El Club de Lectura, “El sembrador de palabras”
En ocasiones
uno se reconcilia con su alrededor, con quienes de forma honesta,
desinteresada, humana e inteligentemente se acercan a un libro con el expreso
deseo de convertir esas horas en un auténtico disfrute, en esos momentos de
deleite que después de traducen en una manifiesta aventura por ensanchar el
conocimiento, o tan solo en la posibilidad de sumergirse en el placer de una
estado de bienestar especialmente mágico, y en un arriesgado intento, incluso, se
traduce en un calculado intento por descubrir que existen esos otros mundos “anchos
y ajenos” que proclama el peruano Ciro Alegría en su narrativa.
Y fue así como
un gran secreto y el mundo de las beguinas llegaron hasta el Club de Lectura,
“El sembrador de palabras”, que valga la expresión propala sus lecturas en la
conocida localidad cordobesa de Fernán Núñez, población ubicada a escasos
kilómetros de la capital de la mezquita; y, también, así fue como, una vez
allí, descubrí tras numerosas miradas, expresiones de inteligencia y de
humanidad, de amor y de cariño por la lectura, cómo conocí a un puñado de
buenas/os lectores que bajo la dirección de María Rosa Laguna, cosechaban
amabilidad y, en igual proporción, rigor, análisis, un severo juicio crítico y
una asombrosa capacidad de dominio por las perspectivas técnicas de la
narrativa y, en especial, de las posibles interpretaciones, variadas y ricas,
de mi última novela, El secreto de las
beguinas que la madrileña Trifaldi editaba apenas unos meses atrás.
Y de la mano
de Alejandro López
Andrada iniciamos eso que se llama “destripar una obra”, y pronto se sumaron
Juan Jesús, Ana María, Antonia Suanes y Antonia Toledano, Carmen y Dolores,
Encarni y Francisca, María Jesús y Pepa y Lola Toleano, María Espejo, Marisol y
María Miranda, o María Rosa que citaba páginas y párrafos que le habían llamado
la atención, y algún que otro nombre que olvido pero que estuvo allí y me hizo
sentir cómo el mundo sigue siendo ese lugar maravilloso donde uno debe
disfrutar con tanta amabilidad y buen quehacer.
Gracias, Club
de Lectura, “El sembrador de palabras”. Allí quedó un trozo de mi corazón y,
también, juntos desvelamos el secreto de estas mujeres singulares y el afán de
los hermanos por esclarecer una verdad; y os aseguro que a este seguirán otros
muchos que me gustará compartir con vosotros.
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Con María Rosa Laguna, Alejandro López Andrada y un servidor |
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Con María Rosa y Alejandro |
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Leer y disfrutar de algo dulce |
Enhorabuena, amigo Pedro. Seguro que fue una experiencia mágica y en muy buena compañía, con lectores tan inteligentes y perspectivas reveladoras. Una de esas experiencias que tanto gratifican y compensan. Me alegro mucho por ti y por la novela. Salud y abrazos. José Antonio Sáez.
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