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UN
EXTRAÑO JUEGO
Muchas historias empiezan donde terminan
otras, o eso se desprende, al menos, de la lectura de un libro tan singular
como enigmático, Los libros luciérnaga (2009), título con que su joven
autora, Leticia Sánchez Ruiz (Oviedo, 1980), ha bautizado su debut literario,
ese libro que, como manifiesta uno de los personajes de esta novela, todos
guardamos en nuestro interior y que, con una suerte de paciencia, algunos
logran sacarlo de muy dentro y escribirlo. La prensa ha calificado a esta joven
asturiana de escritora secreta, nadie conocía su existencia, algo obvio cuando
uno entrega su primer libro y, además, lo hace por la puerta grande, con el
aval de un prestigioso premio como el «Emilio Alarcos Llorach» de Novela.
El incendio en una biblioteca provoca
que, cincuenta años más tarde, un singular personaje, Ulises Font, inicie la
búsqueda particular de una serie de preguntas sin resolver a lo largo de su
vida. Convocado por su hermano, Melquíades Espí, ambos regresan a Vieja Ciudad
para desvelar el misterio de sus propias vidas; aunque es, también, la historia
de la joven Lucía y de Pian, de los esfuerzos de la primera por convertirse en
escritora, bajo la tutela del profesor, y de Felipe, el joven que a lo largo de
su vida tiene pendiente una revolución. Tres historias que, de alguna manera,
se entrelazan y convergen solo al final porque cada uno de estos personajes se
cuestionará a lo largo de los capítulos alternativos su razón de existir. La
propuesta de Leticia Sánchez Ruiz es arriesgada y a los lectores, pese a la
densidad y el volumen de su novela, les devuelve ese sentido por las viejas
historias en las que el mundo del libro y la invención cobran especial
relevancia. Pero no menos importantes resultan sus personajes, los hermanos
Ulises y Melquíades, tan antagónicos como semejantes en su búsqueda de un
extraordinario tesoro, un raro ejemplar del que Padre siempre hablaba, o la
relación entre la joven narradora y su Pigmalión, la admiración y el amor que
surge entre la adolescente y el maestro, y no menos hermosa la relación entre
el niño Felipe y su enigmática abuela, Antía cuya estela se extiende incluso
después de su muerte, aunque también es la historia de un soñador que se ha
pasado la mitad de su vida esperando que ocurriera algo y nunca lo ha logrado:
terminará poniendo un bar y enamorándose de una extraña mujer, llamada Tormenta.
Un narrador omnisciente cuenta dos de las
historias, y el joven Felipe será quien relate su relación familiar y el
misterio en torno a la vida de su abuela. Los libros luciérnaga resulta,
finalmente, una historia coral que alcanza su destino y su sentido solo cuando
cerramos el libro, y entre otras muchas cosas, celebra la magia de la
literatura con palabras hermosas y precisas, construye su arquitectura
literaria en el límite mismo de su equilibrio porque las significaciones con
que dota la autora a su texto exploran la hondura de la auténtica fábula y se
imponen a las múltiples sugerencias y metáforas esgrimidas que, de alguna
manera, se cierran en un universo imaginario propio, y, por supuesto, a los
lectores se nos dota de una libertad absoluta.
LOS
LIBROS LUCIÉRNAGA
Leticia
Sánchez Ruiz
Sevilla,
Algaida, 2009
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