EL CLÁSICO BEARN
RETRATO INEVITABLE DE UN MUNDO EN DECADENCIA
La suerte de ciertas novelas resulta, en
ocasiones, impredecible y quedan en el olvido durante décadas hasta que el paso
del tiempo las convierte en un auténtico clásico. Bearn o La sala de las muñecas fue publicada, en su versión
castellana, en 1956, por la modesta editorial mallorquina Atlante. En 1961 se
publicó en catalán, y con una merecida repercusión ganaría el Premio de la Crítica catalana. Existen
algunas discrepancias sobre la primera versión escrita por Llorenç Villalonga,
y fue Baltasar Porcel, amigo personal del autor, quien sostuvo que fue primero
la española, iniciada hacia 1936, aunque parece que se redactó la versión
catalana mediados los 50, y que enfrentado el autor al editor barcelonés porque
pretendía numerosas y diversas correcciones, emprendió la versión castellana,
que entregó a la
imprenta. El editor Carlos Barral editó una nueva versión
castellana en Seix-Barral (1969), prologada por Jaime Pomar, texto que
aseguraba la acogida en el ámbito peninsular de quien sería considerado ya como
un clásico vivo de la literatura catalana del siglo XX. Dos ediciones recientes
recogen el texto completo: el Institut d'Estudis
Baleàrics (2006) y Alfabia (2009), que asegura haber editado la versión
definitiva, según cotejo de las anteriores, y ahora se suma la de Malpaso con un
prólogo de José Carlos Llop, una edición del propio Llop y David Martín Copé.
La obra
Llorenç
Villalonga cuenta un relato de familia de un modo sencillo, con una enjundiosa
historia de fondo, una especie de diario-memoria sin apenas ostentación ni una
excesiva complejidad estilística que, curiosamente, incorpora la convulsa
historia de España a la vida cotidiana, y constata la decadencia de una casa
mallorquina de rancio abolengo con envidiable naturalidad. La francmasonería y
el volterianismo de su protagonista, don Antonio de Bearn, no eran materia
grata al espíritu de una España entre provinciana y empeñada en la autarquía
imperial, aunque el tema no fuera razón suficiente para que la novela pasara
desapercibido durante décadas, y si el hecho de haber sido escrita por un
intelectual mallorquín, alejado de los centros emisores de la cultura
tradicional de la época: Madrid y Barcelona. La novela narra el devenir de los años de madurez de don Antonio
de Bearn, el último de los señores de una estirpe que llegó a la isla con la
conquista cristiana, y de su esposa, doña María Antonia, primos hermanos, con
quienes se cierra la familia puesto que no han tenido descendencia, símbolo
evidente de esa decadencia inexorable de la clase social a la que representan:
la aristocracia rural.
El
acierto de Villalonga fue la creación del personaje que interpone en su
narración, y cuenta la historia de los señores de Bearn, el capellán de la
familia, Juan Mayol, un joven
del lugar considerado una especie de “porquero de la casa”, aunque
protegido quizá porque fuera un hijo bastardo del amo, dado a sostener
aventuras con campesinas del lugar, como buen señor feudal. Juan reconoce la
paternidad espiritual de ese hombre cuya vida ha marcado la suya en todos los
aspectos. Solo ausente de Bearn durante los años del seminario, Mayol asume que
su destino es haber compartido la vida y los conocimientos con el señor, y
algunas de sus intimidades. Don Antonio tiene esa cualidad misteriosa que
llevan a pensar que algunas personas resulten francas y comunicativas en
apariencia, pero como es el caso resultan los seres más impenetrables.
Juan
Mayol encarna ese espíritu reaccionario de raíz clerical propio de la Restauración,
aferrado a esa ortodoxia que observa en el señor de la casa y encarna al
librepensador por excelencia. La relación entre el hombre maduro y el joven se
dilata a lo largo de 30 años desde el inicio hasta el final de la novela, y simboliza
el conflicto entre la fe y la razón que
defienden ambos personajes. El sacerdote preocupado por la heterodoxia
del señor se convierte en guardián de su obra más querida: sus memorias, que
son el lugar donde don Antonio ha decidido encerrar ese mundo que muere en la
realidad, aunque perdurará por la irreductible fuerza de la literatura. El
interés del personaje Mayol, complemento de los esposos Bearn, estriba en su
perpetua y continua lucha interior, en las insatisfacciones que dominan su
existencia, y se traducen en ese grito nunca formulado en voz alta, que el
lector percibe entre líneas. Joven de una extrema sensualidad, de una fuerza
incontenible que debe reprimir, oculta una gran frustración por no haber
llevado la vida de ese hijo legítimo, y porque por mucho liberalismo que
proclame el señor, entendido como humanismo e incapacidad para comprender al
semejante, este nunca renunciará al lema ancestral de la familia: Antes
morir que mezclar mi sangre.
Una
importancia más ostenta un cuarto personaje, doña Xima, la sobrina de don Antonio, que subraya aun más el
importante aporte psicológico de Villalonga. Una joven que provoca un gran
escándalo familiar: su fuga a París en pleno Segundo Imperio, donde encuentra
protectores jóvenes y adinerados, incluido el mismo Napoleón III, hasta
convertirse en una célebre cocotte. Xima encarna una aguda degradación,
moral y personal, un hecho que Juan Mayol no deja de denunciar con cierta
repugnancia, aunque ella conduce su vida por la senda de esa libertad social que
el capellán nunca disfrutó, y su presencia provoca un profundo desasosiego en
el sacerdote, que estallará con el incontenible episodio de la visita parisina
de la familia. La
sensualidad del sacerdote no se verá contenida pese a las represiones y las penitencias
a que se somete, puesta a prueba por hallarse en la misma ciudad, llevándolo a
soñar con ella, incluso a creer verla en todas partes.
El autor
Llorenç Villalonga i Pons nació en Palma
de Mallorca el 1 de marzo de 1897, de padre militar no siguió sus pasos y
estudió Medicina en las facultades de Murcia, Barcelona, Madrid y Zaragoza, y
en 1926 se especializó en Psiquiatría. Ejerció en Palma, y después en el
Hospital Psiquiátrico de la
ciudad. Siendo estudiante universitario escribió artículos en El Día, diario de carácter liberal, se
interesó por las vanguardias estéticas europeas, y por Marcel Proust, decisivo
en su obra. Su primera novela, Mort de
dama (1931), narra la agonía la aristocracia de la isla, y satiriza la vida
de la alta sociedad mallorquina de los años veinte. Director literario de la revista Brisas (134-1936)
publicó en castellano cinco relatos breves y una pieza teatral.
Cuando se produce la sublevación militar contra la República, Villalonga se afilia a la Falange Española. El 19 de noviembre de 1936 contrae un matrimonio de conveniencia con una pariente lejana, Maria Teresa Gelabert i Gelabert. El final de la guerra significó un tiempo de silencio, escasean sus publicaciones: diez artículos entre 1942 y 1947, en el diario El Español. En 1947 reanudó sus colaboraciones de prensa en el diario Baleares, órgano del régimen franquista, y regresa al cultivo literario en su lengua materna en los 1950, mejoran sus relaciones con los representantes del catalanismo en Mallorca, y publica en 1952, en catalán, La novela de Palmira, y dos años después aparece en Barcelona una nueva edición de su primera novela, Mort de dama. Entre 1952 y 1954 escribe en catalán su obra más importante, Bearn o La sala de las muñecas, considerada hoy un clásico de la literatura catalana. A partir de los sesenta, en su literatura cobra una gran importancia el componente autobiográfico, en las novelas L'àngel rebel (1961), Falses memòries de Salvador Orlan (1967), Les Fures (1967) y El misantrop (1972. Actualmente se considera una de las figuras más importantes de la literatura en lengua catalana del siglo XX. Murió el 28 de enero de 1980.
Cuando se produce la sublevación militar contra la República, Villalonga se afilia a la Falange Española. El 19 de noviembre de 1936 contrae un matrimonio de conveniencia con una pariente lejana, Maria Teresa Gelabert i Gelabert. El final de la guerra significó un tiempo de silencio, escasean sus publicaciones: diez artículos entre 1942 y 1947, en el diario El Español. En 1947 reanudó sus colaboraciones de prensa en el diario Baleares, órgano del régimen franquista, y regresa al cultivo literario en su lengua materna en los 1950, mejoran sus relaciones con los representantes del catalanismo en Mallorca, y publica en 1952, en catalán, La novela de Palmira, y dos años después aparece en Barcelona una nueva edición de su primera novela, Mort de dama. Entre 1952 y 1954 escribe en catalán su obra más importante, Bearn o La sala de las muñecas, considerada hoy un clásico de la literatura catalana. A partir de los sesenta, en su literatura cobra una gran importancia el componente autobiográfico, en las novelas L'àngel rebel (1961), Falses memòries de Salvador Orlan (1967), Les Fures (1967) y El misantrop (1972. Actualmente se considera una de las figuras más importantes de la literatura en lengua catalana del siglo XX. Murió el 28 de enero de 1980.
Llorenç
Villalonga, Bearn o La sala de las
muñecas; ed., de José Carlos Llop y David Martín Copé; Barcelona, Malpaso,
2017; 340 pp.
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