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viernes, 6 de noviembre de 2015

Enrique Vila-Matas



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EL MAL DE MONTANO



     El escritor Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) ha conseguido treinta años más tarde sobrevivir a esa larga enfermedad que le ha venido acosando desde la década de los setenta.  Esta enfermedad no es otra que ese «mal de Montano» que ahora transcribe a modo de diario, en una voluminosa forma de libro, y que, al escritor catalán, le ha supuesto un ejemplar método de supervivencia para ésta y posteriores reflexiones en torno a posibles padecimientos en el futuro.
   La escritura metaliteraria iniciada por Vila-Matas en 1985, concretamente, con Historia abreviada de la literatura portátil, es decir, la conspiración shandy que el escritor rastreó desde la desembocadura del río Níger hasta Sevilla y desveló para los lectores españoles, se vio completada, quince años más tarde, con esa saga de negadores de nuestro mundo que son los bartlebys, que se concretaron en ese ejemplar Bartleby y compañía (2000), hasta su innegable deseo de supervivencia a esa aparente metáfora con que se conlleva la enfermedad de la literatura con un nuevo libro El mal de Montano (2002), consiguiendo, ahora sí, que la capacidad narrativa del escritor y su propia facultad de llevar un proceso creativo se conjuguen en la teoría de un ensayo que bien puede mostrarse como auténtica ficción, como una realidad, como un  juego o como un engaño. 
     El libro viene a romper, como nos tiene acostumbrados Vila-Matas, esas barreras tan precisas de la ficción para diluir los elementos empleados por el escritor en citas de lecturas, comentarios personales, páginas de diario, juego de una realidad y de una ficción, además de ir un más allá cada vez e incorporar elementos que conjugan ese todo en que se conforma esta especie de automedicación. Dos aspectos sobresalen en El mal de Montano: la invención de un escritor enfermo que sólo desde la literatura es capaz de sobrevivir, una novelita que, por tanto, hay que juzgar como auténtica literatura, y su reflexión teórica acerca del género elaborando un diccionario para venerar el arte de aquellos escritores que son referencia inequívoca en el escritor, vivos o muertos; algunos se manifiestan como esos espectros que al dictado le muestran al escritor el camino a seguir. Por otra parte, este libro traza todo un itinerario por ciudades como Nantes, Valparaíso y el hotel Brighton, el paisaje idílico de las Azores, Buenos Aires, Budapest, Varsovia, Praga, Lisboa, ciudades y países que, de alguna manera han acogido al escritor en estos últimos años de una fervorosa manera y cuya huella ha quedado suficientemente manifiesta en anteriores libros suyos; en realidad, Vila-Matas traza todo un viaje interior que llena una vida literaria repleta de vértigo. Así habrá que entender la narrativa del escritor en estas últimas entregas, amen de esa enfermedad que le lleva al repaso de no pocas similitudes con escritores como Kafka, Musil, Pessoa, Pavese o Walser, la historia de una literatura universal vista como esa sucesión de escritores instalados imprevistamente en la mente y recuperados por los recuerdos, una y otra vez.
     Tres partes más componen la novela que reincide en esa vocación por narrar cuando retrata al aventurero Tongoy; se permite una reflexión prousiana y consigue la salvación del espíritu realizando un viaje a una cumbre de los Alpes, en un refugio, al pie del Matz, leyendo, precisamente, un diario de Montaigne, una geografía literaria que combina alma y viaje. La literatura es intocable, con la literatura nunca han podido, con la literatura nunca podrán.











EL MAL DE MONTANO
Enrique Vila-Matas
Premio Herralde de Novela
Barcelona, Anagrama, 2002



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