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martes, 28 de febrero de 2017

Mercedes Abad



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IRONÍAS DEL ALMA
               
 Mercedes Abad (Barcelona, 1961) pretende transmitir, con su literatura, situaciones inquietantes, perturbadoras e imprevistas que, en ocasiones, se concretan en la visión de varios planos que en el lector producen esa sensación de un fantasmagórico surrealismo no exento de cierto humor. Y que, en cierto modo, valida la realidad de unos personajes, pero que, pese a todo, se parecen a esos insignificantes coetáneos con quienes vivimos diariamente. Los seres de muchos de los cuentos de Amigos y fantasmas (2004), la nueva colección de doce relatos de la narradora barcelonesa, perciben tras sus propias sombras un asomo de sorpresa porque en la actual escala de valores ellos se encuentran fuera de lugar. Los caprichos del destino de los que se sirve Mercedes Abad no encubren sino atisban esa cara oculta de una realidad que, por una suerte de casualidad, se transmuta en el azar de esa profunda paradoja que es la vida.
       Las técnicas a las que recurre esta narradora son tan diversas y diferentes para relatar una historia que tantea desde muy diversos enfoques que, en el conjunto del libro, se traducen en simples anécdotas o en relatos más extensos y convierten lo anodino en extraordinario; le ocurre a ese joven del cuento «La cólera de García Leguineche», que, pese a ser «el escritor más brillante de su generación», un día descubre cómo nadie le hace caso porque todo el mundo está enfrascado en escribir su propia novela. Sorprendente es el caso de «Servicio de caballeros» ese otro tipo insignificante que un día recibe, en los servicios de un gran hotel, la confesión del Ministro del Interior y poco después escucha como ha sido asesinado, víctima de una intrincada conjura, cuya verdad sólo él conoce; un secreto que no podrá desvelar y lo devuelve, otra vez, a la realidad de su insignificancia. O el caso de «Un buen hombre» que sentado en un banco, observado por el lector en unos instantes, aun dilatando la narradora, temporalmente, su actitud, llega a la tremenda conclusión de volver, una vez más, a su casa, odiarse como siempre y hacerlo en ese característico silencio para que nadie lo sepa nunca.
       Todas éstas y algunas más son actitudes de esa eterna paradoja que es nuestra existencia guiada, en ocasiones, por el capricho de una insignificancia y poder así constatar que la vida y la literatura o que la realidad y la ficción, se parecen a esas casualidades del azar que de repente nos modifican o cambian nuestra actitud ante la vida; un hecho que ya supone, para algunos al menos, un logro: sobrevivir a la hipócrita mediocridad de nuestra existencia.








AMIGOS Y FANTASMAS
Mercedes Abad
Barcelona, Tusquets, 2004

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