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POBRE
MARILYN
Someter la prosa a una calculada
fragmentación que, en cierta manera, equilibre paralelamente la atención al
pasado como un apunte válido para que la historia pueda concebirse como un
auténtico montaje cinematográfico, es una más de esas técnicas que, sin duda,
se enseñan hoy a los jóvenes aspirantes a escritores, una posibilidad razonable
para engarzar un relato ambicioso aunque en su extensión, como en el caso de, Cenicienta
en Pensilvania (2010), apunte a la brevedad, una novela corta que, entre
otros, bien pudiera haberse titulado Pobre Marilyn, pero que Cristina
Cerrada (Madrid, 1970), narradora de la intensidad, como nos tiene
acostumbrados, dulcifica en un auténtico cuentos de hadas, y ensaya
contemporizando la soledad, hurga en el rechazo y el aislamiento social, o
convierte todo su tema en ese tremendo apunte sobre el sentimiento de ausencia
con que conviven los personajes en su obra literaria, y Cenicienta no escapa a
su mirada. Una vez más, partiendo de un exquisito ejercicio de estilo, cámara al hombro, la narradora entra en el
difícil mundo de las estrellas de Hollywood para contar el ocaso de Mary, una
chica humilde y guapa, envuelta pronto en el espejismo de la fama, del glamour
y del fracaso, una historia de ambiente reconocible, entre los focos y el éxito
de los estudios cinematográficos. A simple vista, sin necesidad de establecer
paralelismo alguno, enseguida identificamos el personaje con el mito
cinematográfico de todos los tiempos: la sensual Marilyn Monroe.
Mary X. inicia la víspera de la Noche Vieja un pequeño
y tormentoso viaje a Mazatlán, estará acompañada de su amante Mardom, y buscan
frenéticamente a la madre de la joven. Pronto a lo largo de trayecto se
establece entre ambos una sucesión de reveladoras conversaciones sobre la
desolación en que se desenvuelve la vida actual de la actriz, lejos ya del
estrellato que años antes le proporcionara Goran, el productor antagonista de
ambos personajes. La novela avanza como si de una auténtica filmación se
tratara, escena tras escena, rodadas en tiempo real, y como si de una auténtica
técnica cinematográfica se tratara, la madrileña somete su relato a un
travelling para ir contando episodios sueltos de una Cenicienta perdida
tras el brillo de las grandes estrellas cinematográficas, una irreconocible
identidad múltiple que le otorgará la fama en el mundo, «la rubia más deseada
de la Tierra»,
como recuerda. Solo el amor mostrará ese tópico lado redentor que salvará de
las garras del infortunio a la joven, envuelta en una atmósfera donde la
soledad convierte su vida en el peor de los infiernos, una vez que ella ha
descendido hasta el fondo mismo. Cristina Cerrada explota magistralmente las
relaciones, incorpora unos diálogos con la más absoluta naturalidad porque,
tanto el personaje femenino como el masculino, pertenecen a una clase social
que se ha perdido en el ocaso del glamour y ambos solo se identifican lejos de
él. Y, sobre todo, maneja la técnica, elimina lo superfluo, deja que el lector
imagine y llegue a la convicción de que con su lectura puede desvelar algunos
episodios secretos de la mujer más deseada de todos los tiempos.
CENICIENTA
EN PENSILVANIA
Cristina
Cerrada
Barcelona,
DVD Ediciones, 2010
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