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jueves, 28 de mayo de 2015

Hoy invito a…


Betty  


    Desde siempre se ha venido hablando de eso que llaman “destino”, y entrecomillo porque uno no sabe muy bien, cuanto de cierto y cuánto de fantasía tiene el término, y sobre todo si verdaderamente se cumple. Poco importa, pero en estos últimos meses, a las abundantes e interesantes lecturas que suelo hacer semanalmente, he sumado algunas que ya había leído, y por tanto he releído, y otras que han despertado mi interés y cuyos protagonistas son perros, eso que literariamente suele llamarse un can. Y no deja de ser curioso porque la literatura está poblada de estos simpáticos amigos, de todas las razas y tamaños. Por ejemplo, en 1962, un John Steinbeck, de 58 años, se puso en la carretera y recorrió su país, Estados Unidos, de punta a punta. A lo largo de tres meses hizo los dieciséis mil kilómetros por las carreteras secundarias de treinta y cuatro estados. Viajaba con Charley, un caniche francés, y en Rocinante, la autocaravana que compró para la ocasión y que llevaba su nombre escrito en un costado con caligrafía española del siglo XVI. Según cuenta el Nóbel sureño, durante todo ese tiempo nadie le reconoció ni una sola vez. El resultado, Viajes con Charley. En busca de Estados Unidos (Nórdica, 2014). 
     Paul Auster, escribió Tombuctú (Anagrama,1999), un texto que no deja de ser una pequeña joya para los sentidos. El protagonista es un perro, Mr. Bones, cuyo dueño es un personaje extravagante y trotamundos, y poeta que se llama Willy Christmas. El libro nos narra las peripecias del perro desde que entra en contacto con Willy, cuando aún era un cachorro, pasando por su búsqueda de una nueva familia tras la muerte de su amo. El final, sorprendente y agridulce a la vez, nos lleva a un mundo mágico donde los perros también sienten pasiones humanas como el ansia de libertad y la añoranza de una juventud que se fue. 
     Y para terminar, no sabía quien era Claude Duneton, y después de haber leído su única obra traducida a nuestro idioma, La perra de mi vida (Malpaso, 2015) no sé mucho más, me salva el prólogo que Antonio Soler antepone a un texto de 104 páginas de letra grande, muy grande que permite pasar sus capítulos de una forma muy cómoda. La perra de mi vida, todo Claude Duneton condensado en pocas páginas: el escritor y el hombre; la historia, la perra que en su infancia le había descubierto la existencia, la crueldad, el egoísmo, la lucha por la supervivencia en un mundo hostil pero, también, la ternura. Rita, como se llamaba su perra, había sido la excusa para reproducir un mundo pasado, histórico y, al mismo tiempo, para crear un universo literario pasmosamente sólido pese a su brevedad. Había sido su mascota, y la vida perra que se cernía sobre el niño y los habitantes de aquella olvidada región en tiempos de la ocupación alemana, cuando el nazismo, el mariscal Pétain y la más absoluta de las incertidumbres se abatían sobre Francia.

   Y ahora viene la historia de Betty, un cachorro de apenas tres meses que, el destino, ha puesto en mi vida, o tal vez nos hemos cruzado. Una perrita que un día me siguió hasta mi casa, y desde entonces, hace ya un mes, no ha vuelto a irse, así que se ha convertido en alguien cariñosa, juguetona, limpia que nos ha tocado el corazón a la familia, juguetea, la hemos vacunado, la alimentamos, la aseamos y ella nos muestra su cariño a diario; es obediente, y se comporta como un cachorro con ganas de jugar; creemos que es feliz, a su manera, y nosotros también empezamos a serlo.
   Quizá por eso, algún día, escriba Conociendo a Betty, pero esa será otra historia.

 Betty en imágenes

Una buena siesta


  Aun tengo un poco de sueño

 Me quedo en el sofá


Un poquillo más 




 Ya me voy espabilando

Poco a poco.

Vale, vale... que ya me levanto.

... Hay algo para merendar.

2 comentarios:

  1. Una perrita muy consentida según se aprecia a través de las palabras y de las imágenes. Dueña absoluta del sofá.
    Que la disfrutéis mucho.

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  2. Me ha encantado la historia de esta perrita, sale genial en las fotos disfrutando de su casa.

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