Luis García Jambrina
Luis García Jambrina (Zamora, 1960) estudió Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, donde se doctoró. En la actualidad es profesor de esta misma universidad, actividad que combina con su labor como crítico literario y la escritura de ensayos, relatos y novela. Publicó las colecciones de cuentos, Oposiciones a la morgue y otros ajustes de cuentas (1995) y Muertos SA (2005). En novela, ha cultivado géneros muy distintos, como la novela histórica, El manuscrito de piedra (2008), El manuscrito de nieve (2010) y recientemente, El manuscrito de fuego (2017), en torno a la figura de Fernando de Rojas. La novela policíaca, En tierra de lobos (2013), y sobre Cervantes, La sombra de otro (2014) y Bienvenida, Frau Merkel (2015).
Empezó
dedicándose al difícil arte del cuento, ¿qué supuso su paso a la narrativa
extensa?
Supuso el
abandono, espero que provisional, del cuento, pues la novela exige mucho tiempo
y energía. Y la verdad es que lo lamento, pues el cuento es un género que me
interesa y en el que me encontraba también muy a gusto. No obstante, espero
regresar algún día a ese territorio.
En los 80
del siglo pasado proliferó una novela histórica culta y otra recreaba ambientes
de novela negra, ¿su primera novela de la trilogía Rojas
viene a ser un homenaje a la época?
En mi
caso, lo que he intentado hacer es, precisamente, una mezcla de novela
histórica y novela negra, de novela culta y novela popular, con elementos
tomados de la literatura clásica española, sobre todo del romancero y la
picaresca, pero también de la literatura de género contemporánea.
¿Conocemos
mejor a Fernando de Rojas a través de las dificultades a que somete a su
personaje?
En efecto,
he querido que este personaje se vaya haciendo conforme se van desarrollando
las novelas que componen la serie, en las que tiene que enfrentarse a una serie
de problemas, obstáculos y misterios de todo tipo, lo que pondrá a prueba su
inteligencia y sus principios.
Usted
mueve a un joven Rojas por los ambientes académicos de la ciudad de Salamanca,
¿conocía el autor de La Celestina tales ambientes?
Seguramente,
los conocía muy bien, pues estudió en la Universidad de Salamanca hasta
alcanzar el grado de bachiller en Leyes. Y está claro, cuando leemos La Celestina,
que era una persona muy culta e instruida y que frecuentaba también los
ambientes prostibularios y tabernarios de la ciudad.
¿Huía
usted al escribir El manuscrito de
piedra (2008) de la novela histórica al uso de abundante documentación?
El gran problema con la
documentación en la novela histórica es que hay que saber dosificarla, para no
lastrar la novela. Es
muy importante que la información vaya apareciendo de manera gradual y natural,
a través de los diálogos y de la propia narración. En mis novelas utilizo
abundante documentación, pero procuro que se vea o se note lo menos posible.
El lector
pasea a través de los ojos del detective Rojas por una Salamanca monumental
¿ese y no otro fue su objetivo principal?
Ese es
otro de los objetivos de la novela. Salamanca es la otra gran protagonista de
estas novelas; no se trata de un mero escenario. Por eso trato de que el lector
visualice bien la ciudad, su peculiar fisonomía y sienta que pasea por sus
calles.
¿El éxito
le llevaría a publicar El manuscrito
de nieve dos años después?
La
continuación estaba prevista de antemano, pues vi que el personaje daba mucho
juego, al igual que la época y la ciudad de Salamanca. Luego fueron también los
lectores los que, de alguna forma, me pidieron que continuara la serie. En todo caso, son
novelas autoconclusivas que pueden leerse de manera independiente y sin seguir
un orden concreto.
El mismo
detective, la misma ambientación, aunque en esta novela se profundiza en el
ambiente social y en el matiz picaresco, ¿es así como debemos entender esta
novela?
En efecto,
pretende ser una ampliación y profundización de las otras dos novelas; de
hecho, es más histórica y compleja que las anteriores. A través de ella se hace
un retrato de la época, sobre todo de la corte y de la Universidad de
Salamanca, con todos sus conflictos.
Una vez
más, todo un desfile de personalidades históricas, ¿pudo haber tenido Rojas
relación con esos personajes o forman parte de su ficción narrativa?
Por
desgracia, de Rojas no sabemos mucho. Pero es evidente que tuvo que ser una
gran personalidad de su tiempo, y no solo como escritor. De hecho, todo parece
indicar que después de La Celestina no volvió a publicar. ¿Dónde estuvo? ¿Qué
hizo? ¿Con quién se relacionó? A esas preguntas tratan de dar respuestas mis
“manuscritos”.
El manuscrito de fuego ¿cierra de alguna manera el ciclo de las
aventuras del pesquisidor real Rojas?
El
manuscrito de fuego cierra la trilogía que yo llamo “de los manuscritos de
Salamanca”, en la que existe un escenario común, que es la ciudad salmantina y
su famosa Universidad. Pero aún falta una novela: El manuscrito de aire,
para completar la tetralogía “de los cuatro elementos”. Y luego ya se verá.
Ahora se
nos dibuja un Rojas bastante mayor, alejado del bullicio cortesano, pero mucho
más perspicaz, ¿se trata de un intento de cerrar el ciclo?
Se trata
de un Rojas escéptico y crepuscular que está ya de vuelta de todo y no quiere
saber nada de lo que sucede en la corte, pero que se verá obligado a volver a
las andadas. Por otra parte, aún le quedan nueve años de vida. Asimismo existe
un período de su vida en el que probablemente tuvieron lugar otras aventuras,
de las que me ocuparé en el futuro.
Al hilo de
las pesquisas de Rojas, sobresale la trama política, intelectual, ¿existió de
alguna manera ese oscuro fondo histórico?
En las
tres novelas hay un trasfondo histórico, y más en esta última, en la que
todavía siguen vivas las heridas abiertas por la guerra de las Comunidades, en la que Salamanca y la
Universidad participaron muy activamente. Es un momento muy interesante y
conflictivo de la Historia de España, lleno de tensiones políticas, sociales y
religiosas.
Trabajar
con un personaje histórico como Francesillo de Zúñiga, ¿supone una dificultad
añadida al relato de ficción?
Para mí
fue un reto y un aliciente, pues se trataba de rescatar del olvido un personaje
poco conocido. El gran problema de Francesillo es que sabemos muy poco de él, y
la mayor parte de lo que sabemos son leyendas. Yo he tenido que separar la realidad
de la leyenda y reconstruir su vida al hilo de la investigación sobre su
asesinato. Por fortuna, he podido contar con la ayuda del principal
especialista en don Francés de Zúñiga.
El
personaje de Rojas ha echado mano de un ayudante llamado Alonso, ¿no será esto
un intento de prolongar esta serie negra histórica con nuevos personajes?
El
personaje de Alonso tiene varias funciones dentro de la novela. Además de
ayudante, es un espejo en el que Rojas se ve reflejado en la época en la que
era joven, la de las dos primeras novelas. Por otra parte, me sirve para llevar
a cabo un juego metaliterario en la línea de los que aparecen en los otros
“manuscritos”, pues Alonso será el encargado de recoger por escrito las
andanzas y aventuras de Fernando de Rojas, que, pasados los siglos, yo tendré
la oportunidad de reescribir y publicar.
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