M. Ángeles Pérez
amaneceres
De santos
Una vez más volvimos a visitar a nuestros difuntos. De
manera apresurada, pero meditada, recorrimos las misteriosas callejuelas del
cementerio para poner a punto, con limpieza impoluta, cada uno de los nichos y
lápidas donde descansan nuestros antepasados. Las floristerías se dieron prisa
para satisfacer los más variados gustos de su clientela, no es para menos, es
su gran día de ventas. Volvimos a repasar con nuestra vecina, minuciosamente,
las fechas exactas de defunción de fulanito y menganita, así como el tiempo que
permanecieron en esta maravillosa vida, lamentando, con extremo sigilo,
aquellos casos que la dejaron de manera temprana, mientras hacíamos una severa
crítica sobre cual de los santos sepulcros conserva el mejor de los ramos
puestos. Y, entretanto, ellos siguen descansando rodeados de pulido mármol
blanco, de frescas y coloridas flores, de la más íntima y misteriosa
tranquilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario