Marina Perezagua (Sevilla, 1978)
Un buen libro de cuentos te obliga a respirar
hondo, y cuando has pasado unas páginas, y te atreves a cerrarlo durante unos
minutos, mientras tu vista divaga en el vacío, solo entonces, en ese momento concreto,
es cuando intentas desentrañar el último párrafo leído, las páginas previas o
el relato completo, o simplemente te dejas llevar porque, de alguna manera, el
texto no te da tregua alguna y despierta en ti emociones sin apenas figuren fisura
alguna, o equívocos aparentes; en este caso, hablaremos de un libro de cuentos capaz
de combinar ese pulso narrativo con el don de la expresión para así conseguir
una ejecución técnica perfecta y, lo más interesante y mejor, el efecto final
sorpresa.
Marina Perezagua publicaba, Criaturas abisales (2011), una primera entrega, un auténtico
catálogo de vicios y virtudes humanas. Desde el primer cuento nos sumergimos en
el mundo de esos seres abisales, unos relatos sobre lo imposible que al final
acaban siendo creíbles; sobresale en estas narraciones una voluntariosa
ambigüedad que culmina con el añadido de una prosa precisa como conlleva y
necesita la estructura narrativa empleada. Perezagua tiene la facultad de
desvelar lo oculto y con sus criaturas nos ofrece un voluntarioso intento para
no pasar inadvertida en la maraña del mundo literario actual. Catorce son los relatos
que componen estas Criaturas abisales,
en su mayoría historias de corte fantástico, de inflexión expresionista, enraizados
en lo extraño, y en el mejor de los casos, envueltos en el mundo de lo onírico,
porque casi todos se alejan de ese canon establecido con que se define
académicamente “narración realista”. El primero, “Lengua foránea”, es sin duda
el más onírico y surrealista del conjunto: una lengua mayor que la de tamaño
humano atraviesa la ventanilla de un avión y juega, desaparece y vuelve con
Olga W. la protagonista; lo mejor, sin duda alguna, la sorpresa final y el
apunte que confirma la hilazón entre el resto de relatos, manifiestamente esa
imposibilidad de relación entre pareja y las consecuencias que se derivan de
ello; el resto de cuentos, en su mayoría los titulados, “Fredo y la máquina”,
“El rendido”, “Iluminaria”, “Nuevo Reino”, “Bodas de oro”, y “De la mar el
tiburón, y de la tierra el varón”, conservan el mismo trasfondo, las difíciles relaciones
de pareja, las caprichosas eventualidades de que estas se rompan, o la
posibilidad de aislamiento con respecto al resto de la humanidad, hasta el
extremo de sobrevivir a un mundo destruido, tras un apocalipsis como puede
leerse en “La loba”, “Caza de muñecas”, “Jana y Jano” y en parte, como un subtema,
en el cuento “Nuevo Reino”, ya clasificado. Una joven en coma, dos depresivos,
una joven y la tecnología, una nueva existencia bajo el mar, otra visión de las
relaciones de pareja y una mujer con tendencias caníbales que encuentra su
semejante masculino, configuran la compleja expresión de la narradora sevillana.
Y un valor añadido a estos relatos, la contextualización en que Perezagua sitúa
a sus personajes, salidos de su desbordante imaginación, puesto que casi nada
es reconocible en sus cuentos, y su localización geográfica oscila, sus
historias pueden ocurrir en cualquier lugar del mundo, lo mismo que los nombres
de los personajes que contribuyen así a descolocar al lector. La pincela
realista, por definirla de algún modo, con que subrayar alguna de estas
historias, la aporta su cuento, “Gabrielle”, que narra una obsesiva locura y la
reacción de unos hijos sobre una madre anciana que pretende ver en esa
Gabrielle la mujer de su vida, aunque la realidad trasciende más allá porque el
personaje es solo el retrato en un cuadro del que nunca se desprende la
anciana, y a diferencia del resto, en esta ocasión el final es tan previsible
como real. No menos terrorífica y posible, lo que siente una joven acerca de su
padre a quien físicamente se parece bastante, algo que a toda evidencia no
soporta, y aun más sorprendente la historia de “La impenetrable” cuyo himen,
como algo inextricable, ella pasea como un espectáculo de circo.
Fantasía, sexo y sin duda horror, convergen en
estas páginas cuya precisión en el lenguaje empleado, ofrecen una vez más la
muestra inequívoca de una calculada visión sobre lo que puede ser auténtica
literatura, aun alejándose de los presupuestos apuntados del realismo al uso, y
conscientes de que Marina Perezagua, parafraseando a Ray Loriga, nos lleva de
sorpresa en sorpresa, sus historias ofrecen páginas desconcertantes y
aparentemente crueles, pero indiscutiblemente necesarias en el panorama del
cuento actual.
CRIATURAS
ABISALES
Marina Perezagua
Barcelona, Los libros del lince, 2011; 141 págs.
Una joven promesa para iniciar esta sección.
ResponderEliminarMª Ángeles.
Un "diamante" muy interesante que habrá que descubrir.
ResponderEliminarMuy bien explicado este libro y para leerlo durante un buen desayuno.
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