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PRINCIPIOS DE
AUTORIDAD
Dos años después de publicar Cambios (2012), Mo Yan (Gaomi, China,
1955), recibe el Premio Nóbel de Literatura, un autor que se mueve, según la
crítica, “entre la tradición china y la occidental, entre la literatura de la
parábola y una literatura realista”. La obra del escritor chino no era
totalmente desconocida en nuestro país, y hasta el momento se habían publicado
sus obras más significativas, Sorgo rojo
(1987, trad., 1992), Las baladas del ajo
(1988, trad., 2008), Grandes pechos, amplias caderas (1996,
trad., 2007) o La vida y la muerte me
están desgastando (2006, trad., 2010).
Este libro, Cambios, ofrece una introducción perfecta para quien desconozca, o
nunca haya leído al Nóbel novelista chino porque es, sin duda, un pequeño
artificio literario que nos lleva hasta los orígenes mismos del niño y del
adolescente Guan Moye, nacido en la región norteña de Shandong, de familia
campesina y humilde, y quien más tarde, a lo largo de la narración, se
convertirá en un prometedor narrador. Solo así, el joven es al mismo tiempo un
personaje de novela y, como es natural, el relato parte de un episodio
anecdótico: la expulsión injusta del colegio de ese adolescente en 1969, y su
largo peregrinaje hasta convertirse en un ciudadano ejemplar tras algunas
dificultades, la negativa a promocionar dentro de las Fuerzas Armadas, a través
del Instituto de Ingeniería, aunque consigue publicar sus primeros relatos en
Literatura Popular, y su posterior ingreso en el Departamento
de Literatura del Instituto de Arte del Ejército de Liberación. Lo más curioso,
narrativamente hablando, sus recuerdos de algunos de los personajes que se
confundieron con su vida a lo largo de más de cuarenta años: Lu Wenli, la
muchacha más hermosa de su clase, y la mejor jugadora de ping-pong, su
admirado, He Zhiwu, el tipo más ingenioso de todos, otro expulsado que abandona
el instituto rodando sobre sí mismo a lo largo del pasillo, y a quien le sobra
arrojo e ingenio para buscarse la vida en el futuro. Y, no menos destacables,
algunos individuos que formaban el claustro de profesores, Liu Tianguang, de
matemáticas, alias Liu el Sapo, o el profesor Zhang y sus clases en mandarín, o
el interesante padre de Lu, conductor de la granja estatal, famoso por su Gaz
51, de fabricación soviética.
Mo Yan desdramatiza la situación real de
una China totalizadora con una visión de la vida de sus ciudadanos según su
extracción social, divida por el Estado en cinco categorías, y aunque no es un
mero tratado de reflexión teórica, histórica o sociológica, el tema del cambio del gigante apenas está
desarrollado. En Cambios esta
percepción se ha dulcificado, y las relaciones humanas, o las intromisiones del
poder político, parecen haberse normalizado, incluidas las posibilidades del
triunfo personal en términos económicos. El protagonista de Mo Yan no parece
ver en todo ello un conflicto, quizá porque solo ha pretendido que un fino
humor impregnara su narración, algo que ayudara a superar la extrañeza de toda
una tradición milenaria.
CAMBIOS
Mo Yan
Barcelona,
Seix-Barral, 2012
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