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miércoles, 2 de diciembre de 2020

Hoy invito a…

 

Antonio Tejedor Garcia

                          

                               Neorrurales

                                 Antología de poetas de campo

                                                       Córdoba, Berenice, 2018

                                                                         Pedro M. Domene



De vez en cuando abro el libro y leo un par de poemas, que en poesía hay que imitar “la lentitud de los bueyes” que decía Llamazares; rumiar cada verso y cada recuerdo con la vista en el campo que oculta tanta dureza, tantos trabajos. También, tanta belleza.

Pedro M. Domene nos trae una antología de poetas que van más allá de la visión tópica de lo rural, de aquellas ensoñaciones bucólicas de églogas y pastoriles o los toques de lirismo de los románticos; más allá, incluso, de la generación del 98, aquellos que como nos dice Pedro, inventaron el paisaje y los caminos. Después vinieron nuevas voces, como mi paisano Claudio Rodríguez, Félix Grande, Antonio Colinas…

 

 


 

Los que leemos ahora en esta antología se inspiran en la naturaleza, en todo lo que la puebla, personas que viven en él, animales, plantas, barrancos, insectos, vientos… todo lo que abarca el campo. Así, nos ofrecen una amplia mirada sobre lo rural, un sentimiento que se funde con los elementos físicos de la geografía. Pedro M. Domene nos los presenta como poetas de tres generaciones distintas. Los veteranos son López Andrada, Fermín Herrero y Reinaldo Jiménez, la generación intermedia la constituyen Sergio Fernández, Josep M. Rodríguez y David Hernández y la más joven nos deja al navarro Hasier Larretxea y al gallego Gonzalo Hermo con la visión de sus bosques y sus pa

Acostumbrado a las voces más clásicas, estos poetas vienen a ser como un soplo de aire fresco. Si personalizamos un poco, nos encontramos con poemas que se leen con verdadero dolor (Año del hambre, de López Andrada), o poemas que sintetizan perfectamente el campo por dentro y por fuera, como Calastro, de E. Herrero. Un autor que me hace recordar a mi padre y su repetida frase Siempre mirando al cielo, cuando el agua falta (lo más frecuente) y cuando sobra (tormentas devastadoras).  Estado de bienestar da qué pensar. Y enfadarse. Reinaldo Jiménez habla del tronco de la memoria que guarda en la piel; mantiene, como todos, el recuerdo de la infancia -la patria del hombre según Rilke- y entona este canto a lo rural, a la naturaleza, a la casa abierta de la que nos habla Sergio Fernández, donde la vida se reinventa  a cada instante, en palabras de Josep Rodríguez.

 


Poetas que escriben sobre la infancia, sobre el paisaje rural de entonces; versos llenos de de sentimiento sabiendo que –en palabras de Hermo- el lenguaje no basta. Hay mucha emoción en estos poemas. Que nadie piense, sin embargo, que se dedican a idealizar el campo o reivindicar lo antiguo. Coinciden, de alguna manera, en reconstruir un universo perdido en el que se ha convertido todo lo relacionado con lo rural.

En resumen, una estupenda antología, una selección rigurosa de poetas que sienten ese mundo y nos lo transmiten con sus mejores versos. Un estupendo trabajo de Pedro M. Domene que, además, ha escrito la introducción de Neorrurales.

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