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CONTAR UNA HISTORIA
Las convicciones idealistas de
una juventud desenfadada, la falta de una visión realista o la escasez de
escrúpulos y, sin duda, la pérdida de la inocencia con el consabido peso de la
conciencia algunos años después, son algunos de los elementos con que José Luis
Rodríguez del Corral (Morón de la
Frontera, Sevilla, 1959) construye su relato que, en
realidad, sobrepasa el calificativo de mero documento social o incluso
psicológico, para contarnos un extraño suceso que parte de una gamberrada
juvenil aunque, sin sospecharlo, desembocará en una incontrolada situación con
un triste final, cuya magnitud ignoran sus protagonistas y, es aquí donde
empieza el auténtico relato, cuando es recordado bastantes años después por uno
de ellos para redimir, del alguna manera, un culpa que pesa sobre su conciencia
y la de sus tres amigos involucrados.
El resto de la novela, y el
planteamiento posterior de la historia, ofrece para el lector una proyección
más amplia, presenta el retrato de unos personajes con perfiles y aspiraciones
muy diferentes que, tras el suceso vivido, propugnan vivir una existencia diferente
en un futuro inmediato, sobre todo porque su falso idealismo les llevará a que
el dinero les facilite su vida, sobre todo a Fede, Julián y Teresa, cuyo
comportamiento y perfil, será matizado en la segunda parte de la narración.
Aunque Andrés, el más atormentado de los amigos, será quien relate la historia,
después de pasar unos años en Londres intentando olvidar el suceso y convertirse
en escritor, pero cuando vuelve a España para saldar parte de su deuda y,
concretamente, al Sur, encuentra con que todo ha cambiado, incluso la situación
política, o el ambiente donde él mismo se movía: su visión de la realidad
resulta ahora estremecedora y ajena. Rodríguez del Corral mezcla, con suma
habilidad, ambos planos temporales, el recuerdo juvenil del protagonista, las playas
de Trafalgar y Zahara, con unos paisajes antaño vírgenes como ellos mismos, y
el presente presidido por la especulación y el enriquecimiento personal,
traducido en actitudes sin escrúpulos que han dado lugar a una degradación
tanto colectiva como personal, como observa Andrés cuando recorre las calles de
Sevilla en busca de un pasado que no encuentra, del que solo queda el referente
del viejo amigo Matías que aun malvive en el mundo de la droga, y finalmente se
traduce en una dura crítica a una sociedad degradada por la malversación y la
corrupción que ha llevado a sus amigos a un cambio en sus pretensiones vitales,
olvidando el secreto guardado del pasado que, al final, motivará una profunda
reflexión moral pero quedará en vano intento del narrador, arrastrado a la
miseria misma por el triunfo ajeno. Tan es así que las intenciones de Andrés
caerán en saco roto, solo cuenta con la ayuda del periodista Arce, aunque
intentará poner orden en el caótico asunto del que solo podrá redimirse
contando, en forma de relato, su propia versión. Y la suya no será más que una
forma más de contar una historia.
BLUES DE TRAFALGAR
José Luis Rodríguez del Corral
Premio Café Gijón, 2011
Madrid, Siruela, 2012
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