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viernes, 26 de abril de 2024

Cuaderno en blanco

 

Abril, 2024

 

       Abril debería ser el mes de las lluvias, de los días grises y, también, de los soleados atardeceres que se prolongan, aunque la mano del hombre esta siendo injusta con la Naturaleza que se resiente de la excesiva industrialización de nuestras granes ciudades y del poco aprecio a las cosas naturales que siempre han formado parte de nuestra vida.

     Luce, no obstante, un sol en días despejados, y nos invita a disfrutar de esos amaneceres luminosos que asoman en nuestro horizonte.

     Celebraremos el Día del Libro con la presentación de Así empezó todo, y me acompañará Mçaximo Higuera, editor de Trifaldi, el sello madrileño que en una de sus colecciones revoge esta noeval generacional de aquellos felices años 70, y en estos días el reencuentro con los libros y la fiesta de la lectura que nos acerca a esos lectores anónimos que te felicitan y dicen, “me ha gustado mucho el libro”, toda una aventura desde que en un papel sepone las primeras letras, las primeras líenas, las primeras frases de una historia a contar.

     Una curiosa entrevista con Clara Obligado me entretiene durante unos días, y enviada a Cuadernos la podremos leer en la misma semana del libro, y para terminar un mes de acontecimientos, entregaé Un réquiem europeo para Turia tras una reflexión entorno a la música y la literatura.




viernes, 19 de abril de 2024

PRESENTACIÓN DE “ASÍ EMPEZÓ TODO”

 

               La presentación oficial de la novela, Así empezó todo (Trifaldi, 2024), de Pedro M. Domene, tendrá lugar el 22 de Abril, víspera del Día del Libro, en el Teatro Municipal de Huércal Overa a las 20,30 horas. El autor estará acompañado de Domingo Fernández, Alcalde, Juani Egea, Concejala de Educación y Bibliotecas, y Máximo Higuera, editor de Trifaldi.

 


 

Los lectores han dicho lo siguiente:

 

“Ya me lo he leído, me ha emocionado mucho, enhorabuena”. Ana Martínez López. Empleada de Supermercado.

 

“Me ha encantado recordar esos tiempos, y algunas de las vivencias son compartidas”. Paqui Palma. Profesora. Sevilla

 

“He empezado esta tarde el libro y estoy enganchada, tengo que ir a Pilates y me cuesta”. Consuelo Benítez. Abogada. H- Overa.

 

“Ya lo estoy leyendo, y me engancha, parece que recuerdo mis tiempos”. Antoñita Cobos. Maestra

 

“Una novela que te transporta a un tiempo que me hubiese encantado vivir. Emotiva, dinámica y nostálgica en punto justo. Te induce a averiguar qué les hubiera deparado el destino a los personajes. Aida Martínez. Médica.

 

“Acabo de terminar el libro. Me ha encantado. Muchas gracias, sigue escribiendo”. Nuria Ramos. H-Overa.

 

“Lectura amable y en cierta manera enternecedora de aquellos veranos adolescentes. Veranos que en su cercanía y en su narrativa  nos llevan a una época y un momento. Es significativa y emotiva”. María García. Enfermera. H-Overa.

 

“Un maravilloso regreso a los interminables veranos de la juventud, donde el tiempo y la felicidad eran infinitos, como el mar de Terreros, que sigue siéndolo”. Paula Marta. Arquitecta. Bristol.

 


 

jueves, 4 de abril de 2024

70 años de Juegos de manos

 

El desarraigo de Juan Goytisolo

                70 años de Juegos de manos

 


 

               Los novelistas de la generación del 40 y 50 basaron sus narraciones centrándose en la burguesía española de la época, con intentos de mostrar aires parasociales, o una crítica social; algunas de sus tentativas coinciden con la novela social: la abulia que proyectan estas novelas, escritas al viejo estilo del realismo-naturalista, y a través de un largo período de tiempo, se cuentan sucesos que muestran la indiferencia y la inutilidad de esas gentes; el propósito de estos textos no es nunca ahondar en una conciencia nacional, o una critica a la burguesía emergente, deja constancia de un determinismo de los sucesos que se cuentan. Se muestra cómo la conducta del personaje se debe al ambiente donde crece, o a la herencia recibida, y resultado de este análisis comparativo o determinante, todas las novelas de la época reinciden en detalles de idéntica naturaleza: el ascenso o decadencia burguesa o la desintegración y corrupción de una sociedad poco edificante. Juan Antonio Zunzunegui es una muestra; Miguel Delibes irrumpe a finales de los 40 con un mismo propósito, y Juan Goytisolo escribe una novela social sobre la abulia, Juegos de manos (1954), una historia que presenta, por primera vez, una juventud desorientada y desarraigada que pertenece a esas llamadas familias acomodadas de la época.

       “Goytisolo, afirma Rodríguez Monegal, escribe en nombre de la generación que tenía cinco años cuando estalló la guerra civil y para la que el espectáculo de violencias y muertes no tenía otro sentido que el de un macabro ritual de sangre. Los niños no entendieron, no podían entender, que el juego atroz a que se libraban los mayores podía tener otro sentido que eso: juego, gratuito juego. Y en su fantasía, en sus delirios de la vigilia, trataron de prolongar la mecánica de un mundo cuyo sentido se les escapaba. Por eso el esquema formal de toda novela de Goytisolo es el mismo: un grupo de niños o jóvenes que se entrega a una acción antisocial con la ambigua conciencia de estar jugando”. 

 

Juegos de manos

 

       Las primeras entregas del narrador Juan Goytisolo estarán marcadas  por lo que la crítica ha denominado maniqueísmo generacional, o esa dicotomía entre jóvenes a los que se les abre un futuro porque la mitificación de la niñez y de la adolescencia se convierte para el autor en una declaración de extrañamiento respecto a la historia próxima inmediata y a la sociedad que determinó la misma. Cuando Goytisolo comienza su carrera de escritor imperan los preceptos objetivistas y será él quien conozca y experimente las técnicas behavioristas (un método que se basa en la observación objetiva de la conducta del ser que se estudia, conductismo, muy celebrado durante la primera mitad del siglo XX); aquellas que provenían de los autores norteamericanos. Su conciencia política le llevará hasta ese objetivismo apuntado, y en ocasiones al populismo porque en él opera una tendencia a introducir dimensiones que escapan al objetivo de una cámara fotográfica, o a la añoranza de un paraíso perdido que matizaría unos años después, “Existe, por así decirlo, un divorcio entre la aspiración a la realidad total y la división depurativa de esta realidad que constituye la base de la obra novelesca. La poesía que empapa la visión personal del escritor existe de un modo independiente, sin llegar a fundirse del todo con el contenido material de la novela”; señalaba el propio Goytisolo. El paraíso perdido del que habla el barcelonés es la niñez y, aunque se incluye la adolescencia, en el sentido americano, como él había leído y experimentado narrativamente hablando, no rechaza la inocencia radical, sino su falta de participación en la historia. Leemos que, en Juegos de manos, cada uno de los protagonistas cuenta su pasado haciendo hincapié en el momento en que fue expulsado de ese paraíso, y en Duelo en el paraíso (1955), los niños que viven aislados en una finca se constituyen en una especie de sociedad civil propia al margen de la influencia de los adultos, y la irrupción del espacio de los mayores destrozará este “nuevo” mundo. Aunque bien mirado, los adolescentes de Goytisolo  sienten una fuerte propensión a realizar actos gratuitos y manifiestan así su falta de fundamentación ideológica que proclamaría su rebeldía y la sensación de que en aquellas circunstancias históricas la rebeldía individual carecía de sentido. 

 

 

            Juan Goytisolo cuenta el fracaso moral y espiritual de una burguesía española que en época tan difícil cierra sus ojos ante la realidad y opta por una posición pasiva y conformista, y provocará en sus hijos un camino preestablecido donde valores e ideales no significan nada y, a medida que van creciendo, experimentan la falsa realidad en que se encuentran inmersos; aquello que han heredado proviene de otra época, y responde a un concepto caduco que no se parece a su realidad. El escritor muestra el retablo de una rebeldía y el odio de una juventud perdida, enmarcada, cronológicamente, en el marco histórico y social de una generación a la que él pertenece, comprende y juzga mucho antes de conseguir la experiencia suficiente que con los años le llevará a un punto de tolerancia y comprensión, a ese desengaño con que se contemplan el paso de los años del franquismo y la pérdida de una juventud. El narrador practica una fabulación novelesca inventada por un soñador cuyo carácter imaginativo nace de su propia fantasía intelectual que le impide proyectar su visión del mundo fiel y veraz de esa realidad social del momento histórico en que transcurre la acción de la novela; sus personajes no forman parte del mundo corriente y vulgar cotidiano, sino dentro de una sociedad, de una juventud burguesa retratada en un círculo cerrado, en un ambiente degenerado y enfermo que, años después, no encontrará un camino fácil.

 


 

La historia

               Juegos de manos cuenta la historia de un grupo de jóvenes de familias pudientes, y acomodadas, que un día se asocian y forman un pequeño grupo político de índole subversiva; sobre el más joven, David, recae la obligación de asesinar a un importante personaje, pero en el momento decisivo el terrorista inexperto no ejecuta la acción, y espera que el resto de la banda castigue su fracaso con la muerte. Quien deberá ejecutar la sentencia es Agustín, su amigo más antiguo, un auténtico cínico capaz de cumplir el encargo, aunque con la nobleza suficiente para entregarse a la policía, mientras el resto consienten la pérdida de ambos. El crítico Gonzalo Sobejano  ha considerado a esta primera novela de Goytisolo, como el principio de una línea de denuncia antiburguesa centrada en el descontento juvenil, aunque este esbozo temático tendrá su fruto años más tarde, cuando Juan García Hortelano publique, Nuevas amistades. Los jóvenes anarquistas de la novela de Goytisolo eran una rareza a comienzos de la década de los 50, pero empezó a ser común que algunos intelectuales disconformes empezasen a moverse en un plan teórico, o en el mundo de la ficción, y se planteasen el “compromiso” desde un punto de vista más existencial que social, como puede verse en la novela del joven narrador, cuyo mundo recuerda no la realidad en el momento histórico en que fue escrita, sino la atmósfera y el tema novedoso que se proponía en ella; incluso las constantes que irán apareciendo en sus futuras obras; el apasionamiento, la facilidad compositiva y su gran capacidad para contar y dejar que hablen sus personajes. La crítica vería reminiscencias en esta novela del inglés Holding, del norteamericano Faulkner, y los neorrealista italianos

 

Juan Goytisolo, Juegos de manos; Barcelona, Destino, 1954; 1ª edición.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Cuaderno en blanco


 


 Marzo, 2024

 

 

       El mes de marzo estña lleno de contradicciones, de tiempo, de reflexiones, de noticias o de esos mensajes amigos que no llegan, y por añadidura se sitúa en el comienzo de una primavera que no acaba de llegar.

       Espero la aparición de Así empezó todo, esa novela generacional que me llevó a los años 70 de una década prodigiosa que fue eso, el comienzo de todo, o al menos el comienzo de una vida distinta para mí.

       El bachillerato y la universidad, la literatura y la vida, el amor y las relaciones de pareja que fueron cimentando mi personalidad y más tarde mi voz personal y literaria. La Semana Santa se acerca, el cambio horario, las vacaciones de millones de personas, la vida sigue siendo un reto para quienes pensamos que eso es, la vida sigue siendo bella.

       Recibo libro de cuentos de Emilia Lanzas, Anatomía del desastre, unos textos, según su autora, experimentales.

       Durante unos días, el buen tiempo se asienta y vemos que los pajarillos sobrecuelan buestro cieki, y kas rosas y los árboles quieren a somarse a la primavera.

 


viernes, 22 de marzo de 2024

Lecturas de primavera, 1

"Miro ahora el mar, la playa se extiende ante mis ojos, al fondo la isla a la que nunca me acerqué, y si fijo la mirada a la izquierda, mucho más alejado, el promontorio que sobresale es el Pichirichi, y por debajo la playa donde sentados dejábamos pasar las horas tantas tardes de verano y mirábamos a un futuro que cincuenta años más tarde forma parte de toda una vida”.

 


miércoles, 20 de marzo de 2024

Hoy tomo café con...

 Javier Sáez de Ibarra

 

 

Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) es autor de los libros de cuentos El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008), Mirar al agua. Cuentos plásticos (Premio Ribera del Duero, 2009), Bulevar (Premio Setenil, 2013), Fantasía lumpen (2017); y la novela Vida económica de Tomi Sánchez (2020), y ha editado la antología de Hipólito G. Navarro, El pez volador (2008). Coordina la revista digital oxinobstante.blogspot.com. Acaba de publicar Un réquiem europeo (2024) en Páginas de Espuma.

 

 


 

¿Para escribir un buen relato hay que ser audaz y arriesgar mucho?

       Yo pienso que un buen relato, como toda obra de arte, tiene valor en la medida en que nos descubre el mundo y la forma de acceder a él desde un ángulo nuevo. “Los asesinos”, “Casa tomada” o “¡Diles que no me maten!” lo hacen. Creo que en cada uno de estos cuentos el autor es fiel a sí mismo en lo que explora, y por eso es audaz. Ahora bien, la audacia y el riesgo no aseguran que el resultado sea bueno, pueden producir obras fallidas. 

 

 

¿Cree usted que el cuento no exige nunca un dogma estético?

       Creer en un dogma es limitar, prohibir, desde el presupuesto de que existe una forma previa que será necesaria y exclusiva para todo lo que se quiera escribir en el futuro. Significa pensar que ya hay un guante que vale para todas las manos. Y eso es un error. No, la elasticidad del arte significa justamente lo contrario, que cada necesidad expresiva buscará su forma mejor, y ambas cosas están siempre por venir.

 

 

¿Un cuento literario es más actitud e intención a la hora de plantearlo?

       Las personas que empiezan a escribir no quieren ser admiradas ni contentar al público lector, mucho menos ganar dinero, tampoco pasar el rato. Intuyen que escribiendo encontrarán la felicidad de expresar con palabras lo que sienten y piensan, lo que se mueve dentro de ellos. Luego, el resultado será más o menos satisfactorio; irán afinando la forma, precisando lo que buscan, encontrando sus temas y sus soluciones. Para mí, la literatura surge de eso. La repetición es la muerte.   

 

 

Desde El lector de Spinoza (2004) hasta Un réquiem europeo (2024), ¿qué puede aportar al género?

       Esta pregunta sólo puede contestarla un estudioso del cuento que tenga la suficiente perspectiva. Yo lo único que me atrevo a decir es que creo que mis cuentos se caracterizan por entrar en dimensiones no frecuentadas por la cuentística mayoritaria: el pensamiento, la religión, la crítica social y política, la ética. Además, practico diversos estilos, empleo diferentes recursos literarios en cada libro y aun en cada cuento, lo que, en el panorama predominante, suele considerarse experimental. Y dentro de un tono por lo general intenso.

 

 

Usted argumentaba en Bulevar (2013) el significado del mismo como algo roto, frente a conceptos clásicos que hablan de una colección de piezas textuales artísticas que representan una forma de cultura, ¿sigue siendo válida esa valoración textual?

       Bulevar nació como un conjunto de relatos de estilo convencional y temática realista en un tono homogéneo. Como en los tres libros anteriores yo había empleado fórmulas literarias muy variadas, sentía que ese libro no me representaba genuinamente; por eso lo mantuve durante años sin publicar. Sólo accedí a sacarlo cuando encontré la manera de romperlo incluyendo textos que contradecían esa estética (había algunos para que el lector escribiese en ellos y un tríptico que comparaba varias ediciones de un mismo libro escolar de Historia). Respeto la obra de autores que mantienen su uniformidad; pero yo, como escritor, no quedo satisfecho con eso. Ambos procedimientos me parecen formas de cultura, claro.

 

 

¿La búsqueda de nuevas formas de expresión sigue siendo una voluntad de ofrecer otro concepto de escritura?

       Sí. No siento que tenga un estilo que se repite en cada cuento, porque con cada historia va aparejada una forma de representarla. Puede ser un diálogo, el uso de un estilo barroco entreverado con otro convencional, uno lírico intercalado con otro en clave, el uso de diferentes tipografías y de disposiciones de líneas en la página, cuatro finales alternativos, intercambio de voces narrativas, etc. 

 


 

La sociedad actual, como materia literaria, ¿es esa zona oscura de nuestra realidad?

Muchos cuentos que leemos hoy hablan de relaciones personales y sentimientos, de la interrelación de la fantasía en lo cotidiano, de comportamientos extravagantes y personajes pintorescos, de una violencia a veces inverosímil… A través de ellos, cuando no son una simple exhibición de ingenio, podemos atisbar aspectos del ser humano. Sin embargo, no suelen iluminar el entono social, laboral, mucho menos político, de ese personaje que nos lleve a pensar en nuestra sociedad. De modo que sí creo que es una materia literaria ausente o, al menos, poco frecuentada. Y me resulta llamativo que esto ocurre en la narrativa, pero no tanto en la poesía y en el mejor teatro.     

 

 

¿Por qué recurre a la música en su último libro, todo un réquiem?

       Alguna novela, Sender, o libro de poemas, Ajmátova, emplean la palabra réquiem en su título para indicar la muerte. En mi caso, la idea de escribir un réquiem vino inspirada por las obras musicales de compositores como Mozart, Verdi, Fauré o Ligeti. Ellos aceptaron escribir música a partir de los himnos que se cantan en el réquiem. Yo quise explorar esa posibilidad y ver qué daría de sí en un libro de cuentos. Si podían configurarse en diálogo actualizado o irónico, casi siempre, con ellos y si también el libro como unidad podía responder a ese concepto.

 

 

¿Suena de fondo una absoluta libertad para la estructura de este libro como ocurre en la música?

       El réquiem es una liturgia cristiana para pedir por la salvación del difunto. Cada músico ha escogido determinados himnos y partes de la misa y ha desestimado otros con absoluta libertad. Yo he recogido prácticamente todos esos himnos y he añadido partes de la celebración que nunca se cantan en un réquiem (como el Credo o la Bendición). Así que invito al lector a entrar en el libro como en una ceremonia, a leer los cuentos en orden y percibir, quizás, una cierta experiencia de viaje o proceso que se le plantea.    

 

 


¿Quienes lean Un réquiem europeo consiguen al final el perdón?

       Hay en mi libro una traición al réquiem porque en él no se pide por la salvación de nadie en un juicio ante Dios tras la muerte, por su descanso eterno. Se analizan comportamientos personales, sociales y políticos que van desde la violencia criminal hasta la solidaridad y la esperanza. El Introito se titula “Otros y yo” y la Sequentia, “No descansan”. Es un libro que cuestiona todas esas caras de la muerte y confía en animar a conseguir el descanso de la paz para la vida que estamos viviendo ahora.   

 

 

¿Una misa de réquiem para una Europa que agoniza y no tiene solución o como ocurre en sus relatos aún podemos tener esperanza?

       Yo quería hacer un réquiem, como he dicho. Cuando llevaba varios cuentos escritos, me asaltó esta pregunta: “¿quién ha muerto?” Claro, se trata de Europa, de los europeos. No pretendía desarrollar algo así como un diagnóstico completo de nuestro continente, eso lo harán los sociólogos e historiadores. En el libro se señalan tres ejemplos dramáticos de la inhumanidad, crueldad e indiferencia europeas; como también actitudes que indican nuestra pobreza espiritual y ética. Tras el relato “Pleberio” la degradación llegaba a un punto límite. Con el Ofertorio que viene a continuación, el cuento “La gota”, hay un atisbo de esperanza, una llamada a buscar lo más valioso: el entendimiento, la generosidad, el amor y la aceptación del mundo como es y como puede ser.

 

 

¿Los lectores caminamos atravesando una oscuridad pero con la esperanza de llegar a vislumbrar una luz al final?

       Sí, como he dicho en la pregunta anterior. Yo creo que sin esperanza no podríamos vivir. Sin embargo, el libro no plantea ninguna solución global o pública que tanto necesitamos; presenta ejemplos de personajes que luchan contra la injusticia, que no desfallecen, que se sacrifican a sí mismos por el bien de alguien a quien aman… Siempre hay una acción a nuestro alcance que arroje luz en medio del desastre en que vivimos.

 

 

¿La inteligencia artificial posibilita que usted se desdoble como autor-personaje?

       Mi aparición en el libro con mi nombre se produce en dos cuentos. Uno como firmante de una carta que realmente yo envié a un periódico y que no quiso publicarla. Y la otra, para citarme como autor de un cuento en que la precariedad (una furgoneta de fruta se convierte en una ambulancia) se vio corroborada en Madrid con el uso de mantas como almohadas y de centros de atención médica sin médico.  Hay dos relatos que, más allá de la Inteligencia Artificial, plantean: uno, la posibilidad de que una máquina cobre conciencia de sí misma y con ello descubra la intimidad y la libertad; y el otro, la posibilidad del poder de unas máquinas que se apoderen no solo de archivos de memoria humana, sino de su conciencia misma.

 

 

¿Lo íntimo (personal) y lo colectivo (universal) quedan unidos por ese réquiem sinfónico?

       Cada clase de esos relatos ponen el foco de atención sobre un aspecto. El cuento que relata la reacción de unos padres ante el sufrimiento de su hija con su pareja es doméstico, íntimo. El que habla de la tragedia de los migrantes que mueren en el Mediterráneo trata un drama humano colectivo, aunque también se abordan las actitudes personales ante él. Con todo, yo creo que el título nos da a entender que ninguno en Europa estamos libres de reflexionar qué está ocurriendo, de leer con verdad la realidad a la que estos cuentos remiten, impelen, para plantear un diálogo que nos conmueva.