Cuando nos planteábamos una selección de poetas que bajo
el título de Neorrurales aglutinase el término y sus posibles conceptos, no solo se trataba de teorizar sobre una visión poética del aspecto rural o
una mirada sobre el campo, incluso de una poderosa evocación de la literatura
moderna a partir del Romanticismo, sino que todo cuanto tiene que ver con el
campo se convierte en puro sentimiento que estéticamente logra fundirse con los
elementos físicos del paisaje vislumbrado. La visión, la mirada sobre el
paisaje rural queda relacionada con la sublimidad, la apacibilidad, la
inquietud, la ternura misma que provoca la recuperación de una poética de lo
rural para lo que es necesario ayudarse con una extrema sensibilidad humana.
Y, por
supuesto, en un tiempo donde la poesía rural sigue siendo observada con cierto
recelo, si no con un indisimulado desdén, por parte de la crítica especializada
y, sobre todo, por un gran número de lectores, los poetas aquí seleccionados
apuestan por la inspiración de la Naturaleza y escriben desde esa amplia
perspectiva que les proporciona el campo, aunque nunca se apropian del paisaje
para expresar su intimidad, sino que pretenden dejar constancia de su amor por
los caminos polvorientos, los barrancos y las veras, la visión de los jaramagos
y el canto de los abejarucos, de las retamas y de los álamos, y se asombran
ante esa inmensidad que les proporciona una mirada sobre los trigales. Recrean
aquellas cosas singulares, captan su misterio, las comprenden y las hacen suyas;
son en definitiva, eso, las cosas esenciales del campo.
(De la Introducción, Neorrurales.
Antología de poetas de campo; selección e introducción de Pedro M. Domen;
Córdoba, Berenice, 2018).
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