano en el que creo y
está presente en toda mi obra. Y el protagonista de la novela, Mike Demon, un
viejo amigo rescatado de una novela anterior, “Lluvia de níquel”, puede
resultar un tipo universal, no es simplemente un norteamericano de a pie,
bastante reaccionario, republicano, con tics racistas; es también un individuo
que bascula entre su norte cerebral y frío y su sur impulsivo, irracional y
dominado por la sensualidad. Lo que puede inquietar de Mike Demon es que en su
piel nos podemos poner casi todos. Y luego está toda la trama de novela negra,
el escenario adecuado, el paisaje determinante, para que esa historia sea
creible, la recreación de esa zona peligrosa que es la frontera física que
separa esos dos enormes países que son antitéticos a pesar de estar tan
próximos en espacio como son Estados Unidos y México, con sus narcos, policías
corruptos, prostitutas forzadas a serlo, polleros y desarraigados de todo el
continente que no tienen nada que perder y se disponen a dar el salto al primer
mundo desde el tercero al que se les ha condenado.
-En esta novela recupera un
personaje emblemático de una novela anterior, Mike Demon, pero ahora desarrolla
los sentimientos y las oscuridades de este americano de clase media, ¿le faltó
algo que contar del mismo?
Lo de Mike Demon es un caso
curioso. Cuando escribí y publiqué “Lluvia de níquel” me estuve diciendo
durante unos años que ese personaje podía dar mucho más de sí, que no lo había
exprimido suficientemente porque era literariamente muy rico. No es un tipo
agradable, ni es una buena persona como habitualmente se entiende, sino alguien
bastante retorcido que viene de una situación familiar muy rígida, con un padre
religioso y autoritario con sentimiento de culpa. A través de Mike Demon se
puede escribir buena parte de la historia de Estados Unidos. Ese país, al que
amo y detesto a partes iguales, en cuyo haber podemos poner obras de la
literatura y el cine capitales. y en cuyo debe una política, en general,
nefasta, como le corresponde, por otra parte, a toda gran potencia que desee
serlo, tiene algo que me fascina desde un punto de vista literario y que
intento plasmarlo: el desarraigo. La visión pictórica la daría Hopper, uno de
mis pintores favoritos. Ese patriotismo que no entendemos en la vieja Europa,
ese flamear de banderas en cada casa de ese país, no es otra cosa que un grito
de desespero por sentirse de alguna parte que experimentan millones de personas
que realmente no se sienten de ningún lugar, que llegaron de todos los confines
de Europa y se establecieron en una tierra hostil pero que les daba la
oportunidad de prosperar. No hay historia suficiente en Estados Unidos, que es
una inmensa coctelera en donde se agitan distintas culturas, no hay fundamentos
todavía en ese vasto país que es muy joven, y eso se nota cuando viajas por él,
paseas por sus ciudades o te alojas en sus desangelados moteles, y esa
sensación es muy literaria, la capto y me fascina, e intento trasladarla a la
literatura en las novelas, que ya son varias, que he ambientado en Estados
Unidos.
-¿Quizá, otra perspectiva que
usted plantea en esta novela siga siendo las enormes desigualdades de nacer en
uno u otro sitio?
Sí, eso lo marca la frontera, esa
línea divisoria artificial que alguien traza en un mapa y separa un pueblo de
otro. California es un único paisaje, pero es verdad que existe un abismo económico, culrural y sociológico entre la Alta California, estadounidense, y la Baja California,
mexicana. Puede que sea esa una de las fronteras más conflictivas y peligrosas
del mundo, porque a través de ella los mexicanos exportan droga e importan
armas de fuego de su vecino del norte, un comercio letal al que hay que unir el
tráfico de seres humanos. Ese ambiente de ciudad fronteriza, anárquica, es lo que intento plasmar en la parte de la
novela que transcurre en Tijuana. Mike Demon pasa esa frontera buscando el
paraíso, y el paraíso, aparentemente es Carmela, una mexicana muy atractiva,
pero la contrapartida es entrar en contacto con un segmento de la sociedad que
no conocería de no haberse enamorado locamente de esa muchacha. La novela
también va de eso, de como la pasión ciega y un hombre de clase media, bien
establecido, con una situación familiar estructurada, ve como todo su esquema
vital se le viene abajo por una pasión que nace en el sur geográfico, en el sur
de su cuerpo y en el sur de su alma.
-Marea de sangre (2010),
ambientada en los 80, reproduce un esquema policíaco con ingredientes curiosos,
el más, un antihéroe protagonista, ¿hablamos quizá de un posible homenaje al
género?
Lo que más me gusta del género
negro son sus personajes perdedores. Nunca escribiré una novela sobre un
triunfador, ese tipo, literariamente, carece del más mínimo interés para mí.
Desde un principio me planteé que la novela girase en torno a un pobre hombre,
porque Ismael Ortiz es eso, un tipo anodino que, en un momento de la novela,
cuando decide investigar por su cuenta y contra todas las advertencias que
recibe de los poderes fácticos de la población, se cree alguien, vive,
resucita, porque esa investigación del presunto suicidio, que no le toca hacer
a él, que es un simple sargento de la policía municipal y debe delegar en el
teniente de la guardia civil, es una descarga de adrenalina que revuelve su
vida mediocre y dramática, de la que quiere huir.
-Esta novela se concreta en la
crónica triste de una época, con personajes y actitudes desencantados, donde la
corrupción, como hoy en día, parece algo normal, ¿se venía venir el tema?
Medio en broma suelo decir que
“Marea de sangre” es una novela histórica, porque está ambientada treinta añas
atrás, pero que la historia se repite de una forma tozuda. La corrupción
urbanística no es nueva en nuestro país, las costas, en donde la especulación
ha campado a sus anchas a bases de comisiones y recalificaciones, son un
escenario perfecto para la novela negra. Por su situación fronteriza con el
ancho mar, los clanes mafiosos de toda índole se instalan en ella para llevar a
cabo sus ilícitos negocios y con sus ganancias sobornan a los políticos
municipales. De eso va “Marea de sangre”, y de ese David que es Ismael Ortiz en
una suicida pelea desigual, que sabe no va a ganar, contra Goliat. Es una
novela muy triste y muy dura, muy amarga y realista.
-En La mujer ígnea y otros relatos
(2010) supone, tal vez, un cambio de registro en su narrativa, ¿qué se propone
usted en la distancia corta?
Bueno, es el cuarto libro de
relatos que publico. Ya se sabe que el relato siempre ha sido menospreciado y
ninguneado frente a la novela, algo que me perece absolutamente injusto, porque
un buen relato es muy difícil de escribir, mientras lo escribes no puedes bajar
en ningún instante la guardia, debes mantener la tensión y la calidad desde
principio a fin, no admite digresiones que sí se pueden colar en la novela. El
relato es un círculo perfecto, una novela jibarizada. Algunos de mis escritores
favoritos, como Cortázar o Borges, han sido consumados maestros del género corto.
Hace poco leí un libro de relatos de John Cheever, un escritor norteamericano,
que me pareció maravilloso. Creo que habría que potenciar el género corto, que
los diarios y las revistas deberían publicar relatos en sus páginas como lo
hacen los diarios norteamericanos.
-Tres temas esenciales vertebran
estos relatos: lo policíaco, lo fantástico y lo erótico.¿Desarrolla usted temas
que se repiten en sus novelas porque quizá la estructura de lo breve ofrece
otras posibilidades?
Los relatos de “La mujer ígnea y
otros relatos oscuros” giran, casi todos, alrededor de tres de mis géneros
favoritos: negro, fantástico y erótico, efectivamente. Y son los tres géneros,
añadiendo el histórico, sobre los que pivota toda mi carrera literaria. Ninguno
de los relatos publicados ha servido luego para desarrollar una novela a partir
de ellos. Creo que todos tienen las dimensiones adecuadas, que alargarlos les
perjudicaría. Hay algunos de ellos que son casi novelas cortas, por el número
considerable de páginas, como “Mis quince minutos con Norma”, sobre la película
pornográfica que rodara Marilyn Monroe, “Una extraña herencia”, que es un
homenaje a la literatura, o “El atraco al banco”, que es muy canónico. Otro de
mis preferidos, como el que da título al volumen, es fantástico, con
influencias de Cortázar, y el último, “El terror”, hace referencia a la guerra
contra el terrorismo y es uno de los más duros.
-¿Por qué la monotonía, o la
desidia, caracterizan a muchos de sus personajes?
Nos movemos en una sociedad en la
que todo está muy pautado. Nos creemos libres y no lo somos en absoluto. Somos
esclavos de nuestros horarios de trabajo, de nuestras obligaciones familiares,
de nuestros horarios ante el televisor, y no digamos de nuestras hipotecas.
Incluso tenemos pautado nuestro ocio que se circunscribe al fin de semana, a
las vacaciones se Semana Santa y a las de verano. Mis personajes nacen de ese
entorno. No son seres extraordinarios sino muy comunes, con los que nos podemos
identificar en algunos aspectos. Su colusión con actos extraordinarios, en el
caso de Ismael Ortiz, con esa suicida que es el inicio de su enloquecida y
obsesiva investigación policial, y en el caso de Mike Demon el paraíso que le
supone conocer a una mujer de la que, a su modo, y contra su voluntad, se enamora,
les hace apearse de esa monotonía; a Ismael Ortiz de esa casa desangelada en la
que convive con una mujer alcoholizada que ya no le dice absolutamente nada, y
a Mike Demon de la felicidad entrecomillada que le supone vivir en esa
urbanización aséptica de Los Ángeles con su esposa frívola y su hijo, una
realidad que no le llena, pero el paraíso suele convertirse en infierno, claro.
-Al hilo de esas dos actitudes,
¿qué significa para usted escribir todos días y en estos momentos?
Bueno, suele decirse que la
literatura es un modo de evadirse de la realidad, de crear mundos ajenos en los
que los escritores nos sumergimos y por los que no andaríamos en la vida real.
La literatura es una herramienta de exploración, de otros mundos y del propio.
Cuando uno se pone a escribir, pergeñando una historia, no se plantea, al menos
en mi caso, cuál va a ser el desarrollo de la misma, en eso soy muy intuitivo y
dejo que la novela me lleve y eso creo que lo agradece el lector. Uno escribe,
en principio, por el placer de hacerlo, es algo onanista, y luego tiene el
deseo de mostrarlo a los demás, se convierte en exhibicionista. Yo fui onanista
hasta los 33 años que fue cuando publiqué mi primera novela, “El cadáver bajo
el jardín”, y, a partir de ahí, exhibicionista. Uno escribe un poco sin pensar,
dejándose llevar por la lógica interna de la historia que cobra vida y es la
que te lleva. Luego, después, cuando analizas lo que escribes descubres cosas
sorprendentes, que en las páginas y en los personajes te retratas de forma
inconsciente, que, sin planteártelo a priori, introduces muchos elementos de
reflexión. La literatura debe servir para hacer preguntas y son los lectores
los que deben buscar las respuestas. Yo no considero que haga una literatura
simplemente de evasión, aunque el lector pueda evadirse con ella y yo me evada
mientras escribo, sencillamente porque no soy frívolo y hay montones de cosas
que me obsesionan y me atormentan y las traslado involuntariamente a las
páginas de mis novelas.
-Usted tiene un blog muy activo,
¿qué importancia le otorga a Internet y las redes sociales?
Es la revolución más radical de
estos últimos años desde Mayo 68: Internet. Y ha servido de herramienta,
curiosamente, para que los pueblos del norte de África se levanten contra sus
tiranos. El blog “La soledad del corredor de fondo” salió por casualidad, lo
creé porque cayó uno de algún colega en mis manos y me pregunté por qué no
hacía yo lo mismo. Llevo tres o cuatro
años con él y espero que llegue en un mes a las 200.000 visitas, que no está
nada mal para un blog unipersonal, aunque de vez en cuando invito a otros
autores a publicar en él. El blog es un instrumento muy importante para dar a
conocer tu obra, comunicar los eventos en los que participas y también funciona
bien a nivel profesional, en la relación con editores, revistas, escritores,
librerías, etc, todo lo relacionado con la literatura. Supone un esfuerzo pero
considero que vale la pena y estoy satisfecho con el resultado. Hablo en él,
además, de los libros que leo, recomiendo su lectura, o de las películas que
veo, o de los viajes que realizo. A veces publico fotos personales y escribo
sobre ellas y es un ejercicio que me divierte mucho, que considero muy
estimulante. Las redes sociales permiten una inmediatez en la comunicación, una
interrelación casi instántanea con otras personas y se hacen buenos amigos a
través de aficiones comunes como he podido comprobar, porque lo virtual se
vuelve real en cuanto llegas a una ciudad y algunos de los amigos que has hecho
virtualmente se acerca a una presentación para saludarte. Cuelgo un comentario
sobre un libro en Facebook, una película, o escribo un comentario sobre un
acontecimiento político o social, y al instante hay respuestas que pueden venir
del otro extremo del mundo, y polémica, lo que siempre es interesante. Hay
quien está creando novelas por Internet, lo que me parece un experimento que
puede revolucionar el sistema de llegar al lector, pero yo en eso soy un poco
más tradicional y pienso que el mejor vehículo para la literatura sigue siendo
el libro de papel, el que se puede tener en la mano, acariciar, pasar las
páginas, llevarte a la cama, al autobús o al café, colocarlo en la estantería
de la librería. En ese aspecto soy muy bibliófilo, como mi padre, y esa es la razón
por la que escribo, porque desde niño los libros formaron parte de mi vida,
fueron parte fundamental en ella.
En
su incansable trabajo, algo más de buena ficción:
Marea de sangre (Erein, 2010)
Tu corazón, Idoia (Corona Borealis,
2011)
Llueve sobre La Habana (La Página Ediciones,
2011)
Muerte por muerte (Bicho Ediciones,
2011)
Patpong Road (La Página Ediciones,
2012)
Bellabestia (Sigueleyendo.com, 2012)
La invasión de los fotofóbicos (Atanor
Ediciones, 2013)
La doble vida (Suburbano Miami, 2013)
El secreto del náufrago (Ediciones del
Serbal, 2013)
Ciudad en llamas (Neverland, 2013)
Marero
(Diputación de Álava, 2013)
Te arrastrarás sobre tu vientre (El Humo
del escritor, 2014)
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