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miércoles, 30 de enero de 2019

Hoy invito a…


José Antonio Sáez

La narrativa de Villaespesa

Berenice publica las novelas cortas del escritor almeriense

 

       Decía Valle-Inclán, a propósito de Lope de Vega, que era «un Villaespesa, pero con más talento». Con ello, el autor de las Sonatas quería aludir, seguramente, a la prolífica producción literaria de ambos escritores, a su gran facilidad para escribir; aunque incidiendo en la superioridad intelectual de Lope sobre el modernista almeriense. Evidentemente, esa «facilidad creativa» del almeriense de Laujar de Andarax, nacido en 1877 y fallecido en Madrid en 1936, perjudicó su imagen como escritor ante sus contemporáneos, que vincularon tal vez esa facilidad con la ausencia de rigor o con la carencia de exigencia del escritor consigo mismo, por su conservadurismo o su estancamiento estético en las coordenadas del modernismo externo. La producción literaria de Villaespesa alcanza, en sus 58 años de vida, alrededor de cincuenta y un libros de poemas, veinticinco obras de teatro y once novelas cortas. Sea como fuere, por la desconsideración de algunos de sus contemporáneos o por la crítica acomodaticia, la figura de Francisco Villaespesa no ha sido justamente valorada en su más amplia significación como uno de los principales fundadores del Modernismo español, junto a Rubén Darío. El almeriense fue comedido en el cultivo de la novela corta y sus obras parecen surgidas más como fruto de una demanda lectora y editorial, que proporcionaría al escritor una vía para ganarse el sustento. Villaespesa sabe que no puede competir con el talento de Valle-Inclán para la prosa o con el de otros grandes escritores contemporáneos de la Generación del 98 a los que trató. No obstante, hemos de decir que la producción narrativa de Villaespesa, manifestada en el cultivo de la novela corta y el cuento, es expresión de un alto nivel creativo, si la situamos en el primer modernismo y como fruto de las exigencias estéticas del momento. Quizás el error de Villaespesa fue vincularse excesivamente a ellas y no fue capaz de evolucionar hacia posiciones estéticas más comprometidas, despegándose del modernismo más externo y escapista, tal y como hicieron otros autores, entre ellos el mismo Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán o Antonio Machado.
       El último Abderramán y otras novelas cortas se nos presenta con el propósito de recoger la narrativa completa de Villaespesa y reúne once obras que el escritor fue publicando, refundiendo y agrupando según sus intereses o los intereses editoriales del momento, por lo que no es raro que cambie títulos o cree nuevos que agrupan a varias de ellas, lo cual puede despistar al investigador, no así en el caso de Pedro M. Domene, autor de esta edición crítica que ha trabajado en ellas a lo largo de veinte años de su existencia y que, por consiguiente, sabe de lo que habla. Es la suya una edición crítica que integra el esclarecedor estudio preliminar que introduce al volumen, el cual no llega nunca a abrumar al lector con farragosos datos eruditos, pues es la suya una edición destinada al gran público lector y no solo a los especialistas. El citado crítico añade una somera bibliografía y esclarece términos, expresiones y datos que aparecen en los textos con notas a pie de página, nunca tan desmesuradas ni agobiantes que lleven a distraer la atención del lector del itinerario central de la lectura.
       Podemos dividir el estudio introductorio en cinco apartados: el modernismo y Francisco Villaespesa, la prosa de Villaespesa (1907-1917)», pues Domene considera que en esos diez años se produjo la publicación de toda la obra en prosa de Villaespesa; la clasificación de las novelas cortas, las notas a la edición y la bibliografía esencial. Como adalid del Modernismo y entre la bohemia y la Generación del 98, heredero de un romanticismo tardío, así como del realismo y naturalismo contra el que reaccionó como modernista, se nos aparece un Villaespesa en sus momentos de penurias económicas y del auge de su fama; un escritor que se gana la vida colaborando en periódicos y revistas hasta que surge su teatro y se dedica a viajar por los países de Iberoamérica con gran éxito, participando en la vida social y cultural de los mismos, impartiendo conferencias y ofreciendo recitales de su poesía.
       En las páginas de la introducción, el lector interesado hallará la caracterización de cada una de las obras que se recogen en este volumen, lo cual no cabe en una reseña como ésta. Baste decir que el elemento definidor de todas ellas es su heterogeneidad en cuanto a técnicas narrativas utilizadas e influencias (romanticismo, naturalismo y realismo, fundamentalmente); aunque en su temática predomina la fascinación orientalizante por la cultura árabe. Y dentro de ella, la admiración por Granada y La Alhambra resultan realmente seductoras. A mi entender, Villaespesa encontró un filón literario que lo encumbró en su tiempo. Explotó ese filón en demasía y quizás no supo o no quiso salir de él porque se encontraba cómodo, instalado en el conservadurismo, anclado en un pasado legendario, poco o nada crítico con los problemas históricos y sociales. Esto le hizo desmerecer ante muchos de sus contemporáneos, cuando ya el Modernismo había sido sobrepasado por la Generación del 98.
       En la clasificación de las novelas cortas que integra el volumen, Pedro M. Domene coincide con el profesor de la Universidad de Almería José Heras Sánchez, en la siguiente: Breviario de amor y Resurrección pertenecerían a la novela lírica; Zarza florida a la novela bizantina/griega; Amigas viejas, novela de ambiente rural; El último Abderramán, a las novelas de carácter plenamente oriental y Las garras de la pantera, Las granadas de los rubíes y Las pupilas de Al-Motadid a las calificadas de «carácter parcial»; El milagro del vaso de agua sería novela de tesis o de fuerte contenido religioso y, finalmente, como novela de misterio se califica a La ciudad de los ópalos.
       Se trata de un volumen que se lee con amenidad y con cuya lectura disfrutará, sin duda, el lector actual que repare en la fantasía, el deslumbramiento y la sensualidad que destilan imágenes, personajes y ambientes.
El último Abderramán y otras novelas cortas. Autor: Francisco Villaespesa. Edición crítica, introducción y notas de Pedro Domene. Editorial: Berenice, Córdoba, 2018.

2 comentarios:

  1. Todo lo que se hace con amor y además con pasión suele alcanzar grandes metas. Tu edición está realizada con entusiasmo y con pasión y ello se hace notar. Sin duda será citada en múltiples ocasiones y tu nombre junto a ella. Felicidades. Un abrazo.

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