Felices vacaciones...
,,,y buen tiempo.
“Los buenos libros se escriben para que gusten a sus autores; luego a Dios o al Diablo, o quizá a ambos; y en tercer lugar, para nadie”. Juan Carlos Onetti
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viernes, 30 de marzo de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
Sabías que...
“El tiempo no se detiene ni espera
por nadie, así que no detengas tu vida por pequeñeces, sigue adelante porque en
este momento eres lo más viejo que puedes ser y lo más joven que nunca volverás
a ser jamás”.
miércoles, 28 de marzo de 2018
martes, 27 de marzo de 2018
Llorenç Villalonga
EL CLÁSICO BEARN
RETRATO INEVITABLE DE UN MUNDO EN DECADENCIA
La suerte de ciertas novelas resulta, en
ocasiones, impredecible y quedan en el olvido durante décadas hasta que el paso
del tiempo las convierte en un auténtico clásico. Bearn o La sala de las muñecas fue publicada, en su versión
castellana, en 1956, por la modesta editorial mallorquina Atlante. En 1961 se
publicó en catalán, y con una merecida repercusión ganaría el Premio de la Crítica catalana. Existen
algunas discrepancias sobre la primera versión escrita por Llorenç Villalonga,
y fue Baltasar Porcel, amigo personal del autor, quien sostuvo que fue primero
la española, iniciada hacia 1936, aunque parece que se redactó la versión
catalana mediados los 50, y que enfrentado el autor al editor barcelonés porque
pretendía numerosas y diversas correcciones, emprendió la versión castellana,
que entregó a la
imprenta. El editor Carlos Barral editó una nueva versión
castellana en Seix-Barral (1969), prologada por Jaime Pomar, texto que
aseguraba la acogida en el ámbito peninsular de quien sería considerado ya como
un clásico vivo de la literatura catalana del siglo XX. Dos ediciones recientes
recogen el texto completo: el Institut d'Estudis
Baleàrics (2006) y Alfabia (2009), que asegura haber editado la versión
definitiva, según cotejo de las anteriores, y ahora se suma la de Malpaso con un
prólogo de José Carlos Llop, una edición del propio Llop y David Martín Copé.
La obra
Llorenç
Villalonga cuenta un relato de familia de un modo sencillo, con una enjundiosa
historia de fondo, una especie de diario-memoria sin apenas ostentación ni una
excesiva complejidad estilística que, curiosamente, incorpora la convulsa
historia de España a la vida cotidiana, y constata la decadencia de una casa
mallorquina de rancio abolengo con envidiable naturalidad. La francmasonería y
el volterianismo de su protagonista, don Antonio de Bearn, no eran materia
grata al espíritu de una España entre provinciana y empeñada en la autarquía
imperial, aunque el tema no fuera razón suficiente para que la novela pasara
desapercibido durante décadas, y si el hecho de haber sido escrita por un
intelectual mallorquín, alejado de los centros emisores de la cultura
tradicional de la época: Madrid y Barcelona. La novela narra el devenir de los años de madurez de don Antonio
de Bearn, el último de los señores de una estirpe que llegó a la isla con la
conquista cristiana, y de su esposa, doña María Antonia, primos hermanos, con
quienes se cierra la familia puesto que no han tenido descendencia, símbolo
evidente de esa decadencia inexorable de la clase social a la que representan:
la aristocracia rural.
El
acierto de Villalonga fue la creación del personaje que interpone en su
narración, y cuenta la historia de los señores de Bearn, el capellán de la
familia, Juan Mayol, un joven
del lugar considerado una especie de “porquero de la casa”, aunque
protegido quizá porque fuera un hijo bastardo del amo, dado a sostener
aventuras con campesinas del lugar, como buen señor feudal. Juan reconoce la
paternidad espiritual de ese hombre cuya vida ha marcado la suya en todos los
aspectos. Solo ausente de Bearn durante los años del seminario, Mayol asume que
su destino es haber compartido la vida y los conocimientos con el señor, y
algunas de sus intimidades. Don Antonio tiene esa cualidad misteriosa que
llevan a pensar que algunas personas resulten francas y comunicativas en
apariencia, pero como es el caso resultan los seres más impenetrables.
Juan
Mayol encarna ese espíritu reaccionario de raíz clerical propio de la Restauración,
aferrado a esa ortodoxia que observa en el señor de la casa y encarna al
librepensador por excelencia. La relación entre el hombre maduro y el joven se
dilata a lo largo de 30 años desde el inicio hasta el final de la novela, y simboliza
el conflicto entre la fe y la razón que
defienden ambos personajes. El sacerdote preocupado por la heterodoxia
del señor se convierte en guardián de su obra más querida: sus memorias, que
son el lugar donde don Antonio ha decidido encerrar ese mundo que muere en la
realidad, aunque perdurará por la irreductible fuerza de la literatura. El
interés del personaje Mayol, complemento de los esposos Bearn, estriba en su
perpetua y continua lucha interior, en las insatisfacciones que dominan su
existencia, y se traducen en ese grito nunca formulado en voz alta, que el
lector percibe entre líneas. Joven de una extrema sensualidad, de una fuerza
incontenible que debe reprimir, oculta una gran frustración por no haber
llevado la vida de ese hijo legítimo, y porque por mucho liberalismo que
proclame el señor, entendido como humanismo e incapacidad para comprender al
semejante, este nunca renunciará al lema ancestral de la familia: Antes
morir que mezclar mi sangre.
Una
importancia más ostenta un cuarto personaje, doña Xima, la sobrina de don Antonio, que subraya aun más el
importante aporte psicológico de Villalonga. Una joven que provoca un gran
escándalo familiar: su fuga a París en pleno Segundo Imperio, donde encuentra
protectores jóvenes y adinerados, incluido el mismo Napoleón III, hasta
convertirse en una célebre cocotte. Xima encarna una aguda degradación,
moral y personal, un hecho que Juan Mayol no deja de denunciar con cierta
repugnancia, aunque ella conduce su vida por la senda de esa libertad social que
el capellán nunca disfrutó, y su presencia provoca un profundo desasosiego en
el sacerdote, que estallará con el incontenible episodio de la visita parisina
de la familia. La
sensualidad del sacerdote no se verá contenida pese a las represiones y las penitencias
a que se somete, puesta a prueba por hallarse en la misma ciudad, llevándolo a
soñar con ella, incluso a creer verla en todas partes.
El autor
Llorenç Villalonga i Pons nació en Palma
de Mallorca el 1 de marzo de 1897, de padre militar no siguió sus pasos y
estudió Medicina en las facultades de Murcia, Barcelona, Madrid y Zaragoza, y
en 1926 se especializó en Psiquiatría. Ejerció en Palma, y después en el
Hospital Psiquiátrico de la
ciudad. Siendo estudiante universitario escribió artículos en El Día, diario de carácter liberal, se
interesó por las vanguardias estéticas europeas, y por Marcel Proust, decisivo
en su obra. Su primera novela, Mort de
dama (1931), narra la agonía la aristocracia de la isla, y satiriza la vida
de la alta sociedad mallorquina de los años veinte. Director literario de la revista Brisas (134-1936)
publicó en castellano cinco relatos breves y una pieza teatral.
Cuando se produce la sublevación militar contra la República, Villalonga se afilia a la Falange Española. El 19 de noviembre de 1936 contrae un matrimonio de conveniencia con una pariente lejana, Maria Teresa Gelabert i Gelabert. El final de la guerra significó un tiempo de silencio, escasean sus publicaciones: diez artículos entre 1942 y 1947, en el diario El Español. En 1947 reanudó sus colaboraciones de prensa en el diario Baleares, órgano del régimen franquista, y regresa al cultivo literario en su lengua materna en los 1950, mejoran sus relaciones con los representantes del catalanismo en Mallorca, y publica en 1952, en catalán, La novela de Palmira, y dos años después aparece en Barcelona una nueva edición de su primera novela, Mort de dama. Entre 1952 y 1954 escribe en catalán su obra más importante, Bearn o La sala de las muñecas, considerada hoy un clásico de la literatura catalana. A partir de los sesenta, en su literatura cobra una gran importancia el componente autobiográfico, en las novelas L'àngel rebel (1961), Falses memòries de Salvador Orlan (1967), Les Fures (1967) y El misantrop (1972. Actualmente se considera una de las figuras más importantes de la literatura en lengua catalana del siglo XX. Murió el 28 de enero de 1980.
Cuando se produce la sublevación militar contra la República, Villalonga se afilia a la Falange Española. El 19 de noviembre de 1936 contrae un matrimonio de conveniencia con una pariente lejana, Maria Teresa Gelabert i Gelabert. El final de la guerra significó un tiempo de silencio, escasean sus publicaciones: diez artículos entre 1942 y 1947, en el diario El Español. En 1947 reanudó sus colaboraciones de prensa en el diario Baleares, órgano del régimen franquista, y regresa al cultivo literario en su lengua materna en los 1950, mejoran sus relaciones con los representantes del catalanismo en Mallorca, y publica en 1952, en catalán, La novela de Palmira, y dos años después aparece en Barcelona una nueva edición de su primera novela, Mort de dama. Entre 1952 y 1954 escribe en catalán su obra más importante, Bearn o La sala de las muñecas, considerada hoy un clásico de la literatura catalana. A partir de los sesenta, en su literatura cobra una gran importancia el componente autobiográfico, en las novelas L'àngel rebel (1961), Falses memòries de Salvador Orlan (1967), Les Fures (1967) y El misantrop (1972. Actualmente se considera una de las figuras más importantes de la literatura en lengua catalana del siglo XX. Murió el 28 de enero de 1980.
Llorenç
Villalonga, Bearn o La sala de las
muñecas; ed., de José Carlos Llop y David Martín Copé; Barcelona, Malpaso,
2017; 340 pp.
viernes, 23 de marzo de 2018
jueves, 22 de marzo de 2018
Clásicos ilustrados para la primavera
Los Watson
Jane Austen
Edición ilustrada por Sara Morante
Jane Austen (1775-1817)
dejó su novela Los Watson (1804)
inconclusa, y leída hoy se muestra como ese esbozo, apenas unas escenas en las
120 páginas de lo que debiera haberse desarrollado como una de las encantadoras
novelas de la autora inglesa, aunque sí es posible reconocer no solo su genio,
sino también los temas que siempre interesaron a Austen, “esa
profunda contradicción entre el dominio de la razón dominante en la sociedad de
la Inglaterra
del siglo XVIII y los valores a los que, hipócritamente, se esperaba que la
mujer se adhiriera”.
El argumento
La historia
comienza cuando la hermosa Emma Watson se dirige al primer baile de la temporada
en compañía de su hermana. Emma ha pasado la mayor parte de su vida lejos de la
localidad de Surrey de la que es oriunda. Hija de una familia patricia venida a
menos, ha sido educada hasta el momento por una tía acaudalada que la devuelve
a su casa porque contraerá matrimonio y se trasladará con su marido a Irlanda.
La escena del
baile, ocasión para introducir a los personajes principales de la trama, ocupa
la mayor parte de las páginas conservadas del relato, y con ellas ya es posible
hacerse una idea del desarrollo de los acontecimientos que había previsto la
narradora. Emma es la menor de cuatro hermanas cuya única aspiración es
encontrar un marido; dada la mala situación económica de la familia, esa es la
opción respetable de asegurarse el futuro. Jane Austen nos habla, una vez más,
de la condición de la mujer de su época, de su limitado papel en la sociedad y
de su falta de recursos propios.
La
protagonista se describe como una joven de gran sensibilidad y honestidad, y quizá
por eso no está dispuesta a contraer matrimonio si no es con alguien de su
completa elección, independientemente de su fortuna o rango; contempla la idea
de desarrollar un trabajo humilde como el de maestra de escuela, algo
preferible a dedicarse a la caza de un esposo y al matrimonio por
interés. Como no podía ser de otra manera, la interesante Emma pronto
despertará pasiones entre los solteros del contorno y vendrá a alterar la
existencia de una familia de la que llevaba años alejada.
En el caso de Emma Watson se adivina uno de esos
personajes femeninos que han hecho célebre a Jane Austen por
su inconformismo y la mirada inquisitiva que lanza a su alrededor. Una
vez más, la autora planteaba con sus textos la futilidad de una existencia femenina
sin otra posibilidad de realización que un buen matrimonio de conveniencia que
obligaba a las mujeres a lanzarse a una competición que, sin duda, les
arrebataba la dignidad y, en numerosas ocasiones, la felicidad.
Final
Los Watson, una
obra que, desgraciadamente, quedó inconclusa y la presente edición,
con ilustraciones acertadísimas de Sara Morante (Torrelavega, 1976), que
prefiguran ese aire victoriano. Incluye, además, un breve pasaje añadido por
James Edward Austen-Leigh, sobrino y biógrafo de la autora, en el que
explica los planes que su tía tenía para desarrollar la novela, así cuenta como
Casandra, la hermana confidente de la autora, conocía siempre los argumentos de
las obras que estaba escribiendo Jane, y señala como el señor Watson moriría
poco después, así que Emma se vería obligada a vivir con su mezquino hermano y
su cuñada; rechazaría una propuesta de matrimonio y, finalmente, triunfaría el
amor por el señor Howard.
Jane Austen, Los Watson; ilustraciones Sara Morante;
Barcelona, Círculo de Lectores, 2017.
miércoles, 21 de marzo de 2018
Hoy invito a...
María
Ángeles Pérez
MAÑANA
Cerró la puerta tranquila, muy despacio,
al contrario de como había pensado hacerlo. Sintió un leve mareo, se apoyó
sobre la silla azul, sacó el clinex algo humedecido por sus propias lágrimas y,
sobre él, escribió: Y mañana volverá a salir y a ponerse el sol, recibirá el
beso de buenos días convertido en una constante rutina, la vecina saludará
amable y cumplidamente, el paseo se cerrará ajustado a una hora aproximada,
como siempre. Pero mañana, para ella, no será un día más. Miraréis a su cara y
no sabréis qué decir, omitiréis
pensamientos, cariños, verdades y mentiras, y sabrá leerlo en vuestro
corazón y en vuestra mirada y, a pesar de todo, hará un esfuerzo para poder
entenderlo.
Volvió a coger el clinex levemente caído
de la mano, pasaron por su cabeza una serie de imágenes desordenadas y las
recordó como una terrible pesadilla. Y, en esos momentos, sólo se le ocurrió
añadir: Mañana será otro día.
martes, 20 de marzo de 2018
Sabías que...
“Para tener éxito no tienes que hacer cosas
extraordinarias. Haz cosas ordinarias, extraordinariamente bien”.
Jim
Rohn
lunes, 19 de marzo de 2018
Desayuno con diamantes, 135
EL
CUENTO COMO GÉNERO
Un cuento es algo tan nítido y limitado
como cualquiera de los objetos que nos rodean, quizá por esto, un autor sólo
puede resumir su poética literaria cuando concibe unos textos breves; y así,
inevitablemente, un cuento —se convierte— en un experimento con la noción de límite,
o manifiesta esa voluntad impuesta por el propio autor, como escribiera el
argentino Ricardo Piglia, muy a propósito de este denostado género literario en
nuestros días.
Aunque, en realidad, esta generalización
merezca una reflexión ensayística más oportuna y mejor documentada, para
situarnos en el concepto tradicional de cuento, podríamos aventurar, entre otras características del género,
la recapitulación de una síntesis capaz de resumir el concepto de un buen
relato o de un cuento breve. Para esto seguiremos algunos de los consejos que
Andrés Neuman, un excelente teórico y mejor representante de la narrativa
breve, ya expusiera en algunas de sus colecciones donde teorizaba sobre cómo
habría de guardarse un secreto cuando se confecciona un cuento, o aventuraba
que los relatos siempre suceden ahora porque no hay tiempo para más. Es,
precisamente, en las primeras líneas donde un cuento se juega la vida y, a medida
que leemos, observamos cómo los personajes, simplemente, actúan y la atmósfera
recoge lo más memorable del argumento. El lirismo contenido se convierte en la
magia de la mejor expresión, pero la voz del narrador es tan importante que
apenas si se nota y es, precisamente, en el ritmo donde se muestra el talento
de su autor. Baste añadir que una frase, un párrafo, una página, pueden ser la
extensión justa y medida, pero sobre todo, el proceso a seguir para terminar un
buen cuento es, siempre, callar a tiempo.
Hasta aquí algunas notas que resumen esa
equivocada cuestión de considerar al
cuento un género menor, un ejercicio, aparentemente, sin desarrollar porque
parece que solo en las grandes obras se mostraría ese largo aliento que la
narrativa breve no alcanza; el relato breve se crea y se desarrolla como una
elipsis en su propio desarrollo y la escritura comienza en lo narrado por el
autor y en las omisiones que este deja para el posible lector. Kurt Spang
enlazaba las características del aspecto creativo y estructural del cuento con
las de la lírica, en una aproximación a un género que participa de un proceso
semejante al usado por el poeta, esto es, la interiorización de la realidad
exterior, con esa evidente consecuencia de la brevedad o de la profundidad,
cierta predilección por la instantánea y
la sugerencia visual, cierta tendencia a tratar un solo aspecto, un tema,
incluso plantear la situación en un limitado campo de acción pero a medida que
avanza el relato aumentar la intensidad del mismo; función estética del
lenguaje, importancia del ritmo, musicalidad
y un cierto carácter explícito o implícito oral en el texto compuesto.
Un buen cuento, en suma, divide en tres instancias su contenido: los personajes
creados, la atmósfera conseguida y la acción del mismo.
Cuestión aparte merece ese concepto de
literatura o cuento escrito para jóvenes lectores. Quizá, en un arriesgado
juicio cabría preguntarse, ¿son los jóvenes los mejores lectores, los más
cualificados para establecer lo que podríamos denominar como la auténtica
literatura? Porque el joven lector no suele sucumbir ante opiniones como las
esgrimidas por estudiosos, profesores, críticos en general que se han empeñado,
durante años, en convencer a millones de personas de que si un libro no desencadena una auténtica revolución
social no tiene valor alguno. Sociológicamente el fenómeno funciona de esta
manera en todas las lenguas del mundo porque para ellos pesa aún ese
indiscutible don de la lógica y les gusta la claridad. Siguen siendo esos lectores
independientes que solo confían en su propio criterio.
Desde Chejov a Poe, desde Borges a
Cortázar, desde Clarín a Fraile, y en nuestros días Monzó y Calcedo, una amplia
variedad de tendencias ha proporcionado a los autores una absoluta variedad de
registros con que caracterizar un estilo
y un tema. El cuento en España ha vuelto a retomar en las últimas décadas el
interés por contar historias. La situación del cuento almeriense ofrece,
paralelamente, desde hace décadas una parca panorámica, aunque algunos de los
autores, que hace años yo mismo antologaba, han mantenido esa firme voluntad de
seguir escribiendo relatos. Algunos nombres notables se asomaban entonces y
otros nuevos se han incorporado con el paso del tiempo, José María Riera de
Leyva y María José Clemente, desde el exterior, Diego Granados, Martín García
Ramos, Remedios M. Anaya, Francisco Cañabate, Celso Ortiz y, sobre todo, Julio Alfredo Egea, con una reconocida
presencia provincial y regional. El caso de Julio Alfredo Egea (Chirivel,
Almería, 1926) es, tal vez, el más singular desde su amplia y abundante óptica
de poeta porque ha sido narrador desde siempre. El virtuosismo de su prosa
queda patente porque es capaz de sacar partido a un argumento mínimo para crear
un ambiente propio, repleto de contenido porque sus cánones estilísticos
consiguen la perfección. Julio Alfredo Egea da sobradas muestras de fino humor
en sus relatos, es capaz de herir la sensibilidad del lector, concibe el relato
breve como ese campo donde se experimenta para indagar nuevos territorios con
los que alcanzar esa flexibilidad que permite determinar lo significativo, lo
que se cuenta sobre una base estricta, en la medida de lo necesario, lo
imprescindible, una condensación que actúa siempre en favor de la intensidad
como ocurre en muchos de los cuentos de Sastre de fantasmas y otros relatos,
una colección de doce relatos que el lector tiene a su disposición y que
son un buen punto de partida si antes no había conseguido leer El sueño y
los caminos (1990) o Puesto de alba y quince historias de caza
(1996).
Un cuento parece lo más fino y personal
que puede hacer un escritor, escribió hace años Medardo Fraile, y añadía,
además, que lograba ser algo tan sorprendente que cuando el escritor hace un
buen cuento, moja su mano en agua bendita y se limpia de pecados veniales. Y
para precisar algunos aspectos a mí me gustaría señalar que los cuentos que
contiene el presente volumen son lo más sutil que ha escrito Julio Alfredo
durante todos sus años de escritor honrado y comprometido. Tres tipos de
cuentos se observan en esta entrega, con las características propias del cuento
de «contracción» que el autor desarrolla a lo largo de un dilatado
período de tiempo, como ocurre en «Sastre de fantasmas» la historia de Sigfrido
Waldeck y su aventura con el compañero Adolfo Hitler, en realidad el relato de
una seudobiografía que reconstruye un avispado reportero muchos años después y
da pie a que se desarrolle en varios lugares, además de visiones retrospectivas
y de insinuaciones anticipadas; lo mismo ocurre con «Caballos de feria» una
historia que, de alguna manera, adelanta la situación final, o «La página
perdida del Apocalipsis» un alegato a favor de la humanidad que permite al
lector superar el trauma de una raza con una historia contada en períodos y
espacios distintos; y, sin lugar a dudas, «El incendio», el mejor ejemplo, de
un cuento de contracción porque se desarrolla a lo largo de un dilatado período
de tiempo, ofrece visiones retrospectivas y buena parte de la biografía de Vicente,
el enano; el relato incluye otros personajes secundarios, subordinados, al
desarrollo de una acción que explica los hechos sin añadir más explicaciones
que permiten al lector un propio juicio.
En el cuento de «situación» la
época coincide más o menos con el tiempo de la narración y el tiempo
transcurrido carece de interés. La historia se desarrolla en un solo escenario
y gira en torno a un suceso o un símbolo y, en ocasiones, la situación en sí
misma es decisiva o representativa de otras iguales; un buen ejemplo es, «La
rebelión del abecedario», el mágico juego de las palabras porque todo gira en
torno al proceso de escritura con las nuevas tecnologías incorporadas. Aunque,
protagonizado, por unas palomas, el cuento
«Disfraz de nieve», se convierte en una historia de amor con una hermosa
catedral como fondo, el paso del tiempo y la amenaza que suponen las palomas en
edificios históricos, constituyen el eje de este singular cuento. Dos sucesos
se combinan perfectamente, el amor de estas aves y el mal de piedra que acecha
al palacio arzobispal, en una declarada intención de relatar esa imagen típica
de nuestros monumentos históricos heridos, a veces, por los daños causados por
estas singulares aves. En el relato «Guitarras y violines», el músico Evaristo
Salvago coincide con Juan Lorenzo en una soledad final de sus vidas que, de
alguna manera, prolongara una felicidad perdida porque, tras su encuentro,
ambos podían ser lo que siempre habían deseado. Y, quizá, uno de los más
emotivos sea «El relincho» una historia infantil que transcurre en una
actualidad y que se desarrolla en espiral desde fuera hacia dentro, desde la
felicidad de la infancia y la inocencia, hasta la cruda realidad de una
enfermedad con la magia de un deseo como telón de fondo. Y lo mismo ocurre con
«Música de saxo para una primavera», un relato musical que incluye los tópicos
de droga y rock & roll, pero con un final feliz porque representa esa otra
tentativa de poder ser semejante a otro proyecto de vida. Quizá los cuentos más
líricos sean «Patria soñada» y «La huerta mágica», homenaje al poeta Federico,
y en ambos un narrador o personaje principal sirve de nexo de unión a las
diferentes situaciones y está presente en todo el relato desde un principio al
final, ambos son ejemplos de un buen cuento «combinado»; en realidad, es una
historia más compleja que se simplifica por su propia estructura, que define
tipos dilatados en un período más extenso pero que la voluntad del escritor
condensa porque es capaz de ofrecer un gran material narrativo que el lector
deberá completar.
Julio Alfredo Egea consigue acercarnos
con este puñado de relatos a una variedad de temas que revisan la
historia, formulan juegos de palabras, evocan el mundo animal, recomponen la
melancolía de tiempos pasados, exploran el mundo de la homosexualidad, las
grandes catástrofes, evocan la infancia, la vejez y la añoranza del pasado, el
mundo desaforado de los jóvenes y las drogas, las deformidades, el esplendor de
Al-Andalus y las ciudades perdidas o la mejor expresión lírica para descubrir
la inhumana sinrazón de las cosas pasadas. Escribir un cuento supone esa prueba
de fuerza a que se somete el escritor. Quizá haya que estar en trance para
escribir un buen relato, y yo estoy convencido de que, al menos Julio Alfredo,
ha mostrado esa tensión que se requiere para dejar constancia de esa sensación
que se produce cuando uno cierra un buen libro, respira hondo, deja pasar unos minutos y no para de pensar en las
historias contadas por el autor en las cuatro o cinco páginas que, de una forma
compacta, completa y sin concesiones le han sido ofrecidas en forma de libro.
Prólogo
para Sastre de fantasmas y otros relatos, de Julio Alfredo Egea, Septiembre, 2005.
domingo, 18 de marzo de 2018
viernes, 16 de marzo de 2018
Sabiduría infantil...
Mi amigo, y buen, quizá debo añadir, mejor escritor Miguel A. Zapata,
docente en un instituto de secundaria de Madrid, me envía este mensaje, y uno
no se sorprende por esa consabida sabiduría y mejor filosofía infantil, la de
un alumno anónimo que ha leído un libro.
Hoy comienza un buen fin
de semana para mí. Gracias.
Pedro, una anécdota. Leyendo yo ayer una ficha de lectura
sobre "Las ratas del Titanic", concluye un alumno (cita textual
puliendo una tilde): "Pues me ha gustado mucho este libro porque esas
ratas en una situación difícil se parecen más a los humanos que muchas
personas". Ya lo sabes
. Un abrazo.

jueves, 15 de marzo de 2018
Leopold von Sacher-Masoch
me
gusta…
Ese
lado oscuro…
Una
edición ilustrada de La Venus
de las pieles (Sexto Piso).
¿Quién fue realmente Leopold von
Sacher-Masoch? ¿Un autor menor? ¿Un pornógrafo? ¿Un antimoderno? ¿Un pesimista?
¿Un libertino? ¿Un inspirador e instigador de perversiones?
La
obra
La Venus de las pieles, se ha convertido con el
paso de los años, en un libro de culto, y muestra los deseos reprimidos y más
oscuros de Severin, un hombre que desde joven desarrolla un gusto peculiar en sus
relaciones sexuales y que a lo largo de su vida convertirá en una obsesión. Lleva
años enamorado de la estatua de Venus que mira desde su ventana, la admira y
sueña despierto con ella. Una velada, mientras la contempla, se le aparece
Venus en carne y hueso, o al menos ese es su primer pensamiento aunque pronto
se da cuenta que, en realidad, es su vecina, una joven viuda que por su belleza
logra cautivarlo. Poco a poco se verán inmersos en una relación romántica, pero
como Severin no logra ignorar sus deseos le plantea a Wanda que lo tome como su
esclavo a lo que ella se niega por temor a perder el amor que se profesan. Al
poco tiempo la insistencia del amado termina convenciendo a Wanda, y deciden
mudarse a Italia para llevar a cabo sus deseos, y aquí será donde todo se
descontrola y Severin empieza a pensar que tal vez sus fantasías no eran tan
placenteras como imaginaba pero, llegado el momento, constata que tal vez ya sea
demasiado tarde para arrepentirse.
¿Por qué La Venus de las pieles? ¿De dónde procede el
nombre que da título a la novela y entidad al personaje de Wanda von Dunajev?
Nuestra curiosidad quedará saciada porque, en realidad, responde a una
hibridación entre la figura clásica de Venus, la cálida diosa pagana del amor y
la sexualidad, y el escenario frío de la Galitzia polaca que bien conocía el autor. En ese
espacio tan agreste, Venus ha de cubrirse de pieles si no quiere sucumbir al
clima atemperado de la región. Las pieles son, además, un aderezo simbólico que
en el libro de Sacher-Masoch adquiere todo un significado ritual, y le otorgan
poder a quien las viste. Y en el relato forman parte de una manera expresa y necesaria,
junto con el látigo, del disfraz ceremonial de Wanda, que la convierten en el
personaje de ama ante su esclavo.
Edición ilustrada
La editorial Sexto Piso traduce e ilustra
una nueva edición, Elsa Martínez Salazar se encarga del texto, y Manuel Marsol
de las ilustraciones que, como puede admirarse, están repletas de matices,
recuerdan esas imágenes del mundo grecolatino tan presente en muestra cultura
occidental y logran que el lector se sumerja en un paisaje tan alucinante como
colorista donde el deseo y la fantasía se aúnan para dar rienda suelta a la
fantasía, y como llegó a afirmar Juan Goytisolo, “gracias a Sacher-Masoch, el
lado oscuro del hombre dejara de estar en estado latente en el universo del
ruido y de la furia”.
El autor
Leopold Sacher-Masoch nació el 27 de
enero de 1835 en Lemberg, en la provincia de Galitzia, Imperio austrohúngaro. Hijo
de un jefe de policía, su familia tiene ascendencia bohemia, eslovena y
española. En 1887 realiza un viaje a París, y la revista "Revue de Deux
Mondes" publica varios artículos sobre su persona. Desde el año 1856 al
1870 trabaja en la
Universidad de Graz en calidad de "Privat dozent"
de Historia General. Fue un conocido periodista y crítico.
La Venus de las pieles (1870) y La mujer divorciada, (1870), son sus dos novelas que desvelan sus aventuras con Fanny von Pistor y Anna von Kottovitz, y producen un sonoro escándalo. Richard von Kraft-Ebing utiliza la figura de Masoch en su libro Psicopatía Sexual (1886) para definir un comportamiento perverso, latiniza el nombre de Masoch y lo transforma en "Masochismus" relacionándolo con una serie de actos y comportamientos eróticos de perversidad sexual. Sacher-Masoch protestó contra la utilización de su nombre pues no se reconocía en esa descripción de "perverso". Pero son conocidas y famosas sus aficiones: hacerse víctima, dejarse cazar, atar, hacerse infligir castigos, humillaciones e incluso dolores físicos por una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano. Su obra se divide en una serie de ciclos, el principal lleva el nombre de "El Legado de Caín”. Y los temas principales, que se repiten en su literatura son: el amor, el dinero, la propiedad y la muerte.
Los otros ciclos, los secundarios constan de elementos folklóricos o nacionales, entre los títulos más destacados, La pescadora de almas y La madre de Dios (1883) o "La madre Santa" dos novelas negras sobre las sectas míticas de Galitzia, en donde los temas centrales son la iniciación con flagelaciones, el suplicio en la cruz y la antropofagia, conjuntamente con la frialdad de la naturaleza.
La Venus de las pieles (1870) y La mujer divorciada, (1870), son sus dos novelas que desvelan sus aventuras con Fanny von Pistor y Anna von Kottovitz, y producen un sonoro escándalo. Richard von Kraft-Ebing utiliza la figura de Masoch en su libro Psicopatía Sexual (1886) para definir un comportamiento perverso, latiniza el nombre de Masoch y lo transforma en "Masochismus" relacionándolo con una serie de actos y comportamientos eróticos de perversidad sexual. Sacher-Masoch protestó contra la utilización de su nombre pues no se reconocía en esa descripción de "perverso". Pero son conocidas y famosas sus aficiones: hacerse víctima, dejarse cazar, atar, hacerse infligir castigos, humillaciones e incluso dolores físicos por una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano. Su obra se divide en una serie de ciclos, el principal lleva el nombre de "El Legado de Caín”. Y los temas principales, que se repiten en su literatura son: el amor, el dinero, la propiedad y la muerte.
Los otros ciclos, los secundarios constan de elementos folklóricos o nacionales, entre los títulos más destacados, La pescadora de almas y La madre de Dios (1883) o "La madre Santa" dos novelas negras sobre las sectas míticas de Galitzia, en donde los temas centrales son la iniciación con flagelaciones, el suplicio en la cruz y la antropofagia, conjuntamente con la frialdad de la naturaleza.
En 1873 contrae matrimonio con Angelika
Aurora Rümelin, de la que divorciará después de una larga batalla legal. En
1887 se casa con Hulda Meister gobernanta de sus hijos Harry y Myriam.
Falleció el 9 de Marzo de 1895 en Lindheim de un ataque al corazón. Sus últimas palabras fueron «aimez moi».
Falleció el 9 de Marzo de 1895 en Lindheim de un ataque al corazón. Sus últimas palabras fueron «aimez moi».
Leopold
Sacher-Masoch, La Venus
de las pieles; trad., de Elisa Martínez Salazar; ilustraciones de Manuel
Marsol; Madrid, Sexto Piso, 2016.
miércoles, 14 de marzo de 2018
Curiosidades y apuntes
Pedro M. Domene reúne en 'Disidencias' a escritores
"alejados de una ideología concreta del siglo XX"
EUROPA PRESS 22.12.2010
El escritor Pedro M. Domene
recoge en 'Disidencias (en la Literatura Española del siglo XX)', editado por
E.D.A. Libros, un homenaje a escritores "alejados de una ideología
concreta, de aspectos sociológicos, de un concepto artístico e incluso de
vuelta de una decadente visión política durante el pasado siglo". El
escritor Pedro M. Domene recoge en 'Disidencias (en la Literatura Española
del siglo XX)', editado por E.D.A. Libros, un homenaje a escritores
"alejados de una ideología concreta, de aspectos sociológicos, de un
concepto artístico e incluso de vuelta de una decadente visión política durante
el pasado siglo". Por otro lado, la obra muestra un "agitador
obsequio preventivo contra lectores acomodaticios", según ha indicado la
editorial malagueña a Europa Press. En este sentido, ha añadido que Domene
reúne ahora en este volumen a estos escritores, que reivindica "justamente",
consiguiendo así dar "una estimulante y necesariamente nueva visión de
nuestro empobrecido canon patrio". El nuevo libro de Pedro M. Domene, que
ya está en las librerías, reúne a Silverio Lanza, Alejandro Sawa, Carmen de
Burgos Colombine, Francisco Villaespesa, núcleo predecesor de un lado, y
Enrique Díez Canedo, José Gutiérrez Solana, Benjamín Jarnés, José Bergamín,
Arturo Barea, Rafael Dieste, Esteban Salazar Chapela, Samuel Ros, Francisco
Ayala, Mercé Rodoreda y Dionisio Ridruejo, de otro, destacando sin duda
"por la profundidad de su obra y su pensamiento en la Historia literaria del
siglo XX", ha subrayado. "Alejados de una ideología concreta, de
aspectos sociológicos, de un concepto artístico e incluso de vuelta de una
decadente visión política, estos autores especularon acerca de las señas de
identidad de su generación y posibilitaron con su escritura una agudísima
valoración de su época, tal vez no demasiado tenida en cuenta en la mayoría de
los casos", ha asegurado. Asimismo, ha indicado que todos estos escritores
expresan a la perfección, no obstante, "el grave desacuerdo de opiniones,
la lucha innoble de doctrinas, creencias y partidos tan deliberadamente sorda
como constante, que nos llevaron a la catástrofe vergonzosa de la Guerra Civil".
Por otro lado, ha expresado que casi todos ellos son escritores que
"dejaron España por imposible, que la añoraron sin remedio, que la
quisieron apasionadamente y que siguieron buscándola en editoriales, en las
tertulias de los cafés, en periódicos, por la radio y hasta en las antesalas de
los aeropuertos para oír lo que contaban los viajeros que acababan de llegar de
ella".
Pedro M. Domene, nacido en Huércal-Overa (Almería) en 1954, es profesor de Lengua y Literatura y colaborador, asiduamente, en publicaciones literarias especializadas de España, México y Estados Unidos. Del mismo modo, ha apuntado que ejerce de crítico literario en el suplemento Cuadernos del Sur del diario Córdoba y en las revistas Mercurio, Turia y Literal, Latin American Voices (Houston). Autor de varias antologías y publicaciones sobre narrativa contemporánea como 'Narradores españoles de hoy', 'Lo que cuentan los cuentos', o 'Microrrelato en Andalucía'. Además, ha reunido sus ensayos en el volumen 'Imposturas', y publicado obras de ficción para jóvenes como 'Después de Praga nada fue igual', II Premio de Narrativa Juvenil Los Pedroches, 'Conexión Helsinki' y 'Las ratas del Titanic'.
Pedro M. Domene, nacido en Huércal-Overa (Almería) en 1954, es profesor de Lengua y Literatura y colaborador, asiduamente, en publicaciones literarias especializadas de España, México y Estados Unidos. Del mismo modo, ha apuntado que ejerce de crítico literario en el suplemento Cuadernos del Sur del diario Córdoba y en las revistas Mercurio, Turia y Literal, Latin American Voices (Houston). Autor de varias antologías y publicaciones sobre narrativa contemporánea como 'Narradores españoles de hoy', 'Lo que cuentan los cuentos', o 'Microrrelato en Andalucía'. Además, ha reunido sus ensayos en el volumen 'Imposturas', y publicado obras de ficción para jóvenes como 'Después de Praga nada fue igual', II Premio de Narrativa Juvenil Los Pedroches, 'Conexión Helsinki' y 'Las ratas del Titanic'.
martes, 13 de marzo de 2018
Relatos de misterio
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CUENTOS
DE TERROR
En una primera mirada a esta colección
de Relatos de misterio y terror de la Axarquía Almeriense
(2003) podríamos enlazarlos, temáticamente hablando, con ese género definido en
nuestra literatura como fantástico, cultivado por autores importantes y
ampliamente leído en el panorama narrativo español de buena parte del siglo XIX. Fueron muy numerosas las
traducciones de otras tantas obras de grandes narradores extranjeros que por
entonces practicaron el género y que, de una forma continuada, aparecían en la
prensa diaria, en revistas o folletines e incluso en colecciones de libros. Los
nombres de Hoffmann, Poe, Gautier, Merimée, Hawthorne o Maupasant eran
sobradamente conocidos por el público lector que consideraba al género uno más
de la diversidad que ofrecía la literatura decimonónica. Tuvo, no obstante, sus
detractores que no permitieron a los autores entregados a esta literatura
conseguir el éxito deseado o quizá porque el cuento siempre ha sido considerado
como un género menor y en franca desventaja con respecto a la novela.
No olvidemos nunca que lo fantástico es
la conciencia intranquila de un siglo positivista y cuando no seamos capaces de
identificarnos como lectores con los personajes, nuestro mundo habrá cambiado.
Cuando uno termina de leer Relatos de misterio y terror de la Axarquía Almeriense
puede que nadie se sienta cercano a ninguno de los personajes de estos cuentos
y tan sólo nos quepa plantearnos calibrar la fuerza de los sortilegios que
ofrecen estas historias, la originalidad de las situaciones para despejar una
interrogante que uno siempre se hace cuando lee este tipo de relatos, ¿cómo es
posible que una persona pueda imaginar situaciones semejantes? Cuando esto
ocurre y no hay contestación posible habrá que dar por bien empleado el tiempo
de su lectura. Los veinticuatro relatos de este volumen se agrupan y tipifican
de una manera somera y concretan esta iniciativa editorial de ofrecer a los
lectores miedo, mucho miedo, además de reunir en un libro todos aquellos hechos
misteriosos o terroríficos que se dan como característicos en la tierra
almeriense. En realidad, la mayor parte de estos relatos, temáticamente
hablando, proceden del folclore tradicional, de supersticiones y leyendas que
incluyen todo tipo de mitos y simbologías presentes en la memoria de los
pueblos. Todos muestran motivos evidentes que hablan de la indefensión del ser
humano ante lo que escapa a su control y que se plasma, generalmente, en un
destino trágico del héroe-víctima que protagoniza la historia. Clasificados,
algunos relatos tienen que ver con el mundo de lo fantasmagórico: apariciones o
alucinaciones, el mundo de los cementerios, falsos enterramientos, maldiciones
históricas que llegan hasta nuestros días. Otros han optado por un miedo o al
menos por un sentimiento de intranquilidad, de desasosiego que incluye
misterios sin resolver, historias detectivescas o de intriga porque hablan de
asesinatos y un nutrido nombre de autores han acudido a la recuperación de
leyendas de tono histórico y misterioso, un procedimiento a mitad entre la
función que cumple la literatura y la
función social.
RELATOS
DE MISTERIO Y TERROR
DE LA AXARQUÍA ALMERIENSE
V.V.A.A.
Mojácar,
Arráez, 2003; 347 págs.
lunes, 12 de marzo de 2018
Martínez de Pisón
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EL MUNDO ES HERMOSO
Su libro anterior novelaba, en cierta
medida, una realidad para ofrecer al lector una mirada directa y, acaso, dura
de los entresijos de la guerra civil, ahora con Dientes de leche (2008),
su última entrega, insiste en seguir contando algunos episodios de la
contienda, esta vez desde esa otra mirada, la de aquellos que llegaron con el
propósito de luchar en el bando nacional, legionarios fascistas italianos que,
como Raffaele Cameroni, viajaron desde Italia para satisfacer las ansias de
poder del Duce quien estaba convencido del poder de la violencia para asegurar
sus éxitos políticos. Unos 60.000 voluntarios desembarcaron en nuestro país
para contrarrestar el empuje internacional del comunismo. Algunos testimonios
de la época hablan de las buenas relaciones entre la población civil y los
soldados italianos, muchos de los cuales se casaron con jóvenes de los lugares
que iban ocupando, después se quedaron a vivir y aún sobreviven en nuestro país
tras varias generaciones. Pero, al menos, 4.000 quedaron sepultados en una red
de cementerios que fueron aprovechados por el franquismo como soporte material
de una carga ideológica y poder justificar así el abominable levantamiento
militar. Uno de los sitios más emblemáticos fue el Sacrario Militare de
Zaragoza, concebido por Mussolini para reagrupar en su Torre-Osario los cuerpos
de los fascistas italianos caídos en los frentes de batalla. Pisón insiste en
recrear la historiografía de un pasado, para novelar la historia con la soltura
con que el buen narrador imprime a sus relatos, con esa modulación que se
permite sin apenas darse cuenta el lector. Por eso, algo semejante a lo anotado
le ocurrirá al joven Cameroni que conocerá a la enfermera Isabel, se enamorará
de ella, y renunciará para siempre a su familia italiana y terminará por
abandonarla en su país. Se suceden algunos episodios de guerra en el comienzo
de la novela y cuando termina la contienda, el joven italiano, contribuye a la
expansión del negocio familiar de pastas alimenticias en la ciudad de Zaragoza,
donde además se convertirá en el patriarca de toda una saga, tres generaciones,
de Cameroni para contar los difíciles años del franquismo.
Dividida en dos extensas partes que, de
alguna manera, distribuyen los episodios por los que pasa la familia Cameroni,
sobre todo es la segunda, más firme, más novelesca, porque arranca desde los
difíciles comienzos de la postguerra hasta los primeros años de la democracia,
cuando los hijos del italiano han crecido a la sombra de un padre autoritario,
fascista que sigue, muchos años después, acudiendo como siempre al Sacrario
Militare, la ceremonia que los fascistas italianos dedicaban a su compatriotas
caídos. Para desarrollar y esclarecer, en esta segunda mitad del libro, la vida
llevada por estos personajes y el enfrentamiento que los hijos mantienen con el
padre y, después, incluso con el abuelo. El análisis de todo lo narrado es aquí
en extremo minucioso, se perfila la descripción de los sentimientos, se
concreta, incluso, lo difuso porque de lo que se trata es de justificar una
primera parte, cuya verdad histórica no puede soslayarse. En Dientes de leche se narra un
episodio familiar donde lo importante no es la visión de lo particular sino
cómo el peso de una ideología hace naufragar las relaciones humanas o, mejor,
subrayar el daño moral que produce una convicción política. Nadie se salva del
poder de la ira, la histórica o la humana, excepto ese personaje que es
Paquito, única víctima de esa culpa que el italiano ha traído desde Italia, esa
semilla enferma cuya huella es rememorada, años más tarde, en las figuras del
pasado: la primera esposa y la hija abandonadas.
Dientes de leche es una novela en
estado puro, con cierto aire clásico que es capaz de evocar con las palabras el
silencio de una historia fáctica cuyos hechos se completan con las pesadillas
vividas por los hijos y por los nietos de los mayores. Al final, como declara
Pavese, el mundo es hermoso porque hay de todo.
Dientes de leche
Ignacio Martínez de Pisón
Seix-
Barral, Barcelona, 2008.
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