MUNDO DE TINTA
Con Muerte de Tinta (2008) la
narradora alemana, Cornelia Funke, cierra la trilogía iniciada hace unos años
que se compone de Corazón de Tinta (2004) y Sangre de Tinta (2005).
¿Qué han leído los niños de todos los
tiempos? Curiosa pregunta si, necesariamente, hemos de volver la vista atrás a
los siglos en los que las lenguas, incluido el castellano, se forjaban y
remitían a héroes de la antigüedad grecorromana, Ulises y la guerra de Troya,
las leyendas nórdicas de Sigfrido, las batallas y las hazañas recitadas por
juglares, entre cristianos y árabes, los romances históricos con aventuras
novelescas que harían las delicias de esos niños que crecían con los nombres de
el Cid, Fernán González, los Siete Infantes de Lara o el romances del conde
Olinos; o, mucho más tarde, Robinson, Gulliver, las fábulas literarias y
morales, los cuentos de los hermanos Grimm y Hoffmann, Dumas, y las delicias de
Verne, Salgari, London, el mundo maravilloso de Alicia, Peter Pan, Pinocho,
Tarzán de los monos, Mowgli y, en España, la niña Celia y Marcelino Pan y Vino;
o los éxitos más recientes, J.K. Rowling y su saga completa de Harry Potter o
Cornelia Funke y su trilogía de Tinta que, en estos días, acaba de publicarse.
Las editoriales de medio mundo
descubrieron, y cada vez más, la importancia de la educación artística y
literaria de los niños y de los jóvenes en general y no ahorran esfuerzos, en
este sentido, para lograr el fin propuesto. Las relaciones internacionales han contribuido
en las últimas décadas a mostrar el interés por la literatura infantil y
juvenil y son frecuentes ferias y congresos para debatir nuevos proyectos y
ampliar los límites de una literatura cuya potencia lectora supera, en
ocasiones, cualquier expectativa de la denominada literatura de adultos. La Dirección General
del Libro, Archivos y Bibliotecas en nuestro país calcula todos los años que de
los 80.000 títulos, aproximadamente, publicados casi 9.000 correspondían a
títulos de obras infantiles y juveniles, es decir, más de un 10% del total, sin
incluir las traducciones de autores de otras lenguas del Estado y de
extranjeros, hasta llegar a un total de un aproximado 26%. Preguntado, un joven
al respecto, respondía lo siguiente: «Los libros que más nos gustan son las
novelas y los cómics. Novelas hay de muchos tipos, pero las que nosotros (los
adolescentes) preferimos son las de aventuras, bien sean de otra época (como
las de caballeros y doncellas) o de la época actual (como las policíacas y de
misterio). Estos temas nos gustan mucho porque hacen que siempre tengas ganas
de continuar leyendo, porque siempre pasan cosas interesantes que son de
acción. También nos gustan porque normalmente ganan los buenos y los caballeros
o porque siempre acaba descubriéndose el misterio. Otras novelas que también
nos gustan mucho son aquellas en las que el protagonista es un chico o chica
joven, como nosotros, porque así podemos saber mucho mejor lo que piensa y
siente. Pero sobre todo nos gustan si hablan de problemas que nos preocupan,
por ejemplo, del problema de las drogas
o el tema de la esclavitud infantil. Los cómics nos gustan todos: los de
violencia, los de humor, los de aventuras... Los cómics son mucho más fácil de
leer que las novelas, y eso siempre está bien. Tienen muy poca letra y van
acompañados de dibujos que muchas veces son geniales. Sólo tienes que pasar por
el quiosco o por la biblioteca de tu instituto o de tu pueblo y descubrirás la
variedad que tienes».
Mundo
de Tinta
Paralelo al fenómeno mundial Harry
Potter en el año 2003 la narradora alemana Cornelia Funke publicaba Corazón
de tinta e iniciaba, así, una trilogía en la que el mal de los libros puede
cobrar vida gracias a la capacidad lectora de los protagonistas de esta
asombrosa historia. En realidad, en esta primera entrega, cuenta la historia de
la niña Meggie que vive con su padre, un extraordinario encuadernador de
libros, que una noche es visitado por un ser no menos extraordinario que
responde al nombre de Dedo Polvoriento. Cuando esto ocurre, padre e hija
cerrarán su casa y viajarán al sur, hasta la casa de una pariente lejana, la
tía Elinor, un personaje no menos extraño que los anteriores, aunque
propietaria de una de las más fabulosas bibliotecas que jamás hubiera visto
antes Meggie. Hasta aquí el planteamiento de la historia n o podría ser más
sugerente, pero la aventura de la niña con los libros no terminará con esta
visita sino que será el inicio de la auténtica aventura a la que se enfrentarán
ella y otros personajes a lo largo del libro. La vida de Maggie ha estado,
desde siempre, rodeada de palabras y lo que Cornelia Funke pretende hacerles
ver a los niños es, precisamente, la «magia de las palabras» y sus
consecuencias últimas, es decir, cómo a través de la lectura de los libros podemos
llegar a ser verdaderos magos, como Mo, el padre de Meggie, capaz de dar vida a
los personajes de los libros cuando lee en voz alta; tal vez por eso,
Capricornio, uno de los malvados de la historia, quiere tener en su poder ese
libro que tanto esconde el padre para volver a su mundo.
Corazón de tinta (ya está
en su 9ª edición) como relato infantil o juvenil no descubre nada nuevo, es la
prolongación de un mundo mágico anterior, pero tal vez, sí insiste
magistralmente en ese concepto que se le supone a la buena literatura, esto es,
la lucha permanente entre ese mundo de la ficción y ese de la realidad o lo que
supondría algo más, esa eterna visión entre el origen del bien y del mal que
sustenta a muchos de nuestros relatos más clásicos.
Dos años más tarde, en el otoño de 2005,
aparecía Sangre de tinta y continuaban las aventuras de Meggie, Mo, Dedo
Polvoriento, y muchos otros personajes que se sumarán a una historia mucho más
compleja y en la que Orfeo, un lector casi tan bueno como Mo o Meggie, llevará
a Dedo Polvoriento al Mundo de Tinta, tras diez años fuera de casa, pero no
permite a Farid, muchacho al que Mo había sacado de Las Mil y una Noches, acompañarle en
su viaje. Después, el libro caerá en manos de Basta y Mortola, el siervo y la
madre de Capricornio. Farid corre a casa
de Elinor, donde ahora viven también Darius, otro lector, Meggie y sus padres, para contárselo y
rogarle a la niña que lo transporte también a él al Mundo de Tinta para
prevenir a Dedo Polvoriento. Pero Meggie decide acompañarle, dejando a sus
padres solos. Es, entonces, cuando empiezan las aventuras en el Mundo de Tinta
y se suceden fantásticos episodios en lugares encantados como el Castillo de la Noche y el Campamento
Secreto. Unos dos millones y medio de ejemplares se han vendido de esta segunda
parte que en España va por su 4ª edición.
Ahora se
termina la trilogía con Muerte de tinta (2008) y sombras negras cubren
Umbra... Solamente han pasado pocas semanas desde que las mujeres Blancas se
llevaran a Dedo Polvoriento con ellas. Meggie y sus padres viven en una finca
abandonada y pacífica que les hace casi olvidar las pesadillas que pasaron en
el Castillo de Noche. Pero cuando oscurece y Meggie mira impaciente por la
ventana esperando a Farid, escucha el grito de un grajo... Y entonces es cuando
su padre desaparece en el bosque y se une a unos ladrones para volver a vivir
nuevas experiencias... El Príncipe Negro y el Hombre Fuerte hacen su aparición,
se avecina el peligro y todos se esfuerzan para que desaparezcan las sombras
amenazantes y el pueblo pueda volver a vivir en paz. Y también vuelve Farid que
trabaja para Orfeo y otros personajes de las historias anteriores, el príncipe
Negro, Fenoglio que utilizará las palabras para luchar, sobre todo, contra
Orfeo, Piper y otras muchas criaturas que seguirán la fantástica tercera parte
de las aventuras que no defraudará a ninguno de sus lectores. La narradora
alemana ha declarado que el libro, de alguna manera, expone como alguien es
capaz de sobreponerse al sentimiento de la muerte en un ser querido y por una
pura coincidencia del destino, cuando el libro ya estaba terminado, aunque no
publicado, Cornelia Funke perdió a su marido. Esa experiencia directa con la
muerte le hizo pensar que tendría que reescribir mucho, pero al revisar las
pruebas de imprenta optó por no cambiar casi nada, tuvo la sensación de que con
su escritura se había preparado inconscientemente para elaborar el concepto de
la muerte en su marido.
La autora
Conelia
Funke (Dorsten, Alemania, 1958) es una afamada ilustradora de libros
infantiles. En España había publicado anteriormente, El
jinete del dragón (2002). Sobre ella, la crítica
especializa española ha escrito algunas notas acertadas como la siguiente:
«Funke tiene imaginación, sabe narrar con fluidez, se preocupa de explicar el
porqué de todo lo que pasa, crea personajes con alma, tiene don para los
diálogos chispeantes, conoce las fuentes de la fantasía y es capaz de llevar su
feliz idea argumental hasta el final, sin que decaiga nuestro interés, sin
defraudar las expectativas que crea. Una maravilla». Parte de sus vivencias las
había experimentado la niña Funke camino de la biblioteca de su pequeño pueblo,
situado en la Wesfalia
alemana, de la mano de su padre, cuando ambos realizaban largos paseos,
cruzando puentes, por caminos sinuosos, que acababan en una escalera que se
asemejaba a un inmenso árbol coronado por una fantástica casa en su copa más
alta. En su Alemania natal trabajó como guionista de televisión y terminó en la
escritura fantástica. En la nota bibliográfica que acompaña a voluminoso Corazón
de tinta (2004) se enumeran libros como Alí Babá y los cuarenta ladrones,
Peter Pan, La historia interminable, La princesa prometida,
El viento en los sauces, El libro de la selva, La isla del tesoro, El
Señor de los anillos, Las aventuras de Tom Sawyer o Una historia de la
lectura, de Alberto Manguel. Cabría pensarse, pues, que este es un libro
sobre otros libros o un libro dentro de otros muchos libros e incluso que, en
realidad, en el mejor de los sentidos, es un viaje al mundo de los libros.
Quizá por todo esto, esta afirmación sea la más acertada porque la historia que
cuenta esta autora germana tiene mucho que ver con el mundo de bibliotecas
maravillosas y fascinantes. Afincada en Los Ángeles, allí murió su marido hace
un par de años, y vive con sus dos hijos Ben y Anna y un perro, Luna, que está
igual de loco que algunos de los personajes de sus novelas. Para ella, su nueva casa en Beverly Hills, un
lugar lleno de encanto, entre magnolios y mucha vegetación, le facilita la paz
necesaria para escribir todos los días.
Aventura, fantasía, magia, bastante humor
y no menos suspense conforman los ingredientes de la literatura de Cornelia
Funke, en la que tampoco es raro encontrar dragones, castillos y fantasmas. La
bibliografía en España, editada por Siruela, es muy amplia, El jinete del
dragón (2003), Potilla y el ladrón de gorros (2005), ¡Apártate de
Mississippi! (2006), Cuando Papá Noel cayó del cielo (2006), No
hay galletas para los duendes (2007) y Dos brujitas salvajes (2007).
Cornelia Funke risueña y jovial,
impredecible, vive las aventuras con sus lectores desde una soleada California,
en medio del cañón de Coldwater, donde ha encontrado su refugio y la fuerza
para seguir inventando ese universo visible como una vivero de imágenes y
símbolos a los que la imaginación otorga el puesto que merece.
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