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miércoles, 21 de agosto de 2019

Juan Eduardo Zúñiga


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MONUMENTO DE NIEVE
                     
      

        Juan Eduardo Zúñiga (Madrid, 1919) es el mayor experto en literaturas eslavas de España, ya en 1945 entregaba La historia de Bulgaria, y varias décadas después sus dos obras más significativas, Las inciertas pasiones de Iván Turguénev (1977) y El anillo de Pushkin (1983). Hacia 1980 comienza una fructífera producción de ficción propia, las colecciones de relatos, Largo Noviembre de Madrid (1980), La tierra será un paraíso (1986), Misterios de los días y de las noches (1992), Capital de la gloria (2003) y Brillan monedas oxidadas, 2010.
       Acaba de publicar, Recuerdos de vida (2019), en cuyas primeras líneas leemos, “Solo cuando sentimos que el final de la calle se acerca es posible repensar lo sucedido”; en estas páginas está todo, desde la infancia hasta el amor, con la Guerra Civil de por medio, un texto escrito con una prosa que aunque viene marcada por esa visión destructiva, o la ruina misma, convierte estas vivencias en el mejor de los autorretratos que nadie pudiera imaginar. Zúñiga sopesa su sorpresiva adolescencia, retrata a un joven flaco, con gafas que ocultan sus ojos, enlaza sentencias tan escuetas como su apariencia, pero abundan las imágenes que nos remontan a sus lecturas y, entre otras muchas descripciones, sobresale esta fantástica metáfora: “En el invierno del año 1930 o 31 cayó en Madrid una gran nevada y, mediada la tarde, el jardincito que rodeaba nuestra casa de la calle General Zabala, en el barrio de Prosperidad, se fue blanqueando”; fue “un escenario fascinante, más aún después, cuando se abrieron las nubes y la luna puso allí su fría luz”.
       Este repaso de cien años rememora una juventud de un desasosiego, hecho estremecedor que marcará la vida y el resto de la literatura de un joven Zúñiga que dialoga mucho con su madre, quien no se asombra de las visiones del muchacho, repasa sus mejores momentos con la enciclopedia Espasa, que lo llevan por la geografía de un Egipto desconocido, y a un Japón tan incógnito como ignorado, y así este Recuerdos de vida parece un libro de instantes que transforman al joven en el escritor que descubre a Turgueniev, a Pushkin, o a Chejov, y a Rusia y lo relacionado con su cultura literaria en su destino natural, porque el objetivo de ese viaje aprendido en los libros fue la lengua rusa: “Debí haber buscado un hogar, pero busqué un país para ser su hijo”. Rusia llegó a un Madrid sitiado, en 1937, cuando acogía la celebración del 20º aniversario de la Revolución de Octubre. “En la ciudad sitiada por las fuerzas franquistas, bombardeada y hambrienta, se alzaron grandes carteles, los alumnos de Bellas Artes decoraron fachadas de edificios y los periódicos publicaron trabajos sobre los acontecimientos y sobre escritores soviéticos”. Entonces conocería Zúñiga los caracteres cirílicos: “Y quizás en aquel momento quedaron mis ojos retenidos en un alfabeto que después me fue familiar”.
       Y aún deja escrito en este breve y hermoso texto, cómo conoció “la inllevable soledad” de la juventud, “los terribles años” de la guerra, porque “a todas horas sobre la ciudad vibraba la bóveda invisible del tableteo de las ametralladoras, el estampido de los morteros y el ronquido de la aviación con sus bombardeos”. Imágenes que se convertirán en la inspiración inevitable de su melancolía escrita posterior,  fue “la época que inducía a temeridades” y “reconozco haber andado por Madrid cuando los llamados “obuses” caían en cualquier barrio. No paraban de disparar los cañones de los franquistas colocados en la altura del monte Garabitas de la Casa de Campo, desde la que se dominaba el centro de Madrid”.
       Juan Eduardo Zúñiga no solo ha escrito una memoria, ha hecho un monumento de nieve, un homenaje a la escritura, una vida manchada por la guerra que convirtió en su tormento y en su inspiración. Cien años, en apenas 120 páginas, de una subjetividad absoluta. El paisaje blanco sigue en su retina, y las lenguas eslavas son “el sonido de esas lenguas”, se pegan a la música de su escritura sobre la imagen de un Madrid triste.






RECUERDOS DE VIDA
Juan Eduardo Zúñiga
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2019





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