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“La gloria del cuento es la brevedad. En realidad, nadie sabe lo que es un cuento.
Al que cree saberlo, se
le nota, porque hace un mal cuento”.
Medardo Fraile
10 El género cuento, ese adecuado campo para
la experimentación y exponente para la fantasía, requiere una proverbial
utilización del lenguaje, y cuando hablamos del tono y de la estructura, ofrece
valores atemporales que siempre vuelven, de alguna manera, al esencial concepto
de lo narrativo, y así se convierte en el elemento esencial con una amplia
pluralidad de tendencias.
9 No resulta nada fácil señalar características
generales que definan el trabajo de un grupo de autores, léase el presente: sus
referencias provienen de Maupassant y Chéjov, de Poe y Cortázar, de Lugones y
Quiroga, o de esa otra influencia universalizada que protagoniza el maestro
Borges para dejar una constancia, “después del argentino no es necesario
confrontar la noción del cuento como derivación de la novela”, y aun añadimos
que “el relato aflora cuando falta el aliento suficiente para una obra
narrativa extensa”.
8 Los ejemplos válidos donde se miran cualquiera de
los actuales cultivadores del cuento fueron, sin duda, los del llamado grupo de
los cincuenta, y de los numerosos escritores hispanoamericanos que aumentaron
su presencia en la segunda mitad del siglo XX pasado, pensemos en García
Márquez, Monterroso, Ribeyro, Benedetti o Pitol y, por extensión, autores en
otras lenguas como Kafka, Mansfield, Cheever, Salinger o Carver.
7 La diversidad y riqueza de los cuentos que siguen
pone de manifiesto las variadas fórmulas expresivas empleadas, bien podemos
referirnos a cuentos teóricos, líricos y (seudo) dramáticos, porque algunos de
esos aspectos sobresalen por encima del elemento narrativo: unos porque reducen
el cuento a una digresión, reforzando así una visión ensayística; otros,
sintetizan el argumento y la condensación narrativa, y así se consigue una
exultante capacidad para sugerir y evocar.
6 Cierto lirismo, algunas que otras banalidades
sacadas de la realidad, evocaciones poemáticas que provocan un sentimiento o
una emoción, una cierta capacidad sugeridora que lleva al texto a sus máximas
consecuencias que, así, elimina o se reduce a la anécdota, la brevedad
sintética narrativa, y algunos personajes entrevistos, o señalados desde una
perspectiva fugaz.
5 Algunos cuentos están desprovistos de un
entresijo argumental para dejar constancia
de situaciones menos densas; por otra parte, la atmósfera ambiental
recrea, o mejor crea una historia ingeniosa y reproduce ambientes un tanto
realistas y, en ocasiones, escenifica y nos envuelve en ciertos misterios, o
ritos esotéricos.
4 Predomina una linealidad narrativa, y estructuras
que se ordenan en varios planos de significación: exotismo oriental, crudo
realismo, simbolismo kafkiano, o incluso atisbos de cierta fantasía borgiana.
3 En la muestra Contar hasta diez prevalece la historia de la
diversidad; formas, recursos, procedimientos narrativos y lenguaje se funden en
un modesto haz de posibilidades temáticas y técnicas, con el amor y la
psicología, el terror y la metaliteratura como fondo, realismo frente a
parodia, o simbolismo frente a fantasía; tal vez para que lo funcional y lo
irónico, lo poético y la digresión conformen una heterodoxia distinta del
cuento: Rosa Galisteo, muestra una representativa sorpresa irónica; Ricardo
Reques, recrea y nos envuelve en un pasado científico sorprendente; M. Teresa
Morales Rodríguez, vislumbra una misteriosa y no menos curiosa realidad; Juan
Pérez Cubillo expone/ mezcla ingredientes para contar una auténtica historia;
José Castillejo Valero, constata una denostada solidaria esperanza peninsular;
Fernando Molero Campos, apuesta por una democracia imperfecta; Francisco Antonio Carrasco, se
sirve del azar para elaborar una (s) auténtica(s) jugada(s) maestra(s), Cecilia
Silveira, apuesta por una macabra cotidianidad no exenta de sorpresa; Antonio
Luis Ginés, ironiza sobre una escrupulosa/tremenda posibilidad (es); y Alfonso
Cost, añora una fantasía iconográfica y demuestra su convencional arte, de profundis.
2 Hago mías las palabras de mi admirado, mi querido, y
mi mejor amigo, Medardo Fraile, con quien mantuve tantos años de complicidad
literaria, cuando afirmaba con esa contundencia tan característica, como
generosa suya, “un cuento me parece lo
más fino y personal y lo menos manchado que puede hacer un escritor”.
1 Como toda antología que se precie, Contar hasta diez es una propuesta selectiva y alejada de ese
propósito unitario que conlleva una definición canónica del cuento o relato, y
más atiende a una polifónica intertextualidad plural que, indiscutiblemente,
pone de manifiesto lo diverso.
Prólogo, Contar hasta diez, 2014
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