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miércoles, 11 de abril de 2018

Mucho cuento


10 x 10

                     “La gloria del cuento es la brevedad.  En realidad,                nadie sabe lo que es un cuento. Al que cree saberlo,                       se le nota, porque hace un mal cuento”.
                                                                    Medardo Fraile

10 El género cuento, ese adecuado campo para la experimentación y exponente para la fantasía, requiere una proverbial utilización del lenguaje, y cuando hablamos del tono y de la estructura, ofrece valores atemporales que siempre vuelven, de alguna manera, al esencial concepto de lo narrativo, y así se convierte en el elemento esencial con una amplia pluralidad de tendencias.

9 No resulta nada fácil señalar características generales que definan el trabajo de un grupo de autores, léase el presente: sus referencias provienen de Maupassant y Chéjov, de Poe y Cortázar, de Lugones y Quiroga, o de esa otra influencia universalizada que protagoniza el maestro Borges para dejar una constancia, “después del argentino no es necesario confrontar la noción del cuento como derivación de la novela”, y aun añadimos que “el relato aflora cuando falta el aliento suficiente para una obra narrativa extensa”.

8 Los ejemplos válidos donde se miran cualquiera de los actuales cultivadores del cuento fueron, sin duda, los del llamado grupo de los cincuenta, y de los numerosos escritores hispanoamericanos que aumentaron su presencia en la segunda mitad del siglo XX pasado, pensemos en García Márquez, Monterroso, Ribeyro, Benedetti o Pitol y, por extensión, autores en otras lenguas como Kafka, Mansfield, Cheever, Salinger o Carver.

7 La diversidad y riqueza de los cuentos que siguen pone de manifiesto las variadas fórmulas expresivas empleadas, bien podemos referirnos a cuentos teóricos, líricos y (seudo) dramáticos, porque algunos de esos aspectos sobresalen por encima del elemento narrativo: unos porque reducen el cuento a una digresión, reforzando así una visión ensayística; otros, sintetizan el argumento y la condensación narrativa, y así se consigue una exultante capacidad para sugerir y evocar.

6 Cierto lirismo, algunas que otras banalidades sacadas de la realidad, evocaciones poemáticas que provocan un sentimiento o una emoción, una cierta capacidad sugeridora que lleva al texto a sus máximas consecuencias que, así, elimina o se reduce a la anécdota, la brevedad sintética narrativa, y algunos personajes entrevistos, o señalados desde una perspectiva fugaz.

5 Algunos cuentos están desprovistos de un entresijo argumental para dejar constancia  de situaciones menos densas; por otra parte, la atmósfera ambiental recrea, o mejor crea una historia ingeniosa y reproduce ambientes un tanto realistas y, en ocasiones, escenifica y nos envuelve en ciertos misterios, o ritos esotéricos.

4 Predomina una linealidad narrativa, y estructuras que se ordenan en varios planos de significación: exotismo oriental, crudo realismo, simbolismo kafkiano, o incluso atisbos de cierta fantasía borgiana.

3 En la muestra Contar hasta diez prevalece la historia de la diversidad; formas, recursos, procedimientos narrativos y lenguaje se funden en un modesto haz de posibilidades temáticas y técnicas, con el amor y la psicología, el terror y la metaliteratura como fondo, realismo frente a parodia, o simbolismo frente a fantasía; tal vez para que lo funcional y lo irónico, lo poético y la digresión conformen una heterodoxia distinta del cuento: Rosa Galisteo, muestra una representativa sorpresa irónica; Ricardo Reques, recrea y nos envuelve en un pasado científico sorprendente; M. Teresa Morales Rodríguez, vislumbra una misteriosa y no menos curiosa realidad; Juan Pérez Cubillo expone/ mezcla ingredientes para contar una auténtica historia; José Castillejo Valero, constata una denostada solidaria esperanza peninsular; Fernando Molero Campos, apuesta por una democracia imperfecta; Francisco Antonio Carrasco, se sirve del azar para elaborar una (s) auténtica(s) jugada(s) maestra(s), Cecilia Silveira, apuesta por una macabra cotidianidad no exenta de sorpresa; Antonio Luis Ginés, ironiza sobre una escrupulosa/tremenda posibilidad (es); y Alfonso Cost, añora una fantasía iconográfica y demuestra su convencional arte, de profundis.

2 Hago mías las palabras de mi admirado, mi querido, y mi mejor amigo, Medardo Fraile, con quien mantuve tantos años de complicidad literaria, cuando afirmaba con esa contundencia tan característica, como generosa suya, “un cuento me parece lo más fino y personal y lo menos manchado que puede hacer un escritor”.

1 Como toda antología que se precie, Contar hasta diez es  una propuesta selectiva y alejada de ese propósito unitario que conlleva una definición canónica del cuento o relato, y más atiende a una polifónica intertextualidad plural que, indiscutiblemente, pone de manifiesto lo diverso.

                                     Prólogo, Contar hasta diez, 2014


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