ALGO DE MISTERIO,
CIERTA INTRIGA, ABUNDANTES PASIONES
Los conceptos de misterio, intriga,
pasión invitan, en un primer acercamiento, a una predisposición relacionada
con el mundo de lo inexplicable, lo criminal o policíaco o lo sensual y aún
más, a lo erótico y lo sexual, pero en una justificación académica de estos
términos llegaríamos a definiciones tales como, «cosa arcana o muy
recóndita, que no se puede comprender o explicar» o, «manejo cauteloso,
acción que se ejecuta con astucia y ocultamente, para conseguir un fin» y «perturbación
o afecto desordenado del ánimo», respectivamente, y a estas
puntualizaciones se unen otras muchas especificaciones que a lo largo de la
literatura se han ido cuantificando y ejemplificando en obras de muy variada
factura.
De cualquier forma volviendo la vista a
los últimos veinticinco años de producción literaria, esencialmente, narrativa,
conceptos como los que tratamos de explicar o al menos de desentrañar como si
de una indagación mítico misteriosa se tatara llevaron a nuevas
dimensiones cuando se trataba de reafirmar el concepto de ficción y José María
Merino, por citar un nombre, es excelente representante y maestro en el arte de
lo simbólico, lo misterioso y lo oculto. Buena parte de la intriga y sus
ramificaciones, nos la ha proporcionado un género como la novela policíaca
desde los míticos autores extranjeros como Simenon, Hammett, Chandler, Cain o
Highsmith, para llegar a la recuperación de un género poco ensayado en este
país por autores contemporáneos y que en los nombres de Vázquez Montalbán,
Mendoza, Madrid, Martín, Casals y anteriormente, González Ledesma o, más
recientemente, Silva, se han justificado como una de esas tendencias
fructíferas en los últimos años, desarrollando esencialmente, como alguien ha
apuntado, el tema de la resolución de un delito o problema, en una estructura
piramidal; aunque para muchos sigue siendo la adaptación de un género foráneo
considerado como literatura menor y que solo aporta argumento e intriga, a un
tema morboso y con un desenlace efectista. Para darnos una idea de la magnitud
de este fenómeno, tendríamos que ampliar sustancialmente la lista de autores,
sobre todo de aquellos que de alguna manera se han servido de la investigación
para plantear el tema: Puértolas, Millás, Chirbes, Martínez Reverte, Muñoz
Molina o Tomeo. Y, para la tercera propuesta, la pasión se ha mostrado,
esencialmente, en una tendencia discursiva que proponía, a veces desde un lado
más o menos erótico, la incorporación de una crítica a la sociedad en general
que solía escapar del desencanto a través del amor o de esas normas emocionales
de conducta para plantear esas relaciones eróticas que transparentan una
realidad prohibida o, en ocasiones, un absurdo vital. La novela pasional tiende
a una retórica de representación indirecta, que centra su mirada en la
sensualidad y la fisiología, combinada con un proceso sentimental o pasional y
que lleva, también, a temáticas heterosexuales, homosexuales, lesbianismo o el
incesto matrimonial.
Si con estas consideraciones nos
acercamos a los conceptos de misterio, intriga, pasión, y establecemos
un debate, por nimio que resulte, buena parte de nuestro propósito estará
logrado, el resto lo dejamos al miedo, la incertidumbre, o esa perturbación del
ánimo que se supone corresponde el mundo de la pasión.
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