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ÉTICA Y CÍVISMO
El proceso de globalización llevó a los
medios de difusión a una desterritorialización en 1975, cuando se inició la
transición y se sucedieron los gobiernos democráticos de la UCD, PSOE y PP, con una
distinta y evidente incidencia en el periodismo de la época, incluso en el
posterior. A partir del año 1976 comienzan su andadura algunas cabeceras
mediáticas, El País, Avui y Cambio 16
(1976), a lo largo de 1977 aparecerán, el matutino vasco Deia y El Imparcial. El 1
de abril de 1977 se derogan algunos aspectos de la Ley de Prensa de 1966 y el
gobierno decreta la liberalización informativa. A lo largo de estos años,
desaparecen antiguos medios: Informaciones,
que había nacido en 1922, y cerró a finales de 1980, Pueblo que editó su primer número en 1940, lo hará en abril de 1984,
y El Alcázar en 1987; Arriba, fundado por José Antonio Primo de
Rivera en 1935, como semanario, se convirtió en diario tras la Guerra Civil, y se publicó
hasta 1979, pero sobre todo hay que resaltar como a partir de 1984
desaparecería la denominada, Prensa del Movimiento, cuarenta medios que no
lograron subsistir a los tiempos.
Literatura y periodismo han favorecido,
desde siempre, todo tipo de interconexión cultural o artística; el periodismo
nace en pleno Siglo de Oro, con gacetas
o noticias cortas y relaciones
dedicadas a relatar sucesos. Larra a comienzos del XIX, fundaría numerosas
publicaciones, sus artículos aparecerán en prestigiosas revistas de la época, y
hoy son un referente literario importante. Lo mismo ocurrió con Unamuno que
consideraba la labor periodística como una contribución a la historia
literaria, incluso desde un punto de vista político y moral. Y, en interés
proporcional, practicaron el género autores como Maeztu, Machado, Azorín,
Baroja y Ortega y Gasset, impulsor de muchas publicaciones periódicas, o más
tarde Azaña, Rivas Cherif, Cela, Umbral, Sánchez Ferlosio o Vicent.
De zona fronteriza caracterizaba María
del Pilar Palomo los textos periodísticos de Medardo Fraile (Madrid, 1925), actividad
que ha cosechado durante años y recogido en varias compilaciones con acertado
atino. Para el autor, todo texto es unitario y cada obra opera como un contexto,
que no precisa demasiado de referentes externos. En general, su obra
periodística sigue fiel al humanismo, al intimismo, al autobiografismo, a su
amor por España y al humor. En A media
página (2012) Fraile recoge sus colaboraciones en la segunda del
suplemento, Cuadernos del Sur, del
diario Córdoba, en realidad, testimonios, lecturas y curiosidades que
distribuye en cinco apartados, “Cartelera de España”, “Los españoles como
problema”, “Confidencias inofensivas”, “Saldo de reflexiones” y “La obra y su
gente”. Por el estilo, característico del autor, se trata de un breviario secular
que busca o nos hace pensar, deja constancia de un conocimiento propio y aun
más para ajenos, es un libro que uno se cree a medida que va leyendo, o incluso
provoca discusión porque el contenido general que se incluye en A media página adquiere una especial
responsabilidad en el discurrir del tiempo, tanto los artículos que se
presentan con un carácter documental como los de naturaleza ficcional. Medardo
Fraile, atento a lo mediático, muchos de estos textos, son auténticas
indagaciones sobre la naturaleza de las palabras.
A MEDIA PÁGINA
Medardo Fraile
Madrid, Huerga
& Fierro, 2012.
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