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domingo, 30 de septiembre de 2018

Hoy tomo café con…


Carmen Canet

       Carmen Canet (Almería, 1955) ejerce la crí­tica literaria en periódicos y revistas desde 1980, y actualmente colabora en Los Diablos Azules de InfoLibre, en Cuadernos del Sur del Diario de Cór­doba, Zurgai, Clarín, Turia, entre otras publicaciones. Ha sido incluida en varias antologías poéticas, y en el ámbito de la escritura breve, ha publicado Malabarismos (2016), y edi­tado El mide las palabras y me tiende la mano. Aforismos en la obra de Luis Gar­cía Montero (2017). También ha sido in­cluida en Bajo el signo de Atenea. Diez aforistas de hoy (2017) y Concisos. Aforistas españoles contemporáneos (2017). Luciérnagas (2018) es su último libro publicado.

Foto Joaquín Puga

Cómo se da el paso de la docencia al mundo de la escritura, ¿es una evolución natural?
       En el mundo de la escritura he estado desde muy joven, además de ser una lectora incansable desde niña. Ahora es el centro de mi trabajo. Ha sido de forma natural pasar de ésta, cuya vocación y responsabilidad es un privilegio, pues enseñar Lengua y Literatura, introducir en la lectura y escritura a seres humanos es algo mágico.

Se lo pregunto porque, inquieta, su producción literaria se incrementa ahora año tras año ¿es así?
       El hecho de tener más tiempo me está permitiendo ordenar bastante material que tenía guardado y que voy sacando. Hasta hace unos años no había publicado  escritura creativa, en este caso el aforismo del cual llevo recogiendo frases e ideas en cuadernos parte de mi vida, centro ahora de mi quehacer literario junto con el ensayo y la crítica literaria. He publicado dos libros de aforismos, una edición sobre los aforismos en la obra literaria completa de Luis García Montero, la inclusión en dos antologías de aforistas (con aforismos éditos e inéditos), y en cuatro poéticas.

Escribe poesía, ¿de alguna manera el ritmo lírico le ha llevado al mundo minimalista del aforismo?
       Escribo poesía, pero no me considero poeta. El haiku es una forma breve que me gusta. Mis aforismos tienen cierta dosis de lirismo. En mi vida es necesaria la poesía. Juego mucho con ella en mis aforismos. (“Los médicos recetan pastillas. Los poetas recetan palabras. Todas curan.”, “La poesía corrige la timidez. Tendrían que prescribirla los psicólogos“, La poesía es la lucidez de un ejercicio medido y desmedido.”)

Hasta el momento ha publicado dos libros de aforismos, ¿es algo casual por el momento que vive el género?
       El aforismo está viviendo una época feliz en este momento, responde al aire ligero, fragmentario de nuestro tiempo. Es muy alentador el auge que tiene actualmente. Con una tradición literaria que se remonta a la época clásica, no ha parado de tener cultivadores en toda la historia de la literatura universal. España ha tenido en todas las épocas escritores memorables de este género breve. En el siglo XX hemos tenido grandes cultivadores de estas formas concisas, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Eugenio d´ Ors, José Bergamín, Ramón Gómez de la Serna, entre otros, y hasta nuestros días ha seguido cultivándose pero no con el momento de esplendor que está viviendo en el siglo XXI.
Su primer libro se titula, Malabarismos (2016), ¿usted explora y reflexiona sobre los límites de nuestra existencia con aire malabarista?
       Ya el título Malabarismos es significativo de que en esta vida tenemos que hacer equilibrios y juegos malabares en nuestro camino por la vida (“Lanzada al aire la idea, el aforista tropieza y recoge vidas sucesivas, incluida la propia”). Se incluyen varios aforismos que dan cuenta de esta destreza que tenemos que tener en las distintas facetas de nuestra existencia. Son frases que conviven con las cosas cercanas y elementales que nos ocurren. Nos hacen que dialoguemos y que reflexionemos. Ese es el objetivo de estas formas breves, que se establezca entre autor y lector una conversación. (“Aforista: malabarista de palabras.”, “La destreza del aforista es jugar a cuatro bolas: El arte del matiz, el arte de envolver, el arte del acabado, el arte de descifrar el silencio.”).

Su reciente entrega, Luciérnagas (2018), ¿confirma su intención de ese permanente diálogo con la literatura?
       La colección A la mínima, que dirige Manuel Neila, en Renacimiento, cobija esta vez mi nuevo libro Luciérnagas. Son frases breves y ágiles que, como las luciérnagas, emiten luz propia cuando el día se va oscureciendo, titilan, van de un lado a otro, se saben libres y vuelan. Los libros de aforismos son los mejores amigos para la mesa de camilla o para la mesita de noche, ya que conversan con nosotros, nos dan la oportunidad de elegir, de sortear, de dosificar, de abrir y cerrar por donde nos plazca.

Los cuatro “Entornos” de su libro: vida, amor, paso corto, y paisaje con arte, ¿conforman nuestra sustancia interior, equivalen a una temática ensayada?
       En este volumen todas las partes, o entornos como los llamo, son pasajes de la vida, paseos por el amor y la amistad, son pasos cortos con paisajes de palabras que se recrean en el arte. Las personas recorremos el tiempo, unas veces en compañía y otras en soledad, pero guiadas por los mejores asideros: la literatura, la música, el cine…Somos seres que recurrimos a las pequeñas cosas, y debemos procurar que sean ligeras y no pesen, por eso pretendo que mis aforismos nos ayuden en esta gramática de la vida, cuya sintaxis unas veces tendrá una rima consonante y otras, asonante. 



¿De qué manera sus aforismos se convierten en una inestimable compañía?
       Mis aforismos eso es lo que pretenden, hacer compañía,  son frases abiertas para que se participe, manifestaciones escritas de una soledad compartida, de porciones de vida que prestan atención a lo cotidiano, palabras que, agrupadas sobre el papel, se hablan sutilmente, a veces arañan con suavidad y otras acarician fuerte. (“El aforismo tiene la levedad de la brisa y el fuego de la lava.”

Como las luciérnagas, ¿sus aforismos ofrecen esa luminosidad ética y humana tan necesaria en la actualidad?
       Pues sí, tomé la luciérnaga este pequeño insecto, libre, que vuela que emite luz en la oscuridad, como una imagen que podía ir bien con mi concepto de aforismo, aparte de que el sonido de la palabra me gusta, y encima descubro que sólo las hembras de este pequeño lampírido están dotadas de ese órgano en el abdomen que da luz fosforescente. En este libro he querido hacer homenajes y mostrar mi reconocimiento, en especial, a las mujeres, tantas con luz velada. (“La voz dormida: Dulce Chacón la despierta.”, “Es la hora de encender el silencio quitándose el sombrero

Tal vez, para vivir, y mejor para sobrevivir, ¿hay que ser un poco quijote y un poco de sancho panza?
       Decía el maestro, Castilla del Pino, que los libros de aforismos son los mejores libros de autoayuda, él mismo tiene un libro póstumo, Aflorismos, muy recomendable. Ese efecto terapeútico del que hablaba anteriormente, junto con lo cercano y las cosas cotidianas con las que nos tropezamos hace que estos nos den esa luz y esa compañía que las palabras nos dan, creando espacios de complicidad e intimidad, tan importantes para respirar. (“Vivir es exponerse. Sobrevivir es sobreexponerse.”, “Para vivir es necesario ser un poco quijote y un poco sancho. (Ingredientes manchegos”).

Ya para terminar, ¿una definición de andar por casa de aforismo para un curioso   lector?
       Un aforismo es una frase que ofrece pensamientos y sentimientos. Entre las definiciones que hago: (“El aforismo es un pasillo estrecho que nuestra mente ensancha.”, “Llamamos máxima a una frase mínima.”, “Los aforismos pese a ser breves y ligeros ayudan a hacer grande y menos pesado el mundo.”).

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