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jueves, 5 de noviembre de 2015

Eduardo Mendicutti



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EL ÁNGEL DESCUIDADO



     Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1948) es un maestro del arte de la ironía y además uno de los escritores contemporáneos que, con mayor atrevimiento y despliegue estructural, sigue teorizando sobre la homosexualidad y sus variantes. En su última novela, El ángel descuidado (2002), avanza algo más en sus posturas y sitúa la acción en el marco del noviciado de los Hermanos de la Sagrada Familia y centra su atención en las circunstancias y situaciones en las que se produce ese «primer amor», evidentemente, homosexual.
      Mendicutti se adentra en el hermético clima de una orden religiosa, en el mundo de una casa profesal, convive con novicios y con maestros, repasa día a día los aprendizajes y las  vicisitudes que estos jóvenes deben ir tanto descubriendo como adquiriendo, aunque, en ocasiones y para relajar la tensión, el narrador con su relato traspase los muros para contar alguna anécdota o algún acontecimiento que revolucione la tranquilidad mística de la congregación. La acción está situada en los sesenta, concretamente en el año 1965, y la historia está salpicada de esos otros ecos de aquella España genuina: con el triunfo de El Cordobés, el desarrollo económico y turístico o la visita de los Beatles; paralelamente, y lejos del mundanal ruido, se va desgranando la vocación de dos adolescentes, se vislumbra su afán por convertirse en siervos del Señor y mártires de las misiones, se insiste en sus votos de castidad y, también, en el descubrimiento del amor, masculino, una pasión y un temor que los marcará para el resto de sus vidas.
     Treinta y cinco años después, Rafael Lacave, en la actualidad un conocido personaje del espectáculo y de la televisión, decide, por una eventualidad, ponerse en contacto con su condiscípulo Nicolás Camacho, ahora un casado y próspero empresario. Quedan citados telefónicamente pero muy pronto comprobará Rafael que Nicolás posterga, una y otra vez, su encuentro, quizá porque éste ya ha olvidado la naturaleza de sus relaciones y las circunstancias que lo llevaron a intimar con el narrador. El relato se compone, pues, de las vivencias y de las relaciones íntimas que ambos adolescentes vivieron en ese opresivo marco y supone, años más tarde, la constatación de la renuncia a una verdad expresa, al menos, por uno de los protagonistas porque, entre otras cosas, Camacho renuncia expresamente a una historia de amor por miedo a lo que presuponen las convenciones sociales. Pero lejos del dramatismo de la historia contada, Mendicutti, que es un hábil fabulador, envuelve toda la tragedia con un finísimo humor y un lenguaje vivo y sensible para conseguir que los hechos morales resulten evidenciados por una serie de insinuaciones que van más allá de la resignación que se presupone en actitudes como las vividas por ambos jóvenes y resulte convincente la afirmación de que las cosas no son siempre como aparentan ser.









EL ÁNGEL DESCUIDADO
Eduardo Mendicutti
Barcelona, Tusquets, 2002


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