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EL
DOBLE
Enrique Vila-Matas lleva años
estableciendo conexiones entre sus libros. Ha fundamentado su vida en una
imaginaria existencia literaria, o quizá debamos entender su actitud al revés.
Estas, y otras muchas, razones llevan a que sus seguidores comprendan que un
nuevo relato-ensayo-tratado, como es caso de, Perder teorías (2010),
pueda estar emparentado con su obra anterior: adelantábamos un cambio de rumbo
en Exploradores del abismo (2007), se ratificaba en un libro como, Dietario
voluble (2008), y la entrega más reciente, Dublinesca (2010),
reproduce esa firme voluntad que confirma como jamás uno debe encasillarse, y
estar dispuesto a perder teorías, a usar los conceptos del arte narrativo como
premisa y nada más. Las últimas propuestas evidencian y presuponen un ejercicio
metaliterario del escritor, alguien con la suficiente capacidad para inventar
materia literaria sobre la que extenderá su particular visión acerca de la
creación: capaz de ejercer, en ocasiones, de personaje central y de autor al
mismo tiempo, cuando como en el caso de Perder teorías cuenta que un
escritor es invitado a Lyon para participar en un congreso internacional en el
que finalmente, por circunstancias, que se irán desvelando en muy pocas páginas
y en la soledad de una habitación de hotel, no intervendrá.
Vila-Matas insiste, una vez más, en su
explicación de la literatura, en mostrar su pasión por explorar los entresijos
de esos pasadizos que llevan de la realidad a la ficción donde siempre hay un
trasfondo, un auténtico juego al final. En Perder teorías el autor/
personaje decide esperar en la habitación de su hotel, inicialmente para
buscarse a sí mismo, más tarde se aventurará a explorar la ciudad, pero sobre
todo intentará escribir una auténtica teoría literaria sobre la novela, una
nueva concepción textual que coincida con los planteamientos narrativos del
nuevo siglo. La soledad y la incertidumbre de verse abandonado, prisionero
entre las cuatro paredes de la habitación del hotel, alejado de una situación
habitual propia, llevan al narrador a nuevas teorías y a formular pensamientos
en torno a la figura de Julien Gracq y de su novela, El mar de las Sirtes
(1951), paradigmático ejemplo de intertextualidad para componer un concepto de
nueva novela, un ejemplo plagado de materiales con que alimentar aportaciones
ajenas, sin evidencia alguna de plagio, y que incluye una inigualable
definición lírica entendiendo esta como la sublimación misma del lenguaje y la
expresión verbal. El resto de la teoría vilamatiana se concretaría en la superación
del estilo sobre la trama, argumento que le servirá al escritor para sobrepasar
las barreras de una obligada estructura simétrica, y le dejan una libertad
absoluta que explorar nuevas actitudes ante la forma. Quizá, como afirma ¿Liz
Themerson? en el prólogo, este libro supone la impresión de que todo sucede
enteramente en un presente que está hecho de una larga espera. Vila-Matas
avanza, indiscutiblemente, con su escritura hacia un futuro donde el horizonte
literario deja de ser el mayor enemigo de las restricciones textuales.
PERDER
TEORÍAS
Enrique
Vila-Matas
Barcelona,
Seix-Barral, 2010
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