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domingo, 26 de mayo de 2019

Cuaderno en blanco, mayo


Mayo


       Un 1º de mayo me despierta tras la resaca de una Feria del Libro en Almería, atípica y anormal, caótica y descorazonada que me devuelve a la realidad de mi estudio, mis lecturas y a la proyección de nuevas empresas. Lo demás, el silencio.
       Empiezo la reseña, encargo de Turia, y su director Raúl Maicas, sobre Habana año cero, de Karla Suárez. Me informo e investigo sobre la desastrosa década de los 90 cuando la hambruna y la miseria golpeaban al pueblo cubano, y me dejo llevar por la prosa de la narradora cubana para construir una reseña que refleje la realidad del relato. Versión tras versión, ajusto sentido y sensibilidad para dar forma una reseña coherente y que justifique la narración de la escritora Suárez. Bien por su pulso narrativo, su irónica visión de una descorazonada realidad y la angustia vital de los cubanos durante años.
       La visita al CEIP Francisco Sáiz Sanz de Aguadulce toda una experiencia del buen quehacer y educación por parte de unos niños entre 10 y 12 años. Atentos, curiosos, con preguntas que mostraban ese interés infantil por tantas cuestiones en torno al mundo del libro. Firma de ejemplares, y dos curiosos regalos, dos marca-páginas con las ratitas como muestra de fondo. Para repetir.
       La memoria me devuelve las conversaciones con el maestro del cuento Antonio Pereira, amigo y entrañable narrador porque acaban de cumplirse los diez años de su fallecimiento. Una reseña, y su libro, Antonio Pereira y 23 lectores cómplices, son mi particular recuerdo de tanta buena lectura.

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