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ISLA SALVAJE
David Vann (Adak, Alaska, 1966) es un
perfecto desconocido en España. Sukkwand Island (2010), su primera
novela, relata la convivencia entre un adulto y un joven de trece años, y la
extraña la relación que ejercen el uno sobre el otro. Jim, de profesión
dentista, invita a su hijo Roy, a retirarse a una isla salvaje al sudeste de
Alaska, pero lo más curioso es que apenas se conocen. Una vez allí, el medio
impondrá sus reglas del juego, e inicialmente tendrán que prepararse para el
duro invierno, se verán obligados a construir un cobertizo para salvaguardar
sus alimentos de los osos, y día a día sortearán toda clase de peligros. Una
avioneta mensual será su contacto con el resto de la civilización. Por
la noche el hijo descubre extrañas actitudes en su padre: tiene la sensación de
oírlo llorar, aunque nunca se atreve a decir nada, porque por la mañana todo
vuelve a la
normalidad. Transcurrido un tiempo, el padre parece dispuesto
a confesar al hijo el abandono a que ha sometido a su familia, incluida una
infidelidad conyugal, o la soledad a que se ha visto forzado a lo largo de su
vida. Confirma con esta actitud, su deseo de paliar y cerrar, allí mismo, en
medio de la nada, en una armónica convivencia, un capítulo de su vida,
ofreciéndole al adolescente, un antes y un después.
La novela, Sukkwand Island, consta
de dos partes bien diferenciadas: en la primera el autor muestra un ambiente
inquietante, casi claustrofóbico pese a estar en un medio natural, un espacio
salvaje donde se percibe casi una lucha constante para sobrevivir a la
barbarie, con frondosos bosques, escarpadas montañas, que decoran de alguna
manera un lugar descrito tan idílicamente como peligroso; y una segunda parte,
el horror, el desasosiego, el sinsentido, y la soledad de verse solo y
constatar la realidad de los hechos. El autor plantea a partir de este momento
una inversión de los papeles adjudicados a sus personajes que, sin bien, pueden
contener tintes biográficos se completan con el relato literario que justifica,
de alguna manera, esta relación padre/hijo. El primero asume su culpa, y el
segundo comprende la situación vivida por su progenitor. Es a partir de aquí
donde el narrador provoca un giro total en su relato, sumerge al lector en la
visión más dura que puede imaginar, aquella que justifica esa convivencia
desigual de las páginas anteriores y será, también, el momento en que la
desolación del paisaje y el ambiente hostil arrojen a sus personajes a un fatal
destino. Una prosa medida y ajustada, de frases cortas, y de una efectividad
contundente, complementa la historia, aunque el autor sostiene y suaviza la
tensión en los diálogos y en las descripciones, salvando los momentos en que la
narración contiene escenas de dureza extrema. Vann ofrece una idílica visión de
la Naturaleza, sin olvidarse de los peligros que acechan, pero muestra, sobre
todo, una desgarradora mirada de las relaciones humanas y de las repercusiones
casi apocalípticas de un futuro incierto.
SUKKWAND ISLAND
David Vann
Barcelona, Alfabia, 2010
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