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PASADO,
PRESENTE, FUTURO
La distinción entre pasado, presente y
futuro —escribió Albert Einstein—es una ilusión, aunque se trata de una ilusión
muy persistente, tanto que la literatura universal se ha empleado a fondo para
desarrollar argumentos, tan hermosos que han pervivido en el tiempo, han
cautivado a los lectores del pasado, divierten en el presente y tal vez ocurra
lo mismo en el futuro. Un novela como El mapa del tiempo (2009), de
Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1968), reconocido como uno de los
jóvenes escritores españoles más originales, ofrece un singular viaje al
Londres de finales del siglo XIX, ese lugar donde parecía que todo iba a ser
posible y el desarrollo científico no tendría límites. Quizá por eso, un
escritor como H.G. Wells conseguía con sus cuentos fantásticos y con su novela La
máquina del tiempo rellenar de imaginación el prodigio de la ciencia, en
una época de grandes inventos. Félix J. Palma ha recreado algunos de los
momentos históricos que reproducían los periódicos de la época: los asesinatos
de Jack, el Destripador o la doble vida de Jekyll y Hyde, pero sobre todo
consigue una maravillosa recreación de la época victoriana, con las invenciones
de Wells como trasfondo.
La novela se estructura en tres partes
diferenciadas, aunque con un denominador común, los viajes temporales, la
posibilidad de cambiar el curso de la historia, el sueño que Wells inventó
literariamente, y que Palma desarrolla en su novela, protagonizada en buena
parte por el escritor británico: en la primera Andrew Harrington recurre al
conocido Wells porque pretende viajar ocho años atrás para adelantarse el
asesinato de Mary Jane Kelly, la prostituta asesinada por el Destripador en el
barrio de Whitechapel, y de la que el joven aristócrata está enamorado; en la
segunda parte, la más literaria y sorprendente, se relatan los viajes a través
de la empresa de Viajes Temporales Murray, paradojas temporales sin realizar
esa inmersión, en la que se cuenta una auténtica historia de amor entre Claire
Haggerty con un hombre del futuro, el capitán Derek Shackleton, un héroe que
salvará al mundo en el año 2000, y donde se nos da conocer la entrega de toda
una vida al servicio del amor, y como en otros muchos casos entre una joven
distinguida y un pobre desgraciado que, paradójicamente, se busca la vida en el
mismo plano presente; y en la tercera, el ingenio del propio Wells se pondrá a
prueba cuando debe esclarecer el crimen de un hombre que viene del futuro y
pretende arrebatarle la autoría de algunas de sus novelas. Le ayudarán Conan
Doyle y Stoker, personajes reales, que se suman a la ficción y que de alguna
manera enlazan las historias que el gaditano ha ido contando en las más de
seiscientas páginas de El mapa del tiempo, sin duda, un ejercicio de
estilo que se articula como un auténtico folletín victoriano, configurando en
este caso un infinito universo paralelo que enlaza con la mejor tradición
literaria anglosajona, elevada en esta novela a la categoría de maravilla por
el manejo de la introspección en la mente del escritor, anotando las dudas que
asaltan su existencia y la luz creadora con que maneja su mejor ficción.
Félix
J. Palma, El mapa del tiempo; Sevilla, Algaida, 2008; 622 págs.
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