Nerea Riesco
Publica en Espasa, Los lunes en el Ritz (2018) una historia apasionante de amor,
amistad, sacrificio, engaño y venganza, en uno de los grandes hoteles del
mundo.
Nace en Bilbao en 1974, y pasará su infancia
y adolescencia en Valladolid, se traslada a Sevilla donde colabora en
diferentes medios de comunicación, que compagina con sus estudios de
Periodismo, y se licencia en Universidad de Sevilla. Mientras realiza sus
estudios contacta con un grupo de jóvenes interesados en el mundo de las
literatura, de esos encuentros nace la propuesta de editar su primer libro de
relatos, Ladrona de almas (2002). Dos
años después llega el IX Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla por El país de las mariposas (2004). Ars Magica (2007) mezcla novela
histórica, novela negra y grimorio. El
elefante de marfil, se publicó en 2010, y aúna amor, aventura e intriga, en
el marco de la Sevilla de fines del siglo XVIII, y sugiere al lector que las
grandes decisiones son las que se toman con el corazón.
Ha publicado un poemario erótico,
ilustrado por Juan Antonio Flores, Desnuda
y en lo oscuro (2010), y un libro relatos Todas son iguales (2013). Su siguiente novela Tempus (2014) ofrece historia, aventura, ciencia y thriller, y en Las puertas del paraíso (2015) se cuenta
la fascinante historia de un hombre y una mujer que se amaron por encima de
credos y fronteras en una época marcada por la intolerancia y el afán de
conquista. Los lunes en el Ritz
(2018) es una historia de amor, y de amistad, de un prolongado sacrificio, y
donde engaño y venganza, son el telón de fondo en el hotel Ritz de Madrid, testigo de la
historia más reciente.
¿Cualquier
tiempo pasado fue siempre mejor?
Sin duda, pero tiene truco. Nuestro
cerebro filtra los recuerdos, dejándonos los mejores. La nostalgia sabe a beso
de un verano adolescente, a tomate de los de antes, a sugus… y nos sacude de
encima los madrugones para ir al cole, la pila de deberes y los moratones en
las rodillas. ¡Y qué bien que así sea!
Se
lo pregunto porque, leída su novela, Los lunes en el Ritz (2018), se percibe
cierta fascinación por el momento histórico, ¿es así?
El tiempo en el que transcurre la trama
de la novela, que es entre el 1929 y el 1936, siempre despertó mi interés. Había
cientos de libros y películas que hablaban de la guerra civil, pero no tantos
en los que se desgranase “el previo”. ¿Qué ocurrió para que una sociedad
abierta en la que existía la ley del divorcio, en la que se debatía sobre las
autonomías en el congreso, en la que las mujeres ejercían el derecho al voto…
estuviese tan dividida?
¿El
protagonismo de las mujeres viene marcado por la situación social que usted
describe?
Las mujeres nunca lo hemos tenido fácil,
pero aquellos años parecían esperanzadores para las españolas. Como digo podían
votar, tenían acceso a la universidad, ocupaban escaños en el congreso,
conducían taxis, pilotaban aviones… ¡Hasta una agencia de detectives femeninas
había en Madrid! Esos avances fueron arrebatados de manera abrupta. Todo lo que
ocurrió supuso un trauma para la sociedad. No hay más que repasar los medios de
comunicación para ver que aún no nos hemos recuperado.
¿De
qué manera, un edificio como el Ritz, se convierte en protagonista absoluto de
la historia a contar?
El Ritz de Madrid es un testigo de la historia. En sus
habitaciones se han hospedado personajes transcendentales: Mata Hari, Winston Churchill, Dalí… Grace y
Rainiero de Mónaco pasaron allí parte de su luna de miel y allí se hospedaron
también los asistentes al sepelio de Franco; por citar solo algunos. Era una
tentación demasiado grande no aprovecharme de toda esa realidad para configurar
mi fantasía.
Cuando
el lector acabe Los lunes en el Ritz, ¿encontrará algo más que una apasionada
historia de amor?
Intento que mis novelas sean un poco
como una cebolla (risas). Que estén conformadas por decenas de capas para que cada
lector profundice hasta donde le plazca. Quien busque una historia de amor en
“Los lunes en el Ritz” la
encontrará. Pero también podrá encontrar una novela de
aventuras, de traiciones, de amistad entre mujeres, de curas sociales, de
crítica, de repaso a la historia… Me gusta mucho cuando llego a un club de
lectura y alguno de los participantes me comenta que supo de tal o cual
cuestión gracias a alguna de mis obras. O que mi novela les ha llevado a leer
otro libro para seguir ahondando en un tema que despertó su curiosidad.
El
personaje de Martina es un referente, ¿a quién debe recordarnos en realidad?
Es uno de esos personajes que yo llamo
“puzzle”, porque voy tomando pellizcos de personas reales, de detalles,
actitudes y biografías de otros. Martina tiene mucho de Dely Tejero, una
pintora destacada del momento que formaba parte de un movimiento llamado “las
modernas”. Sería interesante que le hiciésemos un repaso a las mujeres que se
han quedado fuera de los libros de historia y de texto. Ignorándolas comentemos
una tremenda injusticia. Por no hablar del vacío educativo que eso implica.
El
período elegido, 1929-1936, ¿conlleva un ingrediente más que narrativo o habrá
que leerlo como exclusiva ficción?
Situar a los personajes en un
determinado momento histórico o en un determinado escenario, implica que las
circunstancias económicas, políticas y sociales (reales) que se vivieron en
esos años afectarán a sus comportamientos y forjarán sus personalidades. Antes
de poner la primera frase de mis novelas estructuro la historia con dos líneas
del tiempo paralelas: una en la que desarrollo la historia que he inventado, y
otra en la que señaló los hitos reales de los años que describiré.
Usted
suele documentarse para sus novelas, ¿este ha resultado un proceso de
elaboración más complejo o más fácil por la proximidad de la época?
Como te decía, mis novelas tienen un
marcado carácter histórico pero por primera vez avanzaba lo bastante en el
tiempo como para no tener que documentarme con libros escritos por gente que ni
siquiera había vivido el momento del que hablaba. ¡Disponía de la prensa del
día! El ABC, el Blanco y negro, el Estampa… pero sobre todo una revista que
descubrí llamada “Crónica”, a la que rindo homenaje transfigurándola en el
“Cronista impaciente” en la
novela. Ha resultado un placer el trabajo de documentación.
El
protagonista masculino, Bosco, representa a ese grupo de actores que triunfó en
Hollywood, ¿queda mucho por contar de aquella época?
Muchísimo. Son años dorados en los que
nuestros actores se fueron a Hollywood a triunfar en los llamados “talkies” o,
lo que era lo mismo, las versiones españolas de las películas americanas. La Metro Goldwyn Mayer
contaba con un departamento especialmente dedicado a ello. Allí triunfaron
artistas de la talla de Conchita Montenegro (la Greta Garbo española,
la llamaban) o el murciano José Crespo, que me sirvió de inspiración para el
galán de la novela: Bosco, un apuesto joven que viaja a Hollywood siendo un Don
Nadie y regresa convertido en una rutilante estrella. Él está más que enamorado
de la hija del director del Ritz en un momento en el que en el hotel no se
permitía la entrada a actores. Un poco de complicación nunca viene mal.
Algunos
personajes de su novela tienen referentes en la vida real, el padre Eugenio,
los jóvenes Martina y Bosco, otros se nombran explícitamente Durruti, o el
papel de la revista Cronista
impaciente y el propio Ritz, ¿resulta difícil novelar ficción y realidad, o
quizá desde esta perspectiva resulta más fácil?
No sé si es más o menos fácil. Supongo
que es mi manera de trabajar. En la mayoría de mis novelas los personajes
reales conviven y se relacionan con mis personajes fantaseados. Calculo que
trabajo con un 50% de historia real y un 50% de invención.
Los
acontecimientos se precipitan en las últimas 60 páginas de la novela, ¿había
necesidad de condesar esa parte histórica que viven los personajes para
justificar el resto de la historia?
Hay algo que tenía muy claro cuando
comencé a darle vueltas a la idea de la novela, y es que no quería entrar en periodo
de Guerra Civil. La novela termina a finales del 36. Quería que el lector
tuviera la misma sensación que los personajes. Tienen sus propios problemas y
preocupaciones cuando, de repente, sucede algo ajeno a ellos que le da la
vuelta a todo. Repentino, rápido, caótico… en una noche todo lo que eran sus
prioridades se desvanece y lo fundamental es sobrevivir.
No
vamos a desvelar el final, ¿estaba usted obligada a rendir homenaje a tantos
españoles de la diáspora?
Más bien a las personas reales, a las
que viven en día a día, a los que se preocupan por tener un trabajo con el que
alimentar a sus hijos, pagar la casa y poder darse un capricho de vez en
cuando. A la gente que tiene sueños, que aspira a vivir feliz y tranquila. Como
te decía, se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil y, casi siempre, se describe a
personas que son capaces de morir o matar por una ideología política. Yo tenía
ganas de escribir sobre gente que piensa todo lo contrario: Ni morir, ni matar.
Simplemente vivir y dejar vivir.
Si
uno lo piensa fríamente, ¿poco más cabe contar de Martina, Bosco o sus padres
al llegar al punto y final, verdad?
La historia del exilio también la han
escrito muchos. Entre ellos grandes literatos que tuvieron que marcharse. Mis
personajes brindan con lágrimas en los ojos escuchando el “Suspiros de España”.
¿Qué más se puede decir?
Una
vez contado este episodio nacional, ¿qué podemos esperar en forma de libro
próximamente?
De momento no puedo contar mucho. Estoy
encendiendo el horno para empezar a cocinar la nueva novela.
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