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ÁNGEL
CAÍDO
Cristina Cerrada (Madrid, 1970) aborda en
su novela, Anatomía de Caín (2010), el desafío de reinterpretar el mito
bíblico que, en realidad, ella convierte en una historia triste, de personajes
con vivencias en constante decadencia y cuyos sentimientos provocan en ellos
mismos una relación de traumáticas consecuencias que, tal vez, sirvan de botón
de muestra, o retrato de nuestra sociedad actual. El protagonista (Caín) es un
joven vigilante que sueña con convertirse en escritor y lleva siempre una
libreta donde apunta ideas para un gran cuento: transcribir en papel los
sentimientos de una mujer, pero no de una sola sino las de toda la humanidad.
Forma parte de una familia desarraigada, vive con un padre inválido, y su madre
y Abel abandonaron el domicilio algún tiempo atrás. Por este motivo, el
protagonista odia en gran medida a su hermano, sobre todo porque había sido el
favorito y siempre se mostró ejemplarmente delicado y solidario, incluso años
más tarde sigue siendo un personaje extraordinario, un famoso presentador de
éxito, aunque un suceso hará que la historia de ambos cambie repentinamente, y
afloren algunos supuestos de deseo y traición, incluso cierto rencor, celos y
deseos de ver muerto al hermano.
Desgranando página a página, la
psicología de estos personajes que, sin duda, están marcados por su pasado, por
las relaciones vividas y por el trauma que presupone el destino futuro, permite
a Cerrada hilvanar al hilo de esta historia central, frente a su aportación
elemental de recrear el mito, y surgen otros relatos paralelos que, como iremos
sabiendo, forman parte de la imaginación de la escritora. Aparecen personajes
que, aparentemente, solo están en su mente, son criaturas forjadas para configurar
la escenografía de un mundo donde las pasiones y los sentimientos se parecen a
los vividos por el propio autor y que le otorgan a la novela una dimensión
mucho más amplia y en la que confluirán esas historias paralelas que Caín
pretende contar, su visión particular sobre el mundo de la mujer, el caso de
una enigmática Dalila. Resulta curiosa la intención de Cristina Cerrada
luciendo una escritura casi lírica buscando, de alguna manera, alguna luz
interior que ilumine el falso nihilismo de su personaje y, además conviene
subrayar una particularidad más a este relato: una finísima pluma femenina
relata el proceso de conciencia de un joven, quizá porque Cerrada ya muy
alejada de esos convencionalismos de una literatura femenina al uso, huye de
esa necesidad de hablar en nombre propio y el cambio de dirección que emprendió
desde sus primeras novelas, revela que la creación literaria es un fenómeno
humano que hoy en día confirma esa igualdad de la que hacen gala nuestros
políticos y es a los novelistas, independientemente de su condición física, a
quienes les corresponde indagar en el sentido de la existencia.
ANATOMÍA
DE CAÍN
Cristina
Cerrada
Madrid,
Ediciones Baladí, 2010
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