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lunes, 11 de mayo de 2015

Desayuno con diamantes, 35



LOS CUENTOS COMPLETOS DE ARTURO BAREA           
   La editorial Debate cierra con los Cuentos Completos la edición de las obras de Arturo Barea que había iniciado con La forja de un rebelde y Palabras recobradas, ambos libros editados en el 2000.



Arturo Barea ha sido recuperado, definitivamente, para la literatura española en la reciente edición de La forja de un rebelde, que contiene la famosa trilogía, La forja, La ruta, La llama, por la selección de textos Palabras recobradas y ahora por los Cuentos completos que la editorial Debate ha venido llevando a cabo desde el pasado año 2000. Barea es uno de los grandes olvidados del exilio, al que marchó en 1938 y en el que murió, en un rincón pacífico de la Inglaterra rural el 24 de diciembre de 1957—según ha escrito Ilsa Barea, su mujer y más fiel colaboradora. En el exilio llevó a cabo la mayor parte de su obra mientras sobrevivía como comentarista de la BBC para Sudamérica. Nigel Townson, un especialista en la historia de la Segunda República, sigue siendo quien realiza la edición e introducción de la obra de Barea en España. Según el estudioso inglés, en un pormenorizado estudio bio-bibliográfico, en las diferentes ediciones de la obra, el autor extremeño había manifestado tener ambiciones literarias desde su adolescencia, pero las necesidades económicas de la familia le llevaron a abandonar sus propósitos inicialmente, aunque durante el servicio militar en Marruecos produjo varios textos, concretamente, algunos cuentos como el titulado «La medalla», fechado en Octubre de 1922 y que hasta el momento no había sido editado en castellano. Este relato cuenta la vicisitud de una pequeña medalla y el valor otorgado por el narrador cuando se la entrega a su novia como regalo y a ésta le parece algo muy insignificante. En una carta, el autor, desde África, le explica cómo había conseguido la diminuta medalla y el valor que esta pequeña joya encerraba para él. En realidad, en este primer texto ya se muestran algunas de las características de la prosa de Barea: su aparente simplicidad, su poder descriptivo y sobre todo la honestidad que otorga a las emociones.

Barea y la guerra civil



Tras licenciarse en el ejército Barea pasó a Madrid donde desempeñó algunos puestos de responsabilidad en el terreno de las patentes hasta que en 1936 se convirtió en Jefe de la Censura de Prensa Extranjera, trabajo que le devolvió su apasionado amor a la escritura. Desarrolló una intensa actividad como propagandista en La Voz Incógnita de Madrid, y conoció a escritores como Hemingway o Dos Passos, pero sobre todo a la activista e intelectual austríaca Ilsa Kulcsar, una excelente lingüísta que más tarde se convertiría en su esposa. En agosto de 1937 se publicó en el diario inglés The Daily Express, el cuento «The Fly» que más tarde formaría parte de su primer libro de cuentos Valor y miedo, publicado en Barcelona en 1938.  El libro fue editado por Publicaciones Antifascistas de Cataluña y después ha sido reeditado por José Esteban en 1980, por la editorial Tercero de Barcelona en 1984 y finalmente, por Plaza &Janés en 1986. Leídos hoy estos relatos hay que interpretarlos como artículos y sus labor propagandística llevada a cabo en sus programas de radio, en realidad, narraciones escritas en pleno conflicto bélico y que se concretan en exaltaciones de la causa republicana, quizá por ello los textos reflejan un estilo directo, conciso, como señala el editor Towson, con una agudeza visual muy aguda y una sensibilidad poco habitual. Por otra parte, el mundo descrito es el de la clase trabajadora y su lucha diaria por sobrevivir, es decir, el de aquellas gentes que forman la otra parte de la historia de España.
Los cuentos
En febrero de 1938, Barea decide abandonar España, viaja hasta París y se refugia definitivamente en Inglaterra, a donde llega a principios de 1939, con la firme convicción de dedicarse de lleno a la literatura. Fue en Inglaterra donde volvió, con denodado entusiasmo, a dedicarse a la literatura y al periodismo hasta su muerte ocurrida el 24 de diciembre de 1957. Sin embargo, al pisar este país, el escritor se «sintió desposeído de todo, con la vida truncada y sin una perspectiva futura, ni de patria, ni de hogar, ni de trabajo..., rendido de cuerpo y de espíritu». Su primer trabajo literario conocido de la época es el cuento «Un español en Hertfordshire» que se publica en The Spectator, ese mismo año y que no había sido recogido en ninguna de sus colecciones hasta el momento.
                Durante su estancia en Inglaterra, Barea continuó escribiendo relatos que se publicaron en un número variado de revistas y periódicos y aunque se publicaron en inglés, preferentemente, francés, alemán, danés, noruego y sueco, esporádicamente lo hicieron en español, pero jamás se editaron en España. Tras la muerte del novelista, su viuda Ilsa reunió una selección y consiguió publicarla en España en 1960, con el título de El centro de la pista. Aparecía, por consiguiente, el segundo de los libros de Barea en su país, aunque se trataba de relatos y su obra cumbre se resistía a publicarse.  El libro fue reimpreso en Badajoz en 1988. La explicación que el profesor Townson da a esta publicación quizá se deba a las anomalías en la censura franquista y sobre todo a esa tenue apertura que se esbozaba en los sesenta y que propició una evolución gradual del régimen. Los cuentos nada tienen que ver con la vida del escritor en su país de adopción, de hecho sólo una parte de «Las islas mágicas» se refieren a Inglaterra, el resto se ocupa de España, en realidad, el eterno tema de su narrativa, el pasado y las causas de la guerra civil: el dolor del hombre, la reconciliación, el exilio, el desarraigo de las raíces... Muchos de estos cuentos tienen un marcado acento biográfico y otros tantos parecen capítulos desechados de esa obra cumbre que es La forja de un rebelde. Cuando habla de su biografía sitúa ésta en la niñez, preferentemente, como ocurre en «La lección» o «Física aplicada». Juan Luis Alborg en su Hora actual de la novela española (vol.II), da noticia de la aparición de un nuevo volumen de cuentos en España y afirma lo siguiente:«El libro El centro de la pista posee el interés especial de hacernos ver cómo Barea seguía en la distancia alimentándose de la nostalgia de su país y nutriendo su pluma con restos de recuerdos, restos de aquel equipaje personal que había metido entero en la maleta de La forja de un rebelde. Con excepción de dos o tres relatos —«Mr.  One», «A la deriva», «Las islas mágicas»—, que no son los mejores, todos los otros recogen menudos hechos de su vida española, con preferencia de su niñez y juventud, emparentados con motivos que ya nos son familiares después de la lectura de sus otros libros.  Algunos de estos cuentos —«Madrid entre ayer y hoy» (magnífico apunte costumbrista del Madrid de antaño), «Física aplicada», «La lección»—recogen aspectos de orden más lírico y emocional, inspirados por esa nostalgia dicha hacia gentes y cosas lejanas, que dejaron en la sensibilidad del novelista un fondo de emociones entrañables.
       





   Otros relatos —«El testamento», «El huerto», «El cono», «Agua bajo el puente»— nos muestran al Barea preocupado por los temas sociales, dispuesto a saltar contra el abuso del poderoso; en todos ellos se agazapa una moraleja intencionada o una dura sátira, aunque, en general, los motivos parecen pertenecer a una realidad social ya desaparecida.
   «Bajo la piel», inspirado en idéntica generosidad reivindicadora, trata de un tema más universal: el odio de razas. Y el cuento está compuesto con innegable talento y originalidad.
   El centro de la pista, el más importante de todos y que da título al volumen, es un desahogo biográfico que pudo ser un fragmento de La forja rebelde. Es importante como confirmación de la inquietud vital del novelista, de sus problemas, de su incapacidad de adaptación que lo llevó a esa amargura y descontento a que arriba nos hemos referido. Por sí sólo es un bello cuento, muy alejado de cualquier vulgar trivialidad; leído al final de toda su obra publicada, puede ser para el lector una emotiva despedida del hombre contradictorio y difícil pudo decir una palabra trascendente y no acertó todo».
               
La vida misma
               
  Barea tenía, no obstante, escasa firmeza para la invención narrativa, había poco en él de lo que puede entenderse como literato profesional. El literato en Barea—ha escrito Alborg— se concreta en el arte de ver y de animar sus vivencias propias. El autor apenas si utiliza elementos de ficción, narra tan solo aquello de que es testigo o que está relacionado directamente con los sucesos de su vida. Traza en sus prosas escenas y ambientes vivos y animados, oficios y cuadros de costumbres no sólo del Madrid de su niñez sino de otros períodos de su vida, como por ejemplo, cuadros de su vida militar, la vida cuartelaria, su estancia en Marruecos que forjaría su personalidad y explicaría su actitud y sus sentimientos posteriores. A  lo largo de su trayectoria, tanto en sus cuentos como en sus novelas, Barea supo destacar el interés humano en esa tarea de reconstrucción que se impuso en su propia vida y en la de muchos de los personajes con los que convivió. En realidad, Barea enjuicia el mundo desde supuestos previos, no necesita razonar ni profundizar, sus vivencias son íntimas y elementales, retrata y enjuicia el mundo a través de la lente de su propia convicción como ser humano; en él resulta imposible deslindar lo que sería la crítica política y social con la sátira de las costumbres, historias de sucesos o el propio rencor y resentimiento que le llevó a experimentar otra visión distinta de la mezquindad en el orden humano.


   Los Cuentos misceláneos que incluye la presente edición dedican una importante parte a contar las miserias de la posterior situación de la guerra civil; el Madrid, postbélico, las secuelas humanas después del conflicto y algunos de ellos, analizan la situación franquista del país. La singularidad de Barea al escribir sus cuentos estribaría en que estos están sacados de la vida misma, de la interpretación que éste hace sobre ella y de lo que ve a su alrededor, de su propia biografía, tanto es así que se convierten en documento psicológico e histórico de una época y de un pasado que nos resistimos a olvidar. Pero ahí está el valor de los mismos, la realidad con que se confunden estos trozos de historia, el costumbrismo que arrastran, la noticia que ofrecen, el tipismo de unos caracteres singulares.

1 comentario:

  1. Ya llevo leyendo unos días La forja de un rebelde. Me quedan muchos que disfrutar, todo el verano, pues es largo de cojones, como el Quijote más el de Avellaneda, que no ha mucho los he terminado los dos. Siguiendo con la Forja, también está la serie, que la voy viendo poco a poco y adelantada a lo que leo, y luego reconozco en el texto. Pero es también todo un sufrimiento pues son muchas las penalidades y ya sabemos todo cómo terminó, con el golpe fascista. Y sabemos más: que tras Franco los fascistas no se irían, sino que se quedarían y de rositas, homologados por los aliados, y que siguen (2017), habiendo cambiado algo para que nada cambie.

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