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viernes, 24 de julio de 2020

Un 23 especial Día del Libro


       Mañana celebramos un atípico, pero igual de memorable, Día del Libro, pero estamos en julio, aunque cualquier ocasión es recomendable para leer, y si los niños están de vacaciones, y son días de juegos interminables y de programar con ellos aventuras, de mostrarles cómo dar rienda suelta a la imaginación y a la fanatasía, como por ejemplo dejarse llevar en una travesía como la que hizo el Titanic, allá por 1912, aunque en esta ocasión, la historia esté protagonizada por RataKitty y RataMatt, dos simpáticos ratoncitos, que viajan con sus amigos a bordo del lujoso transatlántico. Será una mítica aventura de camino a Nueva York.



La crítica ha dicho: 
       Las ratas del Titanic nace de una enumeración de interrogantes ¿Podrían viajar unas ratas en el famoso barco R. M. S. Titanic y vivir las mismas experiencias que sus pasajeros? ¿Se ocultarían estos pequeños roedores pasando desapercibidos o pudieron llegar a confundirse con los legítimos pasajeros de esta archiconocida travesía? ¿Qué peripecias vivieron todos estos insospechados compañeros de viaje? ¿Qué destino corrieron? Obviamente, la resolución del enigma exige el desarrollo de este embrión argumental.  Aunque, matiza Domene, “la historia la tenéis aquí contada y el final lo imaginaréis vosotros”. Levantico. Digital, 05/04/2019. German Temprano.

¿El escribir Las ratas del Titanic, un libro enclavado dentro de lo que se denomina literatura juvenil, está relacionado con el hecho de ser exprofesor de Lengua y Literatura?
        
Quizá exista, de alguna manera, una inconsciente intención de despertar el interés por la literatura en los más jóvenes, y consciente de alguna manera que si alguien se aficiona a la lectura desde niño, con algo de suerte, jamás dejará el hábito, y puede convertirse en un lector asiduo el resto de su vida, y sobre todo con capacidad para ser riguroso en sus futuras lecturas.

¿Crees que este tipo de obras deberían inscribirse dentro de la “educación literaria” de los jóvenes?
       Existen opiniones para todos los gustos, desde que los mayores no debemos “guiar” o “proponer” a nuestros jóvenes las lecturas que deben hacer, otros que podríamos “aficionarlos” inicialmente con los clásicos, incluso quienes sostienen que deben ellos mismos quienes seleccionen sus propias lecturas, aunque debo decir que personalmente tengo experiencias de todo tipo, incluso cuando he recomendado y propuesto a antiguos alumnos, con una cuidadosa selección, algunas determinadas obras juveniles de autores de sobrada solvencia. Muchos de ellos se han enganchado a través de esta literatura calificada de juvenil que, de alguna manera, propone temas que les interesan: el amor, las drogas, la delincuencia, la moda, el misterio… Luego, una vez lanzado el anzuelo, vienen otros libros, sin lugar a dudas, incluidos esos clásicos y contemporáneos que afianzarán su afición lectora. Creo que no existe mayor misterio en torno a ese hecho. Zas! Madrid, 08/04/2019. Emilia Lanzas.




            No hay muchas novelas como esta donde bullen y entran en armonía el ensueño y lo real. Quizá se halle el milagro en saber humanizar e impregnar de ternura la vida de los animales. En este libro confluyen ambos registros, o ambos conceptos, lo objetivo y lo simbólico. En Las ratas del Titanic, los roedores no fueron los primeros en abandonar el barco. Pedro M. Domene embarca al joven lector en la leyenda de aquel fabuloso transatlántico a través de una lectura ágil y animada en la que coexisten dos escenarios paralelos: el real de «los humanos» y el interpretado por «los roedores» en una travesía única en dirección hacia la Tierra Prometida y el Nuevo Mundo. En este relato se entrelazan hábilmente hechos y datos históricos con la ficción que representan los ratones.
       En esta novela juvenil, los ratones (RataMatt, RataKitty, RataSam) se perfilan como personajes principales del relato, observadores y temerosos de ser descubiertos. Alcanzan un grado de humanización y organización que se asemeja al de los humanos (capitán Smith, Murdoch o Bride), hasta el punto de que el lector llega a convertirse en cómplice de estos simpáticos seres en una historia compartida de sueños de prosperidad e ilusiones en la que, además, el amor entre los ratajóvenes, RataMatt y RataKitty añade el ingrediente romántico que atrae al lector adolescente.
       El relato acerca a los más jóvenes a la leyenda del mayor transatlántico de principios del siglo XX, sin obviar el carácter didáctico que subyace en sutiles trazos que fomentan el pensamiento crítico, la solidaridad o la concienciación sobre los estatus sociales: «Mi abuelo dice que muchos de los pasajeros de este barco se califican de ‘ricos’, que significa algo así como ser dueños de muchas guaridas, disponer de mucha comida, dirigir a un numeroso grupo de humanos tan grande que se perdería ante nuestra vista y, sobre todo, dar órdenes y, aún viene lo mejor, todo el mundo les hace caso y eso, siempre» (pág. 56). Es este, por tanto, un libro ameno que fácilmente seduce al lector y sirve de puente intermedio entre aquellas primeras inmersiones infantiles en los cuentos y las futuras sumersiones en el apasionante océano de las historias y relatos que leímos de jóvenes y, luego, en nuestra madurez. Cuadernos del Sur, Diario Córdoba, 13/04/2019. Pilar Muñoz Aguilar.

       Los fondos marinos están llenos de barcos que han naufragado en sus aguas a lo largo de toda la historia. De muchos de estos pecios, poco se conoce; de otros, sin embargo, tenemos datos hasta la saciedad, como el es el caso del Titanic. Sea como sea, siempre es interesante leer una obra divulgativa y amena para informarse bien de lo que pasó antes, durante y después de su hundimiento, como Las ratas del Titanic.
Los personajes están muy bien perfilados. Entre ellos destacan Matt, el joven jefe ratuno, y Kitty, la intrépida rata de campo. Los dos son muy diferentes, pero pronto se conocen y empiezan a entenderse. La cuestión es: ¿sobrevivirán los dos al naufragio?
Las descripciones son muy precisas, sin llegar a ser recargadas, hasta el punto de hacer que el lector crea estar dentro del mítico barco durante la lectura.
Si hay algo que me gusta especialmente de este libro es la narración en sí, amplia en vocabulario y nada simplista. Una narración que dista mucho de la de otros libros que parecen tratar a los jóvenes como seres incapaces de comprender ciertas cosas, cuando hoy en día los niños y adolescentes están más espabilados que nunca.
Las ratas del Titanic es, además, un libro ilustrado. Tanto la portada como las ilustraciones interiores en blanco y negro corren a cargo de Ernesto Lovera. Estas piezas, muy cuidadas y precisas, nos muestran a las ratas efectuando acciones que vienen reflejadas en los capítulos, añadiendo bajo cada una de ellas una frase que indica exactamente al momento en que se refieren. La orilla de las letras. blogspot. 24/05/2019. Cristina Monteoliva.
            Las ratas del Titanic es una novela escrita con inteligencia y buen gusto. Cierto que no es la primera vez en que un escritor personaliza a animales y los humaniza (ahí están los claros ejemplos de los fabulistas Esopo, Iriarte, Samaniego, etc., para demostrarlo; o ejemplos tan preclaros como el de Cervantes, autor de El coloquio de los perros, una de sus Novelas Ejemplares). Un poco más difícil, quizá, lo tenía Pedro M. Domene con las ratas, por ser estas animales que suscitan comúnmente el rechazo y la aversión de los seres humanos. Mas, he aquí que el autor sabe volcar sobre ellas tal carga de cualidades humanas, como el valor o la valentía, el coraje, la reflexión y el análisis, la argumentación lógica, el sentido común, el amor, la ternura, la inocencia, la resolución de conflictos, la decisión… y tantas otras que la lista se haría interminable.
       A menudo, solemos exigir a los libros que sean depositarios de valores humanos que los niños sean capaces de asimilar y trasmitir. Porque el pequeño lector ha de disfrutar, sin duda, con la lectura, pero el escritor sagaz sabrá edulcorar la cucharada de medicina con otros sabores que la hagan más apetecible. Y así ocurre con Las ratas del Titanic, donde valores como la generosidad, la solidaridad, el altruismo, la capacidad de servicio y de sacrificio, la búsqueda del bien común, el sentido del deber y de la responsabilidad se hacen bien patentes y con tal grado de evidencia que difícilmente pueden pasar inadvertidos para lectores tan avisados. No debe pasar tampoco inadvertido el que los personajes humanizados que viajan como polizones a bordo del Titanic abandonan su tierra en busca de una vida mejor en América; es decir, se trata de emigrantes, con lo cual la narración nos alerta de un tema de candente actualidad que bien merece ponerse de manifiesto. Zas! Madrid, 29/05/2029. José Antonio Sáez.

            Se recupera una obra en la trayectoria de Pedro M. Domene: se trata de la novela Las ratas del Titanic, una nueva edición ilustrada por Ernesto Lovera en la Editorial Almuzara. Es un libro en donde las relaciones, los afectos, los viajes y el destino de la historia se echan a la mar de una manera muy particular. La amistad, el amor, los sentimientos, la aventura, el misterio, el medio ambiente, la diversidad, el conocimiento, la música, la solidaridad y la búsqueda son los temas que se abordan en este volumen. Todos estos ingredientes son los equipajes que embarcan en esta travesía que son trayectos de vida y que son el eje identitario de la escritura de Domene. Con este libro emprendemos un nuevo viaje en un crucero, el Titanic, con expectativas diferentes y con unos viajeros protagonistas: unas ratas inolvidables.
       La novela está estructurada en siete jornadas, coincidiendo con los días que dura la travesía: desde que zarpa (miércoles, 10 de abril de 1912) hasta el día fatídico (lunes, 15 de abril de 1912). A esto se añade un "Final", complementado con datos varios y técnicos. Tiene un estilo diarístico como si se tratase de un cuaderno de bitácora donde se anotan las situaciones que suceden a lo largo y ancho del mar. Los diablos azules, InfoLibre, 28/02/2020. Carmen Canet.

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