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viernes, 6 de enero de 2017

Cuanto sé de las beguinas y los beguinatos



    Todo proyecto narrativo, toda ficción exige, de alguna manera, un proceso de documentación, sobre todo cuando la Historia juega un papel importante, y algunos datos son la referencia a unos hechos ocurridos en el pasado que pueden ser verificados; también, para El secreto de las beguinas, hubo un proceso de asimilación del fenómeno, y de la vida cotidiana que llevaban estas mujeres en los Países Bajos. Esta documentada referencia a continuación, muestra alguna de sus peculiaridades.


Beguinas y sus particularidades
        Otro movimiento monástico, místico que rozó la herejía frente a la iglesia, fueron las llamadas Beguinas, aunque no fue el primer movimiento femenino en la historia del cristianismo, pero si el más llamativo, aparte de las llamadas guillerminas. El papel de la mujer en la Edad Media estaba limitado a casarse, o dedicarse en la iglesia a coser o tejer los mantos y las ropas de las imágenes en los templos, capillas, o catedrales. En otros casos los monasterios de monjas era otra elección, pero por lo general solo las clases pudientes solían acceder a esos privilegios.

        Por otro lado debido a las cruzadas y las numerosas guerras de aquella época, en las ciudades abundaban más mujeres que hombres. Por ello surgieron grupos de mujeres que se unieron en congregaciones u órdenes organizadas y con cierta independencia y a espaldas de la iglesia, quien no les abría las puertas a otras oportunidades. A diferencia de valdenses y otros grupos donde las mujeres tenían un papel mas activo, en la iglesia estaban totalmente vetadas. Poco a poco algunas mujeres sobre todo en las ciudades fueron recibiendo más educación y sin elegir la vida aislada de las monjas, quisieron dedicarse a hacer labores mas activas, ayudar a los sectores mas desfavorecidos de su sociedad, en otros casos se dedicaban a la educación de estos. Pero a diferencia de las llamadas religiosas o monjas, ellas no tomaban votos, podían volver al mundo y casarse si así lo deseaban, o si surgía la ocasión y no renunciaban a sus propiedades. Si no tenía medios para mantenerse, no pedían ni aceptaban limosnas, sino que se mantenían a través de labores manuales o a través de enseñar a los hijos de burgueses, como tutoras o maestras. Así surgió a orillas de Rin, en los Países Bajos, Francia y Alemania, en muchas ciudades europeas, sobre todo en los extrarradios de pueblos y ciudades, numerosos grupos de mujeres que fueron llamadas las beguinas.

        Con respecto al nombre hay varias hipótesis, una de ellas nos lleva al año 1160, cuando cierto sacerdote de Lieja llamado Lambert le Begue, otro critico de la época de la revolución de los pobres, quien predicó contra el poder y corrupción de la iglesia y se esforzó por llevar la Biblia a lenguajes vernáculos, se dice que fundó una iglesia nueva en la que introdujo, mujeres, viudas, desvalidas, parias y otros pobres de la ciudad, de allí el nombre de beguinas, además relacionado con un defecto en el habla del mencionado sacerdote, que al parecer era tartamudo, y el termino le begué precisamente aludía a ese defecto. Pero no hay pruebas ni constatación del nombre beguinas antes del 1200.

        Otros apuntan que el nombre se les dio por estar relacionadas con las limosnas, pues en el flamenco antiguo hablado en los países bajos la expresión "de beghen", tiene el sentido de pedir. Pero si algo no hacían las beguinas era que no pedían limosnas, sino que era unas auténticas buscavidas, algo realmente difícil y loable en aquella época.

        También hay quien atribuye el nombre por Bega, un santo de la ciudad de Nivelles, según cierta tradición, allí fue donde se estableció la primera agrupación de beguinas, pero esto es una tradición contada para confirmar que la orden era eclesiásticamente legal o basada en criterios eclesiásticos, cosa que no fue verdad en sus principios.

        Incluso algunos intentan relacionar el nombre con los cátaros, al afirmar que beguinas era una derivación de albigenses, cosa que por otro lado no se sostiene, pues aunque también se fundaron comunidades de beguinas allí con el tiempo, para la época de la cruzada albigense, ella se movían sobre todo en el centro de Europa y no en el sur de Francia.
        Por último algunos creen que tomaron el nombre de beguinas por el tono del hábito que era de color beige de lana burda, muy similar al de los «humillados» de Italia. Quizás fuese esta la razón más lógica para su nombre, aunque por otro lado, era un grupo muy heterogéneo, y con pocas reglas de estricto cumplimiento. Por ejemplo había beguinatos, donde las participantes provenían de clases altas, algunas de las cuales hasta tenían servidumbre en sus casas, en otros solo aceptaban mujeres de clases humildes, fue mas adelante que algunas aceptaron las reglas originales de los franciscanos espirituales, con quienes guardaron ciertas afinidades. 

        En los Países Bajos florecieron numerosas agrupaciones de beguinas. Ya existían beguinatos en Mechlin en 1207, otro en Bruselas en 1245, otro en Louvain en 1243, otro en Brujas en 1244, y para el final del siglo, difícilmente existía una comunidad dentro de los Países Bajos que no tuviese su propio Beguinage, y prácticamente todas las grandes ciudades tenían dos o tres o tal vez más. De allí se extendieron por toda Europa, y aunque la iglesia las ignoró al principio, pronto por la obra de la inquisición, se supo de ellas y se tomaron medidas, se quiso hacer un reconocimiento oficial al movimiento y dotarle de normas y reglas aceptadas por la iglesia, eso los hizo el papa Gregorio IX en 1233 para evitar que estas se convirtiesen en un movimiento herético alejado de la iglesia.



        Una de las características que las distinguía era que compartían una alta cultura, lo que las distanciaba de otras mujeres de la época, sobre todo en las clases bajas, pues era difícil que estas estudiaran en universidades o monasterios famosos, pero las que tenían ciertas dotes o conocimientos lo compartían con otras menos favorecidas y así surgieron escritoras y compositoras que dejaron para la posteridad algunas de sus obras. Por otro lado gustaban de estudiar las obras y explicaciones más sencillas y elocuentes de algunos llamados herejes de la época, como Pierre Olivi. En otros casos circulaban en sus beguinatos, como se llamaba a las agrupaciones de casas que ocupaban en las afueras de las ciudades, libros que poco tiempo antes habían sido quemados por ser considerados heréticos, como los escritos de Amalrico de Bena, o Amaury de Bene, del que daremos detalles mas adelante. Entre otras cosas enseñaba que Dios estaba en todo y en todos, de tal manera que esto influyó en que algunas beguinas cultivaran el misticismo o las experiencias de unión directa con Dios.


        Algunas de las obras que han sobrevivido hasta nuestros días, hablan del amor, tanto a Dios, como al amor carnal, así tenemos el ejemplo de una de las mas destacables autoras beguinas, Hadewich de Amberes, quien escribió el tratado poético Amar el Amor donde entre otras cosas aparece la siguiente estrofa:

Al noble amor
me he dado por completo
pierda o gane
todo es suyo en cualquier caso.

¿Qué me ha sucedido
que ya no estoy en mí?

Sorbió la sustancia de mi mente.
Mas su naturaleza me asegura
que las penas del amor son un tesoro.
(Amar el amor H.A)

        Así, las beguinas se enfrentaban nada más y nada menos que con el poder eclesiástico y patriarcal de una iglesia recelosa por las numerosas fuentes heréticas que surgían por doquier. Ellas consideraban la experiencia religiosa como una relación inmediata con Dios, y que expresaban con propia voz y escritura, y no necesitaban para ello la interpretación eclesiástica de la palabra divina, ya que esta era sencilla y clara.

 
       En realidad ellas no buscaban un aislamiento como acostumbraban otras órdenes femeninas de encierro y meditación, por ello la alusión a vivir en el desierto como los ascetas de la antigüedad. Tampoco querían plantearse como una oposición abierta, ni rebelarse contra la iglesia a la que nunca quisieron abandonar. o aceptar, pues de ninguna manera aceptaba las acusaciones contra ella vertidas. Se le acusaba de ser simpatizante de una herejía llamada "Hermanos del libre espíritu", cosa que por supuesto no tenia fundamento; pero como el tribunal de la inquisición, "siempre" demostraba la culpabilidad de quien quisiere considerar culpable, aquella beguina fue juzgada sin defensa y considerada hereje, condenada a la mas penosa y cruel de las muertes, ser torturada y quemada viva públicamente, como si de una bruja se tratara. 




        Se considera que las beguinas, junto con los trovadores, fundaron la lengua literaria flamenca, francesa y alemana. Participaban en la apertura del saber teológico a los laicos, arrancándolo del latín clerical y vertiéndolo a las lenguas vulgares. La traducción de obras del místico alemán Johannes Eckhart y la divulgación de su propia obra le costó la hoguera también en aquel tristemente celebre año 1310.





     


     Todo proyecto narrativo, toda ficción exige, de alguna manera, un proceso de documentación, sobre todo cuando la Historia, juega un papel importante, y algunos datos son la referencia a unos hechos ocurridos en el pasado; también, para El secreto de las beguinas, hubo un proceso de asimilación del fenómeno, y de la vida cotidiana que llevaban estas mujeres en los Países Bajos. Esta documentaba referencia muestra alguna de sus peculiaridades.


      La orden de las beguinas ya había sido prohibido años atrás, en el concilio de Lyon en 1274, pero aquella prohibición no había sido puesta en práctica, pues estas seguían con sus labores en cada vez más ciudades europeas. Fue el temible y obsesivo papa Juan XXII, por el 1316, quien se propuso acabar con las beguinas al igual que con las brujas, quizás en el fondo tenía cierto sentimiento misógino, lo que si queda establecido es que este Papa se caracterizó por perseguir cruelmente a todo movimiento de pensamiento que se saliera de su canon, sobre todo si era femenino.















Madrid, Trifaldi, 2016; 15€

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