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domingo, 12 de enero de 2020

Hoy tomo café con…


     Yanina Rosenberg: “La paradoja está en creer que lo fantástico y lo real son dos paradojas opuestas”.



       Yanina Rosenberg (Buenos Aires, Argentina, 1980), es farmacéutica y licenciada en Letras. Sus cuentos han sido premiados en Argentina, Perú y España, y publicados en antologías y en el suplemento cultural de Diario Perfil, de la Revista Ñ del diario Clarín y en Granta. Su primera novela, Momento Estocolmo 2016, que será próximamente publicada, fue premiada por el Fondo Nacional de las Artes. La piel intrusa (Páginas de Espuma, 2019) es su primer libro de cuentos, recibió en 2017 el segundo premio del Concurso Fundación El Libro; su cuento “Orgullo estratégico” forma parte del proyecto Audiocuentos de la Nueva Narrativa Argentina.

¿Resultaría paradójico conceptuar lo fantástico como algo real?
       La paradoja está en creer que lo fantástico y lo real son dos entidades opuestas, cuando en realidad son más bien simbióticas. Lo fantástico no existiría sin lo que consideramos real y la realidad sería insoportable sin la posibilidad de lo fantástico. Se complementan y equilibran entre sí. En algunos de mis cuentos, por ejemplo, se muestra el lado más realista de una madre, con sus lados más oscuros, lejos de las apariencias y los mandatos de la sociedad, y a partir de eso resulta casi inevitable la aparición del elemento fantástico, aunque sea como vía de escape. Lo real necesita equilibrarse con lo fantástico y viceversa. En esa búsqueda de equilibrio, los límites entre uno y otro se terminan esfumando.

¿Qué posibilidades ofrece el concepto de maternidad para un cuento?
       La maternidad es un iceberg en cuya punta está la devoción y el amor maternal, mientras que, por debajo de la línea del agua, está oculto todo aquello que la sociedad obliga a las madres a reprimir porque no concuerda con la descripción del amor maternal. Las posibilidades son infinitas.

En sus relatos predomina una voz femenina, ¿es algo voluntario o se concreta por la historia a contar?
       La voz surge de la necesidad de la narración, de lo que quiero contar. Aunque no estoy segura de que sea una elección consciente, sino más instintiva.

Las historias que cuenta, La piel intrusa (2019),  ¿forman parte de sus obsesiones?
       Retrospectivamente, puedo decir que sí. Veo obsesión en las relaciones humanas, especialmente en el modo en que están formateadas, en las etiquetas que nos pone la sociedad y nos dice cómo se debe actuar ante tal o cual situación, incluso nos dicen lo que está permitido sentir. Pero lo que más me obsesiona es, sin dudas, la existencia de límites. Los límites en las relaciones de pareja, en las amistades, entre una madre y un hijo. Hasta dónde llega el límite de lo correcto, lo moral, y a partir de dónde se empieza a habitar el tabú, a partir de dónde todo se convierte en un gran tobogán destinado a arrastrarnos hacia la tragedia.

Sus textos están fuera del tiempo y del lugar, ¿qué pretende con esto?
       Conceptualizar, llegar a la abstracción. Lo que ocurre en mis cuentos podría ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar. Hay en mis personajes sentimientos universales, más o menos reprimidos según las imposiciones de cada sociedad, pero universales al fin. ¿Qué madre no sintió nunca un mínimo de vergüenza ante el berrinche de un hijo? ¿Quién no sintió impotencia al ver marchitar a su propia pareja? ¿Quién no conoce una historia de mujeres que pelearon por un hombre?

¿Para usted lo irracional supone ver más allá de un realismo cotidiano?
       Lo irracional es parte de nuestra realidad. Pero al no comprenderlo, al no tenerlo definido y bien explicado, lo tildamos de irracional y lo apartamos de nosotros, lo negamos, ya sea por miedo o por precaución.   



Nuestro mundo sigue siendo precario, ¿de ahí su empeño en mostrar historias quebradizas que nos llevan a lo desconocido?
       Más que precario, me gustaría decirle rígido. Nuestro mundo es un juguete de niños donde cada forma, cada triangulito, cada cuadradito, encaja en su respectivo lugar. Conocemos la forma del triángulo y estamos seguros que allí sólo cabría el triángulo, y ni siquiera se nos ocurre hacer el intento de pasar el círculo por ahí. Sería enriquecedor  escapar a esa rigidez, abrir la mente. Aunque sea durante ese mínimo instante antes de que lo desconocido pase a ser conocido y pierda esa capacidad de sorprendernos.  

Sus fantasías llegan a ser reales, y por consiguiente ¿el lector debe creerse sus cuentos como parte de lo cotidiano?
       El lector debe mantener la mirada atenta. Ver lo extraño como algo cotidiano le quitaría la extrañeza. Considerar que algo fuera de lo común, algo distinto a lo que estamos acostumbrados, puede ocurrirnos en cualquier momento, en cualquier lugar, puede ofrecer terror, sí, pero también aire fresco. La posibilidad de fuga hacia otras realidades, hacia situaciones impensadas, ilógicas, incluso absurdas, hace que la realidad, a veces tan pesada, resulte menos sofocante. El lector debería estar abierto a una realidad más amplia de la que conoce.

¿Qué le debe a Horacio Quiroga si hablamos de una deuda con el clásico cuentista?
       Sin dudas le debo la mirada extranjera, por momentos aniñada, capaz de resignificarlo todo. Como lectora agradezco siempre a los autores que, como se dice, ponen el mundo patas para arriba.

Su libro La piel intrusa viene acompañado por el Premio Fundación El Libro, ¿qué supone para usted publicarlo en España?
       Tanto el premio como el haberlo publicado por una editorial a la que tanto admiro como Páginas de Espuma suponen un inmenso honor y responsabilidad. El honor de haber sido leída por gente a la que tanto admiro, y responsabilidad por poder devolver algo de lo que me dieron al creer en mis cuentos.

El jurado del premio destacó “el sutil erotismo” de sus relatos, ¿hasta qué punto resultan eróticas sus historias?
       Son eróticas en cuanto a la intensidad de los deseos que sienten los personajes. Y no me refiero solamente al deseo sexual sino al deseo de búsqueda, de cambio, de escape. El erotismo relacionado con lo sexual no es intencional en mis personajes. Creo que es una herramienta más a la que recurren en sus momentos de desesperación.

       En sus cuentos se aprecian las diferentes relaciones entre hombres y mujeres, ¿el lector debe percibir algo de feminismo oculto?
       Más que feminismo diría sexismo. Aunque no creo que esté oculto. En mis cuentos trato de mostrar más que mencionar. Es necesario mostrar y demostrar más que gritar. Aunque mis personajes griten con sus actitudes. Al cambio de paradigma que tanto necesitamos, a la verdadera igualdad entre el hombre y la mujer, creo que se puede llegar más fácil con ejemplos, mostrando los efectos de nuestras acciones sobre el prójimo, más que con órdenes, gritos y contragritos. Por decirlo de alguna forma, mis cuentos presentan escenas de feminismo explícito.

El miedo, esa prevención a lo desconocido, ¿sigue estando presente en nuestra vida cotidiana de ahí esa insistencia en La piel intrusa?
       A mí particularmente me da más miedo lo que no conocemos que aquello que podemos ver. Porque por muy atroz que ese algo sea, si podemos pensarlo y analizarlo, entonces podemos buscar herramientas para enfrentarlo. Pensar en la existencia de un monstruo hipotético es mucho más terrible que conocerlo y ver qué tan filosos tiene los dientes.

Finalmente, ¿el lector deberá abrir su mente al mismo tiempo que abra su libro?
       Sí, y ojalá la mantuviera abierta después de haber cerrado el libro. Con mentes más abiertas todos seríamos mucho más felices.




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