… me
gusta
CINEMATÓGRAFO
Nadie pudo imaginar nunca que Franz Kafka
fuera un apasionado espectador de las primeras proyecciones del cinematógrafo. Dejó
constancia de películas que le fascinaron en salas de París, Milán o Múnich,
cuando visitaba o viajaba, junto a su inseparable Max Brod, o en las ciudades
de su vital trascendencia: Praga o Berlín. Kafka va al cine (2008), de
Hanns Zischler es un curioso documento que Minúscula rescata en su colección, Con
vuelta de hoja, y que, de alguna manera, amplía la compleja biografía que
autores como Wagenbach o Binder llevan recomponiendo desde hace décadas. No es
extraño, evidentemente, reconocer entonces en algunas imágenes dispersas a un
Kafka yendo al cine en la Praga
de 1912 y 1913, junto a sus amigos, según declaraciones del propio escritor
checo, en sus cartas a Felice Bauer, quien se convertirá en la espectadora
privilegiada de esta inédita pasión kafkiana. En 1984, Zischler, busca en
Verona el desaparecido cine Calzoni que Pino Breanza, un reputado
historiador local y panadero, le muestra en una antigua fotografía de época, en
cuya sala, quizá el checo había llorado con la proyección de la película: La
rompecorazones. Con Kafka va al cine el argumento para un nuevo
episodio en la biografía del gran escritor está servido. Y, en carta de 22 de
agosto de 1908, deja constancia a Brod de su admiración por el fenómeno: «...
lo único que puedo decir con certeza es que todavía tendremos que ir juntos
durante mucho tiempo al cine...».
KAFKA
VA AL CINE
Hanns
Zischler
Barcelona,
Minúscula, 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario