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jueves, 29 de marzo de 2018

Sabías que...





“El tiempo no se detiene ni espera por nadie, así que no detengas tu vida por pequeñeces, sigue adelante porque en este momento eres lo más viejo que puedes ser y lo más joven que nunca volverás a ser jamás”.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Sabías que...



          “La experiencia es una maestra que jamás advierte la próxima lección que vas a recibir”.

martes, 27 de marzo de 2018

Llorenç Villalonga


EL CLÁSICO BEARN
RETRATO INEVITABLE DE UN MUNDO EN DECADENCIA


       La suerte de ciertas novelas resulta, en ocasiones, impredecible y quedan en el olvido durante décadas hasta que el paso del tiempo las convierte en un auténtico clásico. Bearn o La sala de las muñecas fue publicada, en su versión castellana, en 1956, por la modesta editorial mallorquina Atlante. En 1961 se publicó en catalán, y con una merecida repercusión ganaría el Premio de la Crítica catalana. Existen algunas discrepancias sobre la primera versión escrita por Llorenç Villalonga, y fue Baltasar Porcel, amigo personal del autor, quien sostuvo que fue primero la española, iniciada hacia 1936, aunque parece que se redactó la versión catalana mediados los 50, y que enfrentado el autor al editor barcelonés porque pretendía numerosas y diversas correcciones, emprendió la versión castellana, que entregó a la imprenta. El editor Carlos Barral editó una nueva versión castellana en Seix-Barral (1969), prologada por Jaime Pomar, texto que aseguraba la acogida en el ámbito peninsular de quien sería considerado ya como un clásico vivo de la literatura catalana del siglo XX. Dos ediciones recientes recogen el texto completo: el Institut d'Estudis Baleàrics (2006) y Alfabia (2009), que asegura haber editado la versión definitiva, según cotejo de las anteriores, y ahora se suma la de Malpaso con un prólogo de José Carlos Llop, una edición del propio Llop y David Martín Copé.

La obra
       Llorenç Villalonga cuenta un relato de familia de un modo sencillo, con una enjundiosa historia de fondo, una especie de diario-memoria sin apenas ostentación ni una excesiva complejidad estilística que, curiosamente, incorpora la convulsa historia de España a la vida cotidiana, y constata la decadencia de una casa mallorquina de rancio abolengo con envidiable naturalidad. La francmasonería y el volterianismo de su protagonista, don Antonio de Bearn, no eran materia grata al espíritu de una España entre provinciana y empeñada en la autarquía imperial, aunque el tema no fuera razón suficiente para que la novela pasara desapercibido durante décadas, y si el hecho de haber sido escrita por un intelectual mallorquín, ale­jado de los centros emisores de la cultura tradicional de la época: Madrid y Barcelona. La novela narra el devenir de los años de madurez de don Antonio de Bearn, el último de los señores de una estirpe que llegó a la isla con la conquista cristiana, y de su esposa, doña María Antonia, primos hermanos, con quienes se cierra la familia puesto que no han tenido descendencia, símbolo evidente de esa decadencia inexorable de la clase social a la que representan: la aristocracia rural.
       El acierto de Villalonga fue la creación del personaje que interpone en su narración, y cuenta la historia de los señores de Bearn, el capellán de la familia, Juan Mayol, un joven del lugar considerado una especie de “porquero de la casa”, aunque protegido quizá porque fuera un hijo bastardo del amo, dado a sostener aventuras con campesinas del lugar, como buen señor feudal. Juan reconoce la paternidad espiritual de ese hombre cuya vida ha marcado la suya en todos los aspectos. Solo ausente de Bearn durante los años del seminario, Mayol asume que su destino es haber compartido la vida y los conocimientos con el señor, y algunas de sus intimidades. Don Antonio tiene esa cualidad misteriosa que llevan a pensar que algunas personas resulten francas y comunicativas en apariencia, pero como es el caso resultan los seres más impenetrables.
       Juan Mayol encarna ese espíritu reaccionario de raíz clerical propio de la Restauración, aferrado a esa ortodoxia que observa en el señor de la casa y encarna al librepensador por excelencia. La relación entre el hombre maduro y el joven se dilata a lo largo de 30 años desde el inicio hasta el final de la novela, y simboliza el conflicto entre la fe y la razón que defienden ambos personajes. El sacerdote preocupado por la heterodoxia del señor se convierte en guardián de su obra más querida: sus memorias, que son el lugar donde don Antonio ha decidido encerrar ese mundo que muere en la realidad, aunque perdurará por la irreductible fuerza de la literatura. El interés del personaje Mayol, complemento de los esposos Bearn, estriba en su perpetua y continua lucha interior, en las insatisfacciones que dominan su existencia, y se traducen en ese grito nunca formulado en voz alta, que el lector percibe entre líneas. Joven de una extrema sensualidad, de una fuerza incontenible que debe reprimir, oculta una gran frustración por no haber llevado la vida de ese hijo legítimo, y porque por mucho liberalismo que proclame el señor, entendido como humanismo e incapacidad para comprender al semejante, este nunca renunciará al lema ancestral de la familia: Antes morir que mezclar mi sangre.
       Una importancia más ostenta un cuarto personaje, doña Xima, la sobrina de don Antonio, que subraya aun más el importante aporte psicológico de Villalonga. Una joven que provoca un gran escándalo familiar: su fuga a París en pleno Segundo Imperio, donde encuentra protectores jóvenes y adinerados, incluido el mismo Napoleón III, hasta convertirse en una célebre cocotte. Xima encarna una aguda degradación, moral y personal, un hecho que Juan Mayol no deja de denunciar con cierta repugnancia, aunque ella conduce su vida por la senda de esa libertad social que el capellán nunca disfrutó, y su presencia provoca un profundo desasosiego en el sacerdote, que estallará con el incontenible episodio de la visita parisina de la familia. La sensualidad del sacerdote no se verá contenida pese a las represiones y las penitencias a que se somete, puesta a prueba por hallarse en la misma ciudad, llevándolo a soñar con ella, incluso a creer verla en todas partes.
El autor
       Llorenç Villalonga i Pons nació en Palma de Mallorca el 1 de marzo de 1897, de padre militar no siguió sus pasos y estudió Medicina en las facultades de Murcia, Barcelona, Madrid y Zaragoza, y en 1926 se especializó en Psiquiatría. Ejerció en Palma, y después en el Hospital Psiquiátrico de la ciudad. Siendo estudiante universitario escribió artículos en El Día, diario de carácter liberal, se interesó por las vanguardias estéticas europeas, y por Marcel Proust, decisivo en su obra. Su primera novela, Mort de dama (1931), narra la agonía la aristocracia de la isla, y satiriza la vida de la alta sociedad mallorquina de los años veinte. Director literario de la revista Brisas (134-1936) publicó en castellano cinco relatos breves y una pieza teatral.
Cuando se produce la sublevación militar contra la República, Villalonga se afilia a la Falange Española. El 19 de noviembre de 1936 contrae un matrimonio de conveniencia con una pariente lejana, Maria Teresa Gelabert i Gelabert. El final de la guerra significó un tiempo de silencio, escasean sus publicaciones: diez artículos entre 1942 y 1947, en el diario El Español. En 1947 reanudó sus colaboraciones de prensa en el diario Baleares, órgano del régimen franquista, y regresa al cultivo literario en su lengua materna en los 1950, mejoran sus relaciones con los representantes del catalanismo en Mallorca, y publica en 1952, en catalán, La novela de Palmira, y dos años después aparece en Barcelona una nueva edición de su primera novela, Mort de dama. Entre 1952 y 1954 escribe en catalán su obra más importante, Bearn o La sala de las muñecas, considerada hoy un clásico de la literatura catalana. A partir de los sesenta, en su literatura cobra una gran importancia el componente autobiográfico, en las novelas L'àngel rebel (1961), Falses memòries de Salvador Orlan (1967), Les Fures (1967) y El misantrop (1972. Actualmente se considera una de las figuras más importantes de la literatura en lengua catalana del siglo XX. Murió el 28 de enero de 1980.





Llorenç Villalonga, Bearn o La sala de las muñecas; ed., de José Carlos Llop y David Martín Copé; Barcelona, Malpaso, 2017; 340 pp.

jueves, 22 de marzo de 2018

Clásicos ilustrados para la primavera



Los Watson
Jane Austen
Edición ilustrada por Sara Morante


       Jane Austen (1775-1817) dejó su novela Los Watson (1804) inconclusa, y leída hoy se muestra como ese esbozo, apenas unas escenas en las 120 páginas de lo que debiera haberse desarrollado como una de las encantadoras novelas de la autora inglesa, aunque sí es posible reconocer no solo su genio, sino también los temas que siempre interesaron a Austen, “esa profunda contradicción entre el dominio de la razón dominante en la sociedad de la Inglaterra del siglo XVIII y los valores a los que, hipócritamente, se esperaba que la mujer se adhiriera”.



El argumento
       La historia comienza cuando la hermosa Emma Watson se dirige al primer baile de la temporada en compañía de su hermana. Emma ha pasado la mayor parte de su vida lejos de la localidad de Surrey de la que es oriunda. Hija de una familia patricia venida a menos, ha sido educada hasta el momento por una tía acaudalada que la devuelve a su casa porque contraerá matrimonio y se trasladará con su marido a Irlanda.
       La escena del baile, ocasión para introducir a los personajes principales de la trama, ocupa la mayor parte de las páginas conservadas del relato, y con ellas ya es posible hacerse una idea del desarrollo de los acontecimientos que había previsto la narradora. Emma es la menor de cuatro hermanas cuya única aspiración es encontrar un marido; dada la mala situación económica de la familia, esa es la opción respetable de asegurarse el futuro. Jane Austen nos habla, una vez más, de la condición de la mujer de su época, de su limitado papel en la sociedad y de su falta de recursos propios.
       La protagonista se describe como una joven de gran sensibilidad y honestidad, y quizá por eso no está dispuesta a contraer matrimonio si no es con alguien de su completa elección, independientemente de su fortuna o rango; contempla la idea de desarrollar un trabajo humilde como el de maestra de escuela, algo preferible a dedicarse a la caza de un esposo y al matrimonio por interés. Como no podía ser de otra manera, la interesante Emma pronto despertará pasiones entre los solteros del contorno y vendrá a alterar la existencia de una familia de la que llevaba años alejada.
En el caso de Emma Watson se adivina uno de esos personajes femeninos que han hecho célebre a Jane Austen por su inconformismo y la mirada inquisitiva que lanza a su alrededor. Una vez más, la autora planteaba con sus textos la futilidad de una existencia femenina sin otra posibilidad de realización que un buen matrimonio de conveniencia que obligaba a las mujeres a lanzarse a una competición que, sin duda, les arrebataba la dignidad y, en numerosas ocasiones, la felicidad.

Final

       Los Watson, una obra que, desgraciadamente, quedó inconclusa y la presente edición, con ilustraciones acertadísimas de Sara Morante (Torrelavega, 1976), que prefiguran ese aire victoriano. Incluye, además, un breve pasaje añadido por James Edward Austen-Leigh, sobrino y biógrafo de la autora, en el que explica los planes que su tía tenía para desarrollar la novela, así cuenta como Casandra, la hermana confidente de la autora, conocía siempre los argumentos de las obras que estaba escribiendo Jane, y señala como el señor Watson moriría poco después, así que Emma se vería obligada a vivir con su mezquino hermano y su cuñada; rechazaría una propuesta de matrimonio y, finalmente, triunfaría el amor por el señor Howard.







Jane Austen, Los Watson; ilustraciones Sara Morante; Barcelona, Círculo de Lectores, 2017.



miércoles, 21 de marzo de 2018

Hoy invito a...


María Ángeles Pérez

AMANECERES



MAÑANA

    Cerró la puerta tranquila, muy despacio, al contrario de como había pensado hacerlo. Sintió un leve mareo, se apoyó sobre la silla azul, sacó el clinex algo humedecido por sus propias lágrimas y, sobre él, escribió: Y mañana volverá a salir y a ponerse el sol, recibirá el beso de buenos días convertido en una constante rutina, la vecina saludará amable y cumplidamente, el paseo se cerrará ajustado a una hora aproximada, como siempre. Pero mañana, para ella, no será un día más. Miraréis a su cara y no sabréis qué decir, omitiréis  pensamientos, cariños, verdades y mentiras, y sabrá leerlo en vuestro corazón y en vuestra mirada y, a pesar de todo, hará un esfuerzo para poder entenderlo.
       Volvió a coger el clinex levemente caído de la mano, pasaron por su cabeza una serie de imágenes desordenadas y las recordó como una terrible pesadilla. Y, en esos momentos, sólo se le ocurrió añadir: Mañana será otro día.



martes, 20 de marzo de 2018

Sabías que...





          “Para tener éxito no tienes que hacer cosas extraordinarias. Haz cosas ordinarias, extraordinariamente bien”.
                                            Jim Rohn

lunes, 19 de marzo de 2018

Desayuno con diamantes, 135



EL CUENTO COMO GÉNERO



       Un cuento es algo tan nítido y limitado como cualquiera de los objetos que nos rodean, quizá por esto, un autor sólo puede resumir su poética literaria cuando concibe unos textos breves; y así, inevitablemente,  un cuento  se convierte—  en un experimento con la noción de límite, o manifiesta esa voluntad impuesta por el propio autor, como escribiera el argentino Ricardo Piglia, muy a propósito de este denostado género literario en nuestros días.
       Aunque, en realidad, esta generalización merezca una reflexión ensayística más oportuna y mejor documentada, para situarnos en el concepto tradicional de cuento, podríamos  aventurar, entre otras características del género, la recapitulación de una síntesis capaz de resumir el concepto de un buen relato o de un cuento breve. Para esto seguiremos algunos de los consejos que Andrés Neuman, un excelente teórico y mejor representante de la narrativa breve, ya expusiera en algunas de sus colecciones donde teorizaba sobre cómo habría de guardarse un secreto cuando se confecciona un cuento, o aventuraba que los relatos siempre suceden ahora porque no hay tiempo para más. Es, precisamente, en las primeras líneas donde un cuento se juega la vida y, a medida que leemos, observamos cómo los personajes, simplemente, actúan y la atmósfera recoge lo más memorable del argumento. El lirismo contenido se convierte en la magia de la mejor expresión, pero la voz del narrador es tan importante que apenas si se nota y es, precisamente, en el ritmo donde se muestra el talento de su autor. Baste añadir que una frase, un párrafo, una página, pueden ser la extensión justa y medida, pero sobre todo, el proceso a seguir para terminar un buen cuento es, siempre, callar a tiempo.
       Hasta aquí algunas notas que resumen esa equivocada cuestión  de considerar al cuento un género menor, un ejercicio, aparentemente, sin desarrollar porque parece que solo en las grandes obras se mostraría ese largo aliento que la narrativa breve no alcanza; el relato breve se crea y se desarrolla como una elipsis en su propio desarrollo y la escritura comienza en lo narrado por el autor y en las omisiones que este deja para el posible lector. Kurt Spang enlazaba las características del aspecto creativo y estructural del cuento con las de la lírica, en una aproximación a un género que participa de un proceso semejante al usado por el poeta, esto es, la interiorización de la realidad exterior, con esa evidente consecuencia de la brevedad o de la profundidad, cierta predilección  por la instantánea y la sugerencia visual, cierta tendencia a tratar un solo aspecto, un tema, incluso plantear la situación en un limitado campo de acción pero a medida que avanza el relato aumentar la intensidad del mismo; función estética del lenguaje, importancia del ritmo, musicalidad  y un cierto carácter explícito o implícito oral en el texto compuesto. Un buen cuento, en suma, divide en tres instancias su contenido: los personajes creados, la atmósfera conseguida y la acción del mismo.
       Cuestión aparte merece ese concepto de literatura o cuento escrito para jóvenes lectores. Quizá, en un arriesgado juicio cabría preguntarse, ¿son los jóvenes los mejores lectores, los más cualificados para establecer lo que podríamos denominar como la auténtica literatura? Porque el joven lector no suele sucumbir ante opiniones como las esgrimidas por estudiosos, profesores, críticos en general que se han empeñado, durante años, en convencer a millones de personas de que si un libro  no desencadena una auténtica revolución social no tiene valor alguno. Sociológicamente el fenómeno funciona de esta manera en todas las lenguas del mundo porque para ellos pesa aún ese indiscutible don de la lógica y les gusta la claridad. Siguen siendo esos lectores independientes que solo confían en su propio criterio.
       Desde Chejov a Poe, desde Borges a Cortázar, desde Clarín a Fraile, y en nuestros días Monzó y Calcedo, una amplia variedad de tendencias ha proporcionado a los autores una absoluta variedad de registros con que caracterizar  un estilo y un tema. El cuento en España ha vuelto a retomar en las últimas décadas el interés por contar historias. La situación del cuento almeriense ofrece, paralelamente, desde hace décadas una parca panorámica, aunque algunos de los autores, que hace años yo mismo antologaba, han mantenido esa firme voluntad de seguir escribiendo relatos. Algunos nombres notables se asomaban entonces y otros nuevos se han incorporado con el paso del tiempo, José María Riera de Leyva y María José Clemente, desde el exterior, Diego Granados, Martín García Ramos, Remedios M. Anaya, Francisco Cañabate, Celso Ortiz y, sobre todo,  Julio Alfredo Egea, con una reconocida presencia provincial y regional. El caso de Julio Alfredo Egea (Chirivel, Almería, 1926) es, tal vez, el más singular desde su amplia y abundante óptica de poeta porque ha sido narrador desde siempre. El virtuosismo de su prosa queda patente porque es capaz de sacar partido a un argumento mínimo para crear un ambiente propio, repleto de contenido porque sus cánones estilísticos consiguen la perfección. Julio Alfredo Egea da sobradas muestras de fino humor en sus relatos, es capaz de herir la sensibilidad del lector, concibe el relato breve como ese campo donde se experimenta para indagar nuevos territorios con los que alcanzar esa flexibilidad que permite determinar lo significativo, lo que se cuenta sobre una base estricta, en la medida de lo necesario, lo imprescindible, una condensación que actúa siempre en favor de la intensidad como ocurre en muchos de los cuentos de Sastre de fantasmas y otros relatos, una colección de doce relatos que el lector tiene a su disposición y que son un buen punto de partida si antes no había conseguido leer El sueño y los caminos (1990) o Puesto de alba y quince historias de caza (1996).
       Un cuento parece lo más fino y personal que puede hacer un escritor, escribió hace años Medardo Fraile, y añadía, además, que lograba ser algo tan sorprendente que cuando el escritor hace un buen cuento, moja su mano en agua bendita y se limpia de pecados veniales. Y para precisar algunos aspectos a mí me gustaría señalar que los cuentos que contiene el presente volumen son lo más sutil que ha escrito Julio Alfredo durante todos sus años de escritor honrado y comprometido. Tres tipos de cuentos se observan en esta entrega, con las características propias del cuento de «contracción» que el autor desarrolla a lo largo de un dilatado período de tiempo, como ocurre en «Sastre de fantasmas» la historia de Sigfrido Waldeck y su aventura con el compañero Adolfo Hitler, en realidad el relato de una seudobiografía que reconstruye un avispado reportero muchos años después y da pie a que se desarrolle en varios lugares, además de visiones retrospectivas y de insinuaciones anticipadas; lo mismo ocurre con «Caballos de feria» una historia que, de alguna manera, adelanta la situación final, o «La página perdida del Apocalipsis» un alegato a favor de la humanidad que permite al lector superar el trauma de una raza con una historia contada en períodos y espacios distintos; y, sin lugar a dudas, «El incendio», el mejor ejemplo, de un cuento de contracción porque se desarrolla a lo largo de un dilatado período de tiempo, ofrece visiones retrospectivas y buena parte de la biografía de Vicente, el enano; el relato incluye otros personajes secundarios, subordinados, al desarrollo de una acción que explica los hechos sin añadir más explicaciones que permiten al lector un propio juicio.
       En el cuento de «situación» la época coincide más o menos con el tiempo de la narración y el tiempo transcurrido carece de interés. La historia se desarrolla en un solo escenario y gira en torno a un suceso o un símbolo y, en ocasiones, la situación en sí misma es decisiva o representativa de otras iguales; un buen ejemplo es, «La rebelión del abecedario», el mágico juego de las palabras porque todo gira en torno al proceso de escritura con las nuevas tecnologías incorporadas. Aunque, protagonizado, por unas palomas, el cuento  «Disfraz de nieve», se convierte en una historia de amor con una hermosa catedral como fondo, el paso del tiempo y la amenaza que suponen las palomas en edificios históricos, constituyen el eje de este singular cuento. Dos sucesos se combinan perfectamente, el amor de estas aves y el mal de piedra que acecha al palacio arzobispal, en una declarada intención de relatar esa imagen típica de nuestros monumentos históricos heridos, a veces, por los daños causados por estas singulares aves. En el relato «Guitarras y violines», el músico Evaristo Salvago coincide con Juan Lorenzo en una soledad final de sus vidas que, de alguna manera, prolongara una felicidad perdida porque, tras su encuentro, ambos podían ser lo que siempre habían deseado. Y, quizá, uno de los más emotivos sea «El relincho» una historia infantil que transcurre en una actualidad y que se desarrolla en espiral desde fuera hacia dentro, desde la felicidad de la infancia y la inocencia, hasta la cruda realidad de una enfermedad con la magia de un deseo como telón de fondo. Y lo mismo ocurre con «Música de saxo para una primavera», un relato musical que incluye los tópicos de droga y rock & roll, pero con un final feliz porque representa esa otra tentativa de poder ser semejante a otro proyecto de vida. Quizá los cuentos más líricos sean «Patria soñada» y «La huerta mágica», homenaje al poeta Federico, y en ambos un narrador o personaje principal sirve de nexo de unión a las diferentes situaciones y está presente en todo el relato desde un principio al final, ambos son ejemplos de un buen cuento «combinado»; en realidad, es una historia más compleja que se simplifica por su propia estructura, que define tipos dilatados en un período más extenso pero que la voluntad del escritor condensa porque es capaz de ofrecer un gran material narrativo que el lector deberá completar.
       Julio Alfredo Egea consigue acercarnos con este  puñado de relatos  a una variedad de temas que revisan la historia, formulan juegos de palabras, evocan el mundo animal, recomponen la melancolía de tiempos pasados, exploran el mundo de la homosexualidad, las grandes catástrofes, evocan la infancia, la vejez y la añoranza del pasado, el mundo desaforado de los jóvenes y las drogas, las deformidades, el esplendor de Al-Andalus y las ciudades perdidas o la mejor expresión lírica para descubrir la inhumana sinrazón de las cosas pasadas. Escribir un cuento supone esa prueba de fuerza a que se somete el escritor. Quizá haya que estar en trance para escribir un buen relato, y yo estoy convencido de que, al menos Julio Alfredo, ha mostrado esa tensión que se requiere para dejar constancia de esa sensación que se produce cuando uno cierra un buen libro, respira hondo, deja  pasar unos minutos y no para de pensar en las historias contadas por el autor en las cuatro o cinco páginas que, de una forma compacta, completa y sin concesiones le han sido ofrecidas en forma de libro.

Prólogo para Sastre de fantasmas y otros relatos, de Julio Alfredo Egea, Septiembre, 2005.   

viernes, 16 de marzo de 2018

Sabiduría infantil...



Mi amigo, y buen, quizá debo añadir, mejor escritor Miguel A. Zapata, docente en un instituto de secundaria de Madrid, me envía este mensaje, y uno no se sorprende por esa consabida sabiduría y mejor filosofía infantil, la de un alumno anónimo que ha leído un libro.
       Hoy comienza un buen fin de semana para mí. Gracias.


Pedro, una anécdota. Leyendo yo ayer una ficha de lectura sobre "Las ratas del Titanic", concluye un alumno (cita textual puliendo una tilde): "Pues me ha gustado mucho este libro porque esas ratas en una situación difícil se parecen más a los humanos que muchas personas". Ya lo sabes 😅. Un abrazo.



                                                                              

jueves, 15 de marzo de 2018

Leopold von Sacher-Masoch



me gusta…

Ese lado oscuro…



Una edición ilustrada de La Venus de las pieles (Sexto Piso).

        ¿Quién fue realmente Leopold von Sacher-Masoch? ¿Un autor menor? ¿Un pornógrafo? ¿Un antimoderno? ¿Un pesimista? ¿Un libertino? ¿Un inspirador e instigador de perversiones?

La obra     

        La Venus de las pieles, se ha convertido con el paso de los años, en un libro de culto, y muestra los deseos reprimidos y más oscuros de Severin, un hombre que desde joven desarrolla un gusto peculiar en sus relaciones sexuales y que a lo largo de su vida convertirá en una obsesión. Lleva años enamorado de la estatua de Venus que mira desde su ventana, la admira y sueña despierto con ella. Una velada, mientras la contempla, se le aparece Venus en carne y hueso, o al menos ese es su primer pensamiento aunque pronto se da cuenta que, en realidad, es su vecina, una joven viuda que por su belleza logra cautivarlo. Poco a poco se verán inmersos en una relación romántica, pero como Severin no logra ignorar sus deseos le plantea a Wanda que lo tome como su esclavo a lo que ella se niega por temor a perder el amor que se profesan. Al poco tiempo la insistencia del amado termina convenciendo a Wanda, y deciden mudarse a Italia para llevar a cabo sus deseos, y aquí será donde todo se descontrola y Severin empieza a pensar que tal vez sus fantasías no eran tan placenteras como imaginaba pero, llegado el momento, constata que tal vez ya sea demasiado tarde para arrepentirse.



        ¿Por qué La Venus de las pieles? ¿De dónde procede el nombre que da título a la novela y entidad al personaje de Wanda von Dunajev? Nuestra curiosidad quedará saciada porque, en realidad, responde a una hibridación entre la figura clásica de Venus, la cálida diosa pagana del amor y la sexualidad, y el escenario frío de la Galitzia polaca que bien conocía el autor. En ese espacio tan agreste, Venus ha de cubrirse de pieles si no quiere sucumbir al clima atemperado de la región. Las pieles son, además, un aderezo simbólico que en el libro de Sacher-Masoch adquiere todo un significado ritual, y le otorgan poder a quien las viste. Y en el relato forman parte de una manera expresa y necesaria, junto con el látigo, del disfraz ceremonial de Wanda, que la convierten en el personaje de ama ante su esclavo.

Edición ilustrada

        La editorial Sexto Piso traduce e ilustra una nueva edición, Elsa Martínez Salazar se encarga del texto, y Manuel Marsol de las ilustraciones que, como puede admirarse, están repletas de matices, recuerdan esas imágenes del mundo grecolatino tan presente en muestra cultura occidental y logran que el lector se sumerja en un paisaje tan alucinante como colorista donde el deseo y la fantasía se aúnan para dar rienda suelta a la fantasía, y como llegó a afirmar Juan Goytisolo, “gracias a Sacher-Masoch, el lado oscuro del hombre dejara de estar en estado latente en el universo del ruido y de la furia”.



El autor 

        Leopold Sacher-Masoch nació el 27 de enero de 1835 en Lemberg, en la provincia de Galitzia, Imperio austrohúngaro. Hijo de un jefe de policía, su familia tiene ascendencia bohemia, eslovena y española. En 1887 realiza un viaje a París, y la revista "Revue de Deux Mondes" publica varios artículos sobre su persona. Desde el año 1856 al 1870 trabaja en la Universidad de Graz en calidad de "Privat dozent" de Historia General. Fue un conocido periodista y crítico.

        La Venus de las pieles (1870) y La mujer divorciada, (1870), son sus dos novelas que desvelan sus aventuras con Fanny von Pistor y Anna von Kottovitz, y producen un sonoro escándalo. Richard von Kraft-Ebing utiliza la figura de Masoch en su libro Psicopatía Sexual (1886) para definir un comportamiento perverso, latiniza el nombre de Masoch y lo transforma en "Masochismus" relacionándolo con una serie de actos y comportamientos eróticos de perversidad sexual. Sacher-Masoch protestó contra la utilización de su nombre pues no se reconocía en esa descripción de "perverso". Pero son conocidas y famosas sus aficiones: hacerse víctima, dejarse cazar, atar, hacerse infligir castigos, humillaciones e incluso dolores físicos por una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano. Su obra se divide en una serie de ciclos, el principal lleva el nombre de "El Legado de Caín”. Y los temas principales, que se repiten en su literatura son: el amor, el dinero, la propiedad y la muerte.
Los otros ciclos, los secundarios constan de elementos folklóricos o nacionales, entre los títulos más destacados, La pescadora de almas y La madre de Dios (1883)  o "La madre Santa" dos novelas negras sobre las sectas míticas de Galitzia, en donde los temas centrales son la iniciación con flagelaciones, el suplicio en la cruz y la antropofagia, conjuntamente con la frialdad de la naturaleza.
        En 1873 contrae matrimonio con Angelika Aurora Rümelin, de la que divorciará después de una larga batalla legal. En 1887 se casa con Hulda Meister gobernanta de sus hijos Harry y Myriam.

        Falleció el 9 de Marzo de 1895 en Lindheim de un ataque al corazón. Sus últimas palabras fueron «aimez moi».








Leopold Sacher-Masoch, La Venus de las pieles; trad., de Elisa Martínez Salazar; ilustraciones de Manuel Marsol; Madrid, Sexto Piso, 2016.


miércoles, 14 de marzo de 2018

Curiosidades y apuntes



Pedro M. Domene reúne en 'Disidencias' a escritores "alejados de una ideología concreta del siglo XX"

EUROPA PRESS 22.12.2010

El escritor Pedro M. Domene recoge en 'Disidencias (en la Literatura Española del siglo XX)', editado por E.D.A. Libros, un homenaje a escritores "alejados de una ideología concreta, de aspectos sociológicos, de un concepto artístico e incluso de vuelta de una decadente visión política durante el pasado siglo". El escritor Pedro M. Domene recoge en 'Disidencias (en la Literatura Española del siglo XX)', editado por E.D.A. Libros, un homenaje a escritores "alejados de una ideología concreta, de aspectos sociológicos, de un concepto artístico e incluso de vuelta de una decadente visión política durante el pasado siglo". Por otro lado, la obra muestra un "agitador obsequio preventivo contra lectores acomodaticios", según ha indicado la editorial malagueña a Europa Press. En este sentido, ha añadido que Domene reúne ahora en este volumen a estos escritores, que reivindica "justamente", consiguiendo así dar "una estimulante y necesariamente nueva visión de nuestro empobrecido canon patrio". El nuevo libro de Pedro M. Domene, que ya está en las librerías, reúne a Silverio Lanza, Alejandro Sawa, Carmen de Burgos Colombine, Francisco Villaespesa, núcleo predecesor de un lado, y Enrique Díez Canedo, José Gutiérrez Solana, Benjamín Jarnés, José Bergamín, Arturo Barea, Rafael Dieste, Esteban Salazar Chapela, Samuel Ros, Francisco Ayala, Mercé Rodoreda y Dionisio Ridruejo, de otro, destacando sin duda "por la profundidad de su obra y su pensamiento en la Historia literaria del siglo XX", ha subrayado. "Alejados de una ideología concreta, de aspectos sociológicos, de un concepto artístico e incluso de vuelta de una decadente visión política, estos autores especularon acerca de las señas de identidad de su generación y posibilitaron con su escritura una agudísima valoración de su época, tal vez no demasiado tenida en cuenta en la mayoría de los casos", ha asegurado. Asimismo, ha indicado que todos estos escritores expresan a la perfección, no obstante, "el grave desacuerdo de opiniones, la lucha innoble de doctrinas, creencias y partidos tan deliberadamente sorda como constante, que nos llevaron a la catástrofe vergonzosa de la Guerra Civil". Por otro lado, ha expresado que casi todos ellos son escritores que "dejaron España por imposible, que la añoraron sin remedio, que la quisieron apasionadamente y que siguieron buscándola en editoriales, en las tertulias de los cafés, en periódicos, por la radio y hasta en las antesalas de los aeropuertos para oír lo que contaban los viajeros que acababan de llegar de ella". 
Pedro M. Domene, nacido en Huércal-Overa (Almería) en 1954, es profesor de Lengua y Literatura y colaborador, asiduamente, en publicaciones literarias especializadas de España, México y Estados Unidos. Del mismo modo, ha apuntado que ejerce de crítico literario en el suplemento Cuadernos del Sur del diario Córdoba y en las revistas Mercurio, Turia y Literal, Latin American Voices (Houston). Autor de varias antologías y publicaciones sobre narrativa contemporánea como 'Narradores españoles de hoy', 'Lo que cuentan los cuentos', o 'Microrrelato en Andalucía'. Además, ha reunido sus ensayos en el volumen 'Imposturas', y publicado obras de ficción para jóvenes como 'Después de Praga nada fue igual', II Premio de Narrativa Juvenil Los Pedroches, 'Conexión Helsinki' y 'Las ratas del Titanic'.


martes, 13 de marzo de 2018

Relatos de misterio



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CUENTOS DE TERROR

              
        En una primera mirada a esta colección de Relatos de misterio y terror de la Axarquía Almeriense (2003) podríamos enlazarlos, temáticamente hablando, con ese género definido en nuestra literatura como fantástico, cultivado por autores importantes y ampliamente leído en el panorama narrativo español de buena parte del  siglo XIX. Fueron muy numerosas las traducciones de otras tantas obras de grandes narradores extranjeros que por entonces practicaron el género y que, de una forma continuada, aparecían en la prensa diaria, en revistas o folletines e incluso en colecciones de libros. Los nombres de Hoffmann, Poe, Gautier, Merimée, Hawthorne o Maupasant eran sobradamente conocidos por el público lector que consideraba al género uno más de la diversidad que ofrecía la literatura decimonónica. Tuvo, no obstante, sus detractores que no permitieron a los autores entregados a esta literatura conseguir el éxito deseado o quizá porque el cuento siempre ha sido considerado como un género menor y en franca desventaja con respecto a la novela.
        No olvidemos nunca que lo fantástico es la conciencia intranquila de un siglo positivista y cuando no seamos capaces de identificarnos como lectores con los personajes, nuestro mundo habrá cambiado. Cuando uno termina de leer Relatos de misterio y terror de la Axarquía Almeriense puede que nadie se sienta cercano a ninguno de los personajes de estos cuentos y tan sólo nos quepa plantearnos calibrar la fuerza de los sortilegios que ofrecen estas historias, la originalidad de las situaciones para despejar una interrogante que uno siempre se hace cuando lee este tipo de relatos, ¿cómo es posible que una persona pueda imaginar situaciones semejantes? Cuando esto ocurre y no hay contestación posible habrá que dar por bien empleado el tiempo de su lectura. Los veinticuatro relatos de este volumen se agrupan y tipifican de una manera somera y concretan esta iniciativa editorial de ofrecer a los lectores miedo, mucho miedo, además de reunir en un libro todos aquellos hechos misteriosos o terroríficos que se dan como característicos en la tierra almeriense. En realidad, la mayor parte de estos relatos, temáticamente hablando, proceden del folclore tradicional, de supersticiones y leyendas que incluyen todo tipo de mitos y simbologías presentes en la memoria de los pueblos. Todos muestran motivos evidentes que hablan de la indefensión del ser humano ante lo que escapa a su control y que se plasma, generalmente, en un destino trágico del héroe-víctima que protagoniza la historia. Clasificados, algunos relatos tienen que ver con el mundo de lo fantasmagórico: apariciones o alucinaciones, el mundo de los cementerios, falsos enterramientos, maldiciones históricas que llegan hasta nuestros días. Otros han optado por un miedo o al menos por un sentimiento de intranquilidad, de desasosiego que incluye misterios sin resolver, historias detectivescas o de intriga porque hablan de asesinatos y un nutrido nombre de autores han acudido a la recuperación de leyendas de tono histórico y misterioso, un procedimiento a mitad entre la función que cumple la  literatura y la función social.

RELATOS DE MISTERIO Y TERROR
DE LA AXARQUÍA ALMERIENSE
V.V.A.A.
Mojácar, Arráez, 2003; 347 págs.

lunes, 12 de marzo de 2018

Martínez de Pisón



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EL MUNDO ES HERMOSO

        Su libro anterior novelaba, en cierta medida, una realidad para ofrecer al lector una mirada directa y, acaso, dura de los entresijos de la guerra civil, ahora con Dientes de leche (2008), su última entrega, insiste en seguir contando algunos episodios de la contienda, esta vez desde esa otra mirada, la de aquellos que llegaron con el propósito de luchar en el bando nacional, legionarios fascistas italianos que, como Raffaele Cameroni, viajaron desde Italia para satisfacer las ansias de poder del Duce quien estaba convencido del poder de la violencia para asegurar sus éxitos políticos. Unos 60.000 voluntarios desembarcaron en nuestro país para contrarrestar el empuje internacional del comunismo. Algunos testimonios de la época hablan de las buenas relaciones entre la población civil y los soldados italianos, muchos de los cuales se casaron con jóvenes de los lugares que iban ocupando, después se quedaron a vivir y aún sobreviven en nuestro país tras varias generaciones. Pero, al menos, 4.000 quedaron sepultados en una red de cementerios que fueron aprovechados por el franquismo como soporte material de una carga ideológica y poder justificar así el abominable levantamiento militar. Uno de los sitios más emblemáticos fue el Sacrario Militare de Zaragoza, concebido por Mussolini para reagrupar en su Torre-Osario los cuerpos de los fascistas italianos caídos en los frentes de batalla. Pisón insiste en recrear la historiografía de un pasado, para novelar la historia con la soltura con que el buen narrador imprime a sus relatos, con esa modulación que se permite sin apenas darse cuenta el lector. Por eso, algo semejante a lo anotado le ocurrirá al joven Cameroni que conocerá a la enfermera Isabel, se enamorará de ella, y renunciará para siempre a su familia italiana y terminará por abandonarla en su país. Se suceden algunos episodios de guerra en el comienzo de la novela y cuando termina la contienda, el joven italiano, contribuye a la expansión del negocio familiar de pastas alimenticias en la ciudad de Zaragoza, donde además se convertirá en el patriarca de toda una saga, tres generaciones, de Cameroni para contar los difíciles años del franquismo.
        Dividida en dos extensas partes que, de alguna manera, distribuyen los episodios por los que pasa la familia Cameroni, sobre todo es la segunda, más firme, más novelesca, porque arranca desde los difíciles comienzos de la postguerra hasta los primeros años de la democracia, cuando los hijos del italiano han crecido a la sombra de un padre autoritario, fascista que sigue, muchos años después, acudiendo como siempre al Sacrario Militare, la ceremonia que los fascistas italianos dedicaban a su compatriotas caídos. Para desarrollar y esclarecer, en esta segunda mitad del libro, la vida llevada por estos personajes y el enfrentamiento que los hijos mantienen con el padre y, después, incluso con el abuelo. El análisis de todo lo narrado es aquí en extremo minucioso, se perfila la descripción de los sentimientos, se concreta, incluso, lo difuso porque de lo que se trata es de justificar una primera parte, cuya verdad histórica no puede soslayarse.  En Dientes de leche se narra un episodio familiar donde lo importante no es la visión de lo particular sino cómo el peso de una ideología hace naufragar las relaciones humanas o, mejor, subrayar el daño moral que produce una convicción política. Nadie se salva del poder de la ira, la histórica o la humana, excepto ese personaje que es Paquito, única víctima de esa culpa que el italiano ha traído desde Italia, esa semilla enferma cuya huella es rememorada, años más tarde, en las figuras del pasado: la primera esposa y la hija abandonadas.
        Dientes de leche es una novela en estado puro, con cierto aire clásico que es capaz de evocar con las palabras el silencio de una historia fáctica cuyos hechos se completan con las pesadillas vividas por los hijos y por los nietos de los mayores. Al final, como declara Pavese, el mundo es hermoso porque hay de todo.




Dientes de leche
Ignacio Martínez de Pisón
Seix- Barral, Barcelona, 2008.