UNA
DÉCADA PRODIGIOSA
La vida de las gentes y de los
pueblos, sus hábitos y costumbres pasan por momentos en los que el tiempo se detiene,
el curso histórico provoca los cambios suficientes y se altera el modo de vida,
surgen rupturas que multiplican las diferencias sociales y se entra en una oscura
era de cambios en los que se recurre a la represión, al miedo y al terror más
absolutos. Una vez finalizada la Guerra
Civil española, los vencedores impusieron la coacción y el castigo,
y la sociedad quedó envuelta en una larga y triste posguerra durante los 40 y
50 hasta que, bien entrada la década de los 60, aires nuevos provocarían una
auténtica conmoción en la vida cotidiana que se transformó en la aparente visión
de una España diferente. Una simulada metamorfosis en pleno franquismo, en el
desarrollo de una dictadura, y frente a una silenciada lucha por las
libertades, cuando las oscuras prácticas policiales y la represión eran todavía
moneda corriente.
Ciertos
momentos de una singular extrañeza, e
incluso impulsos o simples impresiones justificarían toda una labor narrativa tras
un proceso de aprendizaje, tal vez porque las historias inventadas a lo largo
de toda una época de tanteos solo se justifican cuando el narrador busca en
cada página escrita la expresión personal de una creíble y futura voz
literaria. Sobresale una válida voluntad adolescente por encontrar un singular
modismo artístico, la búsqueda de nuevos temas y formas de expresión con que
reinventar argumentos universales: el mundo del deseo, el amor y la
infidelidad, la libertad y la locura, el pasado y la memoria, o una permanente
y profunda reflexión sobre el pasado y el presente, como lo entiende Salvador
Compán (Úbeda, Jaén, 1949) porque ha fraguado el sentido de una narrativa con
la heterogeneidad suficiente y la insatisfacción personal para mover a sus
personajes por distintas etapas históricas que fundamentan ese principio de
inconformismo o ejemplifican el sentido de una justicia: El Guadalquivir no llega hasta el mar (1990) reivindica el
anarquismo del XIX español, Madrugada
(1996) nos sumerge en un escenario de relato negro, Un trozo de jardín (1999) cuestiona, en un carmen del Albaicín
granadino, el enigmático amor entre Ángel Ganivet y Casta Cabezas, Cuaderno de viaje (2000), finalista del
Premio Planeta, reconstruye la falsa biografía de la familia Seisdedos, Tras la mirada (2003) deseo y venganza
en una reconocida Córdoba, Palabras
insensatas que tú comprenderás (2012) el homenaje a María Lejárraga para
recuperar el protagonismo de esta singular mujer, y su reciente, El hoy es malo, pero el mañana es mío
(2017) una historia que, desde el final de la guerra civil hasta bien entrada
la década de los 60, obliga a los vencidos a sobrevivir en una sociedad marcada
por la dictadura. Salvador Compán, pese a lo espinoso de la trama, construye
una narración tan ágil como sugerente, consigue alternar sus historias dentro
de misma línea narrativa con un hilo conductor común a todas. Guerra civil, posguerra
y los 60 como episodios para desarrollar, una vez más, una profunda reflexión
sobre pasado del jienense; y en lugares concretos, simbólicos o geográficos,
Almería, Baena y Daza (evidente acrónimo de Úbeda y Baeza), espacios andaluces donde
se desarrolla la mayor parte de la acción narrativa.
La novela queda estructurada en cinco extensas
partes que alternan los años importantes y destacables de cada uno de sus
personajes, cuyos nombres encabezan los capítulos, al tiempo que un narrador
omnisciente nos irá relatando la historia a contar. Un “Prólogo” previo sitúa al
lector en la trama que Compán irá desarrollando en las páginas siguientes,
concretamente entre 1936 y 1969; sin embargo, más que otro relato sobre nuestro
pasado bélico, se trata dar cuenta de una desmesurada visión sobre los años de
una larga injusticia colectiva y particular, alimentada por exceso de odios y de
continuas venganzas y, sobre todo, El hoy
es malo, pero el mañana es mío se traduce en un relato sobre ese desarraigo
con que han convivido las últimas generaciones, la constatación de la pérdida
de una identidad como seres libres a comienzos del pasado siglo XX, el
sufrimiento de una larga posguerra de un ostracismo absoluto, envuelta en una
gama de tonos grises y de una oscura y violenta convivencia donde el odio y la
venganza nunca fueron superadas. Sebastián Lanza, ambicioso y triunfador, y
Vidal Lamarca, taciturno y discreto, protagonizan un pasado que el joven Pablo
Suances reconstruye treinta años después, alternando las voces de unos
atormentados personajes que a lo largo de sus vidas han querido sobrevivir a
una extensa y continua humillación, donde la hipocresía, sobre todo la religiosa,
obligaba a ciertas actitudes sociales donde el sexo o la homosexualidad
formaban parte del más absoluto tabú de una realidad fingida. Pero sin duda, es
la crónica de una traición personal, la de Vidal Lamarca, un hombre hermético y
solitario, testigo a los quince años de una cruenta guerra que marcará tanto su
presente como su futuro, encarcelado y a punto de ser fusilado solo la
ignominia y el egoísmo de Sebastián Lanza lo convierten en un ser desposeído de
toda condición humana, un vencido, porque Lanza representará a lo largo de toda
su vida el poder, alguien que por puro egoísmo le salva la vida, se convierte
en su protector y en su amante, en realidad, su amo. La sombra de ese vencedor
que sometió a la sociedad española en un inamovible concepto para olvidar el
pasado.
Otros personajes fortalecen el relato de
Compán, las mujeres, Clara Hervás y Rosa Teba, símbolos de una dignidad
perdida, o los conocidos Rafael Zabaleta, Manoel Mendes y Antonio Machado; y el
resto, Raúl Colón, Luci Diosdado, o Bocanegra conforman esa curiosa marioneta
de conformismo y frustración, lo mismo
que el padre del narrador, Suances, el único amigo de Vidal en Daza por
afinidad política, y lo más curioso de El
hoy es malo, pero el mañana es mío la proyección de Lamarca y ese paralelo testimonio
gráfico, a modo de redención, que irá dibujando y le servirá al joven Suances, como
el mejor ejemplo de un futuro cuando en la historieta final comprenda la
historia, un libro gráfico que será publicado en París, como no podía ser
menos, allí donde solo podía acabar una realidad que, como en España, sí podría
ser modificada.
EL HOY ES
MALO, PERO EL MAÑANA ES MÍO
Salvador Compán
Madrid, Espasa, 2017
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