Laura
Ferrero
Laura Ferrero (Barcelona,
1984) calificada de auténtico descubrimiento, es periodista y editora.
Compagina su trabajo para diversas editoriales e instituciones culturales con
la pasión por la
escritura. Es autora del blog «Los nombres de las cosas»
(www.lauraferrero.com) y sus artículos y reseñas han ido aparecido en diversas
publicaciones culturales y suplementos de libros. En 2016 apareció en Alfaguara
su libro de relatos Piscinas vacías.
Publicado por primera vez en los formatos digital y papel a través de la
plataforma de autoedición megustaescribirlibros.com, trepó de inmediato al top
100 de Amazon, con 5 estrellas en las calificaciones de todos los lectores. Su
prosa ha sido descrita como “afilada, escueta, desnuda… cuentos que dejan
huella”. Qué vas a hacer con el resto de
tu vida (2017) es su primera novela.
¿Una historia
contada en pocas páginas tiene más fuerza que otra más extensa?
No tiene por
qué. Sí que es cierto que escribir veinte páginas manteniendo la tensión es más
fácil que hacerlo a lo largo de trescientas, pero en las buenas novelas se
logra mantener esa fuerza.
Se lo pregunto
porque empezó escribiendo cuentos; ¿establece usted alguna diferencia entre
ambos géneros a la hora de contar?
Sí. Los relatos,
al menos en mi caso, surgen de una necesidad. En cambio, una novela surge de
una idea que se va elaborando y formando a lo largo de mucho tiempo.
Hipotéticamente podríamos escribir un relato en un par de horas, dicen que así
fue el caso de The lottery, de Shirley Jackson, sin embargo, no es posible
hacerlo con una novela.
Los protagonistas de
sus relatos no son héroes, ¿a quiénes se parecen?
Se parecen a
todos nosotros. Los héroes son para las películas de Hollywood, en la vida real
la mayoría nos movemos más en un terreno de grises y eso es lo que en mi caso
me genera la necesidad de contar: las grietas que tenemos todos, las
contradicciones.
Su libro, Piscinas vacías (2016), ¿es un lento proceso de creación
hasta llegar al total de los relatos reunidos?
El libro
empezó como un hobby, respondía a una necesidad mía de contar que no imaginaba
publicada en ningún lugar. De manera que fui escribiendo sin pensar en un todo.
Los últimos relatos que incluí fueron ya escritos para publicar, cuando la editorial Alfaguara
compró los derechos. A pesar de que todos los relatos respiran un mismo aire,
nacieron sin ánimo de pertenecer a ningún conjunto.
¿De la autoedición
hasta llegar al catálogo de una editorial importante ha sido un largo camino?
Yo no lo veo como
un largo camino sino como una oportunidad. No autopubliqué los relatos para que
una editorial como Alfaguara comprara los derechos, los hice porque en ese
momento me pareció una buena opción y más rápida que ir llamando a las puertas
de editoriales tradicionales que seguramente no hubieran apostado por una
autora novel a la hora de publicar relatos.
Podríamos resumir
que sus cuentos son, en realidad, “todo aquello que no decimos”.
Sí, creo que
es una buena manera de definirlo. Los relatos giran en torno a lo difícil que
es la comunicación, especialmente con aquellos que tenemos más cerca. Los
vínculos son complejos y a menudo lo que no decimos acaba convirtiéndose en
algo que crece y ocupa más lugar que lo que sí decimos.
Ahora nos entrega
una novela, Qué
vas a hacer con el resto de tu vida
(2017), que tiene mucho de su narrativa breve, ¿ha llegado el momento de una
narración extensa?
La idea de
escribir una novela siempre me había atraído. De hecho, escribí una cuando
tenía quince años. Empecé a tomar notas acerca de lo que sería Qué vas a hacer con el resto de tu vida
(2017) hace más de cinco años. Aún no sabía en qué iban a resultar todas
aquellas notas, pero las fui simultaneando con la escritura de los relatos.
¿Es usted
protagonista de su propia novela?
En algún
sentido sí. Empecé tratando de que no fuera autobiográfica pero terminé dándome
cuenta de que, si bien los antecedentes y orígenes de la protagonista no tenían
nada que ver con los míos, en el fondo llevaba todo ese tiempo escribiendo sobre
mí. Es difícil alejarse de una misma.
¿El argumento de su
novela podría resumirse con esa huida de la protagonista hacia delante?
En mi opinión
no. La huida en adelante es secundaria, en realidad, lo que le ocurre a la
protagonista es que no sabe qué hacer. Ha dado tantas vueltas a las cosas que
le han ocurrido que no sabe por dónde tirar. Pero solo tiene una vida, la suya,
y es ahí donde tiene influencia. Ella se obsesiona con entender lo que ha
ocurrido a su alrededor en su pasado pero entender no la salva de nada.
Laura, la
protagonista, revisa constantemente su pasado y su presente, ¿intenta
justificar de alguna manera su realidad vivida hasta el momento?
Siempre
tendemos a buscar justificaciones. Es nuestra manera de vivir la vida
literariamente, poniendo nexos causales, buscando explicaciones, indicios. Pero
eso es frustrante porque en la vida real, esos nexos, esas explicaciones,
muchas veces no existen. Pero Laura intenta entender el dolor, como si el dolor
tuviera que tener necesariamente un sentido.
Este relato ¿es tal
vez un auténtico ejercicio de memoria?, y si es así, ¿Pablo, el hermano, se
convierte en la razón última para contar la historia de la familia?
Es un
ejercicio de memoria y de perdón porque a la postre, lo que tiene que hacer
Laura es no cargar con la culpa, dejarla a un lado. Porque culparse no deja de
ser una forma de sentirse protagonista. En realidad, no somos tan importantes.
Es decir, nuestra sola influencia pocas veces es capaz de cambiar el curso de
los acontecimientos. Y sí, Pablo es el detonante del relato, cuando el dolor le
es insoportable necesita empezar a contarlo.
¿El lector debe entender
que, tal vez, todo es el resultado de la frustración de su protagonista?
No creo que
todo se deba a la frustración sino más bien a la incapacidad de encontrar el
porqué de todas las cosas que ocurren a nuestro alrededor. Hay que asumir, y
hacerlo más pronto que tarde, que las razones que mueven las cosas importantes
se escapan a veces a nuestro entendimiento.
Al final de la
novela, ¿Laura se reconcilia con la vida?
No se
reconcilia pero empieza a ser capaz de hacerlo. Es decir, el final de la novela
es un nuevo comienzo en su vida: depende de ella lo que vaya a ocurrir a partir
de entonces. No puede cambiar el pasado pero sí está a tiempo de moldear su
futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario