María Ángeles
Pérez
amaneceres
Máscaras
Otro
año más aterrizará el carnaval abarrotado de chirigotas, parodias y mucha,
mucha diversión. Como fiesta pagana que es son días donde casi todo está
permitido, de ahí nuestro afán por ir disfrazados, taparnos el rostro
salvaguardando nuestro anonimato y hacernos el firme propósito cristiano de,
una vez finalizado, no comer carne y llevar una vida licenciosa durante el
tiempo de Cuaresma. A lo largo de nuestra vida, independientemente de que sea
Carnaval o no, vamos cambiando de disfraces casi a diario tanto que, a veces,
nos podemos convertir en perfectos desconocidos incluso para nosotros mismos.
Por cierto, hace tiempo que no participo en esta fiesta. Este año lo haré para
recordar viejos tiempos y, en lugar del disfraz típico y macabro de la muerte
que está ya muy visto, he decidido ponerme el de la vida. Ninguno me vais a reconocer.
Estoy convencida. Eso es justo lo que pretendo.
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